16 de abril
SAN BENITO JOSE LABRE, Peregrino
Si alguno de vosotros se tiene por sabio según el mundo hágase necio (a los ojos del mundo) a fin de ser sabio (a los ojos de Dios)
(1 Cor. 3 18)
Benito pasó la mayor parte de su vida haciendo peregrinaciones. Iba casi siempre con los pies descalzos tanto en invierno como en vera- no, vestido con harapos y sin provisiones para el día siguiente. Vivía de limosnas, pero no mendigaba, nunca conservaba sino lo estrictamente necesario, y partía con los pobres lo que se le daba por caridad. Pasó sus últimos años en Roma, orando días enteros en las iglesias; por la noche retirábase a unas ruinas para descansar algunas horas. Cayó desvanecido en las escalinatas de Nuestra Señora de los Montes y fue transportado a una casa vecina donde pronto se durmió en el sueño de los justos, el 16 de abril de 1783, a la edad de 35 años.
MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE LOS BIENAVENTURADOS
I. La sabiduría del mundo consiste en amontonar riquezas; ¡por eso trata de locura a la pobreza evangélica! ¡Oh bella y gloriosa locura que nos asemeja a Jesucristo, Hijo de Dios, Sabiduría encarnada! San Benito José Labre profesó esplendorosamente esta locura; con ardor abrazó esta pobreza. Sabía que las riquezas cautivan el corazón, y a su corazón lo quería libre para Jesucristo, su único Señor. ¡Ay!
¡Que no tengamos nosotros el valor de imitarlo! Aprendamos por lo menos a honrar la pobreza y a asociarnos a los méritos de los pobres de Jesucristo aliviando su miseria.
II. Los prudentes del siglo van sin cesar tras el placer: Benito toma el camino trazado por Jesucristo, su Maestro y su Modelo. Debiendo elegir entre el gozo y la cruz, elige la cruz, porque sabe que es menester pasar por mil tribulaciones para llegar al cielo. El mundano consiente, para gozar de algunos placeres efímeros, en ser objeto de suplicios sin fin; el cristiano soporta penas pasajeras para merecer un gozo eterno. Dime cuál es el sabio y cuál el loco, y conforma tu conducta a tu respuesta. ¡Qué! ¿No podremos vivir sin placer, nosotros que debemos morir con placer? (Tertuliano).
III. El mundo busca, afanosamente, reputación y gloria; nuestro santo, abatimiento y oprobios. Saborea en las ignominias un gusto que hace que las busque con avidez. Se lo carga de injurias, se lo persigue a pedradas; dice a uno que quiere defenderle: Déjalos; si supieses tú quien soy te unirías a ellos. ¡Cuán diferente a la suya es nuestra conducta!, y sin embargo, ¿no tenemos nosotros, por ventura, que ganar el mismo cielo? Si deseas gloria, desea la verdadera y durable.
El respeto a los pobres.
Orad por los indigentes.
Oh Dios, que habéis querido que San Benito José se adhiriese únicamente a Vos por el amor a los desprecios y a la pobreza, concedednos, en vista de sus méritos, la gracia de despreciar las cosas de la tierra y buscar los bienes del cielo. Por J. C. N. S.