DÍA DUODÉCIMO
EFECTOS DE LA IRA
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA DUODÉCIMO
MEDITACIÓN
EFECTOS DE LA IRA
Casi siempre suelen ser abominables los efectos de la ira, el primero de los cuales es perder la paz del Señor y la que debemos tener con nuestros hermanos los hombres, y perdida la paz, y puestos en guerra, se derivan todos los horrores de la guerra. El Espíritu Santo nos dice que “ni la ira, ni el furor vehemente tienen misericordia” (Prov. C. XXVII). San Agustín nos previene que la ira con facilidad se convierte en odio, y este aumenta las cosas de tal manera que toma por viga lo que no es sino una simple paja (Regla). San Gregorio hace este relato del iracundo “el corazón acelera sus palpitaciones con los estímulos de la ira, el cuerpo se pone tembloroso, el rostro se enciende, los ojos se turban, la lengua se traba en sus clamores sin saber lo que dice (Apend. S. Th. 2a e 2a e; 9158 a 4). San Gregorio y Santo Tomás de Aquino dicen: que por la puerta de la ira entran muchos y grandes males: la inquietud, la indignación de la mente, las contiendas con el prójimo, las palabras confusas y desordenadas, y hasta injurias y blasfemias contra Dios (S. Th. 2a 2a e; 9158 a 7).
Porque así empieza la ira, turbando el pensamiento con los hervores impetuosos, revistiendo las cosas y ofensas de imaginación, desatando las lenguas en palabras injustas y produciendo graves y quizá no reparables daños. Se piensa mal, se murmura, se calumnia faltando gravemente a la caridad y a la justicia.
EJEMPLO
En los últimos años del siglo XVIII fue llamado un sacerdote a confesar a un caballero de importancia, el que, al llegar el sacerdote, se hallaba sin sentido. El sacerdote se retiró a celebrar una misa a la Santísima Virgen por el bienestar del enfermo. Terminada la misa fue avisado de que el enfermo había mejorado y pedía confesión.
Extrañado el sacerdote, el enfermo le dijo: padre, es pura bondad de la Santísima Virgen, a quien diariamente rezo el santo Rosario, por recomendación de mi madre moribunda. El caballero, que había dado graves escándalos, murió santamente. (Mes del Rosario, P. Garzón, 1924, p. 149).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)