10 DE MAYO
Sobre
la Anunciación (1)
MARIA,
Regina Angelorum,
REINA
DE LOS ANGELES
Este grandioso título puede
estar lógicamente vinculado a la maternidad de María, es decir a la venida del
Espíritu Santo sobre ella en Nazaret, después del mensaje que le llevo el ángel
San Gabriel, y al nacimiento de nuestro Señor en Belén. Por ser madre de Jesús
está más cerca de Él que ningún ángel, y aun que los mismos serafines, que le
rodean y exclaman sin cesar: “Santo, Santo, Santo”. Los dos arcángeles, que en
el Evangelio desempeñan un oficio especial, son San Miguel y San Gabriel, y los
dos fueron asociados con María a la historia de la Encarnación; San Gabriel,
cuando el Espíritu Santo descendió sobre Ella, y San Miguel, cuando nació el
divino Niño.
San Gabriel la saludo “llena de
gracia” y “bendita entre todas las mujeres”, y le anuncio que el Espíritu Santo
descendería sobre Ella y que daría al mundo un Hijo, que sería llamado Hijo del
Altísimo.
En el Apocalipsis, escrito por
el apostal San Juan, donde leemos lo que concierne al ministerio de San Miguel
con María, al nacer su divino Hijo. Sabemos que nuestro Señor vino para
establecer el reino de Dios entre los hombres. Apenas nacido, las potencias de
este mundo, que querían aniquilarlo, intentaron el primer asalto. Herodes busco
la manera de quitarle la vida, pero San José, llevándoselo con su Madre a
Egipto, frustro este designio, San Juan nos dice, en el Apocalipsis que San
Miguel y sus ángeles fueron en aquella ocasión, y también en otras los
verdaderos guardianes del Niño y de la Madre.
En primer lugar, vio el
apóstol, “una gran señal en el cielo” (entendiendo aquí por cielo la Iglesia o
el reino de Dios), “una Mujer revestida de sol, con la luna bajo sus pies y una
corona de doce estrellas sobre su cabeza”; y cuando iba a dar al mundo su Hijo,
“un gran dragón rojo”, es decir, el espíritu del mal, “apareció, presto a
devorarlo” después de haber nacido. El Hijo fue preservado por su propio poder
divino, pero el espíritu del mal, persiguió a la Mujer; San Miguel y sus
ángeles acudieron en su auxilio y salieron victoriosos.
“Hubo allí un gran combate”,
dice el escrito sagrado: “Miguel y sus ángeles lucharon con el dragón, y el
dragón lucho ayudado de sus ángeles; y este dragón fue arrojado fuera, él que
es la serpiente antigua, llamada diablo”. Ahora, como entonces, la
bienaventurada Madre de Dios tiene ejércitos de ángeles a su servicio y siempre
es su Reina.
Beato John Henry Newman
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Catalina
Galvez Aguiló