COMENTARIO AL EVANGELIO
VIERNES DE TÉMPORAS EN LA OCTAVA DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Los sacramentos y el anuncio de la Palabra, en efecto, jamás se
deben concebir separadamente; al contrario, «Jesús afirma que el anuncio del
reino de Dios es el objetivo de su misión; pero este anuncio no es sólo un
“discurso”, sino que incluye, al mismo tiempo, su mismo actuar; los signos, los
milagros que Jesús realiza indican que el Reino viene como realidad presente y
que coincide en última instancia con su persona, con el don de sí mismo (…). El
sacerdote representa a Cristo, al Enviado del Padre, continúa su misión,
mediante la “palabra” y el “sacramento”, en esta totalidad de cuerpo y alma, de
signo y palabra». Precisamente esta
totalidad, que hunde sus raíces en el misterio mismo de la Encarnación, nos
sugiere que la celebración del sacramento de la Reconciliación es ella misma
anuncio y por eso camino que hay que recorrer para la obra de la nueva
evangelización.
¿En
qué sentido la Confesión sacramental es «camino» para la nueva evangelización?
Ante todo porque la nueva evangelización saca linfa vital de la santidad de los
hijos de la Iglesia, del camino cotidiano de conversión personal y comunitaria
para conformarse cada vez más profundamente a Cristo. Y existe un vínculo
estrecho entre santidad y sacramento de la Reconciliación, testimoniado por
todos los santos de la historia. La conversión real del corazón, que es abrirse
a la acción transformadora y renovadora de Dios, es el «motor» de toda reforma
y se traduce en una verdadera fuerza evangelizadora. En la Confesión el pecador
arrepentido, por la acción gratuita de la misericordia divina, es justificado,
perdonado y santificado; abandona el hombre viejo para revestirse del hombre
nuevo. Sólo quien se ha dejado renovar profundamente por la gracia divina puede
llevar en sí mismo, y por lo tanto anunciar, la novedad del Evangelio. El beato
Juan Pablo II, en la carta apostólica Novo millennio ineunte, afirmaba: «Deseo
pedir, además, una renovada valentía pastoral para que la pedagogía cotidiana
de la comunidad cristiana sepa proponer de manera convincente y eficaz la
práctica del sacramento de la Reconciliación» (n. 37). Quiero subrayar este
llamamiento, sabiendo que la nueva evangelización debe dar a conocer al hombre
de nuestro tiempo el rostro de Cristo «como mysterium pietatis, en el que Dios
nos muestra su corazón misericordioso y nos reconcilia plenamente consigo. Este
es el rostro de Cristo que es preciso hacer que descubran también a través del
sacramento de la Penitencia» (ib.).
Benedicto XVI, 9 de
marzo de 2012