SÁBADO DE LA VIGESIMOSEGUNDA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
CÓMO SE HA DE AGUARDAR AL SEÑOR EN LA ÚLTIMA HORA.
MEDITACIONES
PARA EL TIEMPO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO
SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS
Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
SÁBADO DE LA VIGESIMOSEGUNDA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
CÓMO SE HA DE AGUARDAR AL SEÑOR EN LA ÚLTIMA HORA.
1.- Estén ceñidos vuestros lomos (1), ya por la continencia de la castidad, ya por la mortificación de los apetitos para que no se vayan a las cosas terrenas, porque al modo de una vestidura larga estorban a los pies del alma, para que no anden con ligereza el camino del cielo. Y antorchas encendidas de buena doctrina y santas ilustraciones, no sólo en el entendimiento, para conocer, sino también en vuestras manos, para que lo pongáis por obra. Y vosotros habéis, de ser semejantes a los hombres que esperan a su Señor, como que ya está llamando a la puerta. Porque el Señor cerca está (2). Repara qué es lo que de esto te falta. ¡Oh qué de ordinario ensucias el alma con el lodo de las cosas terrenas, cuando está pendiente solo de sus desordenados afectos! Tienes la antorcha del entendimiento; mas que no luce con el fuego de la caridad. Tienes las luces de las verdades prácticas; pero no en las manos, que no las muestras en las obras. No esperas a tu Señor; pues te dejas llevar del sueño. ¿Qué harás, miserable, si el Señor en este punto aparece?
2.- Para que cuando venga y llamare, le abran con prontitud (3). Señas son de un siervo vigilante, si, para poder oír a su señor cuando viene, está con quietud, evitando todo bullicio; si tiene la oreja puesta en la puerta y al punto abre a su dueño; si todo lo tiene dispuesto de modo que no sea menester encender luego la luz, y aparejar lo necesario. ¿Está así por ventura dispuesta tu alma, ordenada la conciencia, adornada la casa interior de méritos y virtudes? Si a la verdad está así, eres dichoso. Felices por cierto son aquellos siervos, a quiénes, cuando viniere el Señor, hallare en vela. Pero si has vivido descuidado de lo venidero, oprimido del sueño de la inacción, vela siquiera ahora. Todo momento tiene su peligro y la eternidad pende de un momento.
3.- Sabed, pues, que si supiera el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría por cierto, y no permitiría que fuese escalada su casa (4). El ladrón espera la hora en que no ha de ser recelado. Si en toda hora no velas, en ninguna velas bastantemente; porque él observa aquella en que tú no estás velando. Pero el día del Señor vendrá como el ladrón (5), y Santiago (6), dice: Mira que el Juez asiste delante de la puerta. Luego: Vosotros estad aparejados; porque en la hora en que no pensareis vendrá el Hijo del hombre. No te admires de que tome Dios el nombre de ladrón: esto lo hace por ti, para hacerte cauto: Diste a los que te temen una señal, para que huyan de la vista del arco (7).
(1) Luc., 12. (2) Philip., 4. (3) Luc., 12. (4) Luc., 12. (5) II Petr., 3. (6) Jac., 5. (7) Ps., 59.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS:
Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…
Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…
¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.