Último domingo de octubre
FIESTA DE CRISTO REY
Comentario al Evangelio
de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino.
33-38 Volvió,
pues, a entrar Pilatos en el Pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres
tú el Rey de los judíos?" Respondió Jesús: "¿Dices tú esto de ti
mismo, o te lo han dicho otros de mí?" Respondió Pilatos: "¿Soy acaso
yo judío? Tu nación y los Pontífices te han puesto en mis manos: ¿qué has
hecho?" Respondió Jesús: "Mi reino no es de este mundo. Si de este
mundo fuera mi reino, mis ministros sin duda pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí". Entonces
Pilatos le dijo: "¿Luego Rey eres tú?" Respondió Jesús: "Tú
dices que yo soy Rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar
testimonio de la verdad: todo aquel que es de la verdad escucha mi voz".
Pilatos le dice: "¿Qué cosa es verdad?" (vv. 33-38)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Queriendo
Pilato librar a Jesús del odio de los judíos, no dilató el juicio; por lo que
dice: "Entró, pues, Pilato en el Pretorio y llamó a Jesús", etc.
Teofilacto
Aparte de
esto, como tenía gran opinión de Jesús, se proponía apurar exquisitamente todas
las cosas dejando a un lado el estrépito de los judíos. Y sigue: "Y le
dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?"
Alcuino
Con estas
palabras manifestó Pilato que los judíos le acusaban del crimen de que se
proclamaba Rey de los judíos.
Crisóstomo, ut supra
Esto lo
había oído Pilato de muchos; y porque ninguna otra cosa tenían que decir, a fin
de evitar largas investigaciones, quiso traer a discusión lo que comúnmente se
decía. Sigue: "Responde Jesús: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho
otros?"
Teofilacto
Insinúa
Jesús con estas palabras que Pilato es un juez parcial, como si dijera: Si
dices esto por ti mismo, manifiesta las señales de mi rebelión; pero si lo
oíste a otros, abre una indagación en regla.
San Agustín, in Ioannem, tract., 115
Sabía el
Señor el sentido con que preguntaba y lo que se le respondería, pero El hizo
esta pregunta al procónsul, no para saber, sino para que constase lo que quiso
que se supiese.
Crisóstomo, ut supra
No preguntó,
pues, como ignorante, sino queriendo que los judíos fuesen condenados por boca
del mismo Pilato. "Respondió Pilato: ¿Acaso yo soy judío?".
San Agustín, ut supra
Hizo
desaparecer la sospecha de que se le pudiese imputar que hablaba por sí mismo,
haciendo ver que lo había oído de los judíos; por lo que sigue: "Tu nación
y tus Pontífices te han entregado en mis manos". Y después, preguntando:
"¿Qué has hecho?" da a entender suficientemente cuál era el crimen
que se le imputaba, como si dijera: Si niegas que eres Rey, ¿qué has hecho para
que te entregaran en mis manos? Como si no se admirara de que fuese entregado
al juez para ser castigado porque se llamase Rey.
Crisóstomo, ut supra
Tranquiliza,
pues, a Pilato sobre que no existe ningún peligro, y quiere manifestarle que no
es sólo hombre, sino también Dios e Hijo de Dios, y hace desaparecer la
sospecha de tiranía que había aterrado a Pilato; y sigue: "Respondió
Jesús: mi reino no es de este mundo", etc.
San Agustín, ut supra
Esto es lo
que nuestro buen Maestro nos quiso demostrar. Pero antes quiso hacernos ver la
vana opinión que los hombres tenían de su reino, tanto los gentiles como los judíos,
a quienes Pilato la había oído, como si hubiese cometido un crimen digno de
muerte por haber supuesto un reino que ellos creían ilegítimo. O bien, como
aquellos que están en posesión del poder acostumbran envidiar a los que han de
sucederles, los romanos y los judíos querían precaver que este nuevo poder les
fuese contrario. Porque si a la pregunta de Pilato hubiese contestado en
seguida, habría parecido que su respuesta se dirigía sólo contra la falsa
opinión de los gentiles, y no a la de los judíos. Pero después de la respuesta
de Pilato, la respuesta de Jesús se dirige a los gentiles y a los judíos, como
si dijera: Judíos y gentiles, oíd: no impido vuestra dominación en este mundo.
¿Qué más queréis? Creyendo, venid al reino que no es de este mundo. ¿Cuál es,
pues, su reino sino el de los que creen en El, a quienes dice no sois de este
mundo, aunque quiera que estéis en este mundo? Por lo que no dice: Mi reino no
está en este mundo, sino "no es de este mundo" ( Jn 8,23). Es, pues,
de este mundo todo lo que en la humanidad, si bien creado por Dios, fue
generado de la raza viciada de Adán. Fue, pues, hecho un reino, no ya de este
mundo, de todo aquello que fue regenerado en Cristo. Así, pues, Dios nos sacó
del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor.
Crisóstomo, ut supra
O dice en
esto que no tiene aquí un reino como el de los reyes de la tierra, porque su
poder viene del cielo, y no es humano, sino mucho más esclarecido. Y sigue:
"Si mi reino fuera de este mundo", etc. Pone de manifiesto la
imbecilidad del reino de este mundo que toma su fuerza de sus ministros, cuando
el reinado de Dios no necesita a nadie y se basta a sí mismo.
San Agustín, ut supra
Habiendo
probado que su reino no es de este mundo, añadió: "Ahora, pues, mi reino
no es de aquí". No dice: No está aquí, porque aquí está su reino hasta el
fin de los tiempos, conteniendo dentro de sí la mala yerba mezclada con el
trigo hasta la siega; pero, sin embargo, no es de aquí, sino que peregrina en
este mundo.
Teofilacto
O bien no
dice: No está aquí, sino "no es de aquí"; pues reina en el mundo y
ejerce su providencia disponiendo de las cosas según su voluntad; su reino no
tiene su fundamento en causas inferiores, sino en los cielos, antes de los
siglos.
Crisóstomo, ut supra
Tomando de aquí motivo, los herejes dicen que es ajeno a la constitución del mundo. Pero aunque dice: "Mi reino no es de aquí", no priva al mundo de su providencia y de su gobierno, sino que quiere demostrar solamente que su reino no es humano ni perecedero.
"Pilato
le dice: ¿Luego tú eres Rey? Jesús responde: Tú lo dices", etc.
San Agustín, ut supra
No porque
temiera declararse Rey, sino porque habló de modo que ni se negó Rey, ni
confesó ser tal Rey que se creyera que su reino era de este mundo. Las
palabras: "Tú lo dices" quieren decir: Como hombre carnal hablas
correctamente. En seguida añadió: "Yo he nacido para esto". La sílaba
de este pronombre debe pronunciarse de tal manera que no pueda entenderse en este
sentido: Yo he nacido en tal condición, sino en este otro: "Para esto he
nacido", recordando aquella expresión "A esto vine al mundo",
por la que manifestó claramente que se refería a su nacimiento, por el que
encarnado vino al mundo; no a aquel nacimiento sin principio por el cual era
Dios.
Teofilacto
O de otro
modo: Preguntado por Pilato si era Rey, respondió el Señor: "Yo para esto
he nacido". Es decir: Yo he nacido para ser Rey; pues por lo mismo que he
sido engendrado por un Rey, afirmo que yo también soy Rey.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Si, pues, ha
nacido Rey, no hay más que recibirle. "A esto (dijo) he venido, para dar
testimonio a la verdad"; esto es, para persuadir a todos de esto mismo. Y
es de notar que hizo brillar su humildad cuando sufría en silencio que los que
le llevaban dijesen: "Este es un malhechor". Pero cuando fue
preguntado acerca de su reino, habló a Pilato de tal modo que le instruyera,
elevándole a cosas más sublimes. Y por las palabras "Para dar testimonio
de la verdad" dio a entender que no había hecho nada subversivo.
San Agustín, ut supra
Dando
Jesucristo testimonio de la verdad, lo da de sí mismo, porque ésta es su
palabra: "Yo soy la verdad" ( Jn 14,6); pero como no todos tienen fe,
añadió: "Todo el que es de la verdad oye mi voz". Oye, en verdad, con
los oídos del alma; esto es, obedece a mi voz, como si dijera: Cree en mí. Por
las palabras: "Todo el que es de la verdad" expresa la gracia de su
vocación ( Rom 8). Si consideramos la naturaleza en que hemos sido creados,
habiéndonos creado a todos la verdad, ¿quién habrá que no sea de la verdad?
Pero no todos han recibido de la verdad la gracia de obedecer a la verdad.
Porque si dijo "Todo el que pertenece a la verdad oye mi voz", podrá
creerse que se llama venido de la verdad el que obedece a la verdad; pero no
dice esto, sino "Todo el que es de la verdad oye mi voz". Oye,
ciertamente; pero él no es de la verdad porque oye su voz, sino que oye porque
es de la verdad, pues este don le ha sido dado por la verdad.
Crisóstomo, ut supra
Con estas
palabras le atrae y le persuade a que se haga de los discípulos de la verdad;
con estas breves palabras de tal modo le cautivó, que preguntó: "¿Qué es
verdad?"
Teofilacto
Pues casi había desaparecido de entre los hombres y era desconocida de todos los incrédulos.