XXII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Comentario al Evangelio
de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino.
MATEO 22, 15-22
Entonces los fariseos se fueron y consultaron entre sí, cómo le sorprenderían
en lo que hablase. Y le envían sus discípulos, juntamente con los herodianos,
diciendo: "Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino de
Dios, en verdad, y no te cuidas de cosa alguna; porque no miras a la persona de
los hombres: Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito dar tributo al César o
no?" Mas Jesús, conociendo la malicia de ellos, dijo: "¿Por qué me tentáis,
hipócritas? mostradme la moneda del tributo". Y ellos le presentaron un
denario. Y Jesús les dijo: "(Cuya es esta figura e inscripción?"
Dícenle: "del César". Entonces les dijo: "pues pagad a César lo
que es de César, y a Dios lo que es de Dios". Y cuando esto oyeron, se
maravillaron, y dejándole, se retiraron. (vv. 15-22)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Así como
sucede cuando alguno quiere detener el curso del agua que corre, que si llega a
saltar la presa busca su curso por otro lado, así la malicia de los judíos,
cuando se vio confundida por una parte, buscó salida por otra. Por esto dice:
"Entonces los fariseos se fueron", etc. Se fueron, diré, a buscar a
los herodianos. Tal fue el consejo, como tales eran los que lo dieron. Por esto
sigue: "Y le enviaron sus discípulos juntamente con los herodianos,
diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino de Dios en
verdad".
Glosa
Se valieron
de personas desconocidas, para engañar más fácilmente a Jesús y poderle atrapar
por medio de ellas. Porque como temían a las gentes, no se atrevían a hacerlo
por sí mismos.
San Jerónimo
Hacía poco
que Judea había quedado sometida a los romanos por César Augusto, cuando tuvo
lugar el censo de todo el mundo, y se establecieron los tributos. Por eso había
en el pueblo mucho deseo de insurreccionarse. Decían unos que los romanos
cuidaban de la seguridad y de la tranquilidad de todos, por cuya razón se les
debía pagar el tributo; pero los fariseos, que se atribuían toda justicia,
apoyaban, por el contrario, que el pueblo de Dios (que ya pagaba los diezmos,
daba las primicias, y todo lo demás que estaba prescrito en la ley) no debía
estar sujeto a leyes humanas. Pero César Augusto había colocado a Herodes, hijo
de Antipatro, extranjero y prosélito, como rey de los judíos; el cual debía
ordenar los tributos y obedecer al Imperio Romano. Por lo tanto, los fariseos
envían a sus discípulos con los herodianos, esto es, o con los soldados de
Herodes o con aquellos a quienes daban el apodo irónico de herodianos y
trataban como no afectos al culto divino, porque pagaban sus tributos a los
romanos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,1
Por esto,
pues, envían a sus discípulos junto con los soldados de Herodes, para que
pudiesen vituperar cualquier cosa que dijere el Salvador. Deseaban, pues, que
el Señor dijere algo en contra de los herodianos, porque como temían prenderlo
por temor a las turbas, querían ponerle en peligro, y hacerle aparecer como
enemigo de los tributos públicos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Esta es la
primera ficción de los hipócritas, cuando alaban a los que quieren perder; y
por lo tanto, empiezan la alabanza, diciendo: "Maestro, sabemos que eres
veraz, etc." Le llaman Maestro, para que viéndose honrado y alabado, les
manifieste sencillamente los secretos de su corazón, como deseando tenerles por
discípulos.
Glosa
De tres
modos sucede que alguno no enseñe la verdad: primeramente, por parte del que
enseña, porque o desconoce la verdad, o no la estima; y en contra de esto
dicen: "Sabemos que eres veraz". En segundo lugar, de parte de Dios,
porque pospuesto su temor, algunos no enseñan con toda su pureza la verdad que
procede de Dios, y que ellos conocen; y contra esto dicen: "Y que enseñas
el camino de Dios, en verdad". Y en tercer lugar, de parte del prójimo,
por cuyo temor o amor calla alguno la verdad; y para ocultar esto añaden:
"Y que no te cuidas de cosa alguna", (esto es, del hombre), "porque
no miras a la persona de los hombres".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,1
Esto lo
decían en secreto, pero refiriéndose a Herodes y a César.
San Jerónimo
Esta pregunta suave y engañosa, le provoca a responder, que debe temerse más a Dios que al César; por esto dicen: "Dinos, pues: ¿qué te parece?", etc. Para que si dice que no deben pagarse los tributos, lo oigan enseguida los herodianos y le detengan como reo de sedición contra el emperador de Roma.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,1
Y como sabían que a algunos que habían aspirado a introducir esta discordia los habían matado, querían también hacerle caer en esta sospecha por estas palabras.
Prosigue: "Pero Jesús, conociendo la malicia de
ellos", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
No les
responde de la misma manera sencilla y pacífica sino que contesta según las
intenciones malas de los que preguntan, porque Dios responde a los pensamientos
y no a las palabras.
San Jerónimo
La primera
virtud del que responde consiste en conocer las intenciones de los que
preguntan y no llamarles discípulos suyos sino tentadores. Hipócrita es aquel
que aparenta ser algo que no es.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Les llama
hipócritas porque no iban a llevar a cabo lo que pensaban hacer, sabiendo que
El conoce el corazón de los hombres y que, por eso mismo, conocía sus malas
intenciones. Véase aquí el porqué los fariseos le halagaban para perderle. Pero
Jesús los confundía para salvarlos, puesto que para un hombre no es de ningún
provecho adular mientras que sí lo es ser corregido por Dios.
San Jerónimo
La sabiduría
siempre obra de una manera sabia, y confunde con frecuencia a sus tentadores,
por medio de su palabra. Por esto sigue: "Mostradme la moneda del tributo.
Y ellos le presentaron un denario". Esta clase de moneda era la que se
consideraba del valor de diez monedas, y llevaba el retrato del César. Por esto
sigue: "Y Jesús les dijo: ¿de quién es esta figura e inscripción?"
Los que creían que la pregunta del Salvador era hija de la ignorancia y no de
la deferencia, aprendan aquí cómo Jesús podía conocer la imagen que había en la
moneda. Prosigue: "Dícenle: del César". Y no creemos que era César
Augusto, sino Tiberio, su hijastro, en cuyo tiempo sufrió la pasión nuestro
Señor. Todos los emperadores romanos, desde el primero, llamado Cayo César que
se apoderó del imperio, se llamaban Césares. Prosigue: "Pues pagad al
César lo que es del César", esto es, la moneda, el tributo y el dinero.
San Hilario, in Matthaeum, 23
Si nada hay
que siendo del César se encuentre entre nosotros, no estaremos obligados a
darle lo que es suyo. Por lo tanto si nos ocupamos de sus cosas, si usamos del
poder que él nos concede no haremos ofensa alguna, si damos al César lo que es
del César.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,2
Tú también,
cuando oigas: da al César lo que es del César, sabe que únicamente dice el
Salvador aquello que no se opone a la piedad. Porque si hubiese algo de esto,
no constituirá un tributo del César, sino del diablo. Y después, para que no
digan: que los hombres no están sujetos, añade: "Y a Dios lo que es de
Dios".
San Jerónimo
Esto es, las
décimas, las primicias, las oblaciones y las víctimas. Así como el mismo Señor
pagó al César el tributo por sí y por San Pedro, pagó también a Dios, lo que es
de Dios, haciendo la voluntad de su Padre.
San Hilario, in Matthaeum, 23
Conviene por
lo tanto que nosotros le paguemos lo que le debemos, esto es, el cuerpo, el
alma y la voluntad. La moneda del César está hecha en el oro, en donde se
encuentra grabada su imagen; la moneda de Dios es el hombre, en quien se
encuentra figurada la imagen de Dios; por lo tanto dad vuestras riquezas al
César y guardad la conciencia de vuestra inocencia para Dios.
Orígenes, homilia 21 in Matthaeum
En esto
aprendemos por el ejemplo del Salvador que no debemos atender a lo que dicen
muchos so pretexto de religiosidad y que, por lo tanto, tiene algo de
vanagloria, sino a lo que es conveniente, según dicta la razón. También podemos
entender este pasaje en sentido moral, porque debemos dar al cuerpo algunas
cosas -lo necesario- como tributo al César. Pero todo lo que está conforme con
la naturaleza de las almas, esto es, lo que afecta a la virtud, debemos
ofrecerlo al Señor. Los que enseñan que según la ley de Dios no debemos
cuidarnos del cuerpo son fariseos, que prohiben pagar el tributo al César, como
los que prohiben casarse y mandan abstenerse de comer a los que Dios ha creado.
Y los que dicen que debemos conceder al cuerpo más de lo que debemos, son
herodianos. Nuestro Salvador quiere que no sufra menoscabo la virtud, cuando
prestamos nuestro servicio al cuerpo; ni que sea oprimida la naturaleza
material, cuando nos dedicamos con exceso a la práctica de la virtud. El
príncipe de este mundo, es decir, el diablo, representa al César; no podemos
por lo tanto dar a Dios lo que es de Dios hasta que hayamos pagado al príncipe
lo que es suyo, esto es, hasta que hayamos dejado toda su malicia. Aprendamos
también aquí esto mismo que no debemos callar en absoluto en contra de los que
nos tientan, ni responder sencillamente, sino con circunspección, así
quitaremos la ocasión de que se quejen contra nosotros, y enseñaremos qué es lo
que deben hacer para no ser dignos de reprensión los que quieren salvarse.
San Jerónimo
Los que debieron creer en tan admirable sabiduría, se asombraron al ver que sus propósitos de asechanzas no habían tenido lugar: Por esto sigue: "Y cuando esto oyeron, se maravillaron, y dejándole, se retiraron", llevando consigo su infidelidad y su admiración.