DÍA DÉCIMO SÉPTIMO
3º DÍA DE LA NOVENA
LA TEMPLANZA ES SALUD DEL ALMA Y DEL CUERPO
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA DÉCIMO SÉPTIMO
MEDITACIÓN
LA TEMPLANZA ES SALUD DEL ALMA Y DEL CUERPO
La templanza o sobriedad en la bebida es salud para el alma y para el cuerpo (Rom XIII, 13). San Pablo nos amonesta que no andemos en comidas y ebriedades, sino que mortifiquemos los deseos de la carne, y nos vistamos de nuestro Señor Jesucristo (Rom XIII, 13). Como varón frugal toma de lo que te presenten, no sea que te odien viéndote comer en demasiado nos dice la Sagrada Escritura (Eclc. XXXI, 19). Legumbres y agua pidió el profeta Daniel cuando le presentaban manjares delicados en el palacio real de Nabucodonosor de Babilonia (Dan I, 12). El reino de los cielos, nos dice San Pablo (Rom XIV, 17), no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Y en carta al Obispo Tito le dice que aconseje a los ancianos y a los jóvenes que sean sobrios (And Tit C II 26).
Consideremos a la Virgen María, Madre de Dios, viviendo en la más grande pobreza. Siendo Esposa de un pobre y humilde carpintero no había de tener manjares delicados en su mesa. En cambio, si se vio obligada a comer el duro pan del destierro en Egipto por las crueldades de Herodes. Pero Ella sabía que Dios llena de bienes a los hambrientos, y deja pobres a los ricos (S. Lc. I 53).
EJEMPLO
Santa Matilde, leyendo un día estas palabras que el divino Salvador agonizante dirigió a su Madre, “mujer, he ahí a tu hijo”, pidió a Dios que le hiciese la misma gracia que concedió a San Juan, y que dijera a la Santísima Virgen: “mujer, he ahí a tu hija”. El Señor la oyó, y ella tuvo el gran placer de oír la voz de Jesús que la recomendaba a su madre.
Pidamos todos a Jesús que nos encomiende a su Madre Santísima, y procuremos hacernos dignos de tan grandes favores, agradando a tan excelsa Madre. (Id. Ib., p. 378).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)