“VE, LÁVATE EN LA PISCINA DE SILOÉ.” Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Miércoles de la IV semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn
9, 01-07 Y al pasar Jesús, vio un hombre ciego de nacimiento, y le
preguntaron sus discípulos: "Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para
haber nacido ciego?" Respondió Jesús: "Ni éste pecó ni sus padres:
mas para que las obras de Dios se manifiesten en él. Es necesario que yo obre
las obras de Aquél que me envió, mientras es de día. Vendrá la noche cuando
nadie podrá obrar. Mientras que estoy en el mundo, luz soy del mundo".
Cuando esto hubo dicho, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y ungió
con el lodo sobre los ojos del ciego: Y le dijo: "Ve, lávate en la piscina
de Siloé" (que quiere decir Enviado). Se fue, pues, y se lavó y volvió con
vista. (vv. 1-7)
Crisóstomo, in Joan. Hom 55
Jesucristo
curó al ciego al salir del Templo, porque los judíos no habían comprendido la
sublimidad de sus palabras, queriendo con su retirada aplacar su furor y
ablandar su dureza por medio de un milagro. Daba de esta manera testimonio de
lo que se había dicho de El: "Y al pasar Jesús, vio un hombre ciego de
nacimiento", etc. Debemos notar aquí, que lo primero que hace al salir del
Templo es la obra que debía manifestarlo ante los hombres, porque El fue quien
vio al ciego, no se acercó a El el ciego. Y con tanto cuidado lo miró, que al
notarlo sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó?", etc.
San Agustín, in Joanem tract. 44
La palabra
Rabbí quiere decir Maestro. Ellos le llaman Maestro, porque lo que querían era
aprender, y por esto habían propuesto una cuestión al Señor, como a su Maestro.
Teofilato
Esta
pregunta parece censurable, porque los discípulos no habían recibido las
fábulas de los gentiles según las cuales, el alma, viviendo en otro mundo, pecó
allí. Pero considerándola atentamente se ve que la pregunta no es sencilla.
Crisóstomo, ut supra
Ellos
llegaron a hacer esta pregunta porque en otra ocasión, después de haber curado
al paralítico, le había dicho ( Jn 5,14): "Mira que ya estás sano, no
quieras pecar más". Ellos, pues, pensando que aquel paralítico había
perdido las fuerzas de sus miembros a causa de sus pecados, le preguntan ahora
si éste había pecado, lo cual no era de creer, puesto que era ciego de
nacimiento. O si habían pecado sus padres, pero ni aun esto, porque el hijo no
sufre el castigo que sólo es debido al padre. "Respondió Jesús: Ni éste
pecó, ni sus padres".
San Agustín, ut supra
¿Acaso había
nacido él exento de la culpa original, o durante su vida no había cometido
ninguna? Habían pecado él y sus padres, pero no había nacido ciego en castigo
de su pecado. El mismo Salvador señala la causa por la que había nacido ciego:
"A fin de que las obras de Dios se manifiesten en él".
Crisóstomo, ut supra
No quiere
decir con esto que otros han nacido ciegos por los pecados de sus padres pues
no sucede que un hombre sea castigado por el pecado que otro ha cometido. Las
palabras "para que las obras de Dios se manifiesten" no se refieren a
la gloria de su Padre, sino a la suya propia, pues la gloria del Padre ya se
había manifestado. ¿Pero acaso éste padecía injustamente su ceguera? Yo
entiendo que para él fue un beneficio, porque por ella vio él con los ojos del
alma. Es evidente que Aquel que le había dado el ser, sacándolo de la nada,
tenía también poder para dejarlo así sin ningún género de injusticia. Según
algunos expositores, la partícula ut 1
no significa aquí la causa, sino el efecto, lo mismo que en aquel otro pasaje: Lex
subintravit ut abundaret delictum, en el sentido de que el Señor, abriendo los
ojos cerrados y curando otras enfermedades del cuerpo, hizo brillar su gloria
por la manifestación de su poder.
San Gregorio, moralium praef. c. 5
Hay un
castigo que hiere al pecador de tal suerte que no le queda retractación
posible; hay otro que lo hiere para corregirlo. Otro hay que se aplica, no para
castigo de las culpas pasadas, sino para prevenir las venideras; otro, que ni
castiga las culpas pasadas ni previene las venideras, sino que se aplica para
hacer amar más ardientemente el poder conocido del Salvador, cuando la
salvación inesperada sigue al castigo.
Crisóstomo, ut supra
Y como El
había dicho, hablando de sí mismo: "Para que las obras de Dios se
manifiesten", añade: "Es necesario que yo obre las obras de Aquél que
me envió"; es decir, es necesario que yo me manifieste a mí mismo y haga
lo que me manifiesta, haciendo las mismas obras que mi Padre.
Beda
El Hijo,
afirmando que hace las obras de su Padre, manifiesta así que sus obras son las
mismas que las de su Padre, y son curar a los enfermos, fortalecer a los
débiles e iluminar a los hombres.
San Agustín, ut supra
Por las
palabras: "Aquél que me envió", da toda la gloria a Aquél de quien
procede, porque el Padre tiene un Hijo que es suyo, mientras que El mismo no
procede de alguien.
Crisóstomo, ut supra
Prosigue el
texto sagrado: "mientras es de día", es decir, mientras es permitido
a los hombres creer en mí, o mientras dure esta vida, "conviene que yo
obre". Y esto mismo da a entender en las palabras siguientes: "Vendrá
la noche cuando nadie podrá obrar". Se dice noche, según aquellas palabras
de San Mateo (22,13): "Arrojadle en las tinieblas exteriores". Allí
será noche en la que nadie podrá obrar, sino recibir el merecido de sus obras.
Si has de hacer alguna cosa, hazla mientras te dura la vida, pues concluida
ésta no habrá ya ni fe, ni trabajos, ni arrepentimiento.
San Agustín, ut supra
Si nosotros
trabajamos durante esta vida, éste es el día, éste es Cristo. Por eso añade:
"Mientras que estoy en el mundo". He aquí que El es el día mismo. Este
día, que acaba con una vuelta del sol, tiene pocas horas. El día de la
presencia de Cristo dura hasta la consumación de los siglos; porque El mismo
dijo ( Mt 28,20): "He aquí que yo estaré con vosotros hasta la consumación
de los siglos".
Crisóstomo, in Joanem, hom 55 et 56
Como por sus
obras había hecho brillar la verdad de lo que acababa de decir, por eso el
Evangelista añade: "Cuando esto hubo dicho, escupió en tierra e hizo lodo
con la saliva y ungió con el lodo sobre los ojos del ciego". El que hizo
de la nada sustancias mayores, pudo con más razón hacer ojos sin materia
alguna, pero quiso enseñarnos que El era el mismo Creador, que al principio se
sirviera de lodo para formar al hombre. Por eso no se sirve de agua para hacer
el lodo, sino de saliva, para que no atribuyéramos nada a la virtud de la
fuente y entendiésemos que por la virtud de su boca hizo y abrió los ojos. Por
último, a fin de que la curación no se atribuyese a virtud de la tierra de que
se había servido, le mandó que fuese a lavarse. "Y le dijo: ve, lávate en
la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado)", para que sepas que yo no
necesito de lodo para dar vista. Y como Cristo era el que comunicaba a la
piscina de Siloé toda su virtud, el Evangelista nos da en seguida la interpretación
de este nombre cuando añade "que significa Enviado", para enseñarnos
que el que sana en ella es Cristo; porque así como el Apóstol nos dice que la
piedra era Cristo ( 1Cor 10,4), así Siloé era una corriente de agua súbita
espiritual, significando a Cristo, que se manifiesta contra toda esperanza.
Pero, ¿por qué no lo hace lavarse al punto, sino que lo envía a Siloé? Para
cerrar la boca a las imprudentes agresiones de los judíos. Convenía que todos
lo vieran ir con el lodo sobre los ojos. Era conveniente también para
manifestar que El no desconocía la Ley y el Antiguo Testamento. No era de temer
que se atribuyese a Siloé la gloria de esta curación, porque muchos se habían
lavado allí los ojos sin haber alcanzado tan gran beneficio. También para que
aprendas a tener la fe del ciego, que no contradice lo más mínimo el mandato
del Salvador, ni dijo en su interior: el lodo más bien produce la ceguera.
Muchas veces me lavé en Siloé y jamás he sido curado; si alguna virtud tuviese,
ya estaría yo sano; sino que obedeció al punto: "Se fue, pues, y se lavó y
volvió con vista". De este modo manifestó su gloria, porque no es pequeña
gloria el ser tenido por el autor de la creación, porque la fe que se tiene de
las obras mayores sirve para tenerla de las menores. Entre todas las obras de
la creación, la más noble es el hombre. Y entre todos los miembros que tenemos,
el más noble es el ojo, porque es el que rige al cuerpo y adorna el rostro, y
lo que es el sol en la tierra es el ojo en el cuerpo; por eso su lugar es el más
elevado, colocado como en sitio real.
Teófilacto
Algunos
opinan que este lodo no se cayó, sino que se convirtió en ojos.
Beda
En sentido
místico significa el Señor, que expulsado del corazón de los judíos, pasó al
punto al de los gentiles. Este paso o camino que ha recorrido es su
descendimiento del cielo a la tierra. El vio al ciego en el momento en que
lleno de compasión fijó su mirada sobre el género humano.
San Agustín, ut supra
El género
humano está representado en este ciego, y esta ceguedad viene por el pecado al
primer hombre, de quien todos descendemos. Es, pues, un ciego de nacimiento. El
Señor escupió en la tierra y con la saliva hizo lodo, "porque el Verbo se
hizo carne" ( Jn 1,14). Untó los ojos del ciego de nacimiento. Tenía puesto
el lodo y aun no veía, porque cuando lo untó, quizá le hizo catecúmeno. Le
envió a la Piscina que se llama Siloé, porque fue bautizado en Cristo, y fue
entonces cuando lo iluminó. Tocaba al Evangelista el darnos a conocer el nombre
de esta Piscina, y por eso dice: "Que quiere decir Enviado", porque
si Aquél no hubiera sido enviado, ninguno de nosotros habría sido absuelto del
pecado.
San Gregorio, Moralium 8, 21
La saliva
significa el sabor de la contemplación íntima, la cual baja desde la cabeza a
la boca, porque desde la altura de la gloria es de donde viene Dios a nosotros
por las dulzuras de la revelación, mientras estamos en esta vida. El Señor
mezcló su saliva con la tierra y devolvió así la vista al ciego de nacimiento;
porque mezclando la contemplación de su verdad con nuestro pensamiento es como
la gracia sobrenatural irradia en nosotros. Y sanando al hombre de su natural
ceguera, ilumina su inteligencia.
Notas
1. En griego, ina , conjunción subordinativa que indica finalidad, propósito: en orden a que, para que.
08-17 Los
vecinos y los que le habían visto antes pedir limosna decían: "¿No es éste
el que estaba sentado y pedía limosna?" Los unos decían: "Este
es"; y los otros: "No es ése, sino que se le parece". Mas él
decía: "Yo soy". Y le decían: "¿Cómo te fueron abiertos los
ojos?" Respondió él: "Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, y
ungió mis ojos y me dijo: ve a la Piscina de Siloé y lávate: y fui, me lavé y
veo". Y le dijeron: "¿En dónde está aquél?" Respondió él:
"No sé". Llevaron a los fariseos al que había sido ciego. Y era
sábado cuando hizo Jesús el lodo y le abrió los ojos. Y de nuevo le preguntaban
los fariseos, cómo había recibido la vista. Y él les dijo: "Lodo puso
sobre mis ojos, y me lavé y veo". Y decían algunos de los fariseos:
"Este hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado". Y otros
decían: "¿Cómo puede un hombre pecador hacer estos milagros?" Y había
disensión entre ellos. Y vuelven a decir al ciego: "Y tú, ¿qué dices de
aquél que abrió tus ojos?" Y él dijo: "Que es profeta". (vv.
8-17)
Crisóstomo, in Joanem hom 56
Lo extraño
del milagro debía dar lugar a la incredulidad, y por eso el Evangelista añade:
"Los vecinos y los que le habían visto antes pedir limosna, decían: ¿No es
éste el que estaba sentado y pedía limosna?" ¿A dónde descendía la
infinita clemencia de Dios? Ella curaba con ternura a aquellos que pedían limosna.
De esta manera cerraba la boca a los judíos, pues en su providencia consideraba
dignos de sus gracias, no a los hombres insignes o ilustres por su nacimiento,
sino a los pobres y humildes, pues había venido para salvar a todos. "Los
unos decían: Este es". En efecto; aquéllos a quienes este prodigio había
convertido en testigos irrecusables del milagro, no podían decir tampoco: No es
éste. "Y los otros: no es ése, sino que se le parece".
San Agustín, in Joanem tract 44
Porque,
abiertos los ojos, éstos habían cambiado su semblante. Mas él decía "Yo
soy", expresión de gratitud y reconocimiento que lo libra de ser tenido
por ingrato.
Crisóstomo, ut supra
Porque no se
avergüenza de su primitiva ceguera, ni teme el furor de la plebe, ni rehúsa
manifestarse él mismo para proclamar a su bienhechor. "Y le decían: ¿Cómo
te fueron abiertos los ojos?" Ni nosotros sabemos el modo, ni tampoco lo
sabe el que ha sido curado. El conocía el hecho, pero no podía comprender la
manera como se había verificado. "Respondió él: Aquel hombre que se llama
Jesús, hizo lodo y ungió mis ojos". ¡Mira cuán veraz es en sus palabras!
No dijo con qué lo había hecho; no dijo tampoco lo que no sabía, porque él
ignoraba que Jesús había escupido en la tierra. Por el sentido del tacto conoció
que sus ojos habían sido untados de lodo, "Y me dijo: Ve a la Piscina de
Siloé y lávate". También fue testigo de esto por el oído, pues reconoció
su voz a causa de la disputa con los discípulos. Y como él se había preparado
para una sola cosa, a saber, para dejarse persuadir en todo por el que le
mandaba, añade: "Y fui, me lavé y veo".
San Agustín, ut supra
He aquí cómo
se hace mensajero de la gracia; he aquí cómo evangeliza y confiesa a los
judíos. Este ciego confesaba y el corazón de los impíos estaba oprimido porque
no tenían en el corazón lo que él ya tenía en el rostro. "Y le dijeron:
¿En dónde está aquél?"
Crisóstomo, ut supra
Ellos decían
esto meditando su muerte, porque ya habían conspirado contra El; pero Cristo no
estaba jamás cerca de aquellos a quienes curaba, porque no buscaba su gloria,
ni tampoco hacía ostentación de sí mismo. Jesús, después de curar, se retiraba
siempre para alejar toda sospecha de milagros, porque los que no lo conocían,
¿cómo habían de confesar que habían sido curados por El? "Respondió él: No
sé".
San Agustín, ut supra
Al decir
estas palabras se asemejaba al ungido, pero que aún no ve. Predica, mas no
conoce a aquel a quien predica.
Beda
Es figura de los catecúmenos, que aun cuando creen en Cristo, todavía no le conocen, porque aun no están purificados.
A los
fariseos pertenecía, pues, aprobar o desaprobar esta obra.
Crisóstomo, ut supra
Al preguntar los judíos: "¿Dónde está aquel?" querían encontrarlo para conducirlo a los fariseos; pero como no lo encontraron, llevaron al ciego delante de los fariseos para poder preguntarle con más insistencia. Y por eso añade el Evangelista: "Y era sábado", para demostrar la depravada intención de ellos y por qué causa lo buscaban, esto es, para alegar un motivo contra El y para poder manifestarse acusadores de este milagro, so pretexto de violación de la Ley. Esto es lo que confirman las palabras siguientes: "Y de nuevo le preguntaban los fariseos", etc. Mira cómo el ciego no se turba. Nada de extraño tenía el decir la verdad en presencia de las turbas que le preguntaban, sin que corriese peligro alguno. Lo admirable es que ahora, en presencia de los fariseos, cuando corre verdadero peligro, nada niega, ni dice lo contrario de lo que antes había afirmado. "Y él les dijo: lodo puso sobre mis ojos, y me lavé y veo". El cuenta el hecho de la manera más breve a hombres que ya lo habían escuchado. Calla el nombre del que le había dicho "Ve, lávate en la piscina"; antes bien, exclama desde luego: "Lodo puso sobre mis ojos", etc. De este modo obtuvieron un resultado contrario al que se habían propuesto, porque ellos le habían conducido para que negara el milagro, que él publicaba sin recelo alguno.
"Y
decían algunos fariseos", etc.
San Agustín, ut supra
No todos, sino
algunos, porque ya algunos empezaban a ser ungidos. Los que no veían, ni habían
sido ungidos, decían: "Este hombre no es de Dios, pues que no guarda el
sábado". Mejor guardaba el sábado el que estaba libre de pecado, pues
guardar el sábado en sentido espiritual es estar libre de pecado, y esto es lo
que Dios aconseja cuando exhorta a santificar el día del sábado, diciendo ( Ex
20,10): "No haréis obras serviles". Y he aquí lo que el Señor llama
obra servil: todo el que hace un pecado, es esclavo del pecado ( Jn 8,34); pero
mientras ellos observaban carnalmente el sábado, espiritualmente lo violaban.
Crisóstomo, in Joanem hom 56
Maliciosamente
ocultan el hecho y sólo hablan de la supuesta prevaricación; porque ellos no
decían que había curado en el día del sábado, sino que no guarda el sábado.
"Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estos milagros?"
Los milagros les llamaban la atención, pero sus corazones estaban mal
dispuestos. Era conveniente manifestar de qué manera no se quebrantaba el sábado.
Ninguno de ellos se atrevía a decir claramente lo que quería, sino que
preferían dejarlo en la duda, los unos por debilidad y los otros por la humana
ambición: "Y había discusión entre ellos". Esta división comenzó en
el pueblo y después se propagó entre los principales.
San Agustín, ut supra
Cristo era
el día que separó la luz de las tinieblas.
Crisóstomo, in Joanem hom 57
Aquellos que
habían dicho: "Un hombre pecador no puede hacer estos milagros",
queriendo cerrar la boca de sus adversarios, sacan en medio de ellos a aquel
que había experimentado el poder de Cristo, con el fin de no aparecer
aduladores. "Y vuelven a decir al ciego: Y tú, ¿qué dices de aquel que
abrió tus ojos?"
Teófilacto
Mira con
cuánta benevolencia le preguntan. No le dijeron: Tú, qué dices de aquel que no
guarda el sábado, sino que refieren el milagro: ¿Cómo te abrió los ojos? Como
si quisieran excitar el celo de este hombre curado, diciéndole: El ha sido tu
salvador y, por lo tanto, debes ensalzar su poder y su gloria.
San Agustín, ut supra
O tal vez buscaban un medio de calumniar al hombre y arrojarlo de la sinagoga; pero él no manifestó más que lo que sentía. "Y él dijo: Que es profeta". Aunque ya estaba tocado su corazón, todavía, sin embargo, no confiesa al Hijo de Dios; pero no miente, porque el Señor había dicho de sí mismo "Que ningún profeta es acepto en su patria" ( Lc 4).
18-23 Mas
los judíos no creyeron de él que hubiese sido ciego y que hubiese recibido la
vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista y les
preguntaron y dijeron: "¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació
ciego? ¿Pues cómo ve ahora?" Sus padres les respondieron y dijeron:
"Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego: mas no sabemos cómo
ahora tenga vista, o quien le haya abierto los ojos: nosotros no lo sabemos:
preguntadlo a él: edad tiene: que hable él por sí mismo". Esto dijeron los
padres del ciego, porque temían a los judíos: porque ya habían acordado los
judíos que si alguno confesase a Jesús por Cristo, fuese echado de la sinagoga.
Por eso dijeron sus padres: "Edad tiene, preguntadlo a él". (vv.
18-23)
Crisóstomo, in Joanem hom 57
No habiendo podido
los fariseos acobardar al ciego, antes por el contrario, viéndolo proclamar a
Jesús como a su bienhechor, pensaban que podrían deshacer el milagro por el
testimonio de los padres. "Mas los judíos no creyeron hasta que llamaron a
los padres del que había recibido la vista".
San Agustín, in Joanem tract 44
Esto es, del
que había sido ciego y ahora veía.
Crisóstomo, ut supra
Sin embargo,
tal es la fuerza de la verdad, que mientras más se la combate con falsos
argumentos, más brilla y mayor fuerza tiene. La mentira se resiste a sí misma y
no consigue otra cosa que esclarecer más y más la verdad por aquellos mismos
medios con que intentaba oscurecerla, y esto es lo que aquí sucede. Para que
nadie dijera que el testimonio del pueblo no tenía ningún valor, porque podía
muy bien haberse dejado engañar por falsas apariencias, hacen que se presenten
los padres, que mejor que nadie conocían a su propio hijo. Los colocan en medio
de la asamblea y les preguntan con gran furor: "¿Es éste vuestro hijo, el
que vosotros decís que nació ciego?". Y no dicen que un tiempo ha estado
ciego, sino que vosotros decís que nació ciego. ¡Oh hombres perversos! ¿Qué
padre sería capaz de inventar semejantes mentiras contra su hijo? Lo único que
no dicen es que vosotros lo hicisteis ciego. De dos maneras tratan ellos de
inducirlos a que nieguen el milagro: o con las palabras "que decís ha
nacido ciego" o con las que después añaden: "¿Cómo, pues, ve
ahora?"
Teófilacto
Como si
dijeran: o es falso que ahora vea, o bien es falso que haya nacido ciego. Pero
es innegable que ve ahora; luego es falso que haya nacido ciego, como decís
vosotros.
Crisóstomo, ut supra
De las tres
preguntas que les hacen, a saber, si es hijo de ellos, si fue ciego y cómo es
que ahora ve, satisfacen a dos. Respondieron sus padres "Sabemos que éste
es nuestro hijo y que nació ciego". Eluden la tercera, y por eso añaden:
"Mas no sabemos cómo ahora tenga vista". Y esto lo confiesan, porque
convenía para esclarecer la verdad, que exigía que nadie contestara más que
aquel que había sido curado y que, por lo tanto, era digno de ser creído.
"Preguntadlo a él. Edad tiene; que hable él por sí mismo".
San Agustín, ut supra
Nosotros
estaríamos obligados a hablar por un niño que no pudiese hablar por sí mismo.
Le hemos conocido ciego de nacimiento, pero no mudo.
Crisóstomo, ut supra
Cuán poco
agradecidos se mostraron los padres, que callaron por temor a los judíos parte
de lo que sabían. "Esto dijeron los padres del ciego por temor a los
judíos". Otra vez el Evangelista manifiesta aquí el pensamiento y la
intención de los judíos: "Porque ya habían acordado los judíos, que si
alguno confesase a Jesús por Cristo, fuese echado de la sinagoga".
San Agustín, ut supra
Ya no era un
mal el ser arrojado de la sinagoga. Los judíos arrojaban; Jesús recibía. Por
eso dijeron sus padres: "Edad tiene, preguntadlo a él".
Alcuino
En lo cual
el Evangelista muestra que ellos respondieron así, no por ignorancia, sino por
miedo.
Teófilacto
Más débiles se mostraron que su hijo, el cual se presentó como intrépido testigo de la verdad, teniendo ya los ojos del alma iluminados por Dios.
24-34 Volvieron,
pues, a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: "Da gloria a
Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". El les dijo: "Si
es pecador no lo sé: una cosa sé: que habiendo yo sido ciego, ahora veo".
Y ellos le dijeron: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" Les
respondió: "Ya os lo he dicho y lo habéis oído: ¿por qué lo queréis oír
otra vez? ¿Por ventura queréis vosotros también haceros sus discípulos?" Y
le maldijeron y dijeron: "Tú seas su discípulo, que nosotros somos
discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que habló Dios a Moisés; mas éste no
sabemos de dónde sea". Aquel hombre les respondió y dijo: "Cierto que
es ésta cosa maravillosa, que vosotros no sabéis de dónde es, y abrió mis ojos.
Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; mas si alguno es temeroso de Dios y
hace su voluntad, a éste oye. Nunca fue oído que abriese alguno los ojos de uno
que nació ciego. Si éste no fuese de Dios, no pudiera hacer cosa alguna".
Respondieron y le dijeron: "¿En pecado eres nacido todo, y tú nos
enseñas?" Y le echaron fuera. (vv. 24-34)
Crisóstomo, in Joanem hom 57
Como los padres
habían vuelto a enviar a los fariseos a aquel que había sido curado, de aquí el
preguntarle por segunda vez. "Volvieron, pues, a llamar al hombre que
había sido ciego". Ellos no le dicen claramente: niega que Cristo te ha
curado, sino que so pretexto de celo por la religión, tratan de inducirle a
ello. "Da gloria a Dios", esto es, confiesa que Cristo nada te ha
hecho.
San Agustín, in Joanem tract 44
Es decir,
niega lo que has recibido, lo cual ciertamente no es dar gloria a Dios, sino
blasfemarlo.
Alcuino
De esta
manera querían dar gloria a Dios, haciendo que llamase pecador a Cristo, como
ellos mismos hacían, y por eso añaden: "Nosotros sabemos que ese hombre es
pecador".
Crisóstomo, in Joanem hom 58
Por qué no
le replicasteis cuando os dijo ( Jn 8,46): "¿Quién de vosotros me argüirá
de pecado?".
Alcuino
Pero él,
para no dar lugar a la calumnia ni tampoco ocultar la verdad, no dijo: sé que
El es justo, sino que les contestó: "Si es pecador, no lo sé".
Crisóstomo, in Joanem hom 57
¿Cómo el
mismo que había dicho "Que es profeta", ahora dice: "Si es
pecador no lo sé"? ¿Es acaso que el ciego tiene ahora miedo? De ninguna
manera. Pero él quiere que éste sea el testimonio de la realidad que haga
desaparecer la acusación contra Cristo. Quiere también dar a su respuesta la
fuerza de su reconocimiento: "Una cosa sé: que habiendo yo sido ciego,
ahora veo". Como si dijera: nada digo ahora de si es pecador, pero lo que
puedo asegurar es lo que claramente sé. Como ellos no podían destruir el hecho,
vuelven a la primera cuestión, inquiriendo de nuevo la manera de la curación,
como perros que van olfateando la caza aquí y allí. Y ellos dijeron: "¿Qué
te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" Esto es, ¿por ventura, valiéndose de
alguna ligereza de manos? No le preguntaron: ¿De qué manera has visto?, sino
¿cómo te abrió los ojos?, dando ocasión para desvirtuar el milagro del
Salvador. En tanto que las preguntas que se le hacían necesitaban explicación,
él contesta con mesura; pero cuando ya había triunfado de las argucias
malévolas de los fariseos, contesta con firmeza a las demás preguntas: "Ya
os lo he dicho y lo habéis oído. ¿Por qué lo queréis oír otra vez?". Como
si les quisiera decir: Vosotros no queréis hacer caso de lo que ya os he dicho
y no responderé más a las preguntas que vanamente me hacéis, no para informaros
de la verdad, sino para discurrir razones falsas. "¿Por ventura queréis
vosotros también haceros sus discípulos?"
San Agustín, in Joanem tract 44
¿Qué quiere
decir: "Por ventura también vosotros"? sino, puesto que yo soy su
discípulo, por ventura, ¿queréis vosotros también haceros sus discípulos? Ya
veo, pero no tengo envidia. El hablaba estas cosas indignado contra la dureza
de los judíos; de ciego que había sido, ahora veía y no podía soportar a los
ciegos.
Crisóstomo, ut supra
Así como la verdad tiene un poder irresistible, de la misma manera la mentira es débil; porque la verdad, aun cuando sean débiles aquellos que se amparan con ella, ella los robustece y los hace ilustres, mientras que la mentira hace débiles a los mismos poderosos.
Y prosigue:
"Y le maldijeron diciendo: Seas tú discípulo de El".
San Agustín, ut supra
¡Aquí hay
maldición si atiendes al corazón, no si examinas las palabras! Caiga tal
maldición sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Y añadieron: "Nosotros
somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que habló Dios a Moisés".
¡Ojalá supierais que habló Dios a Moisés! Entonces sabríais que Dios ha sido
anunciado por Moisés. Porque el Señor os dice ( Jn 5,46): "Si creyereis en
Moisés, creeríais en mí, porque de mí es de quien ha escrito". ¿Así seguís
al siervo, volviendo la espalda al Señor? Pues añadís: "Mas éste no
sabemos de dónde sea".
Crisóstomo, ut supra
Preferís y
dais más crédito a lo que oís que a lo que veis con vuestros mismos ojos,
porque todas las cosas que decís que sabéis, las habéis recibido de vuestros
padres. ¿Pero acaso no es más digno de fe Aquel que probó que venía de Dios por
medio de milagros, de los que no sólo habéis oído hablar, sino que vosotros
mismos habéis visto? Por eso: "Aquel hombre les respondió y dijo: 'Cierto
que es ésta cosa maravillosa, que vosotros no sabéis de dónde es y abrió mis
ojos'". En todas partes presenta el milagro, porque éste no podrían
alterarlo y ya habrían sido convencidos por él. Y como habían dicho que un
hombre pecador no puede hacer estos milagros, él se refiere al juicio de ellos,
trayéndoles a la memoria sus propias palabras. Por eso añade: "Sabemos que
Dios no oye a los pecadores", como si dijera: mi opinión y la vuestra son
iguales.
San Agustín, ut supra
Es aún el
ungido el que habla, porque Dios oye también a los pecadores; pues si no los
oyera, en vano diría el publicano: "Dios, muéstrate propicio a mí
pecador" ( Lc 18,13 ). Por aquella confesión mereció su justificación, de
la misma manera que el ciego mereció ser iluminado.
Teófilacto
O bien hay
que decir, que por estas palabras "que Dios no oye a los pecadores",
se quiere significar que Dios no concede a los pecadores el poder de hacer
milagros. Cuando los pecadores imploran el perdón de sus pecados, han sido
trasladados del estado de pecadores al de penitentes.
Crisóstomo, ut supra
Y observad
que lo que él dijo más arriba: "Si El es pecador, no lo sé", no lo
dijo manifestando una duda. Pues aquí no sólo le excusa de pecados, sino que
aún lo confiesa muy agradable a Dios. Y así dice: "Si alguno es temeroso
de Dios y hace su voluntad, a éste oye". No basta, pues, conocer a Dios,
sino que es preciso hacer su voluntad. En seguida publica y ensalza lo que se
había hecho, diciendo: "Nunca fue oído que abriese alguno los ojos de uno
que nació ciego". Si vosotros confesáis que Dios no oye a los pecadores,
observad que este hombre ha hecho un milagro, y tal, que ningún hombre lo hizo
jamás; es evidente que el poder en virtud del cual El ha hecho este milagro, es
más grande que todo poder humano; y por esto añade: "Si Este no fuese de
Dios, no pudiera hacer cosa alguna".
San Agustín, ut supra
Libremente,
constantemente, verazmente. Estas cosas que han sido hechas por el Señor, ¿por
quién habían sido hechas sino por Dios? ¿O cuándo las habrían hecho los
discípulos si el Señor no habitara en ellos?
Crisóstomo, ut supra
Como que
había dicho la verdad, en ninguna cosa le habían confundido. Sin embargo, cuando
convenía principalmente que lo admiraran, entonces lo condenan: "Ellos le
respondieron y dijeron: ¿en pecado eres nacido todo, y tú nos enseñas?"
San Agustín, ut supra
¿Qué quiere
decir la palabra todo, sino aludiendo a la ceguera? Pero el que le ha curado la
vista le ha curado de todo.
Crisóstomo, ut supra
O bien dicen
todo, como si dijeran: Estás en pecado desde tus primeros años. Aquí, pues, le
echan en cara su ceguera, manifestando que había estado ciego por sus pecados,
lo cual no era cierto. Mientras ellos esperaban de él una negación. Lo creen
digno de ser creído; pero ahora lo arrojan fuera.
San Agustín, ut supra
Ellos le
habían hecho maestro, le habían preguntado muchas veces para aprender de él;
pero ahora, ingratos, arrojan al que les enseña.
Beda
Esta es la costumbre de los mayores, que desdeñan aprender algo de los inferiores.
35-41 Oyó
Jesús que le habían echado fuera: y cuando le halló, le dijo: "¿Crees tú
en el Hijo de Dios?" Respondió él y dijo: "¿Quién es, Señor, para que
crea en El?" Y Jesús le dijo: "Y lo has visto, y el que habla
contigo, ése mismo es". Y él dijo: "Creo, Señor", y postrándose
en tierra, le adoró. Y dijo Jesús: "Yo vine a este mundo para juicio: para
que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos". Y lo oyeron
algunos de los fariseos que estaban con él, y le dijeron: "¿Pues qué,
nosotros somos también ciegos?" Jesús les dijo: "Si fuéseis ciegos no
tendríais pecado: mas ahora, porque decís vemos, por eso permanece vuestro
pecado". (vv. 35-41)
Crisóstomo, in Joanem hom 58
El mayor de
los honores está reservado para aquellos que sufren injurias en defensa de la
verdad y por confesar a Jesucristo. Esto es lo que vemos confirmado en el
ciego. Los judíos lo arrojan del Templo, y el Señor del Templo, encontrándolo,
lo recibe, de la misma manera que el que preside los juegos recibe al atleta
que ha peleado legítimamente y ha merecido la corona. "Oyó Jesús que le
habían echado fuera y cuando lo halló le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de
Dios?" El Evangelista manifiesta que Jesús había venido para hablarle.
Cuando el Salvador le pregunta, lo hace no porque ignora cosa alguna, sino
queriendo darse a conocer a sí mismo y manifestar en cuánto estimaba su fidelidad,
como queriendo decir: la turba me ha ultrajado, pero no me da cuidado alguno.
Una sola cosa quiero, y es que tú creas en mí; más vale un hombre que hace la
voluntad de Dios, que diez mil inicuos.
San Hilario, De Trin. 1, 6
Si hubiera
bastado una confesión cualquiera para la perfección de la fe, entonces se le
habría dicho: ¿Crees tú en Cristo? Pero como casi todos los herejes habían de
tener constantemente en sus labios este nombre para confesarlo como Cristo y
sin embargo negarlo como Hijo de Dios, se exige para la fe lo que es
característico de Cristo, a saber: que se crea en Cristo como Hijo de Dios. ¿De
qué sirve creer en el Hijo de Dios, si se le cree como criatura, cuando la fe
en Cristo exige de nosotros que creamos en Cristo no como criatura de Dios,
sino en Cristo como Hijo de Dios?
Crisóstomo, ut supra
Todavía el
ciego no había conocido a Cristo, porque era ciego antes de venir a Cristo y
después de su curación había sido llevado aquí y allí por los judíos.
"Respondió él y dijo: ¿quién es, Señor, para que crea en El?" Palabra
de un alma llena de deseo y ansia de conocer a Aquel de quien tanto ha hablado
y por quien con tanto ardor y entusiasmo ha disputado. Ella no le conoce.
Aprende en El el amor a la verdad. El Señor no le ha dicho aún: "Yo te he
curado"; solamente le ha hablado a medias: "Y lo has visto".
Teófilacto
El le habla
así para traerle a la memoria su curación, pues de El había recibido la vista.
Observad que el que habla ha nacido de María. El mismo es el Hijo de Dios, no
es otro ni diferente, según el error de Nestorio. "Y el que habla contigo,
ése mismo es".
San Agustín, in Joanem tract 44
Ahora
purifica su corazón. Por último, purificado el corazón y limpia la conciencia,
lo reconoce, no ya como Hijo del hombre solamente (como antes lo había creído),
sino como Hijo de Dios, que había tomado la forma humana. "Y él dijo:
Creo, Señor". Poco es creer. ¿Quieres ver de qué manera cree? "Y
postrándose le adoró".
Beda
Ejemplo que
nos enseña que nadie debe rogar al Señor con la cabeza erguida, sino implorar
su misericordia postrado en tierra.
Crisóstomo, ut supra
Así el
ciego, juntando su actitud a sus palabras, confesó el poder divino. Pero el
Señor hizo su fe más ferviente y alentó a los que le seguían. Y dijo Jesús:
"Yo vine a este mundo para juicio".
San Agustín, ut supra
Porque El
era el día, amanecido entre la luz y las tinieblas. Con razón, pues, añade:
"Para que vean los que no ven", porque El disipa las tinieblas. ¿Pero
qué significan las palabras que siguen: "Y los que ven sean hechos
ciegos?" Escuchad lo que sigue: "Y lo oyeron algunos de los fariseos
que estaban con El y le dijeron: ¿Pues qué, nosotros somos también
ciegos?" Las palabras que a ellos perturbaban eran éstas: "Y los que
ven sean hechos ciegos". Jesús les dijo: "Si fuereis ciegos, no
tendríais pecado"; es decir, si conocieseis vuestra ceguedad, recurriríais
a Aquel que puede curarla. "Mas por cuanto decís: vemos, vuestro pecado
permanece", porque juzgándoos con vista, no buscáis al médico que os
pudiera curar. Por eso permanecéis en vuestra ceguedad. Esto es lo que
significa lo que poco antes he dicho: Yo he venido para que vean los que no ven
(esto es, para que vean los que confiesan que no ven y buscan al médico) y los
que ven sean hechos ciegos (esto es, los que creen que ven y por lo tanto no
buscan al médico) permanezcan en la ceguedad. A esta separación es a la que El
llamó juicio cuando dijo: "Yo vine a este mundo para juicio", pero no
que trajo al mundo el verdadero juicio Aquel que juzgará a los vivos y a los
muertos en el fin de los siglos.
Crisóstomo, ut supra
Puede
también entenderse de este otro modo: "Para juicio", esto es, para
mayor castigo, manifestando que los mismos que lo condenaron se han condenado a
sí mismos. Las palabras: "Para que vean los que no ven, y los que ven sean
hechos ciegos", tienen el mismo sentido que aquellas de San Pablo ( Rom
9,30): "Porque las naciones que no buscaban la justicia, encontraron la
justicia que procede de la fe de Cristo; pero Israel persiguiendo la Ley de la
justicia se separó de ella".
Teófilacto
Como si
dijera: He aquí que el que era ciego de nacimiento ya tiene abiertos los ojos
del cuerpo y los del alma; mas los que creían ver, ésos han sido cegados en su
entendimiento.
Crisóstomo, ut supra
Porque hay
dos especies de vista y dos de ceguera: la de los sentidos y la de la
inteligencia. Ellos suspiraban únicamente por las cosas sensibles y sólo se avergonzaban
de la ceguera de los sentidos; de aquí el manifestarles que era preferible que
fueran ciegos, y no que viesen de esta manera. Así les dice: "Si fueseis
ciegos no tendríais pecado", porque vuestra condenación sería menos
terrible; mas ahora decís que veis.
Teófilacto
No
habiéndoos detenido a considerar el milagro hecho al ciego, no sois dignos de
perdón, por no haber sido atraídos a la fe por tales milagros.
Crisóstomo, ut supra
El les
demuestra como su mayor pecado lo que ellos creían que era su mayor gloria; y
al mismo tiempo consoló al que había sido ciego desde su nacimiento, pero ciego
corporalmente. No sin razón dice el Evangelista que: "Lo oyeron algunos de
los fariseos que estaban con El"; pero para recordarnos que esos mismos
eran los que en otra ocasión habían resistido a Cristo y después habían querido
apedrearlo. Al parecer eran de los que le seguían, pero con la mayor facilidad
se cambiaban en enemigos.
Teófilacto
"Si fueseis ciegos" (esto es, desconocedores de las Escrituras) no seríais responsables de tan grande pecado, porque pecabais por ignorancia; mas por cuanto ahora os tenéis por prudentes, sabios y peritos en la Ley, os condenáis vosotros mismos.