sábado, 3 de agosto de 2024

Día 4. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA CORAZÓN. MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 


Día 4.

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA CORAZÓN

MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

CON SAN JUAN EUDES

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

Oración inicial inspirada en la de san Juan Eudes

Oh Jesús, Hijo único de Dios, Hijo único de María, quiero conocer y amar más y mejor el Corazón Inmaculado de tu Madre, obra que sobrepasa infinitamente mi capacidad. La he emprendido por tu amor y por el amor de tu dignísima Madre, apoyado en la confianza que tengo en el Hijo y en la caridad de la Madre. Tú sabes, Salvador mío, que solo pretendo agradarte y rendir a ti y a tu divina Madre un pequeño tributo de gratitud por las misericordias que he recibido de tu Corazón paternal, por intermediación de su benignísimo Corazón. Ves igualmente que de mí mismo solo soy un abismo de indignidad, de incapacidad, de tinieblas, de ignorancia y de pecado. Por ello, renuncio de todo corazón a todo lo mío; me doy a tu divino espíritu y a tu santa luz; me entrego al amor inmenso que profesas a tu amadísima Madre; me doy al celo ardentísimo que tienes por su gloria y su honor. Toma posesión de mi entendimiento y anímalo; ilumina mis tinieblas; enciende mi corazón; conduce mis obras; bendice mi trabajo y que te plazca servirte de él para el acrecentamiento de tu gloria y del honor de tu bendita Madre; imprime finalmente en los corazones de los hombres la verdadera devoción al amabilísimo e inmaculado Corazón de María.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

Día 4.

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA CORAZÓN

De libro El Corazón Admirable de la Madre de Dios de san Juan Eudes.

 

Antes de hablar de las excelencias prodigiosas y de las maravillas incomparables del Corazón admirable de la santísima Madre de Dios, según las luces que tenga a bien darme aquel que es la luz esencial y la fuente de toda iluminación, mediante las divinas Escrituras y los santos Padre, me propongo decir en primer lugar que la palabra Corazón tiene diversos significados en la Sagrada Escritura:

1. Significa el corazón material y corporal que llevamos en el pecho, la parte más noble del cuerpo humano, principio de la vida, primero en vivir y último en morir, sede del amor, del odio, de la alegría, de la tristeza, de la cólera, del temor y de la demás pasiones del alma. De este corazón habla el Espíritu Santo cuando dice: Cuida con esmero tu corazón pues de él procede la vida (Prov 4, 23). Es como si dijera: ten sumo cuidado de dominar y encauzar las pasiones de tu corazón; si están bajo control de la razón y del espíritu de Dios, vivirás larga y tranquila vida según el cuerpo y vida santa y honorable según el alma. Pero si por el contrario son ellas las dueñas y rectoras de tu corazón, según les parezca, te causarán muerte temporal y eterna por su descarrío.

2. La palabra corazón es empleada en la Sagrada Escritura para designar la memoria. En este sentido la usa Nuestro Señor cuando dice a sus apóstoles: Pongan en sus corazones no premeditar las respuestas que van a dar (Lc 21, 14). O sea, acuérdense de que cuando sean conducidos, por mi causa, ante reyes y jueces, no deben inquietarse por lo que deben responder.

3. Significa también el entendimiento mediante el cual nos ejercitamos en la meditación cuando reflexionamos y discurrimos mentalmente sobre Dios y sus obras. Así nos persuadimos y convencemos de las verdades cristianas. De este corazón se habla con estos términos: La meditación de mi corazón está siempre en tu presencia (Sal 19, 25). “Mi corazón”, es decir, mi entendimiento se ocupa siempre en meditar y considerar tus grandezas, misterios y obras.

4. Significa igualmente la voluntad libre de la parte superior y razonable del alma, que es la más noble de sus potencias, reina de las demás facultades, raíz del bien y del mal, madre de los vicios y virtudes. A este corazón alude Nuestro Señor cuando dice: El hombre bueno del tesoro bueno de su corazón saca lo bueno, y el hombre malo del mal tesoro saca lo malo (Lc 6, 45). Un buen corazón, es decir, la buena voluntad del hombre justo es rico tesoro del cual solo puede salir toda clase de bien; pero de un corazón perverso, o sea, la mala voluntad de un hombre malo, es fuente de toda clase de mal.

5. Se llama también corazón la parte suprema del alma que los teólogos llaman la punta del Espíritu, en la cual se verifica la contemplación que consiste en una muy única mirada y muy simple visión de Dios, sin discurso ni razonamiento, ni multiplicidad de pensamientos. Los santos Padres hablan de esta parte al aplicar a la santa Virgen estas palabras de la Escritura: Yo duermo pero mi corazón está en vela (Cantar 5, 2). El reposo y el sueño de su cuerpo no impedían, dicen san Bernardino de Siena y otros varios, que su Corazón, es decir, la parte superior de su espíritu no estuviera siempre unido a Dios por altísima contemplación6.

6. Da a conocer asimismo, en algunas ocasiones, todo el interior del hombre, o sea, lo que se refiere al alma y a la vida interior y espiritual, conforme a estas palabras de Dios al alma fiel: Ponme como un sello en tu corazón, como una marca en tu brazo (Cantar 8, 6). Es como decir, imprime, por perfecta imitación, la imagen de mi vida interior y exterior en tu interior y en tu exterior, en tu alma y en tu cuerpo.

7. Significa también el Espíritu divino que es el Corazón del Padre y del Hijo. Ellos nos lo quieren dar para que sea nuestro espíritu y nuestro corazón: Les daré un corazón nuevo e infundiré en ustedes un espíritu nuevo (Ez 36, 26).

8. El Hijo de Dios es llamado el Corazón del Padre eterno en las santas Escrituras. En efecto, de este Corazón habla el Padre Dios a su divina Esposa, la purísima Virgen, cuando le dice: Heriste mi corazón, mi hermana y mi esposa (Cantar 4, 9), o según los Setenta: Has sido el embeleso de mi corazón. En las mismas Escrituras este Hijo de Dios es llamado Espíritu de nuestros labios (Lam 4, 20), es decir, nuestro espíritu, alma de nuestra alma, corazón de nuestro corazón.

 

Jaculatoria: A vos, Señora, entrego mi corazón para que lo consagréis a vuestro Hijo.

 

Propósito: Hacer un buen examen de conciencia sobre la pureza de intención que nos mueven a obrar, ofreciendo la confesión y comunión en reparación al Inmaculado Corazón de María.

 

PARA FINALIZAR

Unidos al Ángel de la Paz, a los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta, a las almas humildes y reparadoras, digamos:

 

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. (3 veces)

***

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,

os adoro profundamente

y os ofrezco

el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad

de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los sagrarios de la tierra,

en reparación de los ultrajes,

sacrilegios e indiferencias

con que El mismo es ofendido.

Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón

y del Corazón Inmaculado de María,

os pido la conversión de los pobres pecadores.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes y todos los santos amantes de los Sagrados Corazones, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.