Día 5.
LOS TRES CORAZONES: DIOS, NUESTROS SEÑOR JESUCRISTO Y LA VIRGEN MARÍA.
MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
CON SAN JUAN EUDES
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
Oración inicial inspirada en la de san Juan Eudes
Oh Jesús, Hijo único de Dios, Hijo único de María, quiero conocer y amar más y mejor el Corazón Inmaculado de tu Madre, obra que sobrepasa infinitamente mi capacidad. La he emprendido por tu amor y por el amor de tu dignísima Madre, apoyado en la confianza que tengo en el Hijo y en la caridad de la Madre. Tú sabes, Salvador mío, que solo pretendo agradarte y rendir a ti y a tu divina Madre un pequeño tributo de gratitud por las misericordias que he recibido de tu Corazón paternal, por intermediación de su benignísimo Corazón. Ves igualmente que de mí mismo solo soy un abismo de indignidad, de incapacidad, de tinieblas, de ignorancia y de pecado. Por ello, renuncio de todo corazón a todo lo mío; me doy a tu divino espíritu y a tu santa luz; me entrego al amor inmenso que profesas a tu amadísima Madre; me doy al celo ardentísimo que tienes por su gloria y su honor. Toma posesión de mi entendimiento y anímalo; ilumina mis tinieblas; enciende mi corazón; conduce mis obras; bendice mi trabajo y que te plazca servirte de él para el acrecentamiento de tu gloria y del honor de tu bendita Madre; imprime finalmente en los corazones de los hombres la verdadera devoción al amabilísimo e inmaculado Corazón de María.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
Día 5.
LOS TRES CORAZONES: DIOS, NUESTROS SEÑOR JESUCRISTO Y LA VIRGEN MARÍA.
De libro El Corazón Admirable de la Madre de Dios de san Juan Eudes.
Todos estos significados de la palabra corazón se encuentran en la Madre de amor y en ella hacen un solo Corazón, porque todas las facultades de la parte superior e interior de su alma han estado siempre perfectamente unidas y porque Jesús, que es el Corazón del Padre, y el Espíritu divino, que es el Corazón del Padre y del Hijo, le fueron dados para ser el espíritu de su espíritu, el alma de su alma y el Corazón de su Corazón.
Para conocer mejor lo que se entiende por Corazón de la bienaventurada Virgen, es preciso saber que, como en Dios adoramos tres Corazones que son, sin embargo, un solo Corazón; y como en el Hombre-Dios, adoramos tres Corazones que son un solo Corazón; así mismo honramos en la Madre de Dios tres Corazones que son un solo Corazón.
El primer Corazón que hay en la santísima Trinidad es el Hijo de Dios que es el Corazón de su Padre, como se dijo arriba. El segundo es el Espíritu Santo que es el Corazón del Padre y del Hijo. El tercero es el Amor divino, uno de los atributos adorables de la esencia divina, que es el Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Estos tres corazones son un único y sencillo Corazón. Con él las tres divinas Personas se aman mutuamente con amor tan infinito como el que se merecen, y con él nos aman con caridad incomparable.
El primer Corazón del Hombre-Dios es su Corazón corporal, deificado como las demás partes de su cuerpo por la unión hipostática que tienen con la persona divina del Verbo eterno. El segundo es su Corazón espiritual, es decir, la parte superior de su alma santa. Comprende su memoria, su entendimiento y su voluntad, muy especialmente deificado por la misma unión hipostática. El tercero es su Corazón divino que es el Espíritu Santo. De él ha estado siempre animada y vivificada su humanidad adorable más que de su propio Corazón. Tres Corazones en ese admirable Hombre-Dios que no son sino un solo Corazón puesto que su Corazón divino, siendo el alma, el corazón y la vida de su Corazón espiritual y de su Corazón corporal, los establece en una unidad tan perfecta que esos tres Corazones no forman sino un único Corazón, colmado de un amor infinito a la santísima Trinidad y de una caridad inconcebible a los hombres.
El primer Corazón de la Madre de Dios es el Corazón corporal que palpita en su pecho virginal. El segundo es su Corazón espiritual, Corazón de su alma, designado por estas palabras del Espíritu Santo: Toda la gloria de la Hija del Rey viene del interior (Sal 45, 14), es decir, del corazón y de lo más íntimo de su alma. El tercer Corazón de la divina Virgen es aquel de que ella misma habla: Duermo pero mi Corazón está en vela (Cantar 5, 2). Según explican varios santos doctores, mientras concedo al cuerpo el reposo que le es necesario, mi Hijo Jesús, que es mi Corazón y al que amo como a mi Corazón, está siempre en vela en mí y por mí.
El primero de estos tres Corazones es corporal, pero enteramente espiritualizado por el espíritu de gracia y por el Espíritu de Dios del que está completamente colmado.
El segundo es espiritual pero divinizado, no por unión hipostática como lo es el corazón espiritual de Jesús de que acabamos de hablar, sino por eminente participación de sus divinas perfecciones.
El tercero es divino y Dios mismo pues es el Hijo de Dios.
Estos tres Corazones de la Madre de Dios no forman sino un solo Corazón, por la más santa y estrecha unión que haya jamás existido, exceptuando la unión hipostática.
De estos tres Corazones, o mejor, de este único Corazón, el Espíritu Santo pronunció en dos ocasiones estas palabras: María conservaba todas estas cosas en su Corazón (Lc 2, 19.51)
Conservaba, primeramente, todos los misterios y maravillas de la vida de su Hijo, en su Corazón sensible y corporal, principio de la vida y sede del amor y de las demás pasiones, pues todos los movimientos y palpitaciones de este Corazón virginal, las funciones de la vida sensible que proceden de él, todos los usos de las referidas pasiones y todo cuanto se pasaba en él lo empleó Jesús así: el amor para amarla, el odio para detestar cuanto le era contrario, es decir, el pecado; el gozo para regocijarse de su gloria y sus grandezas; la tristeza para dolerse de sus trabajos y sufrimientos, y así de las demás pasiones.
En segundo lugar, las conservaba en su Corazón, o sea, en la parte más noble de su alma, en lo más íntimo de su espíritu. Porque todas las facultes de la parte superior de su alma se ocupaban sin cesar en contemplar y adorar cuanto pasaba en la vida de su Hijo, incluso en los mínimos detalles.
En tercer lugar, las conservaba en su Corazón, o sea, en su Hijo Jesús que era el espíritu de su espíritu, el Corazón de su Corazón. Él se encargaba de conservarlas para ella, pues se las sugería y traía a su memoria, en momento oportuno, para que le sirvieran de alimento de su alma en la contemplación, para que ella le tributara los honores y adoraciones que le eran debidos y para que un día las contara a los apóstoles y discípulos a fin de que ellos las predicaran a los fieles.
Esto es lo que se entiende por el Corazón admirable de la muy amada de Dios; es imagen perfecta del Corazón adorable de Dios y del Hombre-Dios.
A lo largo de estas meditaciones consideraremos: lo que es el Corazón corporal de la Madre del Salvador, lo que es su corazón espiritual y lo que es su corazón divino; y finalmente las 13 excelencias de este Corazón admirable. Todo será de mucho beneficio para sus almas si lo leen después de haber dado su espíritu al Espíritu de Dios con la intención de hacer buen uso de todo esto.
Jaculatoria: Madre mía, haz mi corazón semejante al tuyo para que tu Hijo habite en mí.
Propósito: Ante las tentaciones del corazón en sus afectos, sentimientos, apegos, intereses y quereres contra Dios y sus mandamientos; rechazarlos con firmeza diciendo: “Sólo Dios.”
PARA FINALIZAR
Unidos al Ángel de la Paz, a los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta, a las almas humildes y reparadoras, digamos:
Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran,
no esperan y no os aman. (3 veces)
***
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias
con que El mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Juan Eudes y todos los santos amantes de los Sagrados Corazones, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.