SÁBADO IN ALBIS
SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn 20, 01-09 Y el
primer día de la semana vino María Magdalena, de mañana, al sepulcro, cuando
era oscuro, y vio quitada la losa del sepulcro. Y fue corriendo a Simón Pedro,
y al otro discípulo, a quien amaba Jesús, y les dijo: "Han quitado al
Señor del sepulcro, y no sabemos en dónde lo han puesto". Salió, pues,
Pedro y aquel otro discípulo, y fueron al sepulcro. Y corrían los dos a la par;
mas el otro discípulo se adelantó corriendo más aprisa que Pedro y llegó
primero al sepulcro. Y habiéndose bajado vio los lienzos puestos, mas no entró dentro.
Llegó, pues, Simón Pedro, que le venía siguiendo, y entró en el sepulcro, y vio
los lienzos puestos, y el sudario, que había tenido sobre la cabeza, no puesto
con los lienzos, sino envuelto en un lugar aparte. Entonces entró también el
otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. Porque
aún no entendían la Escritura, que era menester que El resucitara de entre los
muertos. (vv. 1-9)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Como ya
había pasado el sábado, durante el cual lo prohibía la Ley, no pudo María
Magdalena contenerse, y muy de mañana se fue a buscar consuelo al sepulcro. Por
eso dice: "El primer día de la semana, María Magdalena", etc.
San Agustín, De cons. evang. 3, 24
No cabe duda
que María Magdalena era la que más fervientemente amaba al Señor de entre todas
las mujeres que habían amado al Señor; de modo que no sin razón San Juan haga
sólo mención de ella sin nombrar a las otras que con ella fueron, como aseguran
los otros Evangelistas.
San Agustín, in Ioannem, tract., 120
El primer
día del sábado, es al otro día del sábado, que es el día que los cristianos
llaman día del Señor en recuerdo de la resurrección. Este es el día que San
Mateo designa con el nombre de "El primero del sábado".
Beda
Es decir,
"El día después del sábado", o sea el primer día siguiente al sábado.
Teofilacto
O de otro
modo: Los judíos llamaban sábado a todos los días de la semana, y primer sábado
al primero de los sábados de la semana. Este día es figura del siglo venidero,
en el cual no habrá más que un solo día sin interrupción de ninguna noche,
porque Dios es el sol sin ocaso. En este día resucitó el Señor revistiéndose de
incorruptibilidad corporal, así como seremos nosotros mismos revestidos de
incorrupción en el siglo venidero.
San Agustín, De cons. evang. 3, 24
Lo que dice
San Marcos "Muy de mañana, saliendo ya el sol" ( Mc 16,12), no está
en contradicción con lo que aquí se dice "Como aun fuese de noche y
amaneciendo el día", porque los crepúsculos de la noche van desapareciendo
a proporción que más avanza la luz. Así debe entenderse lo que dice San Marcos:
"Muy de mañana, salido ya el sol", como si se viera ya el sol sobre
la tierra. Porque acostumbramos a decir, cuando queremos expresar algún hecho
de la madrugada, al levantarse el sol, esto es, un momento antes, es decir, en
el momento de elevarse sobre la tierra.
San Gregorio, In Evang. hom. 22
Con razón se dice "Cuando aún era de noche", porque, en efecto, María buscaba en el sepulcro al Creador del universo, que ella amaba, y porque no le encontró le creyó robado; y por consiguiente encontró tinieblas cuando llegó al sepulcro.
Sigue:
"Y vio removida la piedra del sepulcro".
San Agustín, ut supra
Ya había,
pues, sucedido lo que cuenta San Mateo del terremoto, de la losa separada y del
espanto de los guardas.
Crisóstomo, ut supra
El Señor
resucita estando cerrado el sepulcro y sellada la losa. Pero como convenía que
otros se cercioraran, fue abierto el sepulcro después de su resurrección, y así
se cree que sucedió, y fue lo que alarmó a María que, viendo quitada la piedra,
no entró, ni miró, sino que aceleradamente, a impulsos de su mucho amor, corrió
a anunciarlo a los discípulos. Ella no sabía nada en claro respecto a la
resurrección, sino que creía que había sido trasladado el cuerpo.
Glosa
Y por eso
corrió a anunciarlo a los discípulos, para que juntos buscaran o se lamentaran;
y por esto dice: "Corrió, pues, y fue a Simón Pedro y al otro
discípulo", etc.
San Agustín, in Ioannem, tract., 120
Así se suele nombrar al que amaba Jesús, quien también a todos amaba, pero sobre todos a éste con más familiaridad.
Sigue:
"Y les dijo: Quitaron al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han
puesto".
San Gregorio, Moralium, 3, 9
Hablando
así, se expresa el todo por la parte, porque había venido buscando el cuerpo
del Señor, y se lamentaba como si todo El hubiera sido robado.
San Agustín, ut supra
En algunos
códices griegos se lee: "Quitaron a mi Señor", lo que demuestra un
amor vehemente como de afecto de familia. Pero esto no lo encontramos en muchos
códices que tenemos a la vista.
Crisóstomo, ut supra
El
Evangelista, sin embargo, no privó a la mujer de esta gloria, ni creyó
indecoroso que supieran por ella la primera noticia. Por su palabra van ellos
con mucha solicitud a reconocer el sepulcro.
San Gregorio, In Evang. hom. 22
Aquellos,
que amaron más que los otros, corrieron más; a saber, Pedro y Juan. Por eso
sigue: "Salió, pues, Pedro y el otro discípulo", etc.
Teofilacto
Pero si me
preguntas cómo estando los guardas pudieron acercarse al monumento, la pregunta
es infundada, porque después que el Señor resucitó y compareció el ángel en el
sepulcro en medio del terremoto, se retiraron los guardas para anunciarlo a los
fariseos.
San Agustín, ut supra
Después de
haber dicho "que ellos fueron al sepulcro", retrocedió para contar
cómo fueron, y dice: "Corrían, pues, los dos a un tiempo", y el otro
discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro, con lo que da a
entender que era él el que llegó primero, pero que lo cuenta todo como de otro.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Llegando, pues, reconoció los lienzos; por eso dice: "Y habiéndose inclinado vio puestos los lienzos". El no averigua nada más, sino que desiste; y esto es lo que sigue: "Mas no entró". Pero Pedro, entrando resueltamente, lo examina todo con la mayor escrupulosidad, y ve más. Por eso sigue: "Vino, pues, Simón Pedro, y entró en el sepulcro y vio los lienzos y el sudario que había sido puesto en su cabeza, pero no junto con los lienzos, sino envuelto separadamente en otro lugar". Esto era prueba de resurrección, porque si alguno lo hubiera trasladado no hubiera desnudado su cuerpo. Ni si lo hubieran robado, los ladrones no hubiesen cuidado de quitarle y envolver el sudario poniéndolo en un sitio diferente del de los lienzos, sino que hubieran tomado el cuerpo como se encontraba. Ya había dicho San Juan que al sepultarle lo habían ungido con mirra, la cual pega los lienzos al cuerpo. Y no creas a los que dicen que fue robado, pues no sería tan insensato el ladrón que se ocupara tanto en algo tan inútil.
Después de
Pedro entró Juan. Y sigue: "Entonces entró también el otro
discípulo", etc.
San Agustín, in Ioannem, tract., 122
Algunos
creen que Juan creía ya en la resurrección, pero no lo indica así lo que sigue:
Vio vacío el sepulcro y creyó lo que la mujer había dicho. Pues sigue:
"Aún no sabían la Escritura", etc. No creyó, pues, que hubiese
resucitado, cuando no sabía que había de resucitar, no obstante que lo oía
decir al mismo Señor clarísimamente; pero por la costumbre de oírle hablar en
parábolas no lo entendieron, y creyeron que quería decir otra cosa.
San Gregorio, In Evang. hom. 22
Esta
descripción tan detallada del Evangelista no carece de misterio. San Juan, el
más joven de los dos, representa la sinagoga judía, y Pedro, el más anciano, la
Iglesia universal. Aunque la sinagoga de los judíos precedió en el culto divino
a la Iglesia de los gentiles, sin embargo, fue superada en número por la multitud
de los gentiles. Corrieron ambas juntamente, porque desde su nacimiento hasta
su ocaso, aunque en distinto sentido, corren juntas. La sinagoga llegó primero
al monumento, pero no entró, porque aunque entendió los mandatos de la Ley
sobre las profecías de la Encarnación y Pasión y muerte del Señor, no quiso
creer. Llegó después Simón Pedro y entró en el sepulcro, porque la Iglesia de
las naciones, que siguió la última, creyó a Cristo muerto en su humanidad y
vivo en su divinidad. El sudario, pues, de la cabeza del Señor, no fue
encontrado con los lienzos, porque Dios es la cabeza de Cristo, y los misterios
de su divinidad son incomprensibles a la flaqueza de nuestra inteligencia y
superiores a las facultades de la naturaleza humana. Se ha dicho que el sudario
se ha encontrado, no sólo separado, sino envuelto, porque el lienzo que sirve
de envoltura a la cabeza divina, demuestra su grandeza en que no tiene
principio ni fin. Esta es, pues, la razón por qué se encontró solo en otro
lugar, porque Dios no se encuentra entre las almas que están divididas, y sólo
merecen recibir su gracia las que no viven separadas por el escándalo de las
sectas. Pero como el lienzo que cubre la cabeza de los operarios sirve para
enjugar el sudor, puede entenderse con el nombre de sudario la obra de Dios,
que aunque permanece tranquilo e inmutable en sí mismo, manifiesta que sufre y
trabaja en la dura perversidad de los hombres. El sudario que había estado
sobre su cabeza y encontrado aparte, demuestra que la Pasión de nuestro Redentor
es muy diversa de la nuestra, porque El la padeció sin culpa, y nosotros por
nuestros pecados; El se ofreció a ella voluntariamente, y nosotros la sufrimos
contra nuestra voluntad. Después que entró Pedro entró Juan, porque al fin del
mundo Judea entrará también en la fe del Salvador.
Teofilacto
O de otro modo: Admira en Pedro la prontitud de la vida activa, y en Juan la contemplación humilde y práctica de las cosas divinas. Con frecuencia los contemplativos llegan por la humildad al conocimiento de las cosas divinas; pero los activos, guiados por su fervorosa asiduidad, llegan primero a la plenitud de este conocimiento.