24
JUICIO FINAL:
TERRIBLE, SUS SEÑALES Y EL FUEGO
MEDITACIONES
SOBRE LAS VERDADES ETERNAS
Y LA PASIÓN DEL SEÑOR
PARA PEDIR EL AMOR DE DIOS
San Pedro de Alcántara
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los puntos dispuestos para cada día.
24
JUICIO FINAL:
TERRIBLE, SUS SEÑALES Y EL FUEGO
Del tratado de la oración y meditación
de san Pedro de Alcántara
Este día pensarás en el juicio final, para que con esta consideración se despierten en tu ánima aquellos dos tan principales afectos que debe tener todo fin cristiano, conviene a saber: temor de Dios y aborrecimiento del pecado.
Piensa, pues, primeramente, cuán terrible será aquel día en el cual se averiguarán las causas de todos los hijos de Adán, y se concluirán, los procesos de nuestras vidas, y se dará sentencia definitiva de lo que para siempre ha de ser. Aquel día abrazará en sí los días de todos los siglos presentes, pasados y los venideros, porque en él dará el mundo cuenta de todos estos tiempos y en él derramará la ira y saña que tiene recogida en todos los siglos. Pues que tan arrebatado saldrá entonces aquel tan caudaloso río de la indignación divina, teniendo tantas acogidas de ira y saña, cuantos pecados se han hecho dende el principio del mundo.
Lo segundo, considera las señales espantosas que precederán a este día, porque, como dice el Salvador (Lc.21,11-55), antes que venga este día habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas, y, finalmente, en todas las criaturas del cielo y de la tierra. Porque todas ellas sentirán su fin antes que fenezcan, y se estremecerán y comenzarán a caer primero que caigan. Mas los hombres, dice, andarán secos y ahilados de muerte, oyendo los bramidos espantosos de la mar, y viendo las grandes olas y tormentas que levantará, barruntando por aquello las grandes calamidades y miserias que amenazan al mundo con tan temerosas señales. Y así andarán atónitos y espantados, las caras amarillas y desfiguradas, antes de la muerte muertos y antes del juicio sentenciados, midiendo los peligros con' sus propios temores, y tan ocupados cada uno con el suyo, que no se acordará del ajeno, aunque sea padre o hijo. Nadie habrá para nadie, porque nadie bastará para sí solo.
Lo tercero, considera aquel diluvio universal de fuego que vendrá delante del juez, y aquel sonido temeroso de la trompeta que tocará el Arcángel para convocar todas las generaciones del mundo a que se junten en su lugar y se hallen presentes en juicio; y, sobre todo, la majestad espantable con que ha de venir el juez.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS: