Sábado de la I semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn
12, 12-19 Y el día siguiente, una grande muchedumbre de gente, que
había venido a la fiesta, cuando oyeron que venía Jesús a Jerusalén, tomaron
ramos de palmas y salieron a recibirle, y clamaban: "Hosanna, bendito, el
que viene en el nombre del Señor, el rey de Israel". Y halló Jesús un
jumentillo y se sentó sobre él, como está escrito: No temas, hija de Sión: he
aquí tu rey, que viene sentado sobre un pollino de una asna. Esto no
entendieron sus discípulos al principio; mas cuando fue glorificado, entonces
se acordaron que estaban estas cosas escritas de El y que le hicieron estas
cosas. Y daba testimonio la mucha gente que estaba con Jesús, de cuando llamó a
Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos. Y por esto vinieron a
recibirle las gentes; porque habían oído que El había hecho este milagro. Mas
los fariseos dijeron unos a otros: "¿No veis que nada adelantamos? Mirad
que todo el mundo se va en pos de El". (vv. 12-19)
Crisóstomo In Ioannem hom., 64.
Mandaba la
Ley ( Ex 12), que en el día décimo de la luna del primer mes se encerrara en
casa un cordero o un cabrito hasta el día catorce de la luna del mismo mes, en
que debería sacrificarse por la tarde. Por eso el verdadero cordero inmaculado,
escogido entre todos los rebaños, debía ser sacrificado por la santificación
del mundo; subió a Jerusalén antes de los cinco días, esto es, el diez de la
luna 1.
San Agustín In Ioannem tract., 51.
Cuál había
sido el resultado de su predicación, y cuál el rebaño que había escuchado la
voz del pastor (de entre todos los que habían perecido de la casa de Israel),
se puede deducir de las palabras que siguen: "Y el día siguiente, una
grande muchedumbre de gente había venido a la fiesta, tomaron ramos de
palmas", etc. Los ramos de palmas son alabanzas y significan la victoria
que por su muerte había de conseguir el Salvador, conquistando del demonio los
trofeos de la cruz.
Crisóstomo In Ioannem hom., 65.
Ellos
demostraban así que creían de El que era más que Profeta. "Y salieron a
recibirle y clamaban: Hosanna", etc.
San Agustín ut supra.
La palabra
hosanna es una voz de súplica y expresa un sentimiento de afecto más bien que
otra cosa alguna, a la manera de las interjecciones latinas.
Beda.
Esta palabra
se compone de la raíz osi que significa salva, y de anna que es la partícula,
interjección de súplica 2.
Las palabras "Bendito el que viene en el nombre del Señor" deben
entenderse en el nombre del Dios Padre, aun cuando podría entenderse también en
su nombre, porque también El es el Señor. La primera interpretación nos parece
más obvia, pues El nos dice por boca de San Juan ( Jn 5,43): "Yo he venido
en nombre de mi Padre". El no pierde su divinidad cuando nos enseña la
humildad.
Crisóstomo ut supra.
Esto es lo
que más influyó para que todos creyeran en Cristo, que no es contrario a Dios.
Y esto es lo que levantaba más el ánimo del pueblo, el decir El que venía del
Padre. De estas palabras se deduce que El es Dios, porque hosanna significa sálvalos,
y la Escritura sólo atribuye a Dios la salvación. Además, porque es
verdaderamente Dios (dicen) aquel que viene, no aquel que es enviado; porque
esto es en cierto modo propio de siervo; aquello es propio de señor. La misma
significación tienen las palabras que añaden: "En el nombre del
Señor", con las que claramente expresan que viene no en nombre de siervo,
sino en el del Señor.
San Agustín ut supra.
¿Qué extraño
había de ser que el Rey de los siglos se hiciera Rey de los hombres? Porque
Cristo no se hizo Rey de Israel para imponer un tributo, o para armar un
poderoso ejército; se hizo Rey de Israel para ilustrar las almas y conducirlas
al reino de los cielos. El haber querido hacerse Rey de Israel, fue dignación
suya, no exaltación; señal de compasión, no de poder, pues el mismo que es
llamado Rey de los judíos en la tierra, es el Señor de los ángeles en el cielo.
Teofilacto.
Los judíos lo llamaban Rey de Israel, como soñando con un rey verdadero, pues esperaban que se levantaría un rey superior a la naturaleza humana que los librara del yugo de los romanos.
De qué
manera entró el Señor, el evangelista lo dice: "Y halló Jesús un
jumentillo", etc.
San Agustín ut supra.
Aquí se dice
esto de una manera muy breve; en los otros evangelistas se encuentra bien
explicado cómo se hizo esta entrada. En el pollino de una asna, en el que
ningún otro se había sentado (circunstancia que hacen notar los otros
evangelistas), está representado el pueblo gentil, que no había recibido la Ley
del Señor; y en la asna (pues uno y otra fueron llevados al Señor), el que
descendió del pueblo de Israel.
Crisóstomo ut supra.
Esto lo hizo
en un sentido profético y figurativo, dando a entender que los gentiles, pueblo
inmundo y grosero, debían someterse, y cumplir así una profecía.
San Agustín ut supra.
También se da
a este hecho un sentido profético, para manifestar que los perversos príncipes
de los judíos no lo entendían de Aquel en quien se estaba cumpliendo lo que
ellos leían. Así, añade el evangelista: "Como está escrito: no temas, hija
de Sión. He aquí tu Rey que viene sentado sobre un pollino de una asna".
Aquel pueblo representaba la hija de Sión, esto es, Jerusalén, llamada Sión,
que es a quien se dice: "No temas" (a El). Reconoce a Aquel a quien
tú ensalzas y no tiembles cuando lo veas padecer, porque su sangre será
derramada para expiación de tus pecados y para rescatar tu vida.
Crisóstomo ut supra.
O bien de esta manera: como sus reyes habían sido injustos con ellos y los habían expuesto a muchas guerras, confiad, les dice. Este no es así, sino que es dulce y lleno de mansedumbre; el asno sobre el que viene montado da testimonio de ello, pues no entraba rodeado de poderoso ejército, sino trayendo solamente un jumento.
Notad la
sabiduría del evangelista, que no tiene reparo alguno en publicar el primitivo
estado de ignorancia de ellos, puesto que añade: "Esto no entendieron sus
discípulos al principio, sino cuando fue glorificado Jesús".
San Agustín ut supra.
Cuando hizo
brillar la virtud de su resurrección, entonces se acordaron que estas cosas se
habían escrito de El, y que éstas mismas eran las que ellos habían hecho en su
honor, esto es, no más que las que estaban escritas sobre El.
Crisóstomo ut supra.
Ellos
ignoraban esto, porque el Señor no se lo había revelado; porque los habría
escandalizado si siendo Rey hubiera sufrido tales tormentos, y tampoco habrían
comprendido en un principio de qué reino les hablaba, y hubieran creído que era
de este reino temporal.
Teofilacto.
Mira las
consecuencias de la pasión: Jesús resucitó a Lázaro, reservando este prodigio
para el último de todos, y éste fue causa de que muchos vinieran y creyeran en
El. "Y daba testimonio la mucha gente que estaba con Jesús, de cuando
llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos. Y por esto
vinieron a recibirle las gentes, porque habían oído, que El había hecho este
milagro". De aquí la envidia y las maquinaciones. "Mas los fariseos
dijeron unos a otros: ¿No veis que nada adelantamos? Mirad que todo el mundo se
va en pos de El".
San Agustín ut supra.
La
muchedumbre alborota a la muchedumbre. ¿Por qué causa esta turba ciega se llena
de envidia al ver que todo el mundo va en pos de Aquel por quien el mundo ha
sido hecho?
Crisóstomo ut supra.
Llama aquí
turba al mundo. Me parece a mí que quiere referirse a la turba de aquellos que
pensaban bien de Cristo, pero que no se atrevían a darlo a conocer. Además les
hacía ver cuán inútiles eran los intentos de ellos, que se proponían cosas
imposibles.
Teofilacto.
Como si
dijera: Cuanto más maquinéis, tanto más se aumenta y extiende su gloria. ¿De
qué han servido tantas asechanzas?
Notas
1. La pascua se celebra en el mes de Nisán, que es el primero del año en el calendario lunar hebreo. El primer día del mes corresponde a la luna nueva. No hay, pues, correspondencia exacta con el calendario solar gregoriano. El mes de Nisán cae hacia marzo o abril. El día 10 cada familia debía procurar un cordero, para sacrificarlo el día 14, y consumirlo en las primeras horas del 15.
2. Del hebreo, hosi'ana, ¡ayúdanos, pues!, o bien, ¡sálvanos ya! Era una exclamación de uso litúrgico solemne, y había adquirido carácter de aclamación.
20-26 Y
había allí algunos gentiles de aquellos que habían subido a adorar en el día de
la fiesta. Estos, pues, se llegaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y
le rogaban diciendo: "Señor, queremos ver a Jesús". Vino Felipe y lo
dijo a Andrés, y Andrés y Felipe lo dijeron a Jesús. Y Jesús les respondió
diciendo: "Viene la hora en que sea glorificado el Hijo del hombre. En
verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo, que cae en la tierra, no
muriese, él solo queda; mas si muriese, mucho fruto lleva. Quien ama su alma,
la perderá; y quien aborrece su alma en este mundo, para vida eterna la guarda.
Si alguno me sirve, sígame; y en donde yo estoy, allí también estará mi
ministro. Y si alguno me sirviese, le honrará mi Padre". (vv. 20-26)
Beda.
El templo
del Señor, construido en Jerusalén, era tan celebrado, que en los días de
fiesta concurrían a él no solamente los vecinos, sino otras muchas gentes de
lejanos países, como se lee en los Hechos de los Apóstoles del eunuco de
Candace, reina de los etíopes. En fuerza de tal costumbre, habían venido aquí
para adorar los gentiles de que nos ocupamos. "Y había allí algunos
gentiles de aquellos que habían subido a adorar en el día de la fiesta".
Crisóstomo In Ioannem hom., 65.
De los que
estaban dispuestos a hacerse luego sus prosélitos. Y así, habiendo oído hablar
de Cristo, quieren verlo. "Estos, pues, se llegaron a Felipe, que era de
Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo: Señor, queremos ver a Jesús".
San Agustín In Ioannem tract., 51.
He aquí que los judíos quieren matarlo, y los gentiles lo quieren ver. Pero, por otra parte, de entre los judíos eran los que clamaban ( Jn 12,13): "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!". Los unos se han sujetado a la ley de la circuncisión, los otros son incircuncisos. Son como dos murallas de distinto origen y que vienen a reunirse por un ósculo de paz en la misma fe de Cristo.
"Vino
Felipe y le dijo a Andrés".
Crisóstomo ut supra.
Felipe le
comunica el asunto a Andrés, pues éste le precedía. Pero él había escuchado
esas palabras: "No vayáis a camino de gentiles" ( Mt 10,5). Entonces
refiere al Maestro lo que habla con el discípulo, de donde se sigue: Andrés y
Felipe dijeron a Jesús.
San Agustín In Ioannem tract., 52.
Oigamos la
voz de la piedra angular, que es la siguiente: "Y Jesús les respondió
diciendo: viene la hora en que sea glorificado el Hijo del hombre". Quizá
creerá alguno que El dijo glorificado porque los gentiles querían verlo. Pero
no es así, sino que veía que los gentiles en todas las naciones habían de creer
en El, después de su pasión y de su resurrección. Con ocasión, pues, de estos
gentiles que deseaban verlo, anuncia la futura plenitud de las naciones y
promete que ya es llegada la hora de esta glorificación en los cielos, después
de la cual las naciones habían de creer, conforme a aquellas palabras del
profeta ( Sal 56,6; 107,6): "Seas ensalzado, oh Dios, sobre los cielos, y
sobre toda la tierra tu gloria". Pero convino que se manifestara la
exaltación de su gloria de tal manera que estuviera precedida de la humildad de
su pasión. Y por eso añade: "En verdad, en verdad os digo, que si el grano
de trigo que cae en la tierra no muere, queda él solo; mas si muere, lleva
mucho fruto ". El decía de sí que era el grano que debía triturar la
infidelidad de los judíos, pero que la fe de las naciones debía multiplicar.
Beda.
Porque El ha
sido sembrado en este mundo de la semilla de los profetas, esto es, se encarnó
para que, muriendo, resucitase multiplicando. El murió solo y resucitó
acompañado de muchos.
Crisóstomo ut supra.
Y como con
las palabras no podía convencerlos suficientemente, se vale de un ejemplo,
porque el trigo da mucho más fruto después que muere. Y si esto sucede en las
semillas, con mayor razón en Mí. Por otra parte, como debía enviar a sus
discípulos a las naciones y ve a los gentiles abrazar la fe, les manifiesta que
ya es tiempo de acercarse a la cruz. No los envió a las naciones sin que antes
los judíos se estrellasen contra El y lo crucificasen. Y como previó que sus
discípulos habían de contristarse por lo que les había dicho acerca de su
muerte, para mayor abundancia les dice: No solamente debéis soportar con
paciencia mi muerte, sino que vosotros mismos debéis morir, si es que queréis
conseguir algún fruto. Y esto es lo que quiere significar por aquellas
palabras: "Quien ama su alma la perderá".
San Agustín ut supra.
De dos
maneras puede entenderse este pasaje: el que ama, perderá; esto es, si amas
perecerás; si deseas vivir en Cristo, no temas morir por Cristo. Y también de
este otro modo: el que ama su alma, la perderá. No la ames en esta vida, para
no perderla en la eterna. Este último me parece que es el sentido del
Evangelio, pues añade: "Y el que aborrece su alma en este mundo",
etc. Luego, lo dicho más arriba, se entiende en este mundo.
Crisóstomo In Ioannem hom., 66.
Ama su alma
en este mundo aquel que pone por obra los deseos desordenados, y la aborrece el
que resiste sus malas pasiones. Y no dijo aquel que no cede a ella, sino aquel
que la aborrece. Y a la manera que nosotros no podemos ni aun soportar la voz
ni la presencia de aquellos que aborrecemos, del mismo modo debemos apartar nuestra
alma cuando nos induce a que hagamos cosas contrarias a Dios, y que por lo
mismo le desagradan.
Teofilacto.
Mas como era
demasiado duro oír que "es necesario aborrecer al alma", da el
consuelo con las palabras "en este mundo", enseñando la circunstancia
de tiempo, pues no manda que aborrezcamos eternamente al alma, y a continuación
señala la recompensa: "Para vida eterna la guarda".
San Agustín In Ioannem tract., 51.
Pero mira,
no te asalte la tentación de querer matarte a ti mismo, entendiendo que de este
modo aborreces en este mundo a tu alma; de aquí toman motivo muchos malignos y
perversos homicidas para entregarse a las llamas, arrojarse al agua o por un
precipicio, y perecen. No es esto lo que enseñó Cristo: antes, por el
contrario, al diablo, que le sugería para que se arrojase desde una altura, le
respondió ( Mt 4,10): "Vete, Satanás". Pero cuando las circunstancias
sean tales que se te ponga en la alternativa de obrar contra la Ley de Dios, o
salir de esta vida amenazándote con la muerte el perseguidor, entonces es
cuando debes aborrecer tu alma en este mundo para conservarla en la otra vida.
Crisóstomo ut supra.
Cara es esta
vida para aquellos que están apegados a ella; pero si alguno elevase los ojos
al cielo, considerando que allí es donde están todos los bienes, menospreciará
pronto la vida presente. Porque cuanto más claro se viere lo mejor, se
desprecia lo peor. Y esto es lo que Cristo quería infundirnos, cuando añade:
"El que me sirve, sígame", esto es, imíteme. Dice esto de la muerte y
de la imitación por medio de las obras, porque es preciso que el que sirve siga
a aquel a quien sirve.
San Agustín ut supra.
Qué sea
servir a Cristo, lo encontramos en sus mismas palabras: "Si alguno me
sirve", etc. Ahora bien, sirven a Jesús los que no buscan su gloria
propia, sino la de Jesucristo. Esto es lo que quiere decir "sígame";
ande mis caminos, no los suyos, haciendo por Cristo no solamente aquellas obras
de misericordia que pertenecen al cuerpo, sino hasta aquélla de sublime
caridad, que es dar la vida por sus hermanos. ¿Pero cuál será el fruto de esto?
¿Cuál la recompensa? Hela aquí: "Y en donde yo estoy, allí también estará
mi ministro". Amese de balde a fin de que el precio de la obra con que se
sirve sea estar con El.
Crisóstomo ut supra.
Manifiesta de esta manera que la resurrección sucederá a la muerte. "En donde yo estoy" dice, porque antes de la resurrección Cristo estaba en los cielos; elevemos, pues, allí, nuestro corazón y nuestra alma.
"Y si
alguno me sirviese, le honrará mi Padre".
San Agustín ut supra.
Estas
palabras debemos tomarlas como explicación de lo que antes había dicho:
"Allí también estará mi ministro". Porque, ¿qué mayor honra puede
recibir el hijo adoptado que la de estar allí en donde está el Unico?
Crisóstomo ut supra.
No dijo, pues, Yo le honraré, sino "le honrará mi Padre"; porque aún no tenían de El la opinión que convenía, y creían que era mayor la gloria del Padre.
27-33 "Ahora
mi alma está turbada. ¿Y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas por eso he
venido a esta hora. Padre, glorifica tu nombre". Entonces vino una voz del
cielo que dijo: "Yo lo he glorificado, y otra vez lo glorificaré".
Las gentes que estaban allí, cuando oyeron la voz, decían que había sido un
trueno. Otros decían: "Un ángel le ha hablado". Respondió Jesús, y
dijo: "No ha venido esta voz por mi causa, sino por causa de vosotros.
Ahora es el juicio del mundo; ahora será lanzado fuera el príncipe de este mundo.
Y si yo fuere alzado de la tierra, todo lo atraeré a mí mismo". (Y decía
esto para mostrar de qué muerte había de morir). (vv. 27-33)
Crisóstomo In Ioannem hom., 66.
Como el
Señor había exhortado a sus discípulos a la muerte, a fin de que no se diga que
viendo de lejos los sufrimientos, como hombre le es fácil filosofar sobre este
punto y darnos consejos, quedándose El seguro de todo peligro, se nos
manifiesta en su agonía, y no temiendo la muerte por los bienes inmensos que de
ella había de reportar. Por eso dice: "Ahora mi alma está turbada".
San Agustín In Ioannem tract.,.
Yo creo
escuchar: el que aborrece su alma en este mundo, para la vida eterna la guarda,
y arde en deseos de menospreciar al mundo, y ante mi vista nada son los bienes
de este mundo por muy duraderos que sean. Todas las cosas temporales me parecen
viles y despreciables por amor a las eternas. Y otra vez vuelvo a escuchar al
Señor, que dice: "Ahora mi alma está turbada". Me mandas que acompañe
a tu alma y veo que tu alma está turbada; ¿cuál será mi fundamento si la piedra
sucumbe? Reconozco, Señor, vuestra misericordia, porque turbándoos por un
exceso de caridad, consoláis así a muchos que forman parte de vuestro cuerpo y
que no pueden menos de turbarse a causa de debilidad. Vos les consoláis a fin
de que no perezcan por la desesperación. Sobre sí, pues, quiso nuestra cabeza
tomar todas las enfermedades de sus miembros, y por eso no ha sido turbado por
nadie, sino que, como se indica, "se turbó a sí mismo" ( Jn 11,33).
Crisóstomo ut supra.
Al
aproximarse a la cruz, hace ver lo que en El hay de humano, y a la naturaleza
que no quiere morir, porque está apegada a la vida actual, enseñando que El no
está libre de las pasiones humanas, y que no es un crimen desear la vida
presente, como tampoco lo es el tener hambre. Cristo tenía su cuerpo limpio de
pecado, pero no estaba exento de las necesidades de la naturaleza. Esto era
efecto de la economía de su encarnación y no pertenecía a la divinidad.
San Agustín ut supra.
Por último,
el hombre que quiera seguir, oiga en qué hora debe hacerlo. La hora terrible se
acerca quizá; se presenta la ocasión, o de cometer la iniquidad, o de soportar
el sufrimiento. El alma débil se turba. Oye, pues, lo que añade: "¿Y qué
diré?".
Beda.
¿Qué otra
cosa es esto, sino instruir a mis seguidores? "Padre, sálvame de esta
hora".
San Agustín ut supra.
Te he
enseñado a quién debes invocar, y a cuya voluntad debes someter la tuya; y no
te parezca que El se halla rebajado de su inefable alteza porque te eleva de lo
profundo de tu bajeza, sino que tomó sobre sí las enfermedades humanas, a fin
de poder enseñar al desgraciado a que exclame ( Mc 14,36): "No lo que yo
quiero, sino lo que Tú quieres". Y luego añade: "Por eso vine en esta
hora".
Crisóstomo ut supra.
Como si dijera: nada tengo que decir para sustraerme a vuestras súplicas, dado que para eso vine en esta hora; palabras que pueden interpretarse: aunque nuestra alma se vea turbada y tengamos que padecer muchos males, no nos es lícito huir la muerte; porque yo, turbado también ahora, no la evito, sino que estoy presto a sufrir lo que venga. No digo, líbrame de esta hora, sino al contrario: "Glorifica tu nombre". Enseñó también cómo se muere por la verdad, llamando a esto gloria de Dios, y así fue, en efecto; pues que había de suceder que después de la cruz todo el orbe se convertiría, y conocido el nombre del verdadero Dios, le adoraría. Esto redundaba en gloria, no sólo para su Padre Eterno, sino también para el Hijo, si bien El lo calla.
Y sigue:
"Una voz se oyó que desde el cielo decía: Le he glorificado y de nuevo le
glorificaré".
San Gregorio Moralium 28, 2
En estas
palabras, Dios habla por ministerio de un ángel, de modo que si los ojos nada
ven de su inefable esencia, los oídos escuchan las divinas palabras. Sin
embargo, hablando de cosas celestiales, quiere que sus palabras sean escuchadas
por todos, sirviéndose del intermedio de una creatura racional.
San Agustín In Ioannem tract., 52.
Glorifiqué, se refiere a una época anterior a la creación, y de nuevo le glorificaré, cuando resucite de entre los muertos. O, según otra interpretación: le glorifiqué, cuando nació del seno de una Virgen; cuando ejerció estupendos milagros; cuando el Espíritu Santo descendió sobre El, tomando forma de paloma. Y de nuevo le glorificaré, cuando resucite de entre los muertos; cuando suba a los cielos a manera de Dios que es, y cuando su gloria se esparza por los ámbitos del mundo.
"La
turba que rodeaba, escuchando, decía que era un trueno".
Crisóstomo In Ioannem hom., 66.
La voz era bastante clara y significativa, pero pasó como un relámpago sobre aquellos hombres groseros, presa de la molicie y de la pereza. Estos escucharon tan sólo el sonido de la voz; otros pudieron entender que era voz articulada, a pesar de no comprender su significación, y a éstos se refiere cuando añade: "Otros decían: Un ángel le ha hablado".
"Respondió
Jesús, y dijo: No por mí se ha dejado oír esa voz, sino por vosotros".
San Agustín ut supra.
Con estas
palabras se manifiesta que esta voz no se dirigía a indicar a Jesús lo que ya
sabía, sino a aquellos que tenían necesidad de que se les indicase. Y así es
como la voz había hablado, no a causa de El, sino por ellos.
Crisóstomo ut supra.
La voz del
Padre se dirigía a destruir la afirmación de los que decían que Jesús no
procedía de Dios. ¿Cómo no ha de proceder de Dios Aquel que es glorificado por
Dios? Considera que estas cosas humildes fueron hechas a causa de ellos, pero
no porque el Hijo necesitase de tal auxilio. Dice "glorificaré", y
manifiesta en seguida el modo de la glorificación. Y prosigue diciendo:
"Ahora es el juicio del mundo".
San Agustín ut supra.
El juicio
que se espera para el fin, será de premios y de penas eternas, y así hay dos
clases de juicios: el de condenación y el de separación, y a éste se aludía;
porque Jesús había segregado a los redimidos por El del poder del demonio. Tal
es el sentido de lo que sigue: "Ahora el príncipe de este mundo será
arrojado fuera". No vayamos a creer que el diablo sea llamado príncipe del
mundo porque se le haya concedido poder alguno sobre el cielo o la tierra, sino
que aquí se entiende por mundo las almas de los perversos que llenaban el
mundo. Las palabras príncipe de este mundo, quieren, pues, decir de los hombres
malos que habitan en el mundo. También se llama mundo con relación a los
buenos, que asimismo llenan el mundo, y en este sentido dice el Apóstol ( 2Cor
5,19): "Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo". Estos
son aquellos de cuyos corazones ha de desalojarse el príncipe del mundo; porque
el Señor preveía que después de su pasión y glorificación habían de creer en El
todos los pueblos de la tierra, en cuyos corazones el diablo tenía a la sazón
alojamiento, y que sería arrojado de ellos cuando los hombres, renunciando al
diablo, abrazaran la fe. Mas, ¿por ventura, no fue arrojado fuera de los
corazones de los antiguos justos? ¿Cómo, pues, se dice que ahora se arrojará,
sino en el sentido de que lo que antes se había hecho con pocos, ahora se
predice que se hará con muchos y grandes pueblos? ¿Acaso, dirá alguno, porque
el diablo sea arrojado fuera, ya no tienta a ninguno de los fieles? Antes al
contrario, no cesa de tentarlos; pero una cosa es reinar dentro del alma, y
otra sitiarla exteriormente.
Crisóstomo ut supra.
Cuál sea
este juicio por el que el diablo es arrojado fuera, lo hará manifiesto con un
ejemplo: Si un acreedor apalea y mete en la cárcel a sus deudores, usa de un
derecho. Pero si impulsado por ciego furor hace lo mismo con otras personas que
nada le deben, en ese caso tendrá que responder no sólo de éstos, sino de
aquellos. Del mismo modo, el diablo será castigado de las cosas hechas contra
nosotros, por haberse atrevido contra Cristo. Pero ¿cómo, dirá alguno, será
arrojado fuera, si te ha vencido? Por eso continúa: "Cuando yo fuere
elevado sobre la tierra, atraeré todas las cosas a mí". ¿Cómo ha de
considerarse vencido el que lo atrae todo a sí? El decir esto es más que decir resucitaré,
porque esto último no supone el atraer a los pueblos a sí; pero diciendo atraeré
supone ambas cosas.
San Agustín ut supra.
¿Mas qué
cosas son éstas que debe atraer sino las personas de quienes ha sido desalojado
el diablo? Y adviértase que no dice todos, sino todas las cosas, porque no
todos estarán en posesión de la fe, y porque no se refiere a todo el conjunto
de los hombres, sino a la integridad de su naturaleza, esto es, al espíritu, al
alma y al cuerpo; a aquello por cuyo medio entendemos, a aquello por cuyo medio
vivimos, y a la parte física sujeta a los sentidos externos. Y si por la
palabra todos hubiéremos de entender los mismos hombres, diremos que son los
predestinados a la salvación, o aquella especie de hombres que, estando exentos
de pecado, se distinguen de los demás hombres por innumerables diferencias
específicas
Crisóstomo ut supra.
¿Y cómo dice
Jesucristo en otra parte que el Padre atrae? Porque en realidad, el Padre atrae
cuando atrae el Hijo. Dice atraeré, como si los hombres, aherrojados por un
tirano, no pudiesen por sí mismos librarse del cautiverio para ir a El.
San Agustín ut supra.
Mas, "si yo fuere, dice, levantado de la tierra", esto es, cuando sea levantado. Puesto que Jesús no puede dudar de que se han de cumplir las cosas que ha venido a realizar, y su exaltación no es otra cosa que su muerte en la cruz. De aquí las palabras del evangelista, que añade: "Esto lo dijo, porque había de morir de muerte violenta".
34-36 La
gente le respondió: "Nosotros hemos oído de la Ley que el Cristo permanece
para siempre. ¿Pues cómo dices tú: Conviene que sea alzado el Hijo del hombre?
¿Quién es este Hijo del hombre?" Jesús les dijo: "Aún hay en vosotros
un poco de luz; andad mientras que tenéis luz, para que no os sorprendan las
tinieblas; y el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va; mientras que tenéis
luz, creed en la luz para que seáis hijos de la luz". Esto dijo Jesús, y
se fue y se escondió de ellos. (vv. 34-36)
San Agustín In Ioannem tract., 52.
Cuando los
judíos oyeron que Jesús hablaba de su muerte, le arguyeron cómo decía que había
de morir. Por eso se dice: "Respondió la turba: Nosotros sabemos por la
Ley, que Cristo permanece eternamente. ¿Y cómo dices tú: Conviene que el Hijo
del hombre sea exaltado?" Ellos conservaban en la memoria que Cristo había
dicho repetidamente que era el Hijo del hombre, porque en este lugar no dijo:
"Si el Hijo del hombre fuese exaltado", como había dicho antes ( Jn
12,23): "Llega ya la hora en que el Hijo del hombre sea glorificado";
mas no recordándolo, dicen: ¿Cómo puede suceder que el Hijo del hombre sea
levantado de la tierra? Esto es, ¿cómo ha de morir en una cruz?
Crisóstomo In Ioannem hom., 67.
Aquí es de
advertir, que los judíos comprendían muchas de las cosas que se les decían por
parábolas, porque habiendo ya Jesús de antemano hablado de su muerte, ellos
sospecharon que su exaltación se refería a la muerte que había profetizado.
San Agustín ut supra.
O
comprendían que Jesús hablaba anticipándose a lo que ellos pensaban hacer. No
fue, pues, la sabiduría infusa, sino su propia malicia la que interpretó
aquellas oscuras palabras.
Crisóstomo ut supra.
Observa con
cuánta malicia preguntan: "Nosotros sabemos por la Ley, que Cristo no
padece (por pasión se entiende en muchos lugares de la Escritura una idea
relacionada con la resurrección), sino que permanece eternamente", como si
entre estas dos ideas hubiese contrariedad, y como si la pasión fuese un
impedimento para la inmortalidad. Pero creían demostrar con esto que El no era
el Cristo, porque Cristo permanece eternamente. Después añaden: "¿Quién es
ese Hijo del hombre?". Estas palabras están llenas de malicia, porque es
como si dijeran: no juzgues que por odio te decimos esto, sino porque no sabemos
de quién hablas. Mas Cristo responde haciendo ver que no hay incompatibilidad
entre su pasión y la eterna inmortalidad, y por esta razón continúa:
"Díjoles Jesús: Aun la luz está entre vosotros por breve tiempo".
Esto es: Yo, que soy la luz, debo permanecer entre vosotros algún tiempo.
Manifestando de esta manera que su muerte no era otra cosa que un tránsito, a
semejanza de la luz solar que no muere, sino que desaparece un poco para volver
a brillar.
San Agustín ut supra.
O de otra
manera: Aún existe alguna luz en vosotros, merced a la cual entendéis que
Cristo permanece eternamente. Así, pues, "caminad (esto es, acercaos más a
la luz, entendedlo todo, que Cristo morirá y vencerá eternamente) en tanto que
estáis en posesión de la luz".
Crisóstomo ut supra.
Aquí habla de todo el tiempo, antes de la cruz, y después de la cruz, que es cuando muchos creyeron en El.
"Para
que las tinieblas no os rodeen".
San Agustín ut supra.
A saber, si creéis la eternidad de Cristo de suerte que neguéis la humildad de su muerte.
Prosigue:
"Y el que camina en tinieblas ignora a dónde va".
Crisóstomo ut supra.
¡Cuántas
iniquidades cometen ahora los judíos ignorando que las cometen!, porque tal
pasa a los que caminan en tinieblas: creen tomar el camino recto y en realidad
toman el opuesto. Por esto continúa: "Mientras que tenéis luz, creed en la
luz".
San Agustín ut supra.
Esto es, en
tanto que sois dueños de alguna verdad, creed en la verdad, para que renazcáis
a ella. Después sigue: "A fin de que seáis hijos de la luz".
Crisóstomo ut supra.
O lo que es lo mismo, hijos míos. Dijo en un principio el evangelista que nacieron de Dios (o sea del Padre) ( Jn 1,13), y ahora dice Jesús que son hijos suyos, por donde puede verse que son una misma la acción del Padre y la del Hijo.
"Esto
habló Jesús, y se retiró, y se ocultó de ellos".
San Agustín ut supra.
No de
aquellos que habían empezado a creer, sino de los que veían y envidiaban. Y
escondiéndose, no cedía de su infinito poder, sino que contemporizaba con nuestras
debilidades.
Crisóstomo ut supra.
Pero no habiendo ellos tomado piedras, ni blasfemado, ¿para qué ocultarse? Porque explorados sus corazones había visto desencadenarse en ellos el furor, y no esperó a que se manifestase al exterior, sino que quiso mitigarlo ocultándose.