sábado, 1 de junio de 2024

EL ROSARIO DE HOY EN REPARACIÓN EN EL PRIMER SÁBADO DE MES AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA CON EL BEATO JUAN BAUTISTA SCALABRINI

  



Santo Rosario.

Por la señal... 

Monición inicial: 

Hoy, primer sábado de mes, ofrecemos este rosario en reparación al Corazón Inmaculado de María respondiendo así a su llamada en la ciudad de Pontevedra (ESPAÑA) a Sor Lucía, a quien la Virgen se apareció en Fátima: "Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación."

Ofrecemos el rosario como acto de reparación:

-por las blasfemias y ultrajes que se cometen contra la Inmaculada Concepción de María.

-por las blasfemias y ultrajes que se cometen contra la Virginidad perpetua de Nuestra Señora.

-por las blasfemias y ultrajes que se cometen contra la maternidad divina de María, rechazando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.

-por aquellos que infunden en los niños y en los jóvenes el desprecio hacia la Virgen Inmaculada.

-por aquellos que ultrajan, desprecian y maltratan las imágenes y representaciones de la Virgen Santísima.

 

*** PARA RECIBIR LA PROMESA DE LOS CINCOS PRIMEROS SÁBADOS ES NECESARIO, DURANTE CINCO SÁBADOS SEGUIDOS: 1) Rezar el rosario y meditar en sus misterios y 2) Confesar y comulgar con esta intención.***

 

Meditamos el rosario de hoy con algunos textos con el beato Juan Bautista Scalabrini, obispo, quien trabajó incansable por el bien de su iglesia, mostrado un especial interés por los sacerdotes, agricultores y obreros. En favor de los emigrantes a los países de América fundó las Congregaciones de Misioneros y de Hermanas Misioneras de San Carlos (1905).

Señor mío Jesucristo... 

 

MISTERIOS GOZOSOS

1.- La encarnación del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de la Virgen María.

“¡Ella, si bien fue Madre de un Dios y amada por Él más que todas las criaturas juntas, no fue dotada de otras riquezas más que las riquezas del Cielo! María Inmaculada en el siglo XIX es incentivo para los justos a tener en cuenta la gracia y para los pecadores, poderoso estímulo para dejar el pecado.”

2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.

“La vida de la Iglesia emana directamente de un principio divino, que modela y gobierna su organismo humano, la totalidad de los fieles, mediante los cuales se expresa, sublimándola así como sociedad de naturaleza absolutamente diferente a las demás, porque es una sociedad terreno-celestial, por lo tanto, verdadera imagen de su Fundador, al mismo tiempo Hombre y Dios. De manera que puede decirse casi una encarnación viviente de Cristo sobre la tierra, una continuación de su vida mortal; Jesucristo difundido y comunicado en toda su plenitud. En efecto, la vida de la Iglesia es radicalmente el espíritu de Dios, según el Apóstol: Multi unum corpus sumus in Christo: haec omnia operatur unum atque idem Spiritus [Todos nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo; pero en todos es el mismo y único Espíritu el que actúa].”

3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén

“Haciéndose hombre he aquí que, Él, el Eterno, el Inmenso, el Creador y Señor del universo, el Rey inmortal de los siglos, es nuestro amigo, nuestro hermano, el compañero de nuestro exilio. Desde ese día, hasta el fin de los tiempos, Él no nos abandonará más, viviendo primero treinta años de nuestra vida mortal y luego, haciendo morada entre nosotros bajo los velos Eucarísticos: Se nascens dedit socium [Naciendo se hizo nuestro compañero].”

4.-La purificación de Nuestra Señora y presentación del Niño Jesús en el templo

"Aunque el hombre sea débil todo lo que se quiera, si él ora, se hace fuerte de la misma fuerza de Dios: nihil potentius homine orante. Escuchen al Apóstol: Yo, dice él, lo puedo todo, absolutamente todo; omnia possum ¿Y cómo? Yo lo puedo todo por la oración: lo puedo todo en Aquél que, invocado por mí, suplicado por mí, me fortalece, me conforta, me consuela: omnia possum in eo qui me confortat [Yo lo puedo todo en aquel que me conforta]. La oración, por más humilde que sea, no sólo iguala, sino que supera, casi diría, la potencia misma de Dios: Dios es omnipotente, dice el Profeta, y ¿quién puede resistirle? La oración, respondo yo. "

5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo

“De Jesús nos derivan todas las luces, los consejos, las inspiraciones, los buenos pensamientos, los piadosos deseos. De Jesús nos viene el coraje en los peligros, la fuerza en las tentaciones, la fortaleza en los dolores, la paciencia en las adversidades, la perseverancia en el bien: in omnibus divites facti estis in Christo [en Cristo han sido enriquecidos en todo] (1 Cor. 1). Sí, todo lo tenemos en Jesús, todo podemos en Jesús, todo esperamos, todo obtenemos de Jesús, siendo Jesús quien ha querido humillarse por nosotros, sacrificarse por nosotros, ser todo para nosotros (1 Cor. 1).”

 

MISTERIOS DOLOROSOS

1. La Oración de Jesús en el Huerto

“Y ya que el Verbo de Dios se hizo hombre para instruirnos, no sólo con los preceptos, sino también con los ejemplos, Él mismo oró al Padre, Él que con el Padre era una sola cosa, Él al cual el Padre había dado en potestad todas las cosas. Oró con recogimiento en el desierto; oró solo en el monte, velando la noche entera; oró ante la tumba de Lázaro y a la entrada de Jerusalén; oró antes de dar comienzo a su misión; oró en el templo, en el cenáculo, en el Getsemaní, en el Calvario; oró hasta el último suspiro para arrancar de los suplicios eternos a la humanidad que en Él, turbada, temblaba, sudaba sangre y caía bajo los golpes de muerte (...).

Ahora bien, exclama San Cipriano, si ora Jesús, que era el Santo de los Santos, ¿cuánto más deben orar los pecadores?”

2. La flagelación de Jesús atado a la columna.

“Hay que suplir lo que de nuestra parte falta a su pasión: adimpleo, decía en efecto San Pablo, adimpleo ea quae desunt passionum Christi in carne mea [completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo] (Col. 1, 24).

Esta es la ley suprema a la cual está subordinada nuestra salud. El sacrificio de Jesucristo, y nuestro sacrificio, son dos sacrificios igualmente necesarios, son dos sacrificios que no aplacan la Justicia divina si no van indivisiblemente unidos, porque nuestro sacrificio, si no va acompañado por el sacrificio de Cristo, es indigno de Dios; el sacrificio de Cristo si no va acompañado por nuestro sacrificio, es inútil para nosotros. Así está explicado en parte el gran misterio del dolor contenido en los órdenes presentes del universo. Así el dolor y la muerte, llagas inevitables de la naturaleza, en el estado actual, fueron transformados en un medio de perfección y de glorificación; y, por lo tanto, de consuelo y también de gozo, y de esta forma puestos nuevamente en el orden de la divina sabiduría y bondad. Por lo tanto, estamos obligados a configurarnos con la pasión de Jesucristo si queremos participar de su gloria: adimpleo ea quae desunt passionum Christi in carne mea.”

3. La coronación de espinas

“¿Qué dice, oh queridos, el divino Maestro? Dice ante todo que Él vino para llamar a los pecadores, o sea a todos los hombres, a hacer penitencia. Dice que el reino de los Cielos exige fortaleza y lo conquistan sólo los fuertes. Dice: quien no lleva su cruz y no me sigue, no puede ser mi discípulo. Dice una vez más: Hagan penitencia. Y agrega después: Si no hacen penitencia, todos acabarán de la misma manera: Nisi poenitentiam egeritis, omnes simul peribitis (...).

De sus labios adorables yo no escucho, me atrevo afirmar, más que una palabra, una enseñanza, un mandato: ¡Penitencia!”

4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario

“Él es el gran modelo de la vida cristiana; modelo, oh mis queridos, tan esencial que, como afirma San Pablo, en la semejanza con Él consiste el secreto de nuestra predestinación. Considerando esto, yo pregunto: ¿cuál fue el camino que Él siguió para subir al Cielo? ¿Quizás el de la riqueza, de la gloria, del placer, o más bien fue el de la pobreza, de la humillación, del dolor?. ¡Toda su vida, escribe Crisóstomo, no fue otra cosa que cruz y martirio! Tota vita Christi crux et martyrium! ¡Desde el primero hasta el último instante, cuánta miseria, cuántas incomodidades, cuántas fatigas, cuántas persecuciones, cuántas calumnias, cuántos sufrimientos, cuántos dolores! Y, ¿cómo después de ello no reconocer en la penitencia nuestro verdadero bien, el camino más corto, seguro, único para nuestra salud?”

5. La crucifixión y muerte del Señor

“La Cruz más que ninguna otra cosa nos grita amor; amor grita la Cruz, amor que se hizo víctima de expiación por ti, que tanto te amó hasta morir por ti en el patíbulo; mas este grito no lo entiende quien no repite con el Apóstol: el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. La Cruz es la escuela más segura del amor, ¡ay, por lo tanto, si ustedes pasan los días olvidados del misterio de la Cruz!, mostrarían entonces que sus corazones no arde por amor, que faltan al gran precepto que nos obliga a poner en Jesucristo todos nuestros afectos, a establecer en nuestro corazón su reino, que es el reino del amor.

Amen a Jesús y entonces entenderán que el pueblo cristiano, el pueblo de los creyentes se compone solamente de aquellos que honran, que aman la Cruz, o mueren en ella.”

 

MISTERIOS GLORIOSOS

1.-La Resurrección del Señor.

“La vida consiste principalmente en el amor sin el cual, dice San Juan, se permanece en la muerte. Y la gracia del Salvador es aquella que llena el alma con este bálsamo de vida. Es Cristo quien enciende este amor, mostrando el prodigio incomprensible de su muerte, que urge, que impulsa con dulce violencia a corresponder al amor, a sacrificarse por su gloria y la salvación de nuestros hermanos: Charitas Christi urget nos [El amor de Cristo nos apremia]. Es Cristo quien enciende este amor, regalándonos nuevamente en su Resurrección la prueba más luminosa de su divinidad y la prenda más segura de nuestra futura Resurrección. Es Cristo quien enciende este amor con el milagro continuo de la Institución de la Eucaristía, el misterio del amor por excelencia, con el cual Él se perpetúa en nuestros altares.”

2.- La Ascensión del Señor

“Es necesario que Jesucristo viva en nosotros; es necesario que Jesucristo actúe en nosotros continuamente, pudiendo sólo Él reconciliar a la tierra con el cielo, pudiendo sólo El amar a Dios cuanto es posible amarlo y rendirle el honor que le es debido. ¿Mas, cómo puede Él, Jesucristo, vivir en nosotros? Lo hemos dicho: mediante su espíritu: in hoc cognoscimus quia in eo manemus et ipse in nobis, quoniam de spiritu suo dedit nobis [en esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros, en que nos ha dado de su espíritu] (1 Jn. 5, 13); y el espíritu de Jesucristo es espíritu de humildad, es espíritu de caridad, es espíritu, sobre todo, de abnegación, de sacrificio, de penitencia.”

3.- La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen María

“Únanse, por lo tanto, en santa alianza alrededor de Jesús, hostia divina, con espíritu de fe, de reparación y de amor. Unidos a Él, todos se sentirán hermanos, todos estrechados en un pacto: el amor recíproco, buscando cada uno el bien del otro. De aquí nacerá esa ordenada concordia que les hará compartir las alegrías y los dolores, las sonrisas y las lágrimas, y esparcirá por doquier el bálsamo de la resignación y de la esperanza cristiana. Únanse y organícense en asociaciones de adoradores para las diversas horas del día, para que la divina Eucaristía no sea jamás abandonada por ustedes.”

4.- La Asunción de María Santísima a los Cielos

“El que glorifica a Dios, dice el Señor, será glorificado por Dios. ¿Y quién más que María glorificó a Dios sobre esta tierra? Ella glorificó a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Glorificó a Dios Padre, cuando con su consentimiento para la Encarnación del Verbo, hizo que Dios Padre viese dilatado su dominio, engrandecido su poder, viendo entre sus súbditos un súbdito de perfección infinita. Y en verdad, siendo Cristo por su naturaleza humana inferior al Padre, el Padre, en cierto modo, se convirtió en Dios de Dios y ello fue posible por medio de María. Glorificó a Dios Hijo, cuando la infinita caridad que, en los eternos designios, lo indujo a ofrecerse a sí mismo por el hombre pudo realizarse sólo cuando apareció María y si Él fue glorificado por la generación temporal, fue glorificado justamente en esa carne que tomó de María. Glorificó a Dios Espíritu Santo, cuando luego que ella se declaró dispuesta a aceptar la voluntad del Altísimo, el Divino Paráclito descendió para unir en Ella el alma santísima del Redentor con su sacratísimo cuerpo y habiendo así hipostáticamente unido esa adorable humanidad con la naturaleza y la persona del Verbo Divino, adquirió ad extra aquella fecundidad que no le compete ad intra, como también adquirió cierta prioridad sobre la humanidad sacrosanta de Cristo. Por consiguiente por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo debía ser glorificada en los cielos, por lo tanto no con una sino con triple corona debía ser coronada..”

5.- La Coronación De La Virgen Como Reina Y Señora De Todo Lo Creado.

“Se la llama madre de misericordia, y es lo mismo que decir madre de consuelo. Es su título de reina. Salve regina, mater misericordiae [Dios te salve reina, madre de misericordia], porque ella no quiere sino volcar sobre nuestras miserias todas las riquezas de su corazón de madre. La miseria es la ignorancia y el error, fuente de nuestros desvíos; la miseria es la tentación, misteriosa agonía de nuestras fuerzas espirituales; la miseria es el pecado, muerte de la gracia, envilecimiento de nuestra naturaleza y esclavitud de la libertad; la miseria es la angustia del espíritu, es la aflicción del corazón. La miseria es la privación de las cosas necesarias para la vida, el dolor y la enfermedad del cuerpo; la miseria es la persecución de los malvados, la injusta opresión de los débiles y de los desventurados. Y bien, para todas estas miserias está el remedio en el corazón de María. Luz, fuerza, perdón, estímulo, consuelo, asistencia, protección, salud, todo podemos pedir y todo podemos esperar de nuestra madre de los Cielos: Madre de consolación, causa de nuestra alegría.”

 

Si se rezan los misterios luminosos:

 

MISTERIOS LUMINOSOS

1.-El Bautismo del Señor en el Jordán

“Dios ama a su Hijo y lo ama esencialmente y es imposible que se complazca en otros más que en Él, porque el amor de Dios es infinito y no puede tener otro objeto que un objeto infinito: [Este es mi hijo predilecto en el cual he puesto mi complacencia] (Mt. 17, 5). Pero ese Hijo suyo querido se hizo hombre. Por lo tanto, en Él ama al hombre.”

2.-El Milagro de las Bodas de Cana

“El mismo empeño de agradar a la Virgen debe animarlos a enriquecer el alma de ustedes con sus virtudes; si la aman no les resultará difícil porque el amor impulsa a la imitación y produce semejanza. Fijen la mirada en las virtudes de María, observen cómo ella se rige y traten de reflejarlas en ustedes mismos (...) Si se encuentran en la Iglesia, imaginen a María en el templo; si están en casa, imaginen a María en Nazaret; si están ante la mesa, imaginen a María en las bodas de Caná: en todas las acciones particulares pueden pensar en Ella y copiar sus virtudes.”

3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.

“Cuando el rico del Evangelio le preguntó a Jesús qué debía hacer para salvarse, el Divino Maestro le respondió: Si quieres alcanzar la vida eterna, observa los mandamientos: serva mandata [observa los mandamientos]. La vida cristiana está toda aquí: observar fielmente la ley de Dios y cumplir con exactitud los deberes del propio estado.”

4.-La Transfiguración del Señor

“La oración hace al hombre superior a sí mismo, lo transfigura, lo sublima, lo diviniza. En la historia de las almas no hay hecho más común que la conversión concedida a la oración de los santos. De un Saulo perseguidor forma un apóstol. ¡Y cuántos Agustines son hijos de las lágrimas y de las oraciones maternas!”

5.- La institución de la Eucaristía

“El pan común, que viene de la tierra, dice San Macario, no nos puede dar la vida eterna; sin embargo ese pan, que tiene origen en el cuerpo beato de Cristo, unido a la divinidad, confiere la inmortalidad al que lo recibe. La carne del Señor, después que es comida, no es destruida, ni su sangre, después que es bebida, porque ambos están indisolublemente unidos a la divinidad. Por lo tanto, el cuerpo glorioso del Señor pone un germen luminoso de resurrección y de incorruptibilidad en el cuerpo corruptible del hombre, y este germen, fecundado por la sangre de Aquel que venció a la muerte, se desarrolla y crece hasta que el hombre renovado se despoje, como vestimenta inútil, de la carne mortal, y mostrando todo el esplendor de su vida oculta en Dios, entre en los tabernáculos eternos.”