DÍA 3
Pena de Sentido
MES DE NOVIEMBRE
EN SUFRAGIO DE
LAS BENDITAS ALMAS
DEL PURGATORIO
Francisco Vitali
Por la señal…
ORACIÓN INICIAL
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Se lee lo propio de cada día.
DÍA 3
MEDITACIÓN
Pena de Sentido
El Señor, dice el profeta, llamó para ministro de su justicia al fuego, el cuál devoró el profundo abismo de la iniquidad y la parte anexa a la imperfección de los justos. El fuego, continúa el apóstol, prueba las obras de cada uno, consume las malas, purifica las buenas, y quien se salva, casi por medio del fuego se salva. De estas autoridades se deduce principalmente, que una de las penas del Purgatorio es la de sentido causada por el fuego, cuya sentencia es común entre los latinos con quienes convienen también la mayor parte de los griegos, rogándose en una y otra Iglesia para que aquellas benditas almas sean libres de aquellas tan penetrantes llamas. Unamos nuestro espíritu con el de las mencionadas iglesias, y como Aarón, en el gran incendio del campo israelítico, pongámonos para bien nosotros por medianeros entre Dios y ellas, pidámosle que lo más pronto las libre de tantos tormentos.
El fuego del Purgatorio, como enseñan las escuelas, no es metafórico ni ideal, sino verdadero y material, y es tanto más activo y poderoso, que el fuego de este mundo, cuanto que el nuestro es solamente una sombra, una imagen, un fuego pintado en comparación del que arde en el abismo. Las llamas aplicadas por los macabeos a las torres de los beanitas, que en breve las redujo a cenizas, el horno encendido por Nabucodonosor con fuego siete veces multiplicado, las llamas devoradoras de Pentápolis, que en breves instantes consumieron aquella basta provincia, apenas representan las más pálidas centellas de aquel elemento atormentador. ¡Ah! ¿quién podrá sufrir los ardores de tan vivas llamas? Mas aquellas llamas no sólo son vehementes sino también sabias y justas, como enseñan los santos padres, haciéndose más penetrantes y atroces donde fue más deliberada e intensa la maldad. Nada dejan sin castigo, vengadoras severas de la Divina Justicia, castigan a proporción de los deméritos de cada uno y hacen sentir más dolorosos los efectos de su suplicio en aquellas potencias y sentidos que mayor parte tuvieron en la culpa. El hombre en medio de las distracciones del mundo, no eleva a tan alto el pensamiento; pero ved aquí, oh cristianos, lo que significa una falta de más o una falta de menos, quiere decir, un tormento más o uno menos, esto es, un Purgatorio más acerbo y redoblado.
ORACIÓN
¡Gran Dios!, ¡cuántos purgatorios no merecemos por nuestros innumerables pecados y cuántos purgatorios redoblados no padecerán por sus faltas muchísimas almas de los difuntos!, ¡Ah Señor!, moveos a piedad de ellas, de nosotros. De nosotros, perdonándonos en esta vida las culpas para no pagar nuestras deudas en la otra con tanto rigor. De ellas, extinguiendo los ardores de aquel fuego tan vivo y que tan atrozmente las atormenta. Derramad vuestras misericordias sobre vivos y muertos, y unos y otros bendecirán eternamente vuestro santo nombre. Amén.
JACULATORIA
Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.
(x3)
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Padre nuestro… (se recita en silencio)
V. Libra, Señor, sus almas.
R. De las penas del infierno.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para ellos luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.