miércoles, 30 de octubre de 2024

DÍA 31. DE COMO SE HA DE REZAR EL SANTO ROSARIO. MES DEL ROSARIO

DÍA 31.

DE CÓMO SE HA DE RECITAR EL SANTO ROSARIO

 

MES DE OCTUBRE  EN HONOR

A LA SANTÍSIMA VIRGEN,

REINA DEL SANTO ROSARIO

 

 

ORACION INCIAL

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Vos que plantasteis en la Iglesia, por medio de vuestro privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haced que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina, y por los justos aumento de gracia.

Amén.

 

DÍA 31.

DE CÓMO SE HA DE RECITAR EL SANTO ROSARIO

DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “IL RELIGIOSO CONVEGNO” de S.S. Juan XXIII

 

Palabras y contenido

Es verdad que, para algunas almas no educadas a elevarse por encima del homenaje puramente oral, el rosario puede ser recitado como una monótona sucesión de las tres oraciones: el Pater noster, el Ave Maria y el Gloria, dispuestas en el orden tradicional de quince decenas. Esto, sin duda, ya es algo. Pero -debemos también repetirlo- es tan sólo preparación o resonancia exterior de una plegaria confiada, mas no vibrante elevación del espíritu en coloquio con el Señor, buscado en la sublimidad y dulzura de sus misterios de amor misericordioso por la humanidad toda entera.

La verdadera substancia del rosario bien meditado está constituida por un triple elemento, que da a la expresión vocal unidad y reflexión, descubriendo en vivaz sucesión los episodios que asocian la vida de Jesús y de María, con referencia a las varias condiciones de las almas orantes y a las aspiraciones de la Iglesia universal.

Para cada decena de avemarías he aquí un cuadro, y para cada cuatro un triple acento, que es al mismo tiempo: contemplación mística, reflexión íntima e intención piadosa.

Contemplación mística

Ante todo, contemplación pura, luminosa, rápida, de cada misterio, es decir, de aquellas verdades de la fe que nos hablan de la misión redentora de Jesús. Contemplando, nos encontramos en una comunicación íntima de pensamiento y de sentimiento con la doctrina y con la vida de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, venido a la tierra para redimir, instruir y santificar: -en el silencio de la vida oculta, hecha de plegaria y de trabajo; -en los dolores de su santa Pasión; -en el triunfo de la resurrección, como en la gloria de los cielos donde está sentado a la diestra del Padre, asistiendo y vivificando siempre con el Espíritu Santo la Iglesia fundada por Él, que va siguiendo su camino a través de los siglos.

 

Reflexión íntima

El segundo elemento es la reflexión, que desde la plenitud de los misterios de Cristo se difunde con viva luz sobre el espíritu del orante. Cada uno advierte, misterio por misterio, la oportuna y buena enseñanza para sí, en orden a la propia santificación y a las condiciones en que vive; y bajo la continua iluminación del Espíritu Santo, que desde lo profundo del alma en gracia «pide por nosotros con gemidos inenarrables»4, cada uno compara su vida con el calor de la enseñanza que brota de esos mismos misterios, y encuentra sus inagotables aplicaciones tanto a las propias necesidades espirituales como a las necesidades de su vivir cotidiano.

 

Intención piadosa

En último término está la intención, es decir, la indicación de personas, instituciones o necesidades de orden personal y social, que para un católico verdaderamente activo y piadoso entran en el ejercicio de la caridad hacia los hermanos, caridad que se difunde en los corazones como expresión viviente de la común pertenencia al cuerpo místico de Cristo.

Así es como el rosario se convierte en súplica universal de cada una de las almas particulares y de la inmensa comunidad de los redimidos, que desde todos los puntos de la tierra se encuentran en una misma plegaria: ya sea en la invocación personal, para implorar gracias por necesidades individuales de cada uno, ya sea en la participación en el coro inmenso y unánime de toda la Iglesia por los grandes intereses de la humanidad entera. La Iglesia, como el Redentor Divino la quiere, vive entre las asperezas, las adversidades y las tempestades de un desorden social que frecuentemente se convierte en amenaza pavorosa; pero sus miradas están fijas y las energías de la naturaleza y de la gracia tienden siempre hacia el supremo destino de los fines eternales.

 

 

 

 

ORACION FINAL

¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que podéis presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, empeñad una y otra en favor nuestro. Conseguidnos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de vuestro Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santo Domingo de Guzman, ruega por nosotros.

San Luis María Grignion de Montfort, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios devotos del santo Rosario, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Recuerda que el peor rosario, es el que no se reza.

Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

*

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

PARA REZAR EL ROSARIO:

·        Misterios gozosos (lunes y jueves) https://youtu.be/CAgyK7cQ3zQ

·        Misterios dolorosos (martes y viernes) https://youtu.be/94aYZr6Rbqo

·        Misterios gloriosos (miércoles, sábado y domingo) https://youtu.be/2kIWhrSCwKQ

·        Si se rezan los luminosos, se hacen los jueves: https://youtu.be/1kh4RWLIYBc

 

Rosario con misterios meditados:

·        Misterios gozosos https://youtu.be/zEF-i1LIBwA?si=BC41sko-DFDymYpt

·        Misterios dolorosos https://youtu.be/wVP5GAikQ5E?si=THfzqCPkmMdr4OXY

·        Misterios gloriosos https://youtu.be/R9SmKF1ZfzI?si=IGoaW-R7gjnCLy8D

APÉNDICE

 

Métodos devotos de recitar el Santo Rosario y atraer la gracia de los misterios de la vida, pasión y gloria de Jesús y María.

 

PRIMER MÉTODO

Veni, Sancte Spiritus, etc.

 

Ofrecimiento del Rosario.

Yo me uno a los santos del cielo y a los justos de la tierra, oh Jesús mío, para alabar dignamente a vuestra Santísima Madre y a Vos en Ella y por Ella. Y renuncio a cuantas distracciones sufra durante este Rosario.

Os ofrecemos, Señora, el Credo para honrar vuestra fe mientras vivisteis en la tierra y pediros que nos hagáis partícipes de esa misma fe.

Os ofrecemos el padrenuestro, Señor, para adoraros en vuestra unidad y reconoceros como principio y fin de todas las cosas.

Os ofrecemos, Trinidad Santísima, tres avemarías, para agradeceros todas las mercedes que habéis hecho a María y las que nos habéis hecho a nosotros por su mediación.

Un padrenuestro, tres avemarías, gloria.

 

Ofrecimiento particular de las decenas.

 

Misterios Gozosos.

Primera Decena. Os ofrecemos esta primera decena, Señor nuestro Jesucristo, en honor de vuestra Encarnación. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, una profunda humildad de corazón.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Encarnación, descended a mi alma y hacedla verdaderamente humilde.

 

Segunda Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta segunda decena en honor de la Visitación de vuestra santísima Madre a su prima Santa Isabel. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de María, una perfecta caridad con nuestro prójimo.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Visitación, descended a mi alma y hacedla verdaderamente caritativa.

 

Tercera Decena. Os ofrecemos esta tercera decena, oh Jesús niño, en honor de vuestro santo nacimiento. Y os pedimos, por este misterio y por intercesión de vuestra santa Madre, el desasimiento de los bienes de la tierra y el amor a la pobreza y a los pobres.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Natividad, descended a mi alma y hacedla pobre de espíritu.

 

Cuarta Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta cuarta decena en honor de vuestra Presentación en el templo por manos de María, y por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, os pedimos el don de sabiduría y la pureza de corazón y de cuerpo.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Purificación, descended a mi alma y hacedla verdaderamente sabia y pura.

 

Quinta Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta quinta decena en honor de haberos recobrado María en medio de los doctores cuando os había perdido. Y os pedimos, por este misterio y por intercesión de Ella, nuestra conversión y la de los herejes, cismáticos e idólatras.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de Jesús hallado en el templo, descended a mi alma y convertidla.

 

Misterios Dolorosos.

Sexta Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta sexta decena en honor de vuestra Agonía mortal en el Huerto de los Olivos. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, una perfecta contrición de nuestros pecados y entera conformidad a vuestra santa voluntad.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias de la Agonía de Jesús, descended a mi alma y hacedla verdaderamente contrita y conforme con la voluntad de Dios.

Séptima Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta séptima decena en honor de vuestra santa Flagelación. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santísima Madre, perfecta mortificación de nuestros sentidos.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias de la Flagelación de Jesús, descended a mi alma y hacedla verdaderamente mortificada.

Octava Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta octava decena en honor de vuestra dolorosa Coronación de espinas. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, un gran desprecio del mundo.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Coronación de espinas de Jesús, descended a mi alma y hacedla verdaderamente opuesta al mundo.

Novena Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta novena decena en honor de vuestra Cruz a cuestas. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santísima Madre, paciencia para llevar la cruz detrás de Vos todos los días de nuestra vida.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Cruz a cuestas, descended a mi alma y hacedla verdaderamente paciente.

Décima Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta décima decena, en honor de vuestra Crucifixión en el Calvario. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santísima Madre, gran horror al pecado, amor a la Cruz y buena muerte para nosotros y para cuantos están ahora en la agonía.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la pasión y muerte de Jesucristo, descended a mi alma y hacedla verdaderamente santa.

 

 

 

Misterios Gloriosos.

Undécima Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta undécima decena en honor de vuestra triunfante Resurrección. Y os pedimos, por este misterio y por intercesión de vuestra santísima Madre, una fe viva.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias de la Resurrección, descended a mi alma y hacedla verdaderamente fiel.

Duodécima Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta duodécima decena en honor de vuestra gloriosa Ascensión. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santísima Madre, una firme esperanza y un gran deseo del cielo.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias del misterio de la Ascensión de Jesucristo, descended a mi alma y hacedla verdaderamente celeste.

Decimotercera Decena. Os ofrecemos, Espíritu Santo, esta decimotercera decena, en honor del misterio de Pentecostés. Y os pedimos, por este misterio y por intercesión de María, vuestra fiel esposa, la divina sabiduría para conocer, gustar y practicar la verdad y hacer partícipe de ella a todo el género humano.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias de Pentecostés, descended a mi alma y hacedla verdaderamente sabia según Dios.

Decimocuarta Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta decimocuarta decena en honor de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de vuestra santísima Madre, en cuerpo y alma a los cielos. Y os pedimos, por estos misterios y por su intercesión, una verdadera devoción a Ella, para bien vivir y morir.
Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Gracias de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de María, descended a mi alma y hacedla verdaderamente devota de María.

Decimoquinta Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta decimoquinta y última decena en honor de la Coronación de vuestra santísima Madre en los cielos. Y os pedimos por este misterio y por la intercesión suya, el progreso y la perseverancia en la virtud hasta la muerte y la corona eterna que nos está preparada. Os pedimos la misma gracia para todos nuestros bienhechores.

Un padrenuestro, diez avemarías, gloria.

Os pedimos, oh buen Jesús, por los quince misterios de vuestra vida, pasión, muerte y gloria y los méritos de vuestra santísima Madre, que convirtáis a los pecadores, auxiliéis a los agonizantes, libertéis a las almas del purgatorio y nos deis a todos vuestra gracia para bien vivir y morir y vuestra gloria para veros cara a cara y amaros durante la eternidad. Amén.

 

SEGUNDO Y MÁS BREVE MÉTODO

para celebrar la vida, muerte y gloria
de Jesús y María rezando el Santo Rosario
y para disminuir las distracciones
de la imaginación.

A cada avemaría de cada diez, hay que añadir una palabrita que nos traiga a la memoria el misterio que se celebra en la decena; añadir esta palabra a la mitad del avemaría, después del nombre de "Jesús".

 

1a Decena


Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús encarnado.

2a Decena


Jesús santificador.

3a Decena


Jesús pobre niño.

4a Decena


Jesús sacrificado.

5a Decena


Jesús santo de los santos.

6a Decena


Jesús agonizante.

7a Decena


Jesús azotado.

8a Decena


Jesús coronado de espinas.

9a Decena


Jesús cargado con la cruz.

10a Decena


Jesús crucificado.

11a Decena


Jesús resucitado.

12a Decena


Jesús que sube a los cielos.

13a Decena


Jesús que te llena del Espíritu Santo.

14a Decena


Jesús que te resucita.

15a Decena


Jesús que te corona.

 

Al fin de la primera corona, se dice: Gracias de los misterios gozosos, descended a nuestras almas y volvedlas verdaderamente santas.

Al fin de la segunda: Gracias de los misterios dolorosos, descended a nuestras almas y hacedlas verdaderamente pacientes.

Al fin de la tercera: Gracias de los misterios gloriosos, descended a nuestras almas y hacedlas eternamente bienaventuradas.