TERCERA MEDITACIÓN
Anonadamiento de la santísima Virgen y de la Iglesia
MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD
Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS
San Juan Eudes
Para comenzar cada día:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:
Profesión de Humildad
Señor Jesucristo, nada somos,
nada podemos ni valemos,
nada tenemos a no ser nuestros pecados.
Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,
últimos de los hombres,
primeros de los pecadores.
Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,
y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.
Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.
TERCERA MEDITACIÓN
Anonadamiento de la santísima Virgen y de la Iglesia
PUNTO PRIMERO: La Santísima Virgen se abatió a sí misma.
Consideremos que la Santísima Virgen se asemejó a su Divino Hijo en su aniquilamiento, y que lo imitó con toda perfección en sus Pensamientos y disposiciones interiores, en sus palabras y acciones, en una palabra en todo su modo de ser. Consideremos que ella también anonadó su propia voluntad, su amor propio y su espíritu, aunque en ella todo esto fuera Santo y perfecto. Honrémosla en este aniquilamiento y pidámosle que nos alcance la gracia de imitarla.
PUNTO SEGUNDO: La Santísima Virgen ha sido tratada como una nada.
Consideremos que la misma Virgen se trató a sí misma y fue tratada por los demás en la tierra como si no hubiera sido sino una nada. Ofrezcamos a Dios toda la gloria que ella le tributó por este medio y procuremos bendecirla y alabarla a cambio de sus humillaciones y anonadamientos, tratando de imitarla.
PUNTO TERCERO: Nuestro Señor quiso que su Iglesia fuera pequeña y abatida.
Consideremos que el Hijo de Dios compara la Iglesia a un grano de mostaza, que es la más pequeña de todas las semillas, Mt 23,32 ; y que quiso que fuera pequeña, humillada y despreciada en este mundo. Pequeña en sus fundamentos, puesto que la fundó un hombre Crucificado y sobre doce pobres pescadores sin sabiduría ni poder, que cayeron todos bajo la espada del verdugo. Pequeña en sus primeros miembros: «Fijaos, dice San Pablo, en vuestra vocación: ¿Hay muchos espíritus fuertes y hombres sabios entre nosotros? ¿Muchos poderosos? ¿Muchos nobles? No; pero Dios ha escogido las cosas débiles, bajas y despreciables y aún las que no existen, para confundir a las que existen». 1 Cor 1,26-28. La Iglesia es pequeña e insignificante hasta en sus sacramentos, que se encierran en bajos elementos: como el bautismo, bajo un poco de agua; la Sagrada Eucaristía bajo un poco de pan, etc...
Así lo ordenó el Hijo de Dios por tres motivos:
Primero, para confundir el orgullo y la sabiduría humana que siempre pretende que sus obras aparenten y deslumbren; mas Él quiere que su Obra por excelencia, la Iglesia, se oculte bajo estas, bajas apariencias.
Segundo, para enseñarnos a no conducirnos según el sentir y parecer de los hombres, que no aprecian ni miran sino las cosas sensibles, palpables y aparentes, sino por el espíritu de fe que no considera sino lo invisible y eterno conforme a estas sagradas Palabras: «No contemplando nosotros lo que se ve sino lo que no se ve; puesto que lo que se ve, es temporal, siendo, por el contrario lo que no se ve, eterno». 2 Cor 4,18.
Tercero, para enseñarnos a despreciar las ideas y opiniones del mundo y a no cuidarnos de agradarle. Si Nuestro Señor hubiera querido complacer al mundo, hubiera fundado su Iglesia sobre reyes, magnates y sabios de la tierra y hubiera adoptado medios de un todo opuestos a los que empleó en la difusión de su doctrina y en la constitución de pus sacramentos. Mas quiso enseñarnos a despreciar el mundo y a poner todo empeño en agradar a Dios solo en cuanto hacemos y a complacerle, humillándonos y abatiéndonos dondequiera y en toda cosa.
ORACIÓN JACULATORIA: «Señor Jesucristo, nada somos».
Para finalizar cada día:
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
Venerable Cardenal Merry del Val
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Juan Eudes, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.