FIESTA DEL NOMBRE DE JESÚS
Sermón de San Bernardo, Abad.
Sermón 15 sobre el Cantar, cerca del medio.
No en vano el Espíritu Santo compara el nombre del Esposo al óleo, cuando así enseña a la esposa que llame al Esposo: Óleo derramado es tu nombre. Pues el óleo ilumina, esfuerza y unge. Mantiene el fuego, alimenta la carne y suaviza el dolor. Es luz, manjar, medicina. Todo esto se realiza en el nombre del Esposo. Ilumina predicado, alimenta meditado, invocado alivia y unge. Si no, consideremos esto por partes. ¿De dónde piensas que en todo el orbe se propagó tan grande y tan rápida la luz de la fe, sino a causa de la predicación del nombre de Jesús? ¿No fuimos llamados por Dios a su admirable luz por la luz de este nombre, con la cual esclarecidos y viendo la luz con esta luz, diga con verdad Pablo: Fuisteis alguna vez tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor?
Al mismo Apóstol se le encargó predicar este nombre delante de los reyes, de las naciones y de los hijos de Israel. Y llevaba este nombre como una antorcha, y con él iluminaba su patria y clamaba en todas partes: La noche está ya muy avanzada, y va a llegar el día. Dejemos, pues, las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz, andemos con decencia, como se suele andar durante el día. Y a todos mostraba la antorcha sobre el candelero, anunciando en todas partes a Jesús, y a éste crucificado. ¿Acaso esta luz no alumbró los ojos de cuantos oyeron este nombre saliendo de la boca de Pedro como un rayo, dando fuerza y vigor al que había sido cojo, e iluminando a muchos ciegos de espíritu, y no esparció fuego, diciendo: En nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda?
El nombre de Jesús no es sólo luz, es también manjar. ¿Acaso no te sientes confortado cuantas veces le recuerdas? ¿Qué otro alimento como él sacia la mente del que medita? ¿Qué otro manjar así repara los sentidos fatigados, esfuerza las virtudes, vigoriza las buenas costumbres, y fomenta los castos afectos? Todo alimento del alma es árido, si con este óleo no está sazonado; insípido si no es sazonado; lo que escribes no me delita, sino leo el nombre de Jesús; si conversas, no me place, si no oigo el nombre de Jesús, cuyo nombre es miel en la boca, melodía en los oídos, alegría en el corazón. ¿Está triste alguno? Venga a su corazón Jesús, de allí salga a la boca. Y he aquí que apenas aparece el resplandor de este nombre, desaparecen todas las nubes, y todo queda sereno. ¿Ha caído alguno en algún crimen, y está próximo a la desesperación? ¿Por ventura si invoca el nombre de la vida, no respirará al instante confiadamente?