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viernes, 21 de junio de 2024

DÍA VIGÉSIMO SEGUNDO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA VIGÉSIMO SEGUNDO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA VIGÉSIMO SEGUNDO

Los abismos del Sagrado Corazón de Nuestro Señor

El Sagrado Corazón de Jesús es un abismo de amor, donde es necesario abismar todo el amor propio que está en nosotros con sus malos productos, que son los respetos humanos y el deseo de satisfacernos.

Si nos hallamos en un abismo de privaciones y desolaciones, entremos en este divino Corazón; Él es todo nuestro consuelo, en el que es necesario nos perdamos sin desear sentir la dulzura.

Si nos encontramos en un abismo de oposición y resistencia a la voluntad de Dios, es preciso abismar este abismo en el de sumisión y conformidad al agrado divino del Sagrado Corazón de Nuestro Señor y allí perder todas nuestras resistencias, para revestirnos de esta dichosa conformidad en cuanto disponga de nosotros.

Si os halláis en un abismo de pobreza y despojo de vosotras mismas, id a abismaros en el amable Corazón de Jesús, que os fortificará y librará.

Si estáis en un abismo de misericordia, id y abismadlas en este adorable Corazón, que está todo lleno de misericordia.

Si os halláis en un abismo de orgullo y vana estimación de vosotras mismas, abismadlo todo en el abismo de humildad del Sagrado Corazón.

Si os encontráis en un abismo de ignorancia, id a abismaros en el Sagrado Corazón de Jesús, donde aprenderéis a amarle y hacer cuanto desea de vosotros.

Si estáis en un abismo de infidelidades e inconstancias, id a abismaros en el de firmeza y estabilidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Si encontráis en vosotros un abismo de ingratitud a los grandes bienes, que habéis recibido de Dios, id á abismaros en el divino Corazón, que es un manantial de gratitud, de la cual os llenará, si se lo pedís.

Si veis en vosotros un abismo de arrebato o de cólera, id a abismarlos en el de dulzura del amable Corazón de Jesús, a fin de que os haga dulce y humilde.

Si os encontráis en un abismo de distracciones, id a perderlas en el abismo de tranquilidad del Sagrado Corazón, que os alcanzará infaliblemente la victoria. Si combatís generosamente, podréis abismaros como en un abismo de pureza y consuelo, para purificar vuestras intenciones y consumir vuestros deseos y pretensiones.

Si os halláis en un abismo de tinieblas, os revestirá de su luz, por la cual debéis dejaros conducir como una ciega. Cuando os veáis abismada en un abismo de tristeza, id a abismarla en el de la divina alegría de este Sagrado Corazón, donde hallareis un tesoro que disipará todas vuestras tristezas y aflicciones de espíritu.

Cuando os encontréis turbada e inquieta, id a abismaros en la paz de este Corazón adorable, que nadie os podrá quitar.

Abismaos con frecuencia en la caridad de este amable Corazón, para que nada hagáis por insignificante que aparezca, que pueda herir esta virtud, no haciendo a otros lo que no quisiereis que hiciesen con vosotros.

Si os encontráis en un abismo de temor, abismaos en el de confianza hacia el Sagrado Corazón; y allí quedará vencido el temor.

Voto de perfección

Extractamos aquí algunos de los heroicos compromisos, que la Beata había contraído, bajo la salvaguardia de la obediencia.

Voto hecho la víspera de los Santos, para ligarme, consagrarme e inmolarme más estrecha, absoluta y perfectamente al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo.

¡Oh único amor mío! Yo trataré de someter y sujetar a Vos, cuanto hay en mí, haciendo lo que me parezca más perfecto, o lo que más gloria de a vuestro Sagrado Corazón, al cual prometo no negar cosa alguna de cuantas estén en mi poder y no rehusar o sufrir ninguna, que pueda contribuir a que sea amado, conocido y glorificado.

No omitiré ni descuidaré ninguno de mis ejercicios, ni la observancia de mis reglas, sino por caridad o verdadera necesidad, o por obediencia, a la que someto todas mis promesas y votos.

Quiero sufrir en silencio, sin quejarme de cualquiera manera que me traten; no evitando sufrimiento, ni pena alguna de cuerpo o de espíritu de humillaciones, desprecios o contradicciones.

No buscaré, ni procuraré ningún consuelo, placer ni contento, sino el de no tener ninguno en mi vida. Cuando la Providencia me presente alguno, le tomaré sencillamente, no por el gusto que en él encuentre, al cual renunciaré interiormente, sea que la naturaleza le tenga, al tomar sus necesidades, o sea que no le tenga, no deteniéndome a pensar, si me satisfago o no, sino a amar a mi Soberano que me concede este placer.

Me abandono totalmente al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo, para que me consuele o aflija, según su agrado, sin querer yo mezclarme en nada, contentándome con adherirme a sus santas disposiciones y operaciones, mirándome como su víctima, que debe estar siempre en un acto continuo de inmolación y de sacrificio, según su agrado, no anhelando más, que amarle y contentarle, obrando y sufriendo en silencio.

No me informaré jamás de las faltas del prójimo y cuando me vea obligada a hablar de ellas, lo haré con la caridad del Sagrado Corazón de Jesús, pensando antes si me gustaría a mí, que me hiciesen o dijesen de mí, lo que voy a decir de otros; y cuando vea cometer alguna falta, ofreceré al Eterno Padre la virtud contraria del Corazón de Jesús, para repararla.

Miraré a todos los que me aflijan o hablen mal de mí, como mis mejores amigos, y trataré de hacerles todos los servicios y todo el bien que pueda

Procuraré no hablar de mí misma sino brevemente y nunca si puedo, para alabarme o justificarme.

No buscaré la amistad de criatura alguna, sino cuando el Sagrado Corazón de Jesucristo me lo inspire, para llevarme a su amor.

No me detendré voluntariamente en ningún pensamiento, no solamente malo, pero ni inútil. Me miraré en la casa del Señor como una pobre, que debe estar sometida a todas, a quien dan y tienen por pura caridad. Pensaré siempre que tengo demasiado. Pondré cuidado en que mis acciones y palabras den gloria a Dios, edifiquen al prójimo, y sean saludables a mi alma, siendo fiel y constante en la práctica del bien, que mi divino Maestro me dará a entender y quiera de mí, procurando no hacer faltas voluntarias y si hago alguna, no me perdonaré, tomaré venganza, haciendo prudente y regulada penitencia.

 

El ejercicio del amor puro reduce todo a la unidad

En la multitud de todas estas cosas, añade la Beata, me sentí acometida de un gran temor de faltar, y no hubiera tenido valor de comprometerme, si no hubiese sido fortificada y asegurada con estas palabras, que me fueron dichas, en lo más íntimo de mi corazón: «¿Qué temes, puesto que yo respondo por ti, y me he hecho tu fiador? La unidad de mi puro amor equivaldría a la atención de toda esta multiplicidad de cosas; yo te prometo que reparará las faltas, que puedas cometer y se vengará Él mismo sobre ti».

Estas palabras imprimieron en mi alma. una confianza tan grande y una seguridad de que así sería, que no obstante mi extrema fragilidad, no tengo temor alguno, habiendo puesto mi confianza en Aquel, que todo lo puede y del cual lo espero todo y nada de mí.

Se ve por este voto lo que puede la gracia en un alma generosa y fiel, lo que hace esta misma gracia en un corazón abrasado del puro amor de Jesucristo. Este amable Salvador le dijo: Aunque tu voto te impone una obligación de pensar continuamente en tanto como abraza, has de saber que cumplirás con todo, amándome sin reserva ni interrupción. No pienses, no te apliques más que a amarme y agradarme en todas las cosas y en toda ocasión. Que mi amor sea el móvil de todas tus acciones, de todos tus pensamientos y de todos tus deseos. No te ocupes más que en amarme, para hacerte digna de amarme más cada día. Yo te aseguro que, sin hacer otra cosa, harás más por el solo ejercicio del puro amor que lo que has prometido por tu voto.

Este es propiamente el sentido de estas admirables palabras: la unidad de mi puro amor equivaldrá a la atención en toda esta multiplicidad de cosas.

 

Oración para unirse a nuestro Señor en el momento de la Consagración de la santa misa

Dulce Jesús mío, yo uno mi alma a la vuestra, mi corazón y mi espíritu, mi vida, mis intenciones a las vuestras y así unida me presento a vuestro Padre. Recibidme ¡oh Padre eterno! por los méritos de vuestro divino Hijo que os ofrezco con el sacerdote y toda la Iglesia. No me miréis ya más que como escondida en sus llagas, cubierta con su sangre y cargada con sus méritos. Así es como me presento a Vos, a fin de que no me arrojéis de vuestra presencia, y me recibáis en los brazos de vuestra paternal bondad, concediéndome la gracia de mi salvación.

¡Oh Dios mío! yo os doy gracias por todos vuestros beneficios, por vuestra pasión y muerte, por la institución de vuestros sacramentos, sobre todo por el Sacramento del Altar.

 

 

PARA FINALIZAR

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.