LA CARIDAD.
Dom Prospero Gueranger
XVII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
LA CARIDAD. — El Apóstol que había dicho: el fin de la ley es la caridad, dijo también: El fin de la ley es Cristo; ahora vemos la armonía de estas dos proposiciones, como comprendemos también la relación que hay entre estas palabras del Evangelio de hoy: En estos dos mandamientos están encerrados toda la ley y los profetas, con estas otras del Señor: Escudriñad las Escrituras, pues ellas dan testimonio de mí. La plenitud de la ley que ordena las costumbres está en la caridad, cuyo fin es Cristo; asimismo el objeto de las Escrituras reveladas no es otro sino el Hombre-Dios que resume para los suyos en su adorable unidad la moral y el dogma. Él es su fe y su amor, “el fin de todas nuestras resoluciones, dice San Agustín; todos nuestros esfuerzos sólo tienden a perfeccionarnos en El y en esto consiste nuestra perfección, en llegarnos a Él. Cuando hayas llegado a Él, no busques ya más: Él es tu fin. Y el Santo Doctor, al llegar aquí, nos da la mejor fórmula de la unión divina: Unámonos a El solo, gocemos con El solo y seamos todos uno con El: “haereamus uni, fruamur uno, permaneamus unurn”. No sabemos por qué ya desde los primeros tiempos señalaron este día a la hermosa antífona del Ofertorio de hoy. Antiguamente iba acompañada de unos versículos, que daremos a conocer. El último de ellos termina con la nueva de la llegada del príncipe de los ejércitos celestiales en ayuda del pueblo de Dios. Recordando que este Domingo abre la semana de la fiesta del gran Arcángel en el Antifonario publicado por el beato Tommasi conforme a los manuscritos más antiguos, y que el Domingo siguiente se designa en él con el nombre de primer domingo después de San Miguel (post Sancti Angelí), nos parece hallar en dicho último versículo la explicación que deseábamos.