sábado, 1 de marzo de 2025

QUINTO DOMINGO DE SAN JOSÉ CON REZO DE LOS DOLORES Y GOZOS. MARÍA Y JOSÉ EN NAZARET. TURBACIÓN DE SAN JOSÉ

QUINTO DOMINGO

LOS 7 DOMINGOS DE SAN JOSÉ 

CON EL REZO

DE SUS DOLORES Y GOZOS 

 

Por la señal...

 

Salutación al Santo Patriarca 

¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia!

Jesús y su Madre están contigo:

bendito tú eres entre todos los hombres

y bendito es Jesús, el Hijo de María.

San José, ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

***

Puede leerse la meditación propuesta para cada uno de los domingos. Y se termina con el ejercicio de los Dolores y Gozos de san José.

 

QUINTO DOMINGO

María y San José en Nazaret. Turbación de San José.

De la obra "VIDA DEL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ" de d. Antonio Casimiro Magnat

 

¿A dónde fueron a parar José y María después de la celebración de su matrimonio?

Después de la celebración de su santo matrimonio, José y María partieron para Nazaret, su patria, y establecieron su estancia en una casa que pertenecía a la Santísima Virgen. Su unión fue desde luego, a no dudarlo, santa y perfecta. Es muy difícil encontrar en el mundo matrimonios verdaderamente felices, sucede todo lo contrario con frecuencia, porque la desconfianza y la enemistad envenenan la existencia de los esposos; porque de ellos se ausenta la virtud, la paciencia y el valor; pero en la unión de José y María nada de eso ocurre. En ella, por el contrario, resplandecen todas las virtudes, todas se hallan reunidas en la casa humilde de Nazaret: la oración, el trabajo y el descanso estaban arreglados perfectamente. Debemos creer también que la inteligencia y las atenciones recíprocas reinaban sin alteración. Tenemos además, bastantes pruebas de los nobles sentimientos de María en muchas ocasiones, y la Escritura nos da una idea bastante sublime de san José para concebir un perfecto y grandioso cuadro de aquella alianza. Así podemos considerar, con un piadoso autor, a estos dos esposos santísimos, como dos instrumentos perfectamente acordes que forman la más dulce armonía.

 

¿San José puede ser verdaderamente llamado el padre de Jesucristo?

Aunque la concepción milagrosa de Jesucristo fue por obra del Espíritu Santo, no obstante, diremos que José era verdaderamente el padre del Salvador, y esto por muchas razones. La primera, porque el Padre Eterno había cedido en la tierra todos sus derechos a José quien le impuso el nombre de Jesús, quien le circuncidó, quien le presentó en el templo y le condujo todos los años a Jerusalén. La segunda, porque le preservó del furor de Herodes conduciéndoles a Egipto, le llevo a Nazaret para evitar la crueldad de Arquelao, que durante tres días le buscó después de haberle perdido; José es quien le alimenta, quien le cuida, quien le alberga, quien le ama con todo su corazón de verdadero padre, la tercera es que José era verdaderamente esposo de María; María debe pertenecerle en toda propiedad, y por consiguiente, también el niño que dio a luz, en virtud del derecho que lo que está plantado o nace sobre el terreno de otro, pertenece a su dueño.  Ved aquí el razonamiento de San Francisco de Sales: “Si una paloma, dice con sublime sencillez este gran Santo, llevando en su pico un dátil, le deja caer en un jardín en el que nace una palma, ¿no se dirá que esta palma pertenece al dueño del jardín? Luego Jesús, divina palma cuyos frutos deliciosos alimentan al mundo entero, pertenece a José, porque sembrado por el Espíritu Santo, ha germinado en el seno de María, jardín cerrado del que José era dueño.

 

¿Qué dote llevó María a San José con motivo de su matrimonio?

María a pesar de no ser rica, llevo algunos bienes que había heredado de sus padres. Sus primeros cuidados a su llegada a Nazaret, fueron, según María de Agreda, a tomar las disposiciones que creyó más convenientes. De acuerdo con su esposo, hizo tres partes de todo cuanto poseía, en La forma siguiente: una que fue ofrecida al templo, otra distribuida a los pobres, y la tercera que entregó a San José para que la empleará en las necesidades comunes. El dote temporal de María no fue brillante, según el mundo, pero entregó a san José bienes inapreciables en el orden espiritual. Estos bienes eran, en resumen, primero, un inmenso tesoro de gracias divinas; segundo la afluencia de bienes celestiales; y tercero, el imperio de todo el universo, porque Dios, por toda la eternidad, erigió a María en soberana del mundo: es lo que la Iglesia nos enseña, atribuyendo a María ciertos pasajes del libro de la Sabiduría, en los cuales Salomón estableció su soberanía.

 

Habladnos de la turbación de José en el embarazo de María.

María, después de una ausencia de tres meses, pasados en casa de su prima santa Isabel, volvió a Nazaret con su esposo José, dejando a la naturaleza el cuidado de hacer conocer lo que le había sucedido en sí misma, y el cielo el cuidado de justificarla. Reunidos aún bajo el mismo techo, los dos santos esposos vivían como antes de la partida de María, en la más profunda paz y en una alegría sin igual, cuando circunstancia vino si no a afligir, al menos a probar el corazón de José. María en efecto había llegado hacía poco, cuando su esposo se apercibió sin que pudiera tener género de duda, que estaba en cinta, y se turbó. Resolvió desde luego, nos dice la Escritura, separarse de ella, e iba a poner en práctica su resolución, cuando un ángel se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas el permanecer con María tu esposa, porque lo que en ella existe es obra del Espíritu Santo. Parirá un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, que quiere decir Salvador, el que remediará a su pueblo y borrará los pecados del mundo.”

 

¿A qué motivos se atribuirá la turbación de José su resolución de abandonar a María?

Si José se turba por la preñez de María, si resuelve separarse de ella secretamente, lejos de nosotros la idea de creer que José sospechase culpabilidad en su esposa. Y ¿cómo podría creerla culpable, él que conocía tan bien la belleza de su alma, su perfecta pureza y altas virtudes con que el cielo la había adornado; él, que no podía dejar de admirar su rara modestia y su incomparable prudencia? La determinación de José debe, pues, ser atribuida a otro motivo más digno de este Santo Patriarca; luego este motivo no es otro sino su profunda humildad. Asegurado de la preñez de su esposa, y no teniendo ninguna duda de su santidad, José se persuadió de que era la Virgen que Isaías había anunciado, y que el niño que llevaba era el Hijo de Dios mismo.

 

¿En qué está basada la opinión que atribuye a la humildad de San José su resolución de abandonar a María?

La conducta de San José en esta circunstancia y la profunda caridad que, debemos suponer, existía en él, son razones más que suficientes para probar que la opinión que atribuye a la humildad de José la determinación de abandonar a María, es la única verdadera. Como José tenía un carácter excesivamente dulce, no se atrevió en semejante caso a preguntar nada a María, al menos para salir de su duda; no lo hace, pues, no la dirige la más mínima observación, ni mucho menos la hace verter lágrimas. Además, abandonar a María en esta circunstancia no hubiera sido un acto de un corazón grande, generosos y profundamente caritativo, porque, o había duda en San José, o certeza de la culpabilidad de María. Si había duda, José debió salir de ella antes de decidirse a abandonarla. Si tenía certeza, entonces debía su caridad, sino obligarle a quedarse con María, al menos inclinar su corazón al perdón, y no exponer de nuevo a su esposa. Esta es la opinión de un gran número de santos. San Basilio dice: “Que José juzgándose indigno de ser esposo de una mujer tan perfecta y tan privilegiada, creyó debía abandonar su estancia.” San Gerónimo usa poco más o menos del mismo lenguaje. Santa Brígida asegura, que tal fue el verdadero motivo de la determinación de San José. En fin, Santo Tomás es de la misma opinión. “Si San José, dice, quiso separarse de su esposa, no fue porque creyese criminal, sino por respeto a su santidad, juzgándose indigno de permanecer en su compañía.”

 

¿Cuál es la opinión respecto de esto de San Francisco de Sales?

La opinión de este santo, es también que José no sospecho de María, sino que mirándola como la esposa del Espíritu Santo, se creyó indigno de vivir con ella, y resolvió separarse, pero oigamos las textuales expresiones de este gran santo: “La humildad de José, dice fue causa de que quisiera separarse de María cuando la vio en cinta;”porque, dice San Bernardo, en sí mismo hizo este razonamiento. ¿Qué es esto? estoy seguro que María es virgen, porque juntos hemos hecho el voto de guardar nuestra pureza y virginidad, a lo que jamás querrá faltar: pero yo veo que está en cinta y que es madre: ¿cómo, pues, se podrá hacer que la maternidad se amalgame con la virginidad, y que la virginidad no impida la maternidad? ¡Oh, Dios! Exclama. María, ¿será acaso la gloriosa Virgen de quien los profetas aseguran que concebirá y será la Madre del Mesías? ¡Oh! ¡Si es así lejos de mí el pensamiento de permanecer a su lado, yo que soy tan indigno! más vale que la abandone secretamente y que no continúe en su compañía. “Sentimiento de humildad admirable dice San Francisco de Sales, y que fue causa que San Pedro, trasportado de semejante opinión de humildad, exclamará en la barca en que se encontró Jesús: “Señor, apartaos de mí, porque soy un hombre pecador.”

 

¿Por qué Dios revela en un sueño a José lo que había pasado a María, en lugar de hacerlo cuando no dormía?

Respetando la palabra de Dios, que obra según le place, y a quien nadie tiene derecho de preguntar respecto de su modo de obrar, se pueden dar muchas razones de que Dios ha querido revelar a José en sueño, y no cuando estaba despierto, el augusto misterio verificado en María, razones que pueden servirnos de útiles instrucciones. La primera es: que por lo común Dios comunicaba y manifestaba de esa manera sus voluntades a los justos de la antigua ley, sin duda porque eran menos espirituales que los santos de la ley nueva. La segunda es: que este modo bastaba a José, porque, ilustrado como estaba con las divinas luces, sabía perfectamente distinguir los espíritus. La tercera razón, en fin, es que la turbación que le agitaba, podía poner obstáculo a un favor más señalado, que fue la visión de este celeste espíritu, pues es indispensable saber que cuando la economía de las facultades esta turbada, el alma no está dispuesta como conviene para recibir los efectos tan espirituales y tan divinos: Dios no se comunica en la turbación, dice la Escritura, y eso es lo que nos enseña los maestros de la vida espiritual: por lo que es fácil deducir que debemos conservar la paz de nuestra alma, para no privarnos de los favores del cielo.

 

¿Por qué José y María fueron a Belén en el momento en que el Mesías iba a venir al mundo?

Se acercaba el momento en que el Mesías prometido iba aparecer, cuando César Augusto, queriendo conocer el número de sus súbditos, ordenó que se hiciera empadronamiento general en todo el imperio. Además, Quirino, prefecto de Siria y ministro del emperador, prescribiendo que el padrón se hiciera por familias en los mismos lugares de su origen, obligó a José y María ir a Belén en el momento en que el divino Niño debía aparecer en el mundo, resultado de aquí dos legítimas consecuencias, a saber: que Belén iba a ser, según las profecías, el lugar del nacimiento del Mesías, y que su descendencia de David iba a ser constatada legítimamente. José y María, que eran de la línea de David, oriundos de Belén, fueron a esta aldea a obedecer la disposición del edicto; pero sea la afluencia de los viajeros, sea, sobretodo, porque el cielo lo quería así, no encontraron donde albergarse; los dos santos esposos, viéronse obligados a retirarse a una gruta abandonada, que servía de asilo a los pastores y ganados en los días de tempestad; allí fue, lejos de las miradas de los hombres, en el invierno, a media noche, donde nació el divino Jesús, Jesús hijo de Dios Padre, que por su pasión y muerte debía librar al hombre de la esclavitud del demonio, y ponerle en aptitud de ganar el cielo.

 

¿Por quién fue circuncidado el niño Dios, nombrado Jesús y presentado en el templo?

La ley de Moisés ordenaba que todo niño varón fuera circuncidado al octavo día de su nacimiento. Fue, pues, José el ministro en esta sangrienta ceremonia como lo afirman San Epifanio, San Efrén, San Bernardo y un gran número de otros santos. Y además, todo nos inclina a creer que fue así, observando que no obligaba la ley a llevar los niños al templo, y que el empadronamiento detenía a José en Belén, no permitiéndole satisfacer este piadoso deber. Él fue quien, por obedecer a las órdenes que había recibido del cielo, impuso un nombre al niño, llamándole Jesús, nombre de esperanza sobre todo nombre, nombre, que el cielo, la tierra y los infiernos adoran, nombre, en fin, que alegra a los santos, consuela a los hombres y hace temblar a los demonios. Fue José también quien en Jerusalén, donde había ido con María para obedecer a los preceptos del Levítico, rescató al niño Jesús mediante cinco siclos de plata, ofreciendo dos tórtolas en sacrificio.

 

 

DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ 

1° DOLOR Y GOZO. 
Ignorando el misterio de la encarnación, quiere José abandonar a María su esposa embarazada: ¡qué dolor! Mas un ángel le revela que María ha concebido por obra del Espíritu Santo: ¡qué gozo! 
 Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
2° DOLOR Y GOZO. 
Nace Jesús en suma pobreza: ¡qué dolor! Mas le ve adorado de los ángeles, pastores y reyes: ¡qué gozo! 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
3° DOLOR Y GOZO. 
Derrama Jesús sangre en su circuncisión: ¡qué dolor! Mas oye de boca del ángel que se llamará Jesús y salvará a su pueblo: ¡qué gozo!

Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
4° DOLOR Y GOZO. 
Profetiza Simeón la Pasión de Jesús: ¡qué dolor! Pero anuncia sus frutos y su gloria: ¡qué gozo!

Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
5° DOLOR Y GOZO. 
Huye de noche precipitadamente a Egipto por salvar a Jesús y María: ¡qué dolor! Mas caen los ídolos de Egipto y Jesús queda libre del furor de Herodes: ¡qué gozo! 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
6° DOLOR Y GOZO

Ha de volver a Judea, donde reina Arquelao, no menos cruel que su padre Herodes: ¡qué dolor! Mas el ángel le disipa toda inquietud: ¡qué gozo!

Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
7° DOLOR Y GOZO

Pierde tres días a Jesús: ¡qué dolor! Mas le halla en el templo asombrando a los doctores con la sabiduría de sus preguntas y respuestas: ¡qué gozo! 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Para finalizar, añádase: 
ANTÍFONA.
Este es el siervo fiel y prudente a quien el Señor constituyó sobre su familia.
V/. Ruega por nosotros, glorioso san José.
R/. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo 
Oremos: OH Dios, que en tu inefable providencia, te has dignado elegir a san José por esposo de tu santísima Madre; te pedimos nos concedas que, venerándolo como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en el cielo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

Por el santo Padre, por su persona e intenciones para ganar las indulgencias concedidas a esta devoción.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

***

Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.

Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María, en vos descanse en paz el alma mía.

***

Ave María purísima, sin pecado concebida.

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¿En qué consiste esta devoción y que indulgencias tiene? Consiste en hacer memoria de los 7 dolores y gozos de san José, con su Padrenuestro, avemaría y gloria en cada uno de ellos, durante 7 domingos consecutivos. Puede hacerse en cualquier época del año, pero habitualmente se realiza como preparación a la fiesta del Santo del 19 de marzo, comenzando 7 domingos antes de la fiesta.

 

La Iglesia ha concedido Indulgencias  a esta devoción:

¾  1ª 300 días de indulgencia cada domingo, rezando durante siete domingos consecutivos en el curso del año, a elección de los fieles, los siete gozos y siete dolores de san José, y el séptimo domingo se puede ganar además una indulgencia plenaria. (Gregorio XVI, 22 de enero de 1836).

¾  2ª Indulgencia plenaria en cada domingo, aplicable a las almas del purgatorio. Los que no saben leer o no tienen la deprecación de los siete dolores y gozos, pueden ganar esta indulgencia rezando en los siete domingos siete Padrenuestros con Avemaría y Glorias. (Pio IX, 1 de febrero y 22 de marzo de 1847).

 

Para ganar tan preciosas indulgencias, son condiciones precisas para cada domingo:

1.    Confesar, comulgar y orar un rato a la intención del Papa. Una confesión sirve para lucrar varias indulgencias plenarias en días distintos en el margen de 8 días antes o después de la confesión. Por cada una de indulgencia plenarias que se quieran lucrar es necesario cumplir la obra prescrita, la comunión y el rezo por el Papa.

2.    Rezar o hacer el ejercicio de los siete dolores y gozos de san José. Al menos, 7 padrenuestros, avemarías y glorias, en honor de ellos.

3.    Que los siete  domingos sean consecutivos, porque si hubiese interrupción, aunque fuera involuntaria, debería empezarse de nuevo.

 

Aunque no se requiere para ganar las indulgencias la meditación o consideración detenida y amplia acerca de la vida, virtudes, dolores y gozos del Santo Patriarca, es buena ocasión para para conocerle mejor y así amarle más, detenerse en la contemplación de los misterios de la vida de san José.

No dudes, devoto josefino, que según sea tu confianza,  será el despacho de tus ruegos. Espera mucho, espéralo todo  de la intercesión poderosa de san José, y verás grandes cosas.

Pruébalo y lo verás por experiencia.