miércoles, 5 de junio de 2024

DÍA SEXTO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA SEXTO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

DIA SEXTO

 

Nuestro Señor quiere, que la devoción de su Sagrado Corazón triunfe en medio de las contradicciones, por medio de la dulzura y el amor

El Corazón de nuestro buen Maestro quiere el amor y los homenajes de sus criaturas; pero quiere que sea con una libre, amorosa y franca voluntad, sin compromiso ni disimulo. Cierta estoy, de que quiere establecer su reino por la dulzura y suavidad de su amor, no por los rigores de su justicia. La devoción de este Sagrado Corazón, tan lejos de obligar, quiere insinuarse en los corazones por la suave unción de su caridad, como un bálsamo precioso, cuyo olor y esencia se derrama dulcemente. Basta darle a conocer y después este divino Corazón se encargará de penetrar con la unción de su gracia los corazones, que le están destinados. ¡Dichosos los que son de este número!

Es, pues, necesario que todo se haga dulcemente y con suavidad, si bien poniendo con fortaleza y diligencia los medios que nos inspire; porque al fin es preciso proseguir la obra de Dios, sin desistir ni cansarse por los obstáculos y contradicciones que se presenten; porque Él tiene fortaleza y poder, para confundir a sus enemigos; por más que este divino Corazón sea todo dulzura, humildad y paciencia.

Los negocios que miran inmediatamente a la gloria de Dios, son muy diferentes de los del mundo en esto es preciso poner por obra de nuestra parte mucho; pero en los de Dios es necesario contentarse a menudo con seguir sus inspiraciones, dejando obrar a la gracia, y siguiendo en lo posible sus impulsos.

Dios está, sobre todo. Se complace en servirse de las cosas pequeñas y aun de las más despreciables, para la ejecución de sus mayores designios, y esto, no tanto para confundir y oscurecer la razón humana, como para mostrar su omnipotencia infinita, que puede todo lo que quiere. Es verdad que no lo hace siempre así, por no querer violentar al corazón humano, a fin de que, dejándole en libertad, tenga más motivo para castigarle, o recompensarle.

No os admire, que sean muchas las contradicciones que halléis, para establecer el reino de este amable Corazón; las dificultades son una prueba segura, de que la cosa es de Dios, puesto que sus obras no tienen ordinariamente cumplimiento, sino en medio de las contradicciones y pruebas.

Satanás las suscita furioso, al ver que por este medio saludable ha de perder muchas almas, que creía ya suyas y al ver y prever asimismo que le han sido, son y serán arrebatadas muchas más, por el poder de aquél, que en el tiempo que se ha prescrito, hará que todas estas contradicciones y oposiciones sean para gloria suya y confusión de sus enemigos. De ellas se servirá como de un sólido fundamento, para establecer esta santa devoción.

No nos aflijamos, aunque veamos contrariados nuestros deseos, en orden a la propagación de la gloria de este divino Corazón. Él permite a veces este retraso por el placer que encuentra, en ver que se aumenta nuestro ardor y actividad con esto y también, porque se complace en que este fervor en propagar la devoción, dura más tiempo, concediéndonos las cosas poco a poco. Aunque os aseguro que me insta continuamente, para que le haga conocer y amar y yo me ofrezco a Él sin cesar para esto, pidiendo que me inmole y me sacrifique, como a víctima suya, según todos sus deseos y del modo que más agrade a su amor.

No temamos la pena y sufrimiento que se encuentren en esta santísima obra; tengámonos por dichosas cuando nos elija para sufrir por tan digno motivo toda suerte de penas, contradicciones, calumnias y dolores; yo cuanto más padezco, más ánimo cobro y más esperanza tengo, de que todo será para gloria de este Sagrado Corazón y salvación de muchas almas.

Es preciso amar a este Sagrado Corazón con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra capacidad. Sí, es preciso amarle y así establecerá Él por nuestro medio, su imperio y reinará a pesar de las oposiciones de sus enemigos. Se hará el dueño y poseedor de nuestros corazones, porque el fin principal de esta devoción es el de atraer almas a su amor.

Reinará este Sagrado Corazón a pesar de satanás y sus secuaces; estas palabras me llenan de alegría, y causan todo mi consuelo.

 

La Beata se sacrifica por los intereses y la gloria del Sagrado Corazón

Un día escribe ella, deseosa de ver aumentarse la devoción del Sagrado Corazón de mi Salvador y hallándome delante del Santísimo Sacramento, se me manifestó, sino me engaño, el fuego en que con tanta alegría se abrasan los serafines y oí estas palabras: «¿No quisieras mejor gozar con ellos, que sufrir, ser humillada y despreciada, por trabajar en el establecimiento de mi reino en los corazones de los hombres?» Al oír esto, sin reflexionar un momento, abracé la cruz que se me presentaba, toda erizada de espinas y clavos, y repetía sin cesar: «¡Oh único amor mío! ¡cuán más conforme es a mi deseo y cuán preferible para mí el sufrir por haceros conocer y amar, si me honráis con esta gracia, que verme privada de ella, para ser uno de estos serafines ardientes!».

 

Primera fiesta del Sagrado Corazón, celebrada en Paray le Monial, el viernes después de la octava del Santísimo Sacramento

Había llegado el tiempo, señalado por Nuestro Señor, para el establecimiento en esta Comunidad de la devoción a su Sagrado Corazón, y por esta razón dispuso cambiar los corazones de tal suerte, que a la grande oposición que antes había, sucedióse un cambio maravilloso en todas y mucho mayor en aquellas que habían puesto antes tantos obstáculos.

Para ejecutar sus misericordiosos designios, Dios quiso servirse de una hermana antigua, que era una regla viva y murió más tarde en olor de santidad; era la hermana María Magdalena Des Escures.

Esta santa religiosa, que se había opuesto hasta entonces decididamente al establecimiento de esta devoción, vino a buscar a la Beata el último día de la octava del Santísimo Sacramento, para pedirle la pequeña estampa que tenía en el noviciado diciéndole, que quería hacer un pequeño altar en el coro, para invitar a las hermanas a esta devoción. La Beata quedó sorprendida agradablemente, pero no lo dio a conocer, esperando con impaciencia el resultado de esta empresa, que no cesaba de encomendar y hacer encomendar a otras, para que fuese feliz.

El siguiente día (21 de junio de 1686), destinado a honrar a este divino Corazón, la hermana Des Escure, colocó una silla en el coro, la cual cubrió con un modesto tapete, puso encima la pequeña pintura que tenía un marco dorado, el cual cubrió de flores y la puso delante de la reja del coro con un billete escrito de su mano, en que invitaba a todas las Esposas de Jesucristo, que viniesen a honrar el Corazón adorable. La Beata tuvo tanto consuelo al ver en un momento, no tan sólo trocarse los corazones, sino también desaparecer todas las dificultades de una manera tan admirable, que no cesaba de bendecir al Señor. Vio con satisfacción el afán que cada una manifestaba, hasta el punto de que fuese preciso hacer un cuadro, para satisfacer prontamente a la Comunidad, que deseaba este consuelo.

«He aquí la obra del Señor», decían las que se habían opuesto antes y admirándose de este cambio tan repentino, añadían «que Dios era verdaderamente el dueño de los corazones y que se verificaba lo que nuestra venerable hermana había dicho muchas veces; que el Corazón de Jesús reinaría, a pesar de sus enemigos».

 

Recurso humilde, al Sagrado Corazón de Jesús

¡Oh divino, amable y adorable Corazón de Jesús vedme aquí humildemente postrada delante de Vos, para adoraros, bendeciros y glorificaros y para reconocer los derechos de vuestra soberanía sobre mí, confesando y reconociendo mi servidumbre y renovando las protestas de mi amor y de mi fidelidad hacia Vos!

¡Oh Corazón santo! recibidme, puesto que soy y quiero ser toda vuestra, a pesar de todas las oposiciones que mis enemigos me suscitan. No me desechéis, reconocedme como una cosa que os pertenece, recibidme y defendedme. Sostened mi debilidad en el único deseo que tengo de amaros y agradaros. Dadme, si os place, las gracias necesarias para hacerlo de una manera perfecta y para orar, obrar y sufrir, imitando la pureza de vuestro amor».

 

PARA FINALIZAR

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.