lunes, 22 de julio de 2024

DEL SERMÓN DE CRISTO EN EL MONTE. MARTES DE LA NOVENA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 


DEL SERMÓN DE CRISTO EN EL MONTE.

MARTES DE LA NOVENA SEMANA

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

MEDITACIONES

PARA EL TIEMPO

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO

SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN

PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

MARTES DE LA NOVENA SEMANA

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

DEL SERMÓN DE CRISTO EN EL MONTE

 

1.- Y habiéndose sentado, se llegaron a Él sus Discípulos; y abriendo su boca los enseñaba (1). Luego que, se sienta enseñar como Maestro, se llegan a Él sus Discípulos y oyen con atención su doctrina. Siéntase Dios en tu corazón como Maestro; abre su boca por las inspiraciones: llega, si quieres ser su Discípulo, y cuando oyeres su voz, no quieras endurecer tu corazón. Aprecia la doctrina que da Maestro tan grande; determina conformarte con ella, antes que con la doctrina del mundo y de la carne. Afirma ser bienaventurados los que el mundo y la carne tiene por infelices. Dios no se engaña; luego el mundo. Esto lo percibes, y con todo sigues los principios de éste.

2.- Bienaventurados los pobres de espíritu (2), que por el amor de Dios renuncian a las cosas perecederas, y arrancan del ánimo sus deseos, para seguir desnudos al desnudo Jesús. Repara cuánto es el hastío que tienes de las cosas de la tierra: si las estimas o las desprecias para abrazarlas, o no. Aprende del ejemplo de Cristo lo que has de determinar en esto. Mas ¿de qué modo le imitas? Porque de ellos es el reino de los cielos. Es esto una prueba convincente de esta bienaventuranza. El que tiene el reino de los cielos es bienaventurado: ¿quién lo podrá negar? De los pobres es el reino de los cielos, dice la eterna verdad. Luego bienaventurados son los pobres, no por la posesión actual de aquel reino, sino por el derecho que a él tienen. ¡Cuántos bienes logras, si del todo arrancas de tu alma el deseo de las cosas terrenas! Son bienaventurados con la bienaventuranza de esta vida; porque no desean cosa de ella. 3º. Poseen el reino de Dios, que, como dice san Pablo, está dentro de vosotros; porque son señores de su alma.

3.- ¡Ay de vosotros, ricos! porque tenéis aquí vuestro consuelo (3). Habla de aquellos ricos que se dejan llevar del inmoderado afecto de los bienes perecederos. Así como a los pobres se promete el cielo con certeza, así contra aquellos truena la eterna amenaza. Esta se cumple en ellos ordinariamente; porque su corazón está de tal modo aprisionado, que no pueden levantarle a Dios entera y constantemente, por lo que caen en la tentación y lazos del diablo (4). Tienen consuelo aquí, no de Dios, no sólido, sino suyo y aparente. Tú no estás en la clase de estos. Complácete y dale a Dios las gracias. Y procura apartar más y más el ánimo de lo caduco, para que tu único tesoro sea Aquel que es todas las cosas.

 

(1) Matth., 5. (2) Matth., 5. (3) Luc., 6. (4) Tim., 6.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…

Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…

¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros. 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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