XX DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Comentario al Evangelio de la
Catena aurea de santo Tomás de Aquino
JUAN
4, 46-54 Vino, pues, otra vez a Caná de Galilea, en donde había hecho
el agua vino. Y había en Cafarnaúm un señor de la corte, cuyo hijo estaba
enfermo. Este, habiendo oído que Jesús venía de la Judea a la Galilea, fue a El
y le rogaba que descendiese y sanase a su hijo, porque se estaba muriendo. Y
Jesús le dijo: "Si no viéreis milagros y prodigios, no creéis". El de
la corte le dijo: "Señor, ven antes que muera mi hijo". Jesús le
dijo: "Ve, que tu hijo vive". Creyó el hombre a la palabra que le
dijo Jesús, y se fue. Y cuando se volvía, salieron a él sus criados y le dieron
nuevas, diciendo que su hijo vivía. Y les preguntó la hora en que había
comenzado a mejorar, y le dijeron: "Ayer a las siete le dejó la
fiebre". Y entendió entonces el padre que era la misma hora en que Jesús
le dijo "Tu hijo vive", y creyó él y toda su casa. Este segundo
milagro hizo Jesús otra vez, cuando vino de la Judea a la Galilea. (vv. 46-54)
Crisóstomo, In Ioannem hom., 34
En primer
lugar, el Señor (como ya se ha dicho antes) había venido a Caná de Galilea llamado
a unas bodas. Ahora va a esta ciudad por su propia voluntad, y dejando su
patria, a fin de atraerlos más a la fe. Para que la fe, que ya había penetrado
en ellos desde su primer milagro, se hiciese más fuerte con su presencia.
San Agustín, In Ioannem tract., 16
Allí, pues,
creyeron en El sus discípulos cuando convirtió el agua en vino. Y estando la
casa llena de invitados, y siendo el milagro tan grande, no creyeron en El sino
los discípulos. Por esta causa retorna a aquella ciudad, a saber: para que
ahora crean los que no creyeron por las razones primeras.
Teofilacto
Nos recuerda
el evangelista el milagro realizado en Caná de Galilea, del agua convertida en
vino, para dar más fuerza a la predicación de Cristo. Porque los galileos
recibieron a Jesús, no sólo por los milagros hechos en Jerusalén, sino también
por los llevados a cabo entre ellos, aduciendo al mismo tiempo la razón de que
en El hubiese creído, sin conocer la dignidad de que Jesús estaba revestido, un
cortesano. De donde prosigue: "Y había allí un cortesano cuyo hijo estaba
enfermo en Cafarnaúm".
Orígenes, ut supra
Pensará
acaso alguno que ese cortesano era uno de los generales de Herodes, o alguno de
los de la familia del César que ejerciera por aquel tiempo un cargo en Judea; porque
no se dice que fuera judío.
Crisóstomo
Llámase
"cortesano", o porque fuese de familia real, o porque tuviese
dignidad de príncipe, por lo que recibía tal denominación. Por ello creen
algunos que éste fue el mismo centurión que se cita en San Mateo. Pero se
manifiesta por otra parte que era distinto de aquel otro. Porque aquel otro,
cuando Jesús quería ir a su casa, le ruega que no se moleste; pero éste no le
ofrecía nada, y lo llevaba hacia su casa. Mas aquél salió al encuentro de Jesús
bajando de un monte, y entró en Cafarnaúm; y éste se unió con Jesús cuando
venía a Caná. El hijo de aquél estaba paralítico, mas el hijo de éste padecía
fiebre. Acerca de este cortesano se dice: "Este, habiendo oído que Jesús
venía de la Judea a la Galilea, fue a El y le rogaba", etc.
San Agustín, ut supra
El que
rogaba, ¿aún no creía? ¿Qué esperas oír de mí? Pregunta al Salvador qué opinaba
de él. Por esto sigue: "Y Jesús le dijo: si no viereis milagros y
prodigios, no creéis". Reprende a aquel hombre como perezoso y frío en la
fe, o de que no tenía fe alguna pero deseando probarle quién era Cristo, cuál
era y cuánto podía, lo tienta por medio de la salud de su hijo. Se llamó
prodigio como cosa dicha de lejos, porque "que se dice de lejos"
significa la cosa con prioridad, y se extiende a lo futuro.
San Agustín, De cons. evang, 4, 10
Tanto desea
el Señor ensalzar el alma del que cree sobre todas las cosas mudables, que no
quiere que los fieles duden acerca de aquellos milagros que se hacen por el
divino poder, en la mutabilidad de los cuerpos.
San Gregorio, In Evang. hom., 28
Pero
acordaos también de lo que pide, y conoceréis claramente que dudó acerca de la
fe. Porque pidió que bajase a sanar a su hijo. Por esto sigue: "Le dice el
Cortesano: Señor, ven antes que muera mi hijo". Por lo tanto, no había
creído en El, porque no creyó que podría darle la salud si no estaba presente
de una manera material.
Crisóstomo, ut supra
Véase cómo
aun trae a Jesucristo de una manera física, como si no pudiese resucitar a su
hijo después de muerto. Mas que viniese aun cuando no creía y le rogase, nada
tiene de particular, porque los padres acostumbran, efecto de su gran cariño,
no sólo a hablar a los médicos en quienes confían, sino también en quienes
desconfían, no queriendo callar nada de cuanto pueda contribuir a la salud de
sus hijos. Pero si hubiese creído realmente en el poder de Jesucristo, no
hubiese dejado de ir a Judea.
San Gregorio, ut supra
Pero como el
Señor es rogado para que vaya, nos indica que no asiente a la invitación, y con
sólo mandarlo, le devuelve la salud El que creó todas las cosas por su propia
voluntad. Por esto sigue: "Y Jesús le dijo: ve, que tu hijo vive".
Aquí se reprende nuestra soberbia; porque en tanto precio tenemos los honores y
las riquezas los que cuidamos poco de nuestra verdadera naturaleza (en virtud
de la cual hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios). Mas nuestro
Redentor, para manifestar que las cosas más apreciables entre los hombres son
despreciadas por los santos, no quiso ir a casa del hijo del Cortesano, siendo
así que estaba dispuesto a ir a casa del siervo del centurión.
Crisóstomo, ut supra
Porque allí
estaba la fe bien asegurada y, por lo tanto, ofreció ir para que conozcamos la
piedad de aquel hombre; mas éste aun era imperfecto y, por lo tanto, aún no
conocía claramente que podría curarle estando lejos; pero como Jesús no fue,
añade esto. Prosigue: "Creyó el hombre a la palabra que le dijo Jesús y se
fue". Sin embargo, no se iba muy contento ni tranquilo.
Orígenes, In Ioannem tom., 14
Se manifestó
desde luego su alta posición y su cargo, porque salieron los criados a
encontrarle. Por esto sigue: "Y cuando se volvía, salieron a él sus
criados", etc.
Crisóstomo, ut supra
Los que le
salieron al encuentro no vinieron sólo para anunciarle, sino porque creyeron
que ya era inútil la presencia de Jesucristo, quien esperaban que vendría. Y
que el cortesano no había creído perfectamente ni de buena fe, se conoce de un
modo terminante por lo que sigue: "Y les preguntó la hora en que había
comenzado a mejorar". Por lo tanto, quería saber si esta mejoría se debía
a la casualidad o al precepto de Jesucristo. Sigue: "Y le dijeron: ayer, a
las siete, le dejó la fiebre" 1.
Véase aquí cómo se demuestra el milagro, porque no de una manera sencilla, ni
como sucede con el que se libra del peligro, sino que de repente y a un mismo
tiempo. Para que se vea que lo sucedido no era efecto de la naturaleza, sino
del poder de Jesucristo. Por esto sigue: "Conoció, pues, el padre, que era
la misma hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive, y creyó él y toda su
casa".
San Agustín, In Ioannem tract., 16
Por tanto,
si creyó porque se le dijo que su hijo había sido curado y comparó la hora de
los que se lo decían con la del que se lo vaticinaba, cuando rogaba, no creía.
Beda
En esto se
da a conocer que hay grados en la fe como en las demás virtudes, en las cuales
hay principio, desarrollo y perfección. El principio de la fe de éste estuvo
cuando pidió la salud de su hijo; su incremento, cuando creyó en la palabra del
Salvador, que le dijo: "Tu hijo vive"; y obtuvo la perfección cuando
se lo anunciaron sus criados.
San Agustín, ut supra
Con la sola
palabra creyeron muchos samaritanos, mas con aquel milagro sólo creyó la casa
donde tuvo lugar. Después añade el Evangelista: "Este segundo milagro hizo
Jesús otra vez cuando vino de la Judea a la Galilea".
Crisóstomo, In Ioannem hom., 35
Y no añadió
esto sin falta de misterio, sino dando a entender que, habiendo hecho este
segundo milagro, todavía no habían llegado los judíos a la altura de los
samaritanos, que no habían visto ninguna señal.
Orígenes, In Ioannem tom., 18
Esta frase encierra una anfibología 2, porque en primer término manifiesta que, cuando Jesús venía de Judea a Galilea hizo dos milagros, de los cuales el segundo fue el del hijo del cortesano. Y por otra parte, existiendo dos milagros que Jesús hizo en Galilea, hizo el segundo viniendo de Judea a Galilea, y éste es el verdadero sentido.
En sentido
místico puede decirse como Jesús vino a Galilea dos veces, manifestando en ello
las dos venidas del Salvador al mundo: la primera, llena de misericordia, como
sucedió con el milagro del vino, para alegrar a los convidados; y la segunda,
resucitando al hijo del cortesano, que ya estaba casi muerto, o lo que es lo
mismo, al pueblo judío, el cual, después que hayan entrado todos los gentiles,
vendrá a salvarse cuando el mundo esté próximo a su fin. Grande es el Rey de
los reyes, que ha sido constituido por Dios en la cumbre de su monte santo de
Sión ( Sal 2). Y los que vieron el día de Este y se alegraron son reconocidos
como los de la corte ( Jn 8). Y nosotros creemos que el cortesano representaba
a Abraham; que su hijo enfermo era la imagen del pueblo de Israel, debilitado
respecto del culto divino, pero que se calentó tanto, quemadas las espigas de
su enemigo, y que, por ello, se cree que empezó a enfervorizarse. Y también
aparece que, estando los santos por delante después que dejaron el vestido de
la carne, salvaron a su pueblo. Por esto se lee en el libro de los Macabeos,
después de la muerte de Jeremías: "Este es Jeremías, el profeta de Dios,
que ruega mucho por el pueblo" ( Mac 15,14). Luego, Abraham ruega que el
pueblo enfermo sea favorecido por el Salvador. Y en verdad que la palabra del
poder nació de Caná, en donde se dijo: "Tu hijo vive"; pero la
realización de la palabra tuvo lugar en Cafarnaúm, porque allí fue donde el
hijo del cortesano se curó, como si viviese en el campo del consuelo. Esto
representa a cierto género de hombres débiles, no del todo privados, sin
embargo, de acciones buenas. Y aquellas palabras: "si no veis milagros y
prodigios no creéis", se le dijo a aquél, que se refieren a muchos de sus
hijos, y a él mismo en cierto modo. Y así como San Juan esperaba que se
realizase la señal que se le había dado, a saber: "Sobre aquél en que
vieres que baja el Espíritu Santo" ( Jn 1,33), así los santos que ya
habían muerto, esperaban que se daría a conocer la venida de Jesucristo en
nuestra carne mortal por medio de milagros y de prodigios. Mas este cortesano
tenía, no sólo aquel hijo, sino también criados, por medio de los que se
significa cierta clase de personas que creen poco y con poca firmeza. Y no dejó
la fiebre al hijo en la hora séptima por una casualidad, sino que este número
siete representa el día del descanso 3.
Alcuino
También
puede decirse que, por medio de los siete dones del Espíritu Santo se concede
el perdón de los pecados. Y el número siete, partido en tres y en cuatro,
significa la Santísima Trinidad y las cuatro estaciones del año, o las cuatro
partes del mundo, los cuatro elementos.
Orígenes, ut supra
También
pueden representar 4
las dos venidas de Jesucristo al alma. La primera, cuando hizo el vino del
agua, dando esta alegría al alma del convite espiritual. Y la segunda, cuando
destruya todas las consecuencias de las tristezas y de la muerte.
Teofilacto
Mas el
cortesano es todo hombre, no sólo porque se acerca al Rey de todas las cosas,
en cuanto al alma, sino porque él tiene el dominio de todo, cuyo hijo (esto es,
la mente) tiene fiebre por todas las malas pasiones y deseos. Y se acerca a
Jesús rogándole que baje, esto es, que use de la condescendencia de su
misericordia y perdone los pecados, antes que sea muerto por la debilidad de
sus pasiones. Pero el Señor le dice: "Ve", esto es: "manifiesta
tu marcha continua en dirección del bien, porque entonces tu hijo vivirá; pero
si cesas de andar, te mortificará tu conciencia acerca de la ejecución del
bien".
Notas
1. A la hora séptima, es decir a la 1 de la tarde.
2. Una anfibología es un error lógico que se produce cuando se argumenta a partir de premisas ambiguas debido a su estructura gramatical, como es el caso de las dos interpretaciones posibles de Jn 4, 54.
3. La hora séptima, es decir a la 1 de la tarde.
4. Las dos visitas a Caná.