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LA GLORIA DE LOS BIENAVENTURADOS
MEDITACIONES
SOBRE LAS VERDADES ETERNAS
Y LA PASIÓN DEL SEÑOR
PARA PEDIR EL AMOR DE DIOS
San Pedro de Alcántara
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los puntos dispuestos para cada día.
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LA GLORIA DE LOS BIENAVENTURADOS
Del tratado de la oración y meditación
de san Pedro de Alcántara
Este día pensarás en la gloria de los bienaventurados, para que por aquí se mueva tu corazón al menosprecio del mundo y deseo de la compañía de ellos. Pues para entender algo de este bien puedes considerar estas cinco cosas, entre otras que hay en él, conviene a saber: la excelencia del lugar, el gozo de la compañía, la visión de Dios, la gloria de los cuerpos y, finalmente, el cumplimiento de todos los bienes que allí hay.
Primeramente, considera la excelencia del lugar, y señaladamente la grandeza del que es admirable, porque cuando el hombre lee en algunos graves autores que cualquiera de las estrellas del cielo es mayor que toda la tierra, y aunque hay algunas de ellas de tan notable grandeza, que son noventa veces mayores que toda ella; y con esto alza los ojos al cielo, y ve en él tanta muchedumbre de estrellas y tantos espacios vacíos, donde podrían caber otras tantas muchas más, cómo no se espanta? ¿Cómo no queda atónito y fuera de sí considerando la inmensidad de aquel lugar, y mucho más la de aquel soberano Señor que lo creó?
Pues la hermosura de él no se puede explicar con palabras, porque si en este valle de lágrimas y lugar de destierro creó Dios cosas tan admirables y de tanta hermosura, ¿qué habrá creado en aquel lugar que es aposento de su gloria, trono de su grandeza, palacio de Su Majestad, casa de sus escogidos y paraíso de todos los deleites?
Después de la excelencia del lugar considera la nobleza de los moradores de él, cuyo número, cuya santidad, cuyas riquezas y hermosura excede todo lo que se puede pensar. San Juan dice (Apc.5,7) que es tan grande la muchedumbre de los escogidos, que nadie basta para poder contarlos. San Dionisio dice que es tan grande el número de los ángeles, que excede sin comparación al de todas cuantas cosas materiales hay en la tierra. Santo Tomás, conformándose con este parecer, dice: Que así como la grandeza de los cielos excede a la tierra sin proporción, así la muchedumbre de aquellos espíritus gloriosos excede a la de todas las cosas materiales que hay en este mundo con esta misma ventaja. Pues ¿qué cosa puede ser más admirable? Por cierto, cosa es ésta que, si bien se considerase, bastaba para dejar atónitos a todos los hombres. Y si cada uno de aquellos bienaventurados espíritus (aunque sea el menor de ellos) es más hermoso de ver que todo este mundo visible, ¿qué será ver tanto número de espíritus tan hermosos y ver las perfecciones y oficios de cada uno de ellos? Allí discurren los ángeles, ministran los arcángeles, triunfan los principados y alégranse las potestades, enseñorean las dominaciones, resplandecen las virtudes, relampaguean los tronos, lucen los querubines y arden los serafines, y todos cantan alabanzas a Dios. Pues si la compañía y comunicación de los buenos es tan dulce y amigable, ¿qué será tratar allí con tantos buenos, hablar con los apóstoles, conversar con los profetas, comunicar con los mártires y con todos los escogidos?
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS: