Mi Inmaculado Corazón será tu
refugio.
Primer sábado de mes mayo 2019
Estamos en el Centenario de la
Consagración de España al Corazón de Jesús. No podemos vivirlo adecuadamente
sin hacerlos unidos al Inmaculado Corazón de María, pues “los Corazones de
Jesús y de María son un mismo corazón”. Tienen un mismo sentir, una misma
pasión, un mismo deseo: amar de Dios y amar a los hombres.
No hacerlo, sería separar lo
que Dios ha querido unir por vínculo de sangre (como los sacrificios) y por
vínculo de voluntad al asociar a María Santísima a la obra de la Encarnación y
Redención.
No hacerlo sería
desagradecimiento, pues el Corazón de Jesús recibió la vida humana del Corazón
de María. Ave Verum Corpus Natum de María Virgine.
No hacerlo, haría que nuestra reparación
al Corazón de Jesús fuese imperfecta, porque solamente unidos al Inmaculado Corazón de
María que agradó en todo a Dios y fue la primera y mejor reparadora, podremos
ofrecer una digna reparación a este Corazón “que tanto ha amado a los hombres”.
Santa Jacinta de Fátima decía –y
pensemos que no lo podía decir por ella misma, sino porque así se lo dijo el
Señor: “El Corazón de Jesús quiere que se venere a su lado al Corazón
Inmaculado de María.”
Queridos hermanos:
Quisiera poner en paralelo, una
de las promesas que el Corazón de Jesús hace a santa Margarita María y las
palabras –también de promesa- que la Virgen hace a Sor Lucía.
Dijo el Corazón de Jesús: A
quien devotamente abrace esta devoción, yo seré su amparo y refugio seguro
durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte.
Y una promesa muy semejante
hace la Virgen a la niña Lucía al saber que sus primos sería llevados pronto al
cielo y ella se quedaría sola: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio. “
El Dios en el que creemos no es
el primer motor inmóvil que pone el mundo en funcionamiento y se abstrae de él,
no es el totalmente otro que dijeron algunos ni tampoco es el Dios filosófico
ideal que algunos promueven.
Nuestro Dios es Aquel que desde
el Paraíso ha querido entrar en comunión y en relación con el hombre. Así se ha
manifestado a lo largo de la historia de la Salvación y de la historia de la
Iglesia. La promesa de Cristo “Yo estaré con vosotros hasta el final de los
tiempos” son palabras que afianzan nuestra esperanza y confianza.
Un Dios que se ha manifestado
cercano a los hombres, preocupado de sus problemas, interesados en sus
angustias. Un Dios que ha salido en defensa del pobre, del necesitado, de aquel
que sufre…
El Corazón abierto de Cristo es
el amparo y refugio para todos nosotros. En el encontramos el consuelo y la
protección que necesitamos. Esa apertura de su costado –que él quiso mantener
tras su resurrección- es una invitación para siempre a entrar, a refugiarse, a
cobijarse en medio de las tormentas y tempestades.
Así es también el Corazón
Inmaculado de María, porque tiene el mismo ADN. El Corazón del Hijo es como el
Corazón de la Madre.
Fijaos como la Iglesia ha
expresado en las letanías esta verdad. Llama a la Virgen: Auxilio de los
Cristianos, Refugio de pecadores, consuelo de afligidos…
No son títulos de mentira, son
títulos que brotan de las experiencia de dos mis años de Maternidad de María
sobre la Iglesia y cada uno de los creyentes. Es la experiencia de tantísimo
santos, de tantos cristianos…
El Acordaos de san Bernardo da
testimonio de ello: “Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha
oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando
vuestro auxilio, haya sido desamparado.”
Nunca se ha oído decir que
alguien haya sido desamparado por la Virgen.
¡Cuántos miedos experimentamos
en nuestra vida! Ante pequeñas cosas, ante grandes problemas… pero podemos oír
y experimentar nosotros mismos las palabras de Nuestra Señora: Mi Inmaculado
Corazón será tu refugio.
Ella es Madre, nuestra madre:
recibámosla como tal a ejemplo del discípulo amado y gozaremos de su tierna
protección.
Sagrado Corazón de Jesús, en
vos confío.
Inmaculado Corazón de María,
sed la salvación mía.