sábado, 18 de mayo de 2024

DE LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN FORMA DE VIENTO. DOMINGO DE PENTECOSTÉS

 


DE LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN

FORMA DE VIENTO.

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

 

MEDITACIONES PARA EL TIEMPO PASCUAL

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

DE LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN

FORMA DE VIENTO.

 

1.- Al cumplir los días de Pentecostés estaban todos juntos en el mismo lugar (1). No carece el tiempo de misterio. El día era el mismo en que en otro tiempo se dio la ley del temor, a la que sucede la ley de amor, que el Espíritu Santo viene a escribir en los corazones de los fieles, para que se haga por ella suave el yugo de Cristo, y su carga ligera. A la verdad; al que ama nada se le hace difícil. ¡Oh, si hoy también viniera a mí y escribiera su ley en medio de mi corazón (2), para que sirviese a Dios, no por necesidad servil, sino por amor filial!

2.- Sobrevino de repente del cielo un sonido como de aire, que soplaba con vehemencia (3). Pondera las palabras: Sobrevino un sonido, tal que ocupase y llegase a todos, y si alguno estaba descuidado, le hiciese atento. ¡Qué profundamente estoy yo dormido, que con un sonido tal aún no despierto de repente! porque la visitación del Espíritu Santo no tiene hora cierta; y como siempre se ha de desear, así se ha de aguardar siempre. Del cielo, de donde viene todo don; esto es, el Hijo, y la dádiva perfecta (4); esto es, el Espíritu Santo. Como espíritu.; quiere decir: aire, viento; cuyas diversas propiedades puedes considerar como le convienen al Espíritu Santo. Vehemente: para denotar el ímpetu con que impele nuestros corazones a los actos de las virtudes. ¡Oh de cuan vehemente espíritu necesito yo, que estoy tan entorpecido! ¡Venid, o santo y divino Espíritu! Meced con tal aire el huerto, esto es, mi corazón.

3. Y llenó toda la casa, en donde estaban sosegados (5) Significase aquí la abundancia de los dones de que Dios llena la Iglesia, de la cual ninguno que esté en el Cenáculo o en ella, es excluido. Ruégale que llene toda la casa de tu alma. Abre sus ángulos y escondrijos para que pueda penetrarlos. Pero no la llenará, si tú también no te pones sosegado por la paz interior y composición del ánimo. No llena por cierto una alma vagueante y derramada en cosas exteriores

 

(1) Act., 2. (2) Ps., 39. (3) Act., 2. (4) Jac., 1. (5) Act., 2.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Imploremos la asistencia del Espíritu Santo recitando la secuencia de Pentecostés:

 

Ven Espíritu divino,

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre,

don en tus dones espléndido.

Luz que penetras las almas,

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo.

Tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego.

Gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma

divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del alma

si tú le faltas por dentro.

Mira el poder del pecado

cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo.

Lava las manchas.

Infunde calor de vida en el hielo.

Doma el espíritu indómito.

Guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones

según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito.

Salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno. Amén. Aleluya.

 

Y en este tiempo pascual, concluyamos nuestra oración saludando a la Virgen María:

 

 

V/. Regina cæli, lætare; alleluia.

R/. Quia quem meruisti portare; alleluia.

V/. Resurrexit sicut dixit; alleluia.

R/. Ora pro nobis Deum; alleluia.

V/. Gaude et lætare, Virgo Maria; alleluia.

R/. Quia surrexit Dominus vere; alleluia.

 

Oremus:

Deus, qui per resurrectionem Filii tui Domini nostri Iesu Christi mundum lætificare dignatus es, præsta, quæsumus, ut per eius Genetricem Virginem Mariam perpetuæ capiamus gaudia vitæ. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.

 

Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace. R.Amen.

 

***

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.