martes, 4 de junio de 2024

DÍA QUINTO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE


DÍA QUINTO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA QUINTO

 

Títulos adorables por los cuales el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo se atrae irresistiblemente nuestro amor

Nuestro Señor me ha dado conocer, que su Corazón es el Santo de los Santos, el Santo de amor; que quería que fuese conocido ahora, por el medianero entre Dios y los hombres, porque es todopoderoso para establecer su paz, apartando los castigos, que nuestros pecados habían merecido, y obtenernos misericordia. Es una fortaleza y un asilo seguro para todos aquellos, que quieran refugiarse en Él; allí aplacarán la divina justicia, cuyos enojos inundarían a los pecadores con sus pecados, a causa del gran número que se cometen y que irritan sobremanera su justa cólera.

Es el trono de la misericordia, donde los más miserables son los que mejor se reciben, con tal que el amor los presente en el abismo de la miseria.

Y si somos frágiles, fríos, disipados o imperfectos ¿no es Él una hoguera ardiente de amor dónde nos perfecciona y purifica como el oro en el crisol, para que le seamos como una hostia viva, toda inmolada y sacrificada a sus adorables designios? Este Corazón divino es un abismo de toda clase de bienes, donde debemos perdernos, para no tomar gusto alguno a las cosas de la tierra, un abismo de amor donde está nuestra mansión y reposo eterno. Es un manantial inagotable de misericordia y de toda suerte de delicias, y cuanto más se toma de Él, más abundancia queda; un manantial de agua viva, un manantial fecundo de bendiciones y de gracias, el manantial inagotable de donde han bebido toda la ciencia y caridad los santos todos.

Es un tesoro escondido e infinito, que no pide más que manifestarse a nosotros, derramarse y distribuirse, para enriquecer nuestra pobreza; el tesoro del cielo y de la tierra.

Es un oratorio sagrado, un paraíso de paz y de delicias, el altar de nuestros sacrificios, el soberano sacrificador , el único necesario a nuestro corazón, nuestro todo en todas las cosas: aquel que quiere ser en nosotros, como un germen de vida eterna, nuestro libertador, que nos librará del cautiverio de satanás, nuestro buen Maestro, que nos enseñará a conocerle y amarle con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas y potencias, nuestro sabio piloto, que seguramente nos conducirá al puerto de salvación, si lo dejamos todo a su cuidado, si nos abandonamos en Él, sin querer tomar parte en cosa alguna, más que en amarle y agradarle; es finalmente nuestro delicioso retiro, en el cual vivimos al abrigo de las tempestades de la vida.

En compendio, el Corazón de Nuestro Señor es una moneda de un precio infinito, sellada con el sello de la divinidad, a fin de que los hombres puedan pagar con ella sus deudas y negociar con la misma su salvación eterna.

 

Sentimientos de amor y confianza de la Beata en el Sagrado Corazón de Jesús

Tengo toda mi esperanza y apoyo en los méritos del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, que ha querido ser mi reparador, haciéndome esperar que pagará y responderá por mí.

Encuentro en el Sagrado Corazón de mi Jesús, todo lo que falta a mi indigencia, porque está lleno de misericordia. No he encontrado remedio más eficaz en todas mis aflicciones, que el Sagrado Corazón de mi adorable Jesús. En Él es dónde duermo descuidada, y reposo sin inquietud. Nada hay áspero ni pesado, que no se dulcifique con el adorable Corazón de Jesús.

Los enfermos y los pecadores encuentran un asilo y estancia, donde se mantienen con seguridad. Este divino y amoroso Corazón es toda mi esperanza; es mi refugio, su mérito es mi salvación, mi vida y mi resurrección. Mientras su misericordia no me falte, estoy bien provista de méritos; porque siendo poderoso para salvarme, puedo estar segura de mi salvación.

Me encuentro tan llena de sus gracias y beneficios, que no encuentro modo de expresarme; me parece que soy una pequeña gota de agua en este océano del Sagrado Corazón de nuestro divino Maestro.

 

Atractivos poderosos por medio de los cuales Nuestro Señor había conquistado el corazón de la Beata Margarita María

El relato de las contemporáneas nos asegura, que estando la Beata todavía en el siglo, Nuestro Señor le dijo un día, después de la Sagrada Comunión: «Que Él era el más hermoso, el más rico, el más poderoso, el más perfecto de todos los amantes. Has de saber, añadió, que, si me eres fiel, yo no te abandonaré nunca y seré la victoria de todos tus enemigos. Si me sigues constantemente, yo te enseñaré a conocerme y me manifestaré a ti». Y al decir esto, imprimió en su interior una paz tan grande, que resolvió desde este instante morir, antes que cambiar en su designio de ser religiosa. El día de su toma de hábito, su divino Maestro le hizo ver, que quería tomar nueva posesión y dominio sobre su corazón y que recíprocamente le exigía, que le amara con un amor de preferencia. Le hizo comprender, que le haría gustar durante su noviciado, cuanto había de más dulce en las suavidades, de su amor. Fueron tan grandes, en efecto, que la tenían fuera de sí. Muchas veces exclamaba con el corazón lleno de Dios: «¡Oh, qué hermoso es el amado de mi alma! ¿Por qué no puedo yo amarle?» Y como si el divino Salvador dudase de su amor, le preguntaba muchas veces, como a San Pedro, si le amaba. A lo cual ella no podía responder sino «¡Ay, Señor, bien sabéis cuánto lo desea mi corazón!»

 

Adoraciones y ruegos al Sagrado Corazón de Jesús

Yo os saludo, Corazón de mi Jesús, salvadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Criador, perfeccionadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Salvador, rescatadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Juez, perdonadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Padre, gobernadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Esposo, amadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Maestro, enseñadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Bienhechor, enriquecedme.

Yo os saludo, Corazón de mi Pastor, guardadme.

Yo os saludo, Corazón de mi Hermano, permaneced conmigo.

Yo os saludo, Corazón de incomparable bondad, perdonadme.

Yo os saludo, Corazón todo amable, abrasadme.

¡Oh, Jesús mío y mi Soberano bien! yo os amo, no por las recompensas prometidas a los que os aman, sino puramente por el amor de Vos mismo, que os debo.

Yo os amo sobre todo cuanto hay amable, sobre todos los placeres y en fin , sobre mí misma y todo lo que hay fuera de Vos, protestando ante el cielo y la tierra, que quiero vivir y morir en vuestro puro amor, y que aunque para vivir amándoos de esta suerte, tenga que ser perseguida, atormentada y aun sufrir la muerte, estoy contenta, y diré siempre con San Pablo: << No hay criatura alguna que me pueda separar de la caridad del Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, al cual amo y quiero amar eternamente». Así sea.

 

PARA FINALIZAR

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.