lunes, 10 de junio de 2024

DÍA UNDÉCIMO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA UNDÉCIMO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA UNDÉCIMO

 

Alma purificada en el Corazón de Jesús

La Beata refiere así lo que entendió durante uno de sus ejercicios anuales «Mi soberano Maestro, dice, se presentó a mí en el primer día de mi soledad con el Corazón como una hoguera de amor, en la cual me sentí arrojada y desde luego penetrada y abrasada eran tan vivos ardores, que casi me iba a reducir a cenizas. Me fueron dichas estas palabras: he aquí el divino purgatorio de mi amor, donde es necesario te purifiques todo el tiempo de esta vida purgativa; después yo te llevaré a una estancia de luz y después de unión y trasformación».

Las enseñanzas de la Beata correspondían a las luces, de que su alma estaba inundada: “Entrad, decía, en este Sagrado Corazón como en un horno de amor, para purificaros de todas las manchas y miserias, que habéis contraído y para consumir esta vida de pecado, y revivir en la del puro amor y de gracia, que os trasformará todas en Él mismo.

Es preciso consumirnos y transformarnos en esta ardiente hoguera del Sagrado Corazón de nuestro adorable Dueño y no salir de allí jamás. Y después de haber perdido. nuestro pobre corazón en estas divinas llamas de puro amor, debemos tomar uno nuevo, que nos haga vivir en adelante una vida renovada con un corazón nuevo, que tenga nuevos pensamientos, nuevos afectos y que produzca obras nuevas en pureza y fervor, es decir, que es preciso que desaparezcamos nosotros mismos, para que este divino Corazón ocupe el lugar del nuestro; que Él solo viva y obre en nosotros y por nosotros; que su voluntad tenga a la nuestra tan anonadada, que pueda obrar de una manera absoluta, sin resistencia de nuestra parte y en fin, que sus afectos, sus pensamientos y sus deseos ocupen el lugar de los nuestros, pero sobre todo su amor, que se ame Él mismo en nosotros y por nosotros. Y siendo este Corazón divino nuestro todo en todas las cosas, podremos decir con San Pablo que ya no vivimos nosotros, sino Él en nosotros.

¡Ay! ¡Cuán bueno es amarle a Él solo! Es necesario amar a este divino Corazón de tal suerte, que no vivamos ya, ni suspiremos, sino por Él.

Es preciso amarle tanto en esta vida, que seamos una misma cosa con Él para no separarnos de Él jamás.

Lo único que debemos poseer es su puro amor, Él debe poseernos, haciéndonos obrar y sufrir; pues no estará nunca ocioso en nuestro corazón. Entreguémoselos pues sin reserva, para que los consuma en sus ardores, a fin de que le amemos con todo el ser, que nos ha dado; que todo le esté sometido, que todo esté rendido a este divino amor.

«Amémosle, pero sin excepción, démoslo todo, sacrifiquémoslo todo por alcanzar esta dicha y lo tendremos todo, poseyendo el Corazón Sagrado de Nuestro Señor Jesucristo» Amémosle con todas nuestras fuerzas y demos todo a su amor; a fin de que nos consuma y purifique en sus más vivos ardores ¡Oh, si consiguiésemos arder eternamente en la ardiente hoguera de este Corazón divino!» Las muchas gracias recibidas son como otras tantas llamas ardientes de su amor puro, que nos deben abrasar sin cesar en un perfecto agradecimiento y fiel correspondencia a sus designios.

¡Ay! ¿por qué no nos abrasaremos en ese fuego divino, que ha venido a traer a la tierra! Sí, es preciso consumirnos. Voy a hacer todo cuanto pueda, para amarle y abrasarme en estos santos ardores y este Sagrado Corazón será el altar de nuestros sacrificios.

Nuestro corazón ha sido criado para Dios solo; desgraciado el que se contenta con menos que con Dios o permite que su corazón se abrase en otro amor, que el suyo.

¡Si se supiese lo dulce que es amar a Dios, no se evitaría ningún sufrimiento a trueque de conseguir este amor!

¡Oh Dios mío, si yo tuviese mil corazones, mil amores, mil vidas, las inmolaría todas en vuestro servicio!

 

El Corazón de Jesús escoge el de la Beata, como un altar, para hacer arder en él, el fuego de su amor

Nuestro Señor, cuenta la Beata, me honró con una de sus visitas y me dijo: «¿Sabes bien el fin que tengo, al darte mis gracias con tanta abundancia? Es para que seas como un santuario, en el cual el fuego de mi amor arda continuamente. Tu corazón es como un altar sagrado, al cual no puede tocar nada manchado. Te he escogido, para ofrecer a mi eterno Padre continuos sacrificios, a fin de apaciguar su justicia y tributarle una gloria infinita, por la ofrenda que tú le harás de mí mismo en estos sacrificios, uniendo el de tu ser, para honrar el mío».

«Confieso que desde entonces sentí en mi corazón un fuego tan violento y ardiente, que hubiese querido comunicárselo a todas las criaturas, a fin de que mi Dios fuese amado».

 

Vida de sacrificio, de abandono y de amor en el Sagrado Corazón de Jesús

La Beata escribía a una persona decidida a abrazar la devoción del Sagrado Corazón: «No tengo duda alguna, de lo agradable que le es al Sagrado Corazón de Jesús, el sacrificio que le hacéis de vos misma, para ser toda suya y hacer y sufrir sólo por su amor, a fin de vivir toda en Él, según su deseo, de una vida de sacrificio, de amor y de abandono. De sacrificio de cuanto os sea más querido y os cueste más, de abandono total de vos misma a los cuidados de su amorosa conducta, tomándole por vuestro guía en el camino de la salvación; y no haréis nada, sin pedirle su auxilio y su gracia, la cual espero os dará, a medida que confiéis en Él. Además, es preciso vivir esa vida de amor, que nos una a Él por medio de nuestra humillación y anonadamiento de nosotros mismos para conformarnos a su estado de sacrificio, de abandono y amor en el Santísimo Sacramento, donde el amor le tiene como una víctima toda abandonada, para ser continuamente sacrificada por la gloria de su Padre y para nuestra salvación. Uníos a Él en cuanto hagáis, referidlo todo a su gloria; estableced vuestra mansión en este amable Corazón de Jesús, y encontrareis una paz inalterable y la fuerza para efectuar todos los buenos deseos, que os da, y para no hacer faltas voluntarias; llevad allí todas vuestras penas y amarguras; porque cuanto viene de este amable Corazón, es dulce y se cambia todo en amor».

 

Súplica al Sagrado Corazón de Jesús

Colocadme, oh mi dulce Salvador, en vuestro sagrado costado y en vuestro adorable Corazón, en ese horno ardiente del puro amor y así estaré seguro. Espero me lo concederéis, Jesús mío y mi sumo bien.

Elijo vuestro Corazón por estancia, para que sea mi fuerza en el combate, el sostén en mi flaqueza, mi guía y luz en las tinieblas, en fin el reparador de todos mis defectos, el santificador de mis intenciones y acciones, que uno a las vuestras, para ofrecéroslas y para que me sirvan de una continua preparación para recibiros. Así sea.

 

PARA FINALIZAR

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.