DÍA OCTAVO
LA SANGRE DE JESÚS NOS LIBRA DE LOS DIVINOS FLAGELOS
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.
CONSIDERACIÓN:
LA SANGRE DE JESÚS NOS LIBRA DE LOS DIVINOS FLAGELOS
I. Dios para librar a los hebreos del castigo con que iba a afligir a los
egipcios (en cuyo país aquellos se hallaban), les ordenó que después de
sacrificar un cordero, señalasen con su sangre, las puertas de las propias
casa. En efecto, aquella noche, el Ángel del Señor mató a todos los
primogénitos de Egipto, sin hacer daño alguno a los que habitaban las casas
teñidas con aquella sangre. Ahora bien, si los hebreos, dice el Pontífice Pío
IX, quedaron exentos del castigo común por la sangre, figura de Jesús; ¿cuánto
más esta valdrá para salvar a sus devotos de los divinos flagelos? ¿Por qué
entonces lamentarnos de las desventuras? Recurramos a la Preciosa Sangre,
lavémonos con ella y será para nosotros valiosísimo escudo contra los flagelos
divinos.
II. El profeta Ezequiel vio a seis ministros de la ira divina hacer estragos
entre los ciudadanos de Jerusalén, perdonando sólo a aquellos cuya frente había
sido macada con una Cruz. Igualmente San Juan vio a los ángeles que al castigar
al mundo, sólo perdonaban a los señalados que se habían lavado con la Sangre
del Cordero Divino. En ambas visiones están figurados los amantes de la
Preciosa Sangre, como privilegiados para quedar exentos de los divinos
castigos. Feliz también en el tiempo, quien sea devoto de la Preciosa Sangre.
III. Si el Señor justamente indignado contra nosotros nos castiga por las
faltas cometidas, como un medio eficaz para aplacar su ira, ofrezcámosle la
Preciosa Sangre, encendámonos de sincera devoción a ella, bañémonos en ella
acercándonos con frecuencia a los Sacramentos, y veremos en el hecho cómo es
gran verdad que la Divina Sangre de que estamos rociados, desarma el brazo de
Dios y nos libra de sus justos flagelos.
EJEMPLO
Santa María Magdalena de Pazzi era tan amante del crucifijo, que al sólo
mirarlo era arrobada en éxtasis. Viendo una vez que del crucifijo corría por tierra
mucha Sangre, exclamó: «Quisiera ser tierra para absorberla». Un día de
carnaval, mientras marchaba en procesión junto con las religiosas para aplacar
la divina justicia, a fin de obtener que suspendiera los castigos merecidos por
tantos pecados que en dicho tiempo se cometían, vio a Jesús cubierto de Sangre,
con la cual purificada se ofreció para padecer las mismas penas que Él y de
este modo aplacar la divina indignación. En otra ocasión vio a Jesús coronado
de espinas, que quería sustraer a los hombres ingratos su divina gracia, y
ella, ofreciéndole igualmente el rostro de Él ensangrentado, trató de
aplacarlo. Jesús mismo le ordenó que le ofreciera la Preciosa Sangre por los
pecadores y haciéndolo ella, desarmó a menudo la Divina Justicia. Aquí tienes,
oh, cristiano el remedio de tus males; ama y ofrece por ti mismo la Preciosa
Sangre.
Se medita y se pide lo que se desea conseguir.
OBSEQUIO: Postrados a los pies de Jesús, rogadle que, por su Sangre, os libre de los castigos merecidos por el pecado.
JACULATORIA: Por vuestra Sangre,
Cordero mío, has de evitarme todo castigo.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA