11 de octubre
MATERNIDAD DIVINA DE SANTA MARÍA VIRGEN
Comentario al Evangelio de la
Catena aurea de santo Tomás de Aquino
LUCAS 2, 42-50
Teniendo
el Niño ya doce años cumplidos, habiendo subido a Jerusalén, según solían de
aquella solemnidad; acabados aquellos días así que se volvían, se quedó el niño
Jesús en Jerusalén sin que sus padres lo advirtiesen. Antes bien creyendo que
venía con alguno de los de su comitiva, anduvieron la jornada entera buscándole
entre los parientes y conocidos. Y como no le hallasen, se volvieron a
Jerusalén en busca suya. Y al cabo de tres días de haberle perdido, le hallaron
en el templo sentado en medio de los doctores, que ora los escuchaba, ora les
preguntaba; y cuantos le oían, quedaban pasmados de su sabiduría y sus
respuestas. Al verle, pues, sus padres, quedaron maravillados. Y le dijo su
Madre: "Hijo ¿por qué te has portado así con nosotros? Mira cómo tu padre
y yo, llenos de aflicción, hemos andado buscándote". Y El les respondió:
"¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas
que miran al servicio de mi Padre?" Mas ellos no entendieron el sentido de
su respuesta. (vv. 42-50)
San Cirilo
Como había
dicho el evangelista que el niño crecía y se fortificaba, confirma estas
palabras diciendo que Jesús subió a Jerusalén juntamente con la Santísima
Virgen con estas palabras: "Y siendo el Niño ya de doce años
cumplidos", etc.
Griego, o Geómetra
La
manifestación de su sabiduría no pasó más allá de lo que permitía su edad,
porque entramos por lo general a los doce años en el dominio de la razón, y a
esa edad fue cuando se manifestó la sabiduría de Jesús.
San Ambrosio, in Lucam, 2
También
puede decirse que a los doce años empezó la controversia del Señor y en verdad
que este número de doce debía ser el de aquellos que habían de predicar la fe
evangélica.
Basilio
También
podemos decir que, como el número doce tiene cierta analogía con el siete
-puesto que es producto de los factores tres y cuatro, que sumados hacen siete
y multiplicados doce- expresa la universalidad y perfección de las cosas y de
los tiempos. Por tanto la luz de Cristo, que había de llenar todo lugar y todo
tiempo, empieza con razón por dicho número.
Beda
La ida del
Señor con sus padres a Jerusalén todos los años por la Pascua, es una señal de
humana humildad. Porque es deber del hombre acudir a ofrecer sacrificios al
Señor y hacérsele propicio por medio de oraciones. Hizo, pues, el Señor entre
los hombres, habiendo nacido hombre, lo mismo que Dios había mandado a los
hombres por medio de sus ángeles. Por lo que dice: "Según solían en
aquella solemnidad". Sigamos, pues, el camino de su vida humana, si nos
deleita la idea de ver la gloria de su divinidad.
Griego, o Geómetra
Una vez
celebrada la fiesta, cuando todos se volvían, Jesús se quedó sin que nadie lo
notara, según estas palabras: "Acabados aquellos días, así que se volvían,
se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen".
Dice, pues: "Acabados aquellos días", porque la solemnidad duraba
siete días. Permanece oculto para que sus padres no le impidan disputar con los
doctores de la ley. O tal vez para evitar que pareciese que menospreciaba a sus
padres, si no obedecía sus mandatos. Se queda, en conclusión, sin que nadie lo
note, para que no se lo estorben y para no ser desobediente.
Orígenes, in Lucam, 19
No debe
llamar la atención que se designe con el nombre de padres a aquellos que
merecieron, una el nombre de Madre por haberle dado a luz, y otro el de padre,
como protector suyo que era.
Beda
Pero alguno
preguntará, cómo el Hijo de Dios, objeto de tanto cuidado por parte de sus
padres, pudo quedar olvidado. A lo que se debe responder que era costumbre
entre los israelitas, en los tiempos de las fiestas, bien cuando acudían a
Jerusalén, o ya cuando volvían a sus casas, el ir separados los hombres de las
mujeres, que los niños podían ir indiferentemente con el padre o con la Madre.
Por tanto que San José y la Santísima Virgen, no viendo al niño a su lado,
creyeron cada uno por su parte que iría en compañía del otro. Por lo cual
sigue: "Antes bien, creyendo que venía con alguno de los de su comitiva",
etc.
Orígenes, in Lucam, 19
Así como
cuando le ponían asechanzas los judíos, se salió de en medio de ellos y ya no
apareció, así es de creer que el niño Jesús se quedó ahora, y que sus padres no
supieron en dónde se había quedado, según lo que sigue: "Y como no le
hallasen, se volvieron a Jerusalén en busca suya".
Glosa, ordin
El primer
día se alejan de Jerusalén, el segundo lo buscan entre los parientes y los
conocidos, y, no encontrándolo, en el tercer día volvieron a Jerusalén, y allí
lo encontraron. Por lo cual prosigue: "Y al cabo de tres días de haberle
perdido, le encontraron", etc.
Orígenes, in Lucam, 19
No lo
encontraron inmediatamente después que lo buscaron, porque Jesús no está entre
los parientes y deudos, según la carne; ni entre los que están unidos a El por
los lazos del cuerpo; ni puede encontrarse mi Jesús entre la muchedumbre. El
lugar en que lo encontraron los que buscaban no es un lugar cualquiera
-fijémonos bien en ello- sino el templo. Busquémoslo también nosotros, por
tanto, en el templo de Dios. Busquémoslo en la Iglesia, busquémoslo entre los
doctores que se hallan en el templo, porque si así lo hacemos, lo
encontraremos.
Orígenes, in Lucam, 19
No lo
encuentran entre los parientes, porque el parentesco humano no podía contener
al Hijo de Dios, ni entre los conocidos, porque está sobre el conocimiento y la
ciencia humana: ¿en dónde lo encuentran, pues? En el templo. Si, pues, nosotros
lo buscásemos también alguna vez, busquémoslo en el templo. Apresurémonos a ir
allí, que allí sí encontraremos a Cristo, palabra y sabiduría. Esto es, al Hijo
de Dios.
San Ambrosio
Después de
tres días se le encuentra en el templo, para indicar que tres días después del
triunfo de su pasión, y cuando se lo creía muerto, resucitaría y se mostraría a
nuestra fe en trono celestial y en honor divino.
Glosa, ordin
O porque no
encontraron a Cristo los patriarcas buscándolo antes de la ley, ni lo
encontraron los profetas y los justos buscándolo bajo la ley, y lo han encontrado
las naciones buscándolo bajo la gracia.
Orígenes, in Lucam, 19
Porque era
Hijo de Dios, se encuentra en medio de los doctores instruyéndolos con su
sabiduría. Porque era niño, se encuentra en medio de ellos, no enseñándoles,
sino preguntándoles, por lo cual dice: "Sentado en medio de los doctores,
que, ora los escuchaba, ora les preguntaba". Por su misericordia nos
enseña de este modo que corresponde a los niños (aun cuando sean sabios e
instruidos) más bien oír a sus maestros que desear enseñarles y jactarse con
vana ostentación. Preguntaba, no para aprender, sino para ilustrar preguntando;
que el preguntar y responder con sabiduría nacen de una sola fuente de
doctrina. De donde, prosigue: "y cuantos le oían quedaban pasmados de su
sabiduría", etc.
Beda
Para
manifestar que era hombre, oía humildemente a maestros que al fin eran hombres.
Para probar que era Dios, les respondía de una manera sublime cuando le
preguntaban.
Griego, o Geómetra
Pregunta de
una manera razonable, oye de una manera prudente, y responde de una manera
todavía más prudente, lo cual llenaba de estupor a los que lo oían. Por lo
cual, sigue: "Al verle, pues, sus padres, quedaron maravillados".
San Juan Crisóstomo, super Ioannem, hom. 20
El Señor no
hizo ningún milagro durante su niñez. Solamente hizo esto, como refiere San
Lucas, en el cual se mostró admirable.
Beda
Manifestaba,
pues, su lengua una sabiduría divina, pero su edad manifestaba la debilidad
humana, por lo que los judíos, turbados y admirados, dudan entre la sublimidad
de lo que oyen y la humildad de lo que ven. Nosotros, sin embargo, no debemos
admirarnos de ningún modo, porque sabemos por el profeta ( Is 9,5) que, aun
cuando ha nacido niño para nosotros, siempre es el Dios fuerte.
Griego, o Geómetra
Admiremos a
la Madre de Dios, afectada en sus maternales entrañas, que manifiesta como con
lamentos sus dolorosas pesquisas, y expresa lo que siente con la confianza, la
humildad y la ternura de una madre. Por lo cual sigue: "Y le dijo su
Madre: Hijo, ¿por qué te has portado así?", etc.
Orígenes, in Lucam, 19
Sabía la
Santísima Virgen que Jesús no era hijo de San José, y sin embargo llama padre
del niño a su esposo, por la creencia de los judíos que suponían que Jesús
había sido concebido como los demás hombres.
Origenes, in Lucam, 17
Se podría
decir sencillamente, que el Espíritu Santo le honró con el nombre de padre, y
que él educó al niño Jesús. O hablando de una manera más ingeniosa, que,
habiendo dado la genealogía de José hasta David, no quiso se censurara como
superflua.
Origenes, in Lucam, 19
Pero ¿por
qué lo buscaban? ¿Creían que había perecido o que se había perdido? ¡Lejos de
nosotros tal presunción! ¿Podían temer, acaso, que se perdiese un niño que
sabían era Dios? Pero así como nosotros al leer la Sagrada Escritura buscamos
con dolor el sentido de ella, no porque creemos que las Escrituras vayan fuera
de camino, o porque contengan algún error, sino porque deseamos encontrar la
verdad intrínseca de ellas, así también buscaban ellos a Jesús, temiendo los
dejase para volverse al cielo, y bajar otra vez cuando quisiera. Conviene,
pues, que el que busca a Jesús no pase de una manera negligente y perezosa,
como lo buscan muchos y no lo encuentran, sino con trabajo y con dolor.
Glosa, ordin
También
podía ser que temiesen que lo que Herodes había tratado de llevar a cabo en su
infancia, ahora, encontrada la ocasión oportuna, lo ejecutasen otros matándolo
en su edad infantil.
Griego, o Geómetra
Pero el
mismo Señor responde a todo, y corrigiendo en cierto modo lo que se había dicho
del que era reputado por su padre, manifiesta al que lo es verdaderamente,
enseñando no a caminar por la tierra, sino a levantarse hasta el cielo, por lo
que continúa: "Y El les respondió: ¿Cómo es que me buscabais?".
Beda
No los
reprende porque lo buscan como hijo, sino que les hace levantar los ojos de su
espíritu para que vean lo que debe a Aquel de quien es Hijo eterno. Por esto
sigue: "No sabíais que yo debo emplearme", etc.
San Ambrosio
Hay en
Jesucristo dos generaciones: una paterna, otra materna. La paterna es divina, y
la materna es por la que bajó hasta nuestra vida y nuestras miserias.
San Cirilo
Dice esto,
pues, para manifestar que El está por encima de la naturaleza humana, y dando a
entender que la Santísima Virgen es un instrumento de la redención, dándolo a
luz, pero que por naturaleza El es verdaderamente Dios e Hijo del excelso
Padre. Avergüéncense, pues, aquí los sectarios de Valentino, de decir, después
de haber oído que era el templo de Dios, que el Creador y el Dios de la ley y
del templo no es el mismo Padre de Jesucristo.
San Epifanio, contra Haer., lib. 2, haer. 30
Observe
Ebión que Jesucristo es admirable en sus discursos a los doce años de edad, y
no a los treinta. Lo cual no quiere decir que después que vino el Espíritu
Santo sobre El cuando fue bautizado, fue convertido en Cristo, esto es, ungido
del Señor, sino que desde su infancia reconoció el templo y a su Padre.
Griego, o Geómetra
Esta es la primera manifestación de la sabiduría y de la virtud del niño Jesús, porque lo que llaman sus puerilidades, no lo dicen inocentemente como pueril, sino que lo consideramos diabólico y mal intencionado, puesto que pretenden falsear lo que se encuentra en el Evangelio y en las divinas Escrituras, a no ser que las tomemos en el sentido en que son creídas por muchos, y que no es contrario a nuestras creencias. Antes bien, está en un todo conforme con lo dicho por los profetas, porque era el más hermoso de los hijos de los hombres, obediente a su Madre, complaciente en sus costumbres, no menos venerable y agradable en su aspecto, fecundo en la palabra, dulce y próvido, de un valor notable como el que estaba lleno de la gracia divina. Y así como sucede en otro, su conversación y su locución, aunque sobrehumanas, tenían su límite y su razón, habiendo elegido para sí la mansedumbre el lugar principal. En todas estas cosas, nada ni nadie le dirigió, excepto la mano de su Madre. En esto podemos aprender cosas de gran utilidad. Respondiendo el Señor a María porque lo ha buscado entre sus parientes, nos sugiere el desprendimiento de la sangre, manifestando que el que se halla ocupado de las cosas corporales, no puede llegar al término de la perfección, de la cual se separa el hombre por el afecto de los parientes.
Prosigue:
"Mas ellos no entendieron", etc.
Beda
Porque les
hablaba por cierto de su divinidad.
Orígenes, in Lucam, 20
No sabían si diciéndoles "en las cosas de mi Padre", quería decirles "del templo", o de otra más elevada y edificante, porque cada uno de nosotros, si es bueno, es asiento de Dios Padre, y si alguno de nosotros es asiento de Dios Padre, tiene consigo a Jesús su Hijo.
En seguida se fue con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su Madre conservaba todas estas cosas en su corazón. Jesús entretanto crecía en sabiduría, en edad y en gracia, delante de Dios y de los hombres. (vv. 51-52)
Griego, o Geómetra
Todo el tiempo que pasó entre la primera manifestación de Jesucristo y el día de su bautismo, y que no fue señalado por milagros famosos y públicos ni por su doctrina, lo resume el evangelista en una sola palabra diciendo: "En seguida se fue con ellos", etc.
Orígenes, in Lucam, 20
Con frecuencia bajó Jesús con sus discípulos, pues no siempre estaba en el monte, porque los que estaban enfermos no podían subir a él. Del mismo modo, pues, baja ahora a otros que se hallan abajo.
Prosigue:
"Y les estaba sujeto", etc.
Griego, o Geómetra
Alguna vez
empezaba por instituir la ley con la palabra y después la comprobaba con las
obras, como dice: "El buen pastor da su vida por sus ovejas" ( Jn
10,11), y en efecto, poco después (deseando nuestra salvación) nos dio su
propia vida. Otras veces, por el contrario, daba primero el ejemplo y después
explicaba la manera de vivir bien, como aquí, en que por sus obras nos enseña
que hay tres cosas que deben aventajar a las demás: amar a Dios, honrar a sus
padres y dar la preferencia a Dios aun sobre los mismos padres. Porque cuando
fue reprendido por sus padres, considera como de poca importancia todas las
cosas que no son de Dios, y luego obedece también a sus padres.
Beda
¿Qué había
de hacer el maestro de la virtud, sino llenar este deber de piedad? ¿Qué había
de hacer entre nosotros sino aquello mismo que deseaba hiciésemos nosotros?
Orígenes, in Lucam, 20
Aprendamos
también nosotros mientras somos hijos a vivir sometidos a nuestros padres. Y si
nuestros padres faltan, vivamos sometidos a aquellos que hacen la vez de padres
por su edad. Jesús, a pesar de ser Hijo de Dios, vive sometido a José y a
María. Yo, por ejemplo, debo vivir sometido al obispo a quien se me ha
designado como padre. San José comprendía sin duda que Jesús era más grande que
él, y por ello respetuoso, moderaba su autoridad. Tengamos, pues, presente que
muchas veces es mayor que nosotros el que nos está sometido, y así el que está
constituido en dignidad superior no se ensoberbecerá sabiendo que es más que él
aquel que le está subordinado.
San Gregorio Niceno, in Cat. graec. Patr
Además, los
jóvenes todavía no tienen el discernimiento bien desarrollado -o sea la
inteligencia- y necesitan que los conduzcan a un estado más perfecto los que
tienen más edad -o lo que es lo mismo, que los lleven como de la mano a lo
mejor aquellos que son más perfectos-. Teniendo Jesús doce años obedece a sus
padres para dar a conocer que todo el que se perfecciona por grados en la
virtud, antes de llegar al término de su perfección debe abrazar para su
utilidad la obediencia como medio de llegar al bien.
San Basilio, in lib. relig
Obedeciendo
desde su primera edad a sus padres, se sometió Jesús humilde y respetuosamente
a todo trabajo corporal, porque, aunque eran honestos y justos, con todo, como
pobres y sufriendo escasez hasta en lo necesario -como lo demuestra el pesebre
venerado donde nació el Señor-, es claro que se procuraban lo necesario para la
vida con el continuo sudor de sus cuerpos. Y bien, Jesús, que obedecía a sus
padres -como dice la Sagrada Escritura-, tomaba parte en sus trabajos con
entera sumisión.
San Ambrosio
¿Y llamará
la atención que obedezca a su padre el que vive sometido a la Madre? No es por
debilidad por lo que se somete, sino por piedad. Aun cuando el hereje levante la
cabeza y asegure que el que es enviado necesita del auxilio de otro. ¿Acaso
necesitaba de auxilio humano porque obedecía a la autoridad de su Madre? ¿Se
sometía a la sierva de Dios, se sometía a un padre que lo era sólo en la
apariencia, y aun te causa admiración, que se sometiese a Dios? El obedecer al
hombre es piedad, ¿y será debilidad el obedecer a Dios?
Beda
La Santísima
Virgen ya sea porque no entendía estas cosas todavía, o porque las
comprendiese, las guardaba en su corazón para examinarlas con más detenimiento.
Por lo cual sigue: "Y su Madre conservaba todas estas cosas en su
corazón".
Griego, o Geómetra
Consideraremos cómo María, mujer prudentísima, Madre de la verdadera Sabiduría, es discípula de este niño, oyéndole, no como a un niño o como a un hombre, sino como a Dios. Después meditaba sus divinas palabras y sus obras sin perder ni una sola de ellas, y así como concibió al Divino Verbo en sus entrañas, así ahora también recibiría todas sus acciones y todas sus palabras en su corazón, y en él -por decirlo así- las fomentaba. Unas veces contemplaba el presente en sí misma, otras veces esperaba que el porvenir lo revelaría todo con más claridad, haciendo de esto la regla y la ley de toda su vida.
Prosigue:
"Jesús entretanto crecía en sabiduría", etc.
Teofilacto
No dice esto
porque fuese haciéndose sabio progresivamente, sino porque poco a poco iba
manifestando su sabiduría. Así lo hizo cuando discutía con los escribas,
preguntándoles sobre la ley con admiración de todos los que lo oían. De este
modo es cómo crecía en sabiduría, es decir, siendo conocido por muchos y
llenándolos de admiración, así que la manifestación de su sabiduría es la que
constituye su progreso. Por esto vemos que el evangelista, para explicar este
asunto de sabiduría, añade luego "y en edad", porque el progreso y el
crecimiento de la edad, es lo que llama el crecimiento de la sabiduría.
Teofilacto
Pero dicen
los herejes eunomianos: ¿Cómo puede ser igual al Padre en sustancia aquél de
quien se dice que crece como imperfecto? No se dice, pues, que crecía en cuanto
era Verbo, sino en cuanto era hombre. Y verdaderamente, si creció después que
fue hecho hombre el que antes había sido imperfecto, ¿qué razón hay para que le
demos gracias por haberse encarnado por nosotros? ¿Cómo, si es la verdadera
sabiduría, puede crecer? ¿Ni cómo puede tampoco crecer en gracia Aquel que la
da superabundante a los demás? Además, si ninguno se escandaliza cuando oye que
el divino Verbo se ha humillado (sintiendo flaquezas indignas de Dios), sino
que más bien se admira de su misericordia, ¿no será extraño el que se
escandalice cuando oye decir que crece? Así como se ha humillado por nosotros,
así también crece por nosotros, para que nosotros a la vez crezcamos en El,
puesto que hemos caído por el pecado. Porque todo lo que se refiere a nosotros,
el mismo Jesucristo lo ha tomado sobre sí con el fin de hacerlo mejor.
San Cirilo
Y obsérvese
que no dice que es el Verbo quien crece, sino Jesús, para que no entendamos que
es el Verbo puro quien crece, sino el Verbo hecho carne.
Teofilacto
Y así como
decimos que el Verbo encarnado es quien ha padecido, aunque sólo sea su carne
quien ha padecido (porque en realidad la carne del Verbo es la que sufría), así
se dice que crece, porque la humanidad era la que crecía en El.
San Gregorio Nacianceno
Se dice que
crecía según la humanidad, no porque recibía algún aumento, siendo así que
desde el principio fue perfecta, sino porque se manifestaba poco a poco.
Teofilacto
La ley
natural repugna que tenga el hombre una inteligencia superior a su edad. Así el
Verbo (hecho hombre) era perfecto, porque era la virtud y la sabiduría del
Padre, pero como había de conformarse con nuestra naturaleza (a fin de que no
se considerase extraño por los que lo veían), se manifestaba creciendo poco a
poco como hombre en su cuerpo, y siendo considerado cada día como más sabio por
los que lo veían y lo oían.
Griego
Crecía en
edad, desarrollándose en el cuerpo hasta la virilidad, en sabiduría respecto de
aquellos que eran instruidos por El en las cosas divinas, y en la gracia, por
la cual seguimos adelante con alegría creyendo obtener al fin todo lo que nos
ha prometido. Y esto, delante de Dios, quien perfeccionó la obra de su Padre,
habiendo tomado nuestra carne mortal, y ante los hombres, por haberlos
convertido del culto de los ídolos al conocimiento de la Santísima Trinidad.
Teofilacto
Dice, pues,
ante Dios y ante los hombres, porque primero se debe agradar a Dios y después a
los hombres.
San Gregorio Niceno, homiliae in Canticum, 3
La palabra aprovecha también de una manera diferente en las personas que la oyen, porque aparece, según es niño, adulto, o ya perfecto el hombre.