DEVOCIÓN A LOS SANTOS ÁNGELES
· La Iglesia, en su profesión de fe, proclama que Dios es el creador de todas las cosas visibles e invisibles: de todos los seres espirituales y materiales, esto es, de los ángeles y del mundo visible y, en particular, del hombre.
· Los Ángeles son criaturas inteligentes y puramente espirituales, creadas por Dios para que le honren y le sirvan y para hacerlos eternamente bienaventurados.
· Los Ángeles no tienen forma ni figura alguna sensible, porque son puros espíritus, pero se representan de formas sensibles: 1º, para ayudar a nuestra imaginación; 2º, porque así han aparecido muchas veces a los hombres, como leemos en las Santas Escrituras.
· Uno de los ángeles, el más bello, Luzbel al conocer el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, se rebeló contra Dios, movido por la soberbia, y con él otros muchos: pretendieron ser iguales a Él e independientes, y por este pecado fueron desterrados para siempre del paraíso y condenados al infierno. Los demonios -ángeles rebeldes- tientan a los hombres para sumarlos a su rebelión y terminen como ellos condenados en el infierno. Dios permite la acción de los demonios en las tentaciones para que, venciéndolas con su gracia, ejercitemos las virtudes y adquiramos merecimientos para el cielo.
· Los Ángeles que permanecieron fieles a Dios fueron confirmados en gracia, gozan para siempre de la vista de Dios, le aman, le bendicen y le alaban eternamente. Dios se sirve de los Ángeles como de ministros suyos, y en especial a muchos de ellos hace custodios y protectores nuestros.
· Dios concede a cada hombre un Ángel llamado Ángel de la Guarda o Ángel custodio. Hemos de tener particular devoción a nuestro Ángel, honrarle, implorar su socorro, seguir sus inspiraciones y ser agradecidos a su continua asistencia.
· Los Ángeles de la Guarda nos purifican, nos iluminan y perfeccionan, nos libran de los peligros de alma y cuerpo, ofrecen a Dios nuestras buenas obras, bajan del cielo a la tierra, llenos de bendiciones y gracias que derraman en nuestras almas, excusan nuestras faltas delante de Dios, nos asisten en una palabra de día y de noche prodigándonos toda clase de atenciones y cuidados.
· La Iglesia honra con fiesta litúrgica a los arcángeles San Miguel, príncipe de la milicia celestial, cuyo nombre significa “¿Quién como Dios?”, San Gabriel, mensajero del misterio de la Encarnación a la Virgen, cuyo nombre significa “Fortaleza de Dios” y San Rafael, enviado a Tobías, cuyo nombre significa “Medicina de Dios”. Además, honra con fiesta propia a los Ángeles Custodios; cuya misión no es solo para cada hombre sino también la misión de custodiar a naciones, pueblos y ciudades que tiene su propio ángel.
PRÁCTICAS
1. Procurar tener trato familiar con tu ángel, mirándole muy a menudo como presente a todas tus acciones. Hazle continuas súplicas, alábale con frecuencia, y válete de su auxilio y socorro en todas tus necesidades. (San Francisco de Sales).
2. Tres modos tienes de honrar a tu santo ángel: con la reverencia por su presencia, con el amor por sus servicios, y con la confianza por su asistencia continua. (San Bernardo).
3. Ama y reverencia de un modo especial al ángel de tu reino, de la diócesis y pueblo en que vives, de las personas con quienes tratas.
4. Al viajar o subir al tren, coche, etc., saluda a los ángeles de las personas con quienes vas; y saluda asimismo a los ángeles de los pueblos que vieres, para que te guarden de todo mal.
5. Di muchas veces: “Ángel mío, guárdame; del maligno enemigo, defiéndeme; en vida y muerte, protégeme; de resistir a tus inspiraciones, líbrame…”
6. Repite la siguiente oración.
“Ángel de Dios, fiel custodio mío, a cuyos cuidados he sido confiado por la suprema piedad; a mí que soy vuestro encomendado, alumbradme hoy, guardadme, regidme y gobernadme. Amén.