“SI TU HERMANO PECA CONTRA TI....” Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Martes de la III semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Mateo
18, 15-17
"Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve y
corrígele entre ti y él solo. Si te oyere, ganado habrás a tu hermano. Y si no
te oyere, toma aun contigo uno o dos, para que por boca de dos o tres testigos
conste toda palabra. Y si no los oyere, dilo a la Iglesia. Y si no oyere a la
Iglesia, tenlo como un gentil y un publicano". (vv. 15-17)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Después de
hablar el Señor con tanta vehemencia contra los que escandalizan,
advirtiéndoles por todas partes, a fin de que no se hagan tan perezosos
aquellos que son el objeto del escándalo, que por evitar un pecado no caigan en
el de la negligencia y tratando ellos de que se les perdone en todo, no se
llenen de orgullo; el Señor los contiene sobre este punto y manda que se les
reprenda, diciendo: "Por lo tanto, si tu hermano pecare contra ti",
etc.
San Agustín, sermones, 82,1,4
El Señor nos
advierte que no debemos despreciar nuestros pecados, ni buscar lo que debemos
reprender, sino ver lo que debemos corregir. Debemos corregir con amor, no con
deseo de hacer daño, sino con intención de corregir; si no lo hacéis así, os
hacéis peores que el que peca. Este comete una injuria y cometiéndola se hiere
a sí mismo con una herida profunda. Despreciáis vosotros la herida de vuestro
hermano, pues vuestro silencio es peor que su ultraje.
San Agustín, de civitate Dei, 1,9
Con
frecuencia la verdad se disimula criminalmente. Unas veces por no enseñar o no
aconsejar a los malos, otras por no corregirlos y evitarles las reprensiones;
ya por no tomarnos ese trabajo, ya por no perder su amistad, ya porque no nos
sirvan de obstáculo y no nos perjudiquen en las cosas temporales, que desea
adquirir nuestra ambición, o que nuestra debilidad tiene miedo de perder. Si
alguno deja de reprender o de corregir a los que obran mal, con el pretexto de
esperar una ocasión más oportuna, o creyendo que no se harán peores, o que no
será un impedimento para enseñar a los que están débiles una vida buena y
piadosa, o que no los retraerán de la fe ni los perseguirán, no me parece que
todo esto se deba a una pasión, sino a un consejo de la caridad. Con mucha más
razón deben corregir con caridad los jefes de las iglesias colocados al frente
de ellas para perdonar, pero no lanzando insultos contra los pecadores. Y no
están exentos de faltas de este género aquellos que, aunque no son superiores,
conocen y no hacen caso de muchas cosas que deberían advertir y de corregir en
aquellos con quienes están íntimamente unidos por el lazo de una vida común y
no los corrigen por evitarse los inconvenientes que les resultarían, por razón
de las cosas temporales de que usan lícitamente, pero en las que se deleitan
más de lo que deben.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Debemos
considerar que el Señor lleva con frecuencia a aquel que ha causado tristeza,
hasta aquel que ha sido entristecido; así lo dice ( Mt 5,23-24): "Si te
acordares de que tu hermano tiene alguna cosa contra ti, ve y reconcíliate con
tu hermano". Y manda el Señor en otra ocasión, que aquel que sufre
injustamente, debe perdonar a su prójimo, según lo que dice en otro lugar:
"Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros
deudores" ( Mt 6,12). Aquí halla otro modo pues no es el ofensor, sino el
ofendido, quien ha de buscar la reconciliación. Como el ofensor no sería fácil
que fuera a pedir perdón, de pura vergüenza y sonrojo, de ahí que manda al
ofendido a que dé este paso, con el fin de corregir lo sucedido. Por eso dice:
"Ve y corrígele".
Rábano
No manda el
Señor que se perdone indistintamente a toda clase de pecadores, sino a los que
oyen, esto es, a los que obedecen y hacen penitencia; de esta manera el perdón
no es difícil, ni la indulgencia demasiado benigna.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Y no dice el
Señor: acusad, reñid, pedid venganza, sino corregid; es decir, recordadle sus
pecados; decidle lo que vosotros sufrís por causa de él, porque él está ebrio
por la ira y la vergüenza y como sumergido en un sueño profundo, y vosotros que
estáis sanos, debéis ir a aquel que está enfermo.
San Jerónimo
Es necesario
que sepáis que si pecare contra vosotros vuestro hermano y por cualquier
concepto os hiriere, no sólo tenéis poder, sino hasta necesidad de perdonarle.
Porque está mandado "que perdonemos a nuestros deudores" y en este
pasaje se dice: "Si pecare contra ti tu hermano"; mas si pecare
contra Dios, esto no es cosa nuestra. Somos benignos con respecto a las
injurias de Dios y en las nuestras, por el contrario, nos tomamos las
represalias.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Por esta
razón hace esta recomendación con relación a aquel que ha sufrido la injuria y
no con respecto a otro. Porque el que ultraja a otro sufre más fácilmente la
corrección del ultrajado, sobre todo si se la hace a solas. No hay cosa que más
aplaque al que ultraja, como el ver que aquel que puede pedirle una reparación,
se toma tanto cuidado por su salud.
San Agustín, sermones, 82,7
Por
consiguiente, cuando peca alguno contra nosotros, debemos tener gran cuidado de
olvidar nuestra injuria, pero no el mal que se ha hecho a nuestro hermano, no
por nosotros, porque es una gloria el olvidar las injurias. Corrijámosle, pues,
a solas y no nos ocupemos más que de la corrección y de perdonarle su vergüenza
porque podrá suceder que él, a causa de la vengüenza que tiene, trate de
defender su pecado y que vosotros, queriéndole corregir, le hagáis peor.
San Jerónimo
El hermano
debe ser corregido, separadamente, no sea que pierda una vez el honor y la
vergüenza y continúe en el pecado.
San Agustín, sermones, 82,7-8
Pero dice el
apóstol "Corrige delante de todos al que peca, para que los demás tengan
también miedo" ( 1Tim 5,20); de donde resulta, que es necesario que sepáis
que en unas ocasiones se debe corregir al hermano a solas y en otras en
presencia de todos. Escuchad y ved lo que es preciso hacer antes: "Si
pecare -dice el Señor- tu hermano contra ti, corrígele tú y él solos".
¿Por qué? ¿Por qué pecó contra ti? ¿Cómo pecó contra ti? Tú sabes que pecó y
porque fue secreto el pecar contra ti, debes buscar el secreto cuando corrijas
las cosas en que pecó. Porque si sólo tú sabes que pecó contra ti, el
corregirle delante de todos no es corregirle, sino delatarle. Pecó, pues, tu
hermano contra ti y sólo tú lo sabes; entonces pecó realmente contra ti sólo;
pero si te ha injuriado oyéndolo muchos, ha pecado también contra aquellos a
quienes hizo testigos de su iniquidad. Es necesario, pues, corregir delante de
todos a aquellos que han pecado delante de todos y en secreto a los que han
pecado en secreto. Distinguid los tiempos y concordad las Escrituras. ¿Y por
qué corriges al prójimo? ¿Por qué te dueles de que haya pecado contra ti? ¡No
lo quiera Dios! Si lo haces por el amor que te tienes, nada haces; pero si lo
haces por amor del prójimo, obras muy bien. Considera las palabras del texto,
para ver si lo debes hacer por ti o por el prójimo; las palabras son éstas:
"Si te oyere, ganado habrás a tu hermano", etc.; luego, para ganar a
tu hermano, hazlo por él; acuérdate de que tú has perecido pecando contra el
hombre. Porque si no habías perecido, ¿cómo te hubiera él ganado a ti? Nadie
desprecie, pues, la ofensa hecha a un hermano.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Manifiesta
el Señor en esas palabras que la enemistad es un perjuicio para los dos que se
enemistan y por eso no dijo: "Que él se ganó a sí mismo, sino que tú le
has ganado a él". Por donde se ve que tanto tú como él habíais sufrido un
perjuicio a causa de vuestra discordia.
San Jerónimo
Adquirimos
nuestra propia salvación mediante la salvación de otro.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Lo que
debemos hacer, si no hemos persuadido a nuestro hermano, lo dice el Señor con
estas palabras: "Y si no te oyere, toma aun contigo uno o dos", etc.
Cuanto más desvergonzado y terco fuere, tanto más conviene aplicarle la
medicina, pero sin moverle a la cólera y el odio. No desiste el médico, cuando
ve que no cede la enfermedad, sino que entonces es cuando más se prepara para
vencerla. Ved, pues, cómo no debemos proponernos la venganza, sino la enmienda
en la corrección; atendido esto, no manda que en seguida se tomen dos, sino
cuando no quisiere corregirse y ni aun en este caso quiere que se le mande al
pueblo, sino que se le corrija delante de uno o de dos, según previene la Ley,
que dice: "Que toda palabra salida de la boca de dos o tres testigos sea
tenida por estable"; que es como si dijera: tenéis un testimonio, habéis
hecho lo que está de vuestra parte.
San Jerónimo
También
puede entenderse de este modo. Si no te ha querido escuchar, preséntale tan
solo a un hermano y si a éste no oyere, preséntale al tercero, ya para que se
corrija por vergüenza o por vuestro consejo, o ya para que vea que obráis
delante de testigos.
Glosa
O para que
si dijere que él no había pecado, prueben los testigos que él ha pecado.
San Jerónimo
Además, si
ni aun a éstos quisiere oír, entonces se debe decir delante de muchos, con el
objeto de que le detesten todos y de que lo que no pudo salvar el pudor, lo
salven los oprobios; de aquí sigue: "Y si no los oyere, dilo a la
Iglesia".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,2
Es decir, a
los que están al frente de la Iglesia.
Glosa
O también
dilo a toda la Iglesia, para que él pase mayor vergüenza. Después de todo esto
debe seguir la excomunión, que es preciso se haga por boca de la Iglesia, esto
es, por el sacerdote, que cuando excomulga lo hace con él toda la Iglesia. Por
eso dice: "Y si no oyere a la Iglesia", etc.
San Agustín, sermones, 82,7
No queráis
desde entonces contarle entre los hermanos, sin embargo, procurad su salvación.
Porque tampoco contamos en el número de hermanos a los extraños, es decir, a
los gentiles y a los paganos y sin embargo, tratamos de salvarlos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
El Señor, no
obstante, no nos ha mandado jamás, con respecto a los que están fuera de la
Iglesia, una cosa parecida a la que nos manda aquí sobre la corrección de los
hermanos. Porque en cuanto a los extraños, dice ( Mt 5,39): "Si alguno te
hiriere en la mejilla, preséntale también la otra" y San Pablo ( 1Cor
5,12): "¿Cómo he de juzgar a los que están fuera?" Pero nos manda, en
cuanto a los hermanos, que los reprendamos y los alejemos.
San Jerónimo
En las
palabras: "Tenlo como un gentil y un publicano", nos da a entender el
Señor que debemos detestar más a aquel que con el nombre de cristiano practica
las obras de los infieles, que aquellos que son claramente paganos. Se da el
nombre de publicanos a los que buscan las ganancias del mundo y exigen
impuestos por medio de tráficos, engaños, hurtos y de perjurios horribles.
Orígenes, homilia 6 in Matthaeum
Veamos que es posible que esta máxima no comprenda toda clase de pecados. Pero si alguno ha cometido alguno de esos pecados que conducen a la muerte -por ejemplo, si ha profanado su propio sexo, si es adúltero, homicida o afeminado- ¿hay razón para que a semejante hombre le reprenda uno solo y a solas y decir, si escuchase, le ha ganado y si no escuchase, no debe ser arrojado de la Iglesia hasta que le reprenda la Iglesia delante de testigos y se vea que después de esta reprensión persiste en el mal? Hay algunos, que mirando a la inmensa misericordia de Cristo, enseñan que, no haciendo las palabras de Cristo distinción de pecados, obran contra la misericordia de Cristo los que aplican las palabras de Cristo tan sólo a los pecados veniales; otros, por el contrario, considerando prudentemente las palabras de Cristo, defienden que no son aplicables a toda clase de pecados, puesto que el que comete pecados graves es hermano tan sólo en el nombre y según el apóstol ( 1Cor 5), "no es lícito ni aun comer con él". Ahora bien, los que dicen que este pasaje no comprende toda clase de pecados, abren la puerta del pecado a los negligentes; y los que defienden que en los pecados veniales y no en los mortales es donde debe mirarse como gentil y publicano al pecador que no ha querido oír la reprensión delante de testigos de la Iglesia, parece que introducen una doctrina cruel. Nosotros no podemos afirmar que el hombre no tenga más remedio que el de perecer, Primero, porque si no ha obedecido a las tres reprensiones, puede obedecer a la cuarta; además, porque algunas veces, cosa casi necesaria en este mundo, no se da al hombre según sus obras, sino algo más de lo que pecó. Finalmente, porque no dijo el Señor: Sea tenido como un gentil y un publicano, sino tenedlo vosotros. Por consiguiente, el que no se corrige de un pecado leve después de la tercera reprensión, es para nosotros como un gentil o un publicano, de quien nos debemos separar para que se cubra de vergüenza. Ahora, el afirmar si delante de Dios es o no un gentil o publicano, no es de nuestra competencia, pertenece sólo al juicio de Dios.
18-20
"En verdad os digo que todo aquello que ligareis
sobre la tierra, ligado será también en el cielo: y todo lo que desatareis
sobre la tierra, desatado será también en el cielo. Dígoos además que si dos de
vosotros se convinieren sobre la tierra, de toda cosa que pidieren les será
hecho por mi Padre, que está en los cielos. Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos". (vv. 18-20)
San Jerónimo
Como el
Señor había dicho: "Y si no oyere a la Iglesia, tenedlo como gentil y
publicano" ( Mt 8,17) y pudiera acontecer que el hermano, despreciado de
este modo, contestara o pensara de esta manera: Si vosotros me despreciáis, yo
os desprecio a vosotros; si vosotros me condenáis, yo os condeno a vosotros. El
Señor dio a los apóstoles un poder tal, que no puede quedar duda a los
condenados por ellos de que la sentencia humana está confirmada por la
sentencia divina. Por eso dice: "En verdad os digo que todo aquello que
ligareis", etc.
Orígenes, homilia 6 in Matthaeum
No dijo el
Señor en los cielos como había dicho a Pedro, sino en el cielo porque no es tan
perfecto este poder como el que dio a Pedro.
San Hilario, in Matthaeum, 18
Estas
palabras =en que demuestra Aquel que encierra en sí todas las cosas la
inmutabilidad del juicio de la severidad apostólica= nos deben inspirar el
mayor temor; de suerte que aquellos a quienes ligaren, esto es, abandonaren
atados con los nudos de los pecados y aquellos a quienes desataren, es decir,
recibieren la salvación con la concesión del perdón, quedan ligados o desatados
en los cielos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,2
Es de observar
que no dijo al Primado de la Iglesia: Liga a tal, sino si vosotros atareis, las
ligaduras serán indisolubles, como dejando esto a su juicio. Ved cómo ata el
Señor con dobles ligaduras al incorregible: con la pena actual, es decir, con
la separación de la Iglesia, de la que ya ha hablado el Señor, cuando dijo:
"Tenedle como un publicano" ( Mt 18,17), y con el suplicio futuro de
quedar atado en el cielo, a fin de que con la multitud de juicios se desvanezca
la cólera del hermano.
San Agustín, sermones, 82,7
O de otra
manera, habéis comenzado vosotros a mirar a vuestro hermano como a un
publicano, le ligáis sobre la tierra; pero, mirad que le liguéis con justicia
porque la justicia rompe las cadenas injustas. Mas cuando hayáis corregido a
vuestro hermano y hayáis convenido con él, le habéis desatado sobre la tierra y
una vez desatado en la tierra, queda desatado en el cielo. Hacéis mucho bien,
no a vosotros sino a él, porque él no os perjudicó a vosotros, sino que se
perjudicó a sí mismo.
Glosa
El Señor
apoya, no sólo la excomunión, sino también las súplicas que hacen los que están
unidos en la unidad de la Iglesia, cuando añade: "Dígoos además que si dos
de vosotros se convinieren sobre la tierra", o recibiendo a un penitente,
o rechazando a un soberbio, o sobre cualquier otro asunto de que trataren, pero
que no sea opuesto a la unidad de la Iglesia, "les será hecho por mi
Padre, que está en los cielos". Por las palabras: "Que está en los
cielos", manifiesta que está sobre todas las cosas y que de esta manera
puede conceder lo que se le pide. O también: "Está en los cielos", es
decir, en los santos; lo que prueba que El concederá a los santos lo que le
pidieren porque tienen ellos en sí mismos a Aquel a quien piden; de aquí
resulta confirmada la sentencia de los que convienen porque Dios habita con
ellos y por eso sigue: "Porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy en medio de ellos".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. non. occ
O también
dijo: "Hecho les será por mi Padre". Para demostrar que El concede al
mismo tiempo que el Padre, añade: "Donde están dos o tres congregados en
mi nombre, allí estoy en medio de ellos".
Orígenes, homilia 6 in Matthaeum
Y no dijo:
Estaré en medio de ellos, sino "estoy". Porque en seguida que se
convienen algunos, se encuentra Cristo en ellos.
San Hilario, in Matthaeum, 18
Porque El,
que es paz y caridad, colocará su asiento y habitación en las voluntades buenas
y pacíficas.
San Jerónimo
En otras
palabras, todo lo que precede nos llama a la concordia y por ella nos promete
una recompensa y diciéndonos que El estará en medio de nosotros, nos estimula a
que marchemos con rapidez hacia la paz.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60.2
Mas no dijo simplemente: "Porque donde están congregados", sino que añadió: "En mi nombre"; que es como si dijera: Si yo soy el motivo principal de la amistad que uno tiene con su prójimo, estaré con él, si es virtuoso en lo demás. ¿En qué consiste que los que se convienen entre sí no consiguen lo que piden? Primero, porque no piden lo que les conviene; segundo, porque no son dignos los que piden y porque no llevan las disposiciones convenientes. Por eso dice: "Si dos de vosotros", es decir, los que hacéis una vida evangélica; tercero, porque suplican, exigiendo la venganza contra aquellos que los han entristecido; cuarto, porque piden por los pecadores impenitentes.
Orígenes, homilia 6 in Matthaeum
Este es el motivo para que no sean oídos cuando suplican. Porque no estamos conformes con nosotros mismos en todas las cosas sobre la tierra, ni en cuanto al dogma, ni en cuanto a la vida y así como no agrada la música si no hay armonía en las voces, así la Iglesia, si no hay concordia en ella, ni agrada a Dios, ni es oída por El.
San Jerónimo
También
podemos entender este pasaje en sentido espiritual, en el sentido de que donde
el espíritu y el alma y el cuerpo están unidos entre sí y no ofrecen el
espectáculo de las voluntades que se hacen la guerra, obtendrán ellos lo que
pidieren al Padre. Porque es indudable que cuando el cuerpo quiere lo mismo que
el espíritu, la petición versa sobre las cosas buenas.
Orígenes, homilia 6 in Matthaeum
O también que allí donde están unidos los dos Testamentos, la súplica, cualquiera que sea su objeto, es agradable a Dios.
21-22
Entonces Pedro, llegándose a él, dijo: "Señor,
¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete
veces?" Jesús le dice: "no te digo hasta siete, sino hasta setenta
veces siete veces". (vv. 21-22)
San Jerónimo
El Señor
había dicho anteriormente: "Guardaos de tener en poco a uno de estos
pequeñitos" ( Mt 18,10) y añadió: "Si pecare tu hermano contra ti,
recíbelo" ( Mt 18,15), etc. y prometió una recompensa diciendo: "Si
dos de vosotros se convinieren, toda cosa que pidieren les será hecha",
etc.; provocado el apóstol Pedro por estas palabras, hace una pregunta y ved
aquí lo que de ella se dice: "Entonces Pedro, llegándose a El, dijo:
Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré?" etc. Y
añade a la pregunta su parecer diciendo: "¿Hasta siete veces?"
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,1
Creyó él
haber dicho muchas veces, pero ved la contestación de Cristo amigo del hombre:
"Jesús le dice: no te digo hasta siete veces", etc.
San Agustín, sermones, 83,3
Me atrevo a
decir, que aunque pecare setenta veces ocho veces, le perdonéis y si cien veces
y cuantas veces pecare, perdonadle. Porque si Cristo encontró mil pecadores y
sin embargo, a todos los perdonó, no debéis limitar la misericordia. Porque
dice el apóstol ( Col 3,13): "Perdonaos mutuamente las ofensas que hayáis
cometido los unos contra los otros, como Dios os perdonó a vosotros en
Cristo".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,1
Las palabras
"setenta veces siete veces" no significan un número determinado, de
suerte que el perdón concluya con el número, sino que expresa que debe ser
siempre y sin interrupción.
San Agustín, sermones, 83,7
Sin embargo,
no puso el Señor ese número sin su objeto. La ley fue dada en diez preceptos y
si la ley está comprendida en el número diez, el pecado está significado por el
número once. Porque ya pasa del diez y lo quebranta; el número siete suele
tomarse por un todo porque el tiempo corre entero entre los siete días y once
veces siete forman setenta y siete y El quiso que se perdonaran todos los
pecados porque con el número setenta y siete quiso significar todos los
pecados.
Orígenes, homilia 6 in Matthaeum
O también
porque el número seis parece designar la obra y el trabajo y el número siete la
cesación y el reposo. Por consiguiente, aquel que ama al mundo y ejecuta las
cosas que hay en él, u obra las cosas del mundo, peca siete veces. Pedro
comprendió algo de esto, cuando preguntó si a las siete veces se debía
perdonar; pero como Cristo sabía que algunos cometerían más pecados que los
comprendidos en ese número, añadió al siete el número setenta, expresando de
este modo que se debía perdonar a los hermanos que viven en el mundo y que
pecan en el uso de las cosas de este mundo; pero si alguno pecare más de esos
pecados, ya no tendrá perdón.
San Jerónimo
También
puede entenderse el número setenta veces siete, esto es, cuatrocientas noventa
veces, en el sentido de que se debe perdonar al hermano tantas veces cuantas
pecare.
Rábano
De una manera, sin embargo, se da el perdón al hermano que lo pide, a saber: uniéndonos a él con los lazos de la caridad, como hizo José con sus hermanos y de otra manera, al enemigo perseguidor, a saber, deseando y si nos es posible, haciendo el bien como hizo David cuando lloró a Saúl.