EL BUEN PASTOR DA SU VIDA POR SUS OVEJA. Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
II DOMINGO DE PASCUA
DOMINGO DEL BUEN PASTOR
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Mateo 10, 11-13 "Yo soy
el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Mas el asalariado y que no es el
pastor, del que no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y
huye, y el lobo arrebata y esparce las ovejas. Y el asalariado huye, porque es
asalariado y porque no tiene parte en las ovejas". (vv. 11-13)
San Agustín, in Joanem tract 46 et 47
El Señor nos
descubre dos cosas, que nos había propuesto en cierto modo encubiertas.
Nosotros sabemos desde un principio que El mismo es la puerta; ahora nos enseña
que es pastor, por estas palabras: "Yo soy el buen pastor". Más
arriba nos había dicho que el pastor entraba por la puerta. Si, pues, El mismo
es la puerta, ¿cómo entra por sí mismo? Así como El por sí mismo conoce al
Padre y nosotros le conocemos por El, de la misma manera El entra en el redil
por sí mismo y nosotros entramos allí por El. Nosotros, porque predicamos a
Cristo entramos por la puerta. Pero Cristo se predica a sí mismo; porque su
predicación le muestra a El mismo, muestra la luz y otras muchas cosas. Si
aquellos que presiden la Iglesia, que son sus hijos, son pastores, ¿cómo es que
no hay más que un solo pastor sino porque todos aquellos son miembros de un
solo pastor? Y en verdad el ser pastor lo concedió a sus miembros; pues Pedro
es pastor, y los demás Apóstoles son pastores, y todos los buenos obispos son
pastores. Pero la prerrogativa de ser puerta no la concedió a ninguno de
nosotros; la reservó para sí solo. No habría añadido a la palabra pastor la
cualidad de bueno, si no hubiera pastores malos; ellos son ladrones y
salteadores, o por lo menos mercenarios.
San Gregorio, in Evang hom 14
El añade la
manera de ser del pastor bueno, para que nosotros le imitemos. "El buen
pastor da su vida por sus ovejas". Hizo lo que aconsejó, manifestó lo que
mandó, dio su vida por sus ovejas, para hacer de su cuerpo y de su sangre un
sacramento para nosotros y para poder saciar con el alimento de su carne a las
ovejas que había rescatado. Se nos puso delante el camino del desprecio de la
muerte, que debemos seguir, y la forma divina a la que debemos adaptarnos. Lo
primero que debemos hacer es repartir generosamente nuestros bienes entre sus ovejas,
y lo último dar, si fuera necesario, hasta nuestra misma vida por estas ovejas.
Pero el que no da sus bienes por las ovejas, ¿cómo ha de dar por ellas su
propia vida?
San Agustín, in Joanem tract 47
Mas esto no
lo hizo sólo Cristo; y sin embargo, si aquellos que lo hicieron son miembros de
su redil, El fue el único que hizo estas cosas, porque El lo pudo hacer sin
ellos, pero ellos no pudieron hacerlo sin El.
San Agustín, De verb dom. Serm 50
Sin embargo,
todos los pastores fueron buenos, no solamente porque derramaron su sangre,
sino porque la derramaron por las ovejas; pues no la derramaron por orgullo,
sino por caridad. Los mismos herejes que por sus iniquidades y sus errores
sufrieron algunos trabajos, se jactan con el nombre del martirio, cubriéndose
con esta capa para robar más fácilmente, porque son lobos. No de todos aquellos
que entregaron sus cuerpos al martirio debe decirse que derramaron su sangre
por las ovejas, sino más bien contra las ovejas, pues dice el Apóstol: "Si
entregare mi cuerpo para ser quemado y no tuviere caridad, nada me
aprovecha" ( 1Cor 13,3). ¿Cómo ha de tener siquiera sea una centella de
caridad, aquel que formando parte de la comunión cristiana no ama la unidad?
Recomendando el Señor esta unidad, no quiso nombrar muchos pastores, sino uno
solo, diciendo: "Yo soy el buen Pastor".
Crisóstomo, in Joanem hom 59
Hablaba
además el Señor de su pasión, enseñando que había venido al mundo por la
salvación del hombre y no contra su voluntad. Después vuelve a indicar las señales
que distinguen al pastor del mercenario: "Mas el asalariado y que no es el
pastor, del que no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y
huye".
San Gregorio, ut supra
Hay muchos
que con razón no merecen el nombre de pastor, porque prefieren la recompensa
terrestre a las ovejas. No puede llamarse pastor, sino mercenario, aquel que
apacienta las ovejas del Señor por una recompensa pasajera y no por un amor
íntimo; es mercenario el que ocupa el lugar del pastor, pero no busca el bien
de las almas, desea con ansia las comodidades de la tierra, y se alegra con los
honores de la prelacía.
San Agustín, De verb Dom. Serm 49
Busca otra
cosa en la Iglesia, no busca a Dios; pues si buscase a Dios sería casto, porque
el esposo legítimo del alma es Dios. El que busca en Dios otra cosa fuera de
Dios, no busca a Dios castamente.
San Gregorio, ut supra
Si es pastor
o mercenario, no puede conocerse con verdad si falta ocasión; porque en tiempo
de tranquilidad, lo mismo el verdadero pastor que el mercenario están solícitos
vigilando su rebaño; pero cuando viene el lobo demuestra cada uno con qué
espíritu velaba sobre el rebaño.
San Agustín, ut supra
El lobo es
el diablo y los que le siguen; porque dicho está ( Mt 7,15) que vestidos de
piel de ovejas, son por dentro lobos rapaces.
San Agustín, in Joanem tract 46
He aquí que
el lobo coge a la oveja por la garganta; el diablo induce al adulterio al alma
fiel; debe rechazársele, pero rechazado, será enemigo, pondrá asechanzas, hará
tanto mal cuanto pudiere. Te callas, no le increpas; has visto venir al lobo y
has huido; permaneciste con el cuerpo, huiste con el ánimo, porque el alma se
mueve por los sentimientos, ensanchándose con la alegría, constriñéndose por la
tristeza, marchando por el deseo y huyendo por el temor.
San Gregorio, ut supra
El lobo se
arroja también sobre las ovejas cuando un hombre injusto y ladrón oprime a los
fieles y humildes; pero el que parecía pastor y no lo era, abandona las ovejas
y huye, no atreviéndose a resistir a la injusticia en el momento en que ve el
peligro, y huye, no mudando de lugar, sino dejando de acudir con el socorro. El
mercenario no presta su auxilio en ninguno de estos peligros, y mientras busca
sus comodidades exteriores, deja que por abandono el rebaño sufra pérdidas
interiores. "Pero el mercenario huye", etc. Una sola razón hay para
que el asalariado huya: porque es asalariado; como si dijera: no puede
mantenerse firme cuando están en peligro las ovejas el que gobierna las ovejas,
no por amor a ellas, sino por una ganancia terrenal, y por tanto, tiembla si se
expone al peligro de perder lo único que ama.
San Agustín, ut supra
Si los
Apóstoles fueron pastores y no mercenarios, ¿cómo es que huían cuando se veían
perseguidos? Siguiendo el consejo del Señor ( Mt 10,23): "Si os
persiguieren, huid". Llamemos, que no faltará quien abra.
San Agustín, Ad Honoratum epist 180
Huyan, pues,
de ciudad en ciudad, todos los siervos de Cristo, los ministros de su palabra y
de su sacramento, cuando alguno de ellos en particular es buscado por sus
perseguidores, a fin de que la Iglesia no sea abandonada por los que no son
perseguidos del mismo modo. Pero cuando el peligro es común a todos, a obispos,
a clérigos y seglares, los que están necesitados del auxilio de otros no sean
abandonados por aquellos cuyos auxilios necesitan, o que todos pasen a sitios
seguros, o que aquellos que tienen el deber de permanecer no sean abandonados
por los que tienen el sagrado ministerio de la Iglesia. Entonces es cuando los
ministros de Cristo, a la vista de la persecución, deben huir de los lugares en
donde no han dejado un pueblo que tenga necesidad de un ministerio, o cuando
ese mismo ministerio, tan necesario, puede ser desempeñado por otros que no
tienen el mismo motivo para huir. Pero cuando el pueblo permanece y los
ministros huyen, ¿no es ésta una huida inexcusable de pastores mercenarios que
no tienen cuidado alguno de las ovejas?
San Agustín, in Joanem tract 46
Los pastores
buenos se llaman puerta, portero, pastor y ovejas; y los malos, ladrones y
salteadores, asalariados, lobo.
San Agustín, De verb Dom. serm. 49
Debemos amar
al pastor, precavernos del ladrón y tolerar al mercenario. El mercenario es
útil en tanto no vea al lobo, al ladrón o al salteador, pues apenas le ve,
huye.
San Agustín, in Joanem tract 46
Ni se llamaría mercenario si no recibiese la paga de aquel a quien sirve. Los hijos esperan con paciencia la herencia del padre; el mercenario desea con ansia y con presteza la retribución temporal de su trabajo. Y sin embargo, por sus palabras unos y otros difaman la divina gloria de Cristo; su palabra es dañosa haciendo el mal, no predicando el bien. Coged el racimo, huid de las espinas; porque a veces el racimo que nace de la vid está pendiente de las espinas. Así, muchos buscando en la Iglesia bienes temporales, predican a Cristo y por ellos es oída la voz de Cristo, y la siguen las ovejas, pero no al mercenario, sino a la voz del pastor por medio del mercenario.
14-21 "Yo soy el buen Pastor, y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, así conozco yo al
Padre, y pongo mi alma por mis ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de
este aprisco: es necesario que yo las traiga y oirán mi voz y será hecho un
solo aprisco y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma para
volverla a tomar. No me la quita ninguno, mas yo la pongo por mí mismo: poder
tengo para ponerla, y poder tengo para volverla a tomar. Este mandamiento recibí
de mi Padre". Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por estas
palabras. Y decían muchos de ellos: "Demonio tiene y está fuera de sí:
¿por qué le escucháis?" Otros decían: "Estas palabras no son de
endemoniado: ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?"
(vv. 14-21)
Crisóstomo, in Joanem hom 59
Más arriba
el Señor dio a conocer dos clases de amos malos: uno que roba, mata y saquea;
otro que no impide el mal, dando a conocer en el uno a los sediciosos, y
confundiendo con el otro a los maestros de los judíos, que no tenían celo
alguno por las ovejas que les estaban encomendadas. Pero Cristo se distingue de
unos y de otros; de los que habían venido para hacer daño, se distingue por
estas palabras ( Jn 10,10): "Yo he venido para que tengan vida", y de
los que desprecian las rapiñas de los lobos se diferencia diciendo, "que
da su vida por sus ovejas". Y como conclusión de todo, añade ( Jn 10,11):
"Yo soy el buen Pastor", pero como que ya había dicho que las ovejas
oyen la voz del pastor y le siguen, para que nadie pueda preguntarle: ¿Qué
dices, pues, de los que no creen en ti? El añade: "Y conozco a mis
ovejas", etc. Que es lo mismo que San Pablo dijo por estas palabras ( Rom
11,2): "El Señor no rechazó a su pueblo, que había predestinado".
San Gregorio, in Evang. Hom 14
Como si
dijera claramente: Yo amo a mis ovejas, y ellas, obedeciéndome, me aman, porque
el que no ama la verdad, todavía no conoce.
Teófilacto
De aquí
puedes deducir y conocer la diferencia entre el asalariado y el pastor; pues el
asalariado no conoce a las ovejas porque las visita raras veces; mas el pastor
conoce sus propias ovejas por la solicitud y cuidado que tiene por ellas.
Crisóstomo, ut supra
Por otra
parte, para que no creas que es igual el conocimiento de Cristo y el de las
ovejas, añade en seguida: "Como el Padre me conoce, así conozco yo al
Padre", como si dijera: le conozco tan íntimamente como El me conoce a mí.
Aquí hay paridad de conocimiento; allí no. Y añade: "Y pongo mi vida por
mis ovejas".
San Gregorio, ut supra
Como si
dijera claramente: Esta es prueba de que conozco al Padre y de que soy conocido
por el Padre; que pongo mi vida por mis ovejas, esto es, esa misma caridad con
que muero por mis ovejas es un testimonio del amor con que amo al Padre.
Crisóstomo, ut supra
Dice esto
también para enseñarnos que no es un impostor, porque también el Apóstol cuando
quiso probar contra los falsos apóstoles que él era el verdadero maestro, sacó
argumentos de los mismos peligros y de las muertes que le habían amenazado.
Teófilacto
Los
seductores, en efecto, no expusieron su vida por las ovejas, sino que, como
mercenarios, abandonaron a aquellas que les seguían. Mas el Señor, para que no
fueran presos, dijo ( Jn 18,8): "Dejad ir a éstos".
San Gregorio, ut supra
Como que El
había venido no solamente para rescatar a Judea, sino también a la gentilidad,
añade: "Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco".
San Agustín, De verb Dom. serm. 50
Se dirigía
al primer rebaño, que era, por la sangre, de la raza de Israel, pero había
otros rebaños que pertenecían por la fe a ese mismo Israel. Estaban fuera,
diseminados en medio de las naciones; estaban predestinados, pero aún no estaban
congregados. No son, pues, de este rebaño, porque no son por la sangre de la
raza de Israel. Pero más tarde pertenecerán a este redil: "Es necesario
que yo las traiga", etc.
Crisóstomo, ut supra
El muestra
dispersos a los unos y a los otros y sin tener pastor: "Y oirán mi
voz". ¿Por qué os admiráis cuando digo que éstos han de seguirme y han de
oír mi voz cuando veis que otros me siguen y la oyen? Después predice la unión
futura de unos y otros, diciendo: "Y será hecho un solo aprisco",
etc.
San Gregorio, ut supra
El ha hecho
de dos rebaños un solo redil, reuniendo en su fe al pueblo judío y al gentil.
Teófilacto
Porque todos
tienen una misma señal, el bautismo; un solo pastor, el Verbo de Dios. Sépanlo
los maniqueos: que el Nuevo y el Antiguo Testamento no tienen más que un solo
pastor y un solo redil.
San Agustín, in Joanem tract 47
¿Qué
significan, pues, las palabras "Yo no he sido enviado sino a las ovejas
que perecieron de la casa de Israel" ( Mt 15,24), sino que no manifestó su
presencia corporal más que al pueblo de Israel, no habiendo ido El mismo a los
gentiles, sino que envió?
Crisóstomo, ut supra
Esta palabra
es necesario 1 no está puesta aquí como signo de fatalidad;
expresa lo que ha de suceder. Mas como ellos decían que El era distinto del
Padre, añade: "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma para
volverla a tomar".
San Agustín, in Joanem tract 37
Esto es:
porque muero para resucitar. Gran importancia se da a estas palabras: Yo pongo.
Que los judíos no se gloríen. Ellos han podido enfurecerse; si yo no hubiera
querido poner mi alma, ¿qué habían de haber hecho enfureciéndose?
Teófilacto
El Padre ama
al Hijo, no con un amor que será como el precio de la muerte que debe sufrir
por nosotros, sino porque contempla en este Hijo, engendrado por El, su propia
naturaleza, en virtud de la cual quiso morir por nosotros.
Crisóstomo, in Joanem hom 59
O es palabra
de condescendencia, como queriendo decir: aun cuando no hubiese otro motivo, lo
que me llevó a amaros es que vosotros de tal manera sois amados por mi Padre,
que El me amaría porque doy mi vida por vosotros. Sin embargo, no es cierto que
El no fuese antes amado por su Padre, ni que nosotros seamos la causa de este
amor. El quiere demostrar que no subió al calvario contra su voluntad. Por eso
añade: "No me la quita ninguno, mas yo la pongo por mí mismo".
San Agustín, De Trin. 3, 38
En lo cual
demostró que no fue ningún pecado el que lo llevó a la muerte, sino que fue
porque quiso, cuando quiso y de la manera que quiso: "Poder tengo para
ponerla", etc.
Crisóstomo, ut supra
Como que
ellos habían confabulado muchas veces para matarle, les dice que sin su
voluntad todos sus esfuerzos serían estériles. Yo, les dice, tengo tal poder de
librar mi alma, que nadie puede quitármela contra mi voluntad. Este poder no
existe en los hombres, porque nosotros no tenemos poder de poner nuestra alma,
sino matándonos a nosotros mismos, y sólo el Señor es quien tiene el poder de
ponerla. De todo esto podemos deducir que cuando El quiere puede tomarla, y
esto es lo que nos da a entender por estas palabras: "Y poder tengo para
volverla a tomar"; demostración irrecusable de su resurrección. Pero para
que al verlo sucumbir no pensasen que su Padre lo había abandonado, añade:
"Este mandamiento recibí de mi Padre"; esto es, de poner mi alma y
volverla a tomar. De donde podemos deducir que El no esperó esta orden ni tuvo
necesidad de saberla, sino que manifestó su marcha voluntaria, y destruyó toda
clase de sospecha de oposición por parte de su Padre.
Teófilacto
Este
precepto no dice otra cosa que su concordia con su Padre.
Alcuino
No es por la
palabra por donde la Palabra recibe este mandamiento; pero todo mandamiento
está en la Palabra unigénita del Padre. Cuando se dice que el Hijo recibe todo
lo que tiene de su naturaleza, no se disminuye el poder sino se muestra su
generación. El Padre ha dado todo a su Hijo engendrándolo, porque el Padre lo
engendró perfecto.
Teófilacto
Después de
haber hablado de sí mismo cosas sublimes, manifestando la supremacía que tiene
sobre la muerte y sobre la vida, desciende luego a cosas humildes, uniéndolo
todo en admirable consorcio, a fin de que no se le considere ni como menor que
su Padre e inferior a El, ni como su adversario; sino participando de su mismo
poder y de sus mismas determinaciones.
San Agustín, in Joanem tract 47
Por lo que
nos dice de su alma, se nos previene contra los apolinaristas, que dicen que
Cristo no tuvo alma humana, esto es, racional. Examinemos, pues, cómo el Señor
pone su alma. Cristo es a la vez Verbo y hombre, es decir, Verbo y alma y
carne. ¿Es, pues, como Verbo como pone el alma y la vuelve a tomar? ¿Es el alma
humana que como tal se pone y se vuelve a tomar? O, por último, ¿es la carne
que como carne pone el alma y la vuelve a tomar? En el primer caso, el alma
habría estado separada algún tiempo del Verbo de Dios, porque la muerte separó
el cuerpo del alma; mas yo no digo que el alma estuviese separada del Verbo. Si
decimos que el alma misma se puso, este sentido es muy absurdo, porque si no
estaba separada del Verbo, ¿cómo había de separarse de sí misma? La carne fue
la que puso su alma y otra vez la volvió a tomar, no por su poder, sino por el
poder del Verbo que habitaba en ella.
Alcuino
Y como la
luz resplandecía en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron, el
Evangelista añade: "Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por estas
palabras. Y decían muchos de ellos: Demonio tiene y está fuera de sí".
Crisóstomo, ut supra
Como que las
cosas que El decía traspasaban lo humano, de aquí el que lo creyeran poseído
del demonio. Pero otros manifiestan que no lo estaba, y la prueba eran las mismas
cosas que hacía. "Otros decían: estas palabras no son de endemoniado; ¿por
ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?". Esto es, las
mismas palabras no parecen de un poseso. Si, pues, no os persuaden las
palabras, persuadíos, al menos, por las obras. Y como el Señor había demostrado
el hecho, por eso se callaba. Además, ellos no eran dignos de respuesta. Pero
también nos enseñó a nosotros toda mansedumbre y toda longanimidad. Ellos
también se refrenaban cuando divididos disputaban los unos contra los otros.
Notas
1. En latín oportet; en griego, dei. Verbo que indica deber, necesidad.