"EL CELO DE TU CASA ME DEVORA". Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Lunes de la IV semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn
2, 14-17 Y halló en el templo vendiendo bueyes y ovejas y palomas, y a
los cambistas sentados. Y haciendo de cuerdas como un azote, los echó a todos
del templo, y las ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de los
cambistas, y derribó las mesas. Y dijo a los que vendían palomas: "Quitad
esto de aquí, y la casa de mi Padre no la hagáis casa de tráfico". Y se
acordaron los discípulos que está escrito: El celo de tu casa me comió. (vv.
14-17)
Beda, super Mat 21, 12
Cuando el
Señor vino a Jerusalén, se dirigió en seguida al templo a orar, dándonos
ejemplo de que cuando lleguemos a algún punto donde hay un templo de Dios,
debemos dirigirnos lo primero a él y hacer oración. Por esto dice: "Y
encontró en el templo vendiendo bueyes, ovejas y palomas".
San Agustín, in Ioannem, tract.10
Se concedió
a aquel pueblo el ofrecimiento de estos sacrificios por ser muy carnal, con el
fin de que no se dedicase al culto de los ídolos; por esto sacrificaban bueyes,
ovejas y palomas.
Beda, ut sup
Y como
algunos venían de muy lejos y no podían traer consigo lo que habían de ofrecer,
lo obtenían allí por dinero. Por lo que los escribas y los fariseos ordenaron
en cierta época que hubiese esta clase de animales en el templo, para que los
que viniesen comprasen y los ofreciesen, y después vendían a otros lo que antes
ya se había ofrecido, y así obtenían una inmensa ganancia. Con este fin había
cambistas que estaban en sus mesas facilitando los contratos entre los
compradores y vendedores de víctimas con su dinero; por esto dice: "Y a
los cambistas sentados". Mas el Señor, no queriendo que en su casa hubiese
negociaciones terrenas, ni aun las que parecían honestas, arrojó fuera a todos
los negociantes.
San Agustín, ut sup
Y Aquél que
sería más adelante azotado por los judíos, los azotó antes. Por esto sigue:
"Y haciendo de cuerdas una especie de látigo, los echó a todos del
templo", etc.
Teofilacto
Y no sólo
echó a los que vendían y compraban, sino también lo que a éstos pertenecía. Por
esto sigue: "Y las ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de
los cambistas", esto es, las mesas de cambio que eran como depósitos de
dinero.
Orígenes, ut sup
Consideremos
también, no nos parezca cosa enorme, que el Hijo de Dios preparó una especie de
látigo de las cuerdas que había recogido para arrojar del templo. Para explicar
esto, nos queda una poderosa razón. El divino poder de Jesús, cuando quería
podía contrarrestar la furia de sus enemigos, aun cuando fuesen muchos, y
apagar el fuego de sus maquinaciones. Porque el Señor disipa las
determinaciones de las gentes y reprueba los pensamientos de los pueblos ( Sal
132,10). La historia presente nos demuestra que no tuvo un poder menos fuerte
para esto que para hacer milagros; además, que es mayor este hecho que el
milagro de haber convertido el agua en vino, porque allí había una materia
inanimada, pero aquí se desbaratan los tráficos de muchos miles de hombres.
San Agustín, De Cons evang, 2, 67
Se sabe que
esto no lo hizo el Señor una sola vez, sino en repetidas ocasiones. Pero San
Juan sólo refiere este hecho concreto, y los otros tres evangelistas hablan de
su repetición.
Orígenes, ut sup
Y San Juan
dice aquí que arrojó a los que vendían en el templo, y San Mateo dice que
arrojó a los que vendían y compraban. Mas el número de los que compraban era
mayor que el de los que vendían, cuya expulsión debía ser difícil para el que
se consideraba como el hijo de un carpintero. Pero por disposición divina,
todos estaban sometidos a su dominio, como se ha dicho.
Beda
En esta
lección se revela la doble naturaleza de Cristo: la humana, en cuanto le
acompaña su Madre; y la divina, en cuanto se demuestra que es verdadero Hijo de
Dios. Y prosigue: "Y dijo a los que vendían palomas: quitad esto de aquí,
y no hagáis la casa de mi Padre casa de tráfico".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 22
Llama Padre
a Dios, y no se ofenden porque creían que decía esto por sencillez; pero como
después lo dijo con más claridad, y dejaba conocer la igualdad, se enfurecieron
contra El. Y San Mateo dice ( Mt 21,13) que cuando los arrojaba les increpaba
diciéndoles: "No queráis hacer mi casa cueva de ladrones". Hizo esto
cuando se aproximaba su pasión, y por eso usaba de palabras más duras. Mas lo
que ahora dice San Juan sucedió al principio de su predicación, y por eso no
usa de términos duros, sino suaves.
San Agustín, ut sup
Aquel templo
no era otra cosa más que una figura, y el Señor arrojó a todos los que venían
allí a traficar. ¿Y qué es lo que allí vendían? Lo que los hombres necesitaban
para los sacrificios de aquellos tiempos. ¿Qué hubiera dicho si allí hubiera
encontrado borrachos? Si no debe hacerse negociación ninguna en la casa del
Señor, ¿deberá hacerse casa de bebidas?
Crisóstomo, ut sup
¿Pero qué
fin se propuso el Salvador al obrar con tanta vehemencia? El que había de curar
en día sábado y había de hacer muchas cosas que parecían contrarias a la Ley,
hizo esto, aunque con peligro, para no aparecer como enemigo de Dios, dando a
entender que aquél que en los peligros se expone por el honor que se debe a la
casa de Dios, no menosprecia al Señor de ella, y por lo tanto, para demostrar
su conformidad con Dios, no dijo "la casa santa", sino "la casa
de mi Padre". Y por esto añade también el Evangelista: "Y se
acordaron sus discípulos que está escrito: el celo de tu casa me comió" 1.
Beda, ut sup
Mas sus discípulos, viendo en el Salvador este celo
ardentísimo, se acordaron de que el Salvador había arrojado a los impíos del
templo por el celo que tenía por la casa de su Padre.
Alcuino
El celo, cuando se toma en buen sentido, es cierto
fervor del alma en que ésta se enciende, prescindiendo de todo respeto humano,
por la defensa de la verdad.
San Agustín, ut sup
Es comido también por el celo de la casa de Dios aquél
que se esfuerza por enmendar todo lo malo que en ella encuentra, y si no puede
enmendarlo, lo tolera, pero se aflige. Por lo tanto, si te esfuerzas porque en
tu casa nada malo se haga, en la casa de Dios, donde se encuentra la salvación,
¿deberás tolerar, en lo que de ti dependa, si algo malo encuentras? Si es un
amigo, se le advierte con prudencia; si es tu mujer, repréndela con severidad;
haz todo lo que puedas y según sea la persona que tengas a tu cargo.
Alcuino
El Señor entra todos los días en su Iglesia
espiritualmente y allí atiende cómo se porta cada cual. Evitemos, pues, en la
Iglesia las conversaciones, las risas, los odios y las ambiciones, no sea que
viniendo el Señor cuando menos se le espera, nos arroje de su Iglesia a
latigazos.
Orígenes, in Ioannem, tom. 11
Es posible además que Jerusalén cayera por su delito,
o que se extraviasen mucho los más capaces e ingeniosos, que si no se
convirtieron después de su pecado, perdieron la capacidad y la fuerza de su
ingenio. Encuentra en el templo, esto es, en las funciones religiosas o en la
enunciación de la predicación eclesiástica, o a algunos que convierten la casa
de su Padre en casa de negociación; a los que exponen a la venta sus bueyes,
que conviene guardar para el arado, no sea que al retroceder ya no puedan ser
aptos para el reino de Dios; y también a aquéllos que prefieren el dinero de la
iniquidad a las ovejas de quienes obtienen lo necesario para su vestido. Y hay,
por último, también algunos que menosprecian la candidez de las palomas por su
mal desempeño en la vida privada. Cuando el Señor encuentra a estos tales en su
santa casa, hace como un azote de varios cordeles, y los hace huir con las
ovejas que tienen a la venta, y esparce todas sus ganancias, como indignas de
ser conservadas en la casa de Dios. También arranca las tablas colocadas en las
almas de los avaros, y manda que no se vuelva a vender palomas en la casa de
Dios. Y yo creo que estableció esto como ejemplo, en confirmación de lo que
antes había dicho en secreto, con el fin de que en ello comprendamos que si
algo debe hacerse respecto de aquella oblación sagrada que hacen los
sacerdotes, no deben hacerse fijando la atención únicamente en el rito de las
cosas sensibles, ni se debe observar la Ley en sentido material, como lo hacían
los judíos. Porque arrojando Jesús fuera los bueyes y las ovejas; mandando
echar fuera las palomas, que eran las que se ofrecían en mayor número, según la
costumbre de los judíos, y tirando por tierra las mesas de los cambiadores
materiales, no de una manera terminante, sino de un modo figurado, se refiere a
las divinas impresiones que experimentan los que obran bien, esto es, aquellas
cosas que parecían buenas según lo que está escrito en la Ley; por último,
usando del azote contra la plebe, se refería a aquellas cosas que deben
disolverse o desterrarse, una vez trasladado su reino a los gentiles que
creyeron en El.
San Agustín, ut sup
Los que venden en la Iglesia son los que buscan lo que
les agrada y no lo que le agrada a Jesucristo, haciéndolo todo vendible, porque
quieren ser pagados. Simón Mago quiso comprar la gracia del Espíritu Santo,
porque se proponía venderla. Era de aquellos que vendían palomas, porque el
Espíritu Santo apareció en forma de paloma; pero la paloma no se vende, se da
gratis, porque se llama gracia.
Beda
Venden también palomas los que dan la gracia recibida
del Espíritu Santo, no gratis, como está mandado, sino por premio, y los que
conceden la imposición de las manos, en la que va representada la gracia del
Espíritu Santo, aun cuando no lo hagan para ganar dinero, sin embargo lo hacen
para captarse el favor de la plebe; venden también palomas, del mismo modo que
aquéllos que conceden las sagradas órdenes no por el mérito de la vida, sino
por dispensar el favor.
San Agustín, ut sup
Se entienden por bueyes los apóstoles y los profetas
que nos prepararon las Sagradas Escrituras. Y aquellos que engañan a los
pueblos, de quienes esperan recibir honores con estas mismas Escrituras, venden
los bueyes y venden las ovejas, esto es, a los mismos pueblos. ¿Y a quién los
venden sino al diablo? Todo lo que se separa de la única Iglesia, ¿quién lo
recibe sino el león rugiente que por todas partes ronda, buscando a quien
devorar, según dice San Pedro? ( 1Pe 5,8).
Beda
Las ovejas son también todas las obras buenas y
piadosas. Venden, pues, ovejas todos aquellos que dan sus limosnas al templo en
calidad de préstamo, o hacen buenas obras para ganarse el afecto humano y éstos
son todos aquellos que sirven a la Iglesia manifiestamente sólo por miramientos
humanos. Y hacen también casa de negociación la casa del Señor, no sólo todos
aquéllos que ejercen las sagradas órdenes por dinero, por alabanza o por honor,
sino también aquellos que no llenan en la Iglesia los deberes espirituales del
cargo que recibieron por la gracia del Señor, con buena intención, sino con el
fin de obtener retribución humana.
San Agustín, ut sup
El Señor nos dio a conocer todo esto cuando hizo aquel
látigo de retazos de cordel y azotó a todos los que negociaban en el templo.
Además, cada uno añade a sus pecados, una nueva malicia cuando comete esta
clase de faltas, mas cuando los hombres sufren algo por sus pecados, reconozcan
que el Señor hace como un azote de varios cordeles, y aun les advierte que
muden de vida, porque si no, en el final oirán aquellas palabras: "Atadle
de pies y manos" ( Mt 22,13).
Beda
Habiendo hecho el azote de trozos de cordel, los
arrojó del templo, de donde son arrojados aquellos que, elegidos y puestos
entre los santos, o bien hacen sus buenas obras de una manera fingida, o
abiertamente obran mal. También arrojó las ovejas y los bueyes, porque
manifiesta que la vida y la enseñanza de estos tales están representados en
ellos. También arrojó por el suelo el dinero de los cambistas, y volcó sus
mesas, porque quitará aun la forma de las mismas cosas que estimaron los
réprobos condenados en el fin del mundo. También mandó quitar del templo las
ventas de las palomas, porque la gracia del Espíritu Santo, que se recibió
gratis, debe darse gratis.
Orígenes
Puede entenderse también por templo el alma de alguno
que sea celoso, en la que habita el Verbo de Dios, aunque antes de conocer la
celestial doctrina de Jesús hubiese estado ocupada por los cuidados de la
tierra y las pasiones carnales. Representa estos movimientos el buey, porque es
el que trabaja en el campo; la oveja representa el movimiento de las ideas
insensatas, que es lo que más abunda en los animales irracionales; la paloma es
la que representa la inconstancia de las imaginaciones ligeras, y aquello que
parece obrar bien, son los dineros que Jesucristo arrojó con su celestial
doctrina para que ya nunca vuelva a ser mercado la casa de su Padre.
Notas
1. El celo de tu casa me come quiere decir que el afán por las cosas del Señor me colma y me impulsa.
18-22 Y los judíos
le respondieron, y dijeron: "¿Qué señal nos muestras de que haces estas
cosas?" Jesús les respondió, y dijo: "Destruid este templo, y en tres
días lo levantaré". Los judíos le dijeron: "¿En cuarenta y seis años
fue hecho este templo, y tú lo levantarás en tres días?" Mas El hablaba
del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron
sus discípulos que por esto lo decía, y creyeron a la Escritura y a la palabra
que dijo Jesús. (vv. 18-22)
Teofilacto
Como los judíos veían que Jesús hacía
tales cosas con gran poder, y diciendo: "No queráis hacer la casa de mi
Padre casa de negociación", le piden una señal. Por esto le dicen:
"¿Qué señal nos muestras de por qué haces estas cosas?"
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 23
¿Pero acaso necesitaban de alguna
señal para dejar de hacer lo que tan indebidamente hacían? ¿Acaso el estar
poseído de este gran celo por la casa del Señor no era el mayor de todos los
signos? Los judíos se acordaban de las profecías y sin embargo, pedían una
señal, sin duda porque sentían que se interrumpiese su ganancia; ¡torpes! ¿Y
querían por esto evitar que el Salvador procediese de tal manera? Sin duda
querían moverlo, o bien a que hiciese milagros o a que desistiese de hacer lo
que hacía. Por lo tanto, no les da señal alguna, como respondió más adelante a
los que también se lo pidieron, diciéndoles lo mismo que a aquéllos: "Esta
generación mala y adúltera desea una señal, pero no se le dará otra que la del
profeta Jonás" ( Mt 12,39). Pero entonces respondió lo mismo con más
claridad; ahora se nos dice también, pero con más oscuridad: mas Aquél que se
adelanta dando señales a los que no las piden, seguramente no hubiera rechazado
aquí a los que las pedían, si no hubiese sido porque conoció su mala intención.
Sigue, pues: "Y les dijo: destruid este templo, y en tres días lo
levantaré".
Beda
Cuando pedían una señal a Jesús,
manifestaban que querían conocer por qué arrojaba del templo aquellos comercios
acostumbrados. Respondió que aquel templo representaba el templo de su cuerpo,
en el cual no habrá mancha alguna de pecado. Como diciendo: Así como purifico a
este templo inanimado de vuestros comercios y maldades con mi poder, así
resucitaré este cuerpo mío tres días después que haya muerto por vuestras
manos.
Teofilacto
Y no se diga que los incite a que
cometan un homicidio, diciendo "destruid", sino que les da a entender
que conoce lo que intentan. Oigan, pues, los arrianos 1, cómo el
Señor es el destructor de la muerte, por cuanto dice: "Levantaré",
esto es, con su propia virtud.
San Agustín, in Ioannem, tract. 10
Lo resucitó su Padre en realidad, a
quien se dice en los salmos: "Levántame y volveré a ellos" ( Sal
40,11). Pero ¿qué hizo el Padre sin el Verbo? Por lo tanto, lo mismo que el
Padre resucita al Hijo, Este resucita también, porque el Hijo había dicho:
"Yo y el Padre somos uno solo" ( Jn 10,30).
Crisóstomo, ut sup
Y ¿por qué les da como signo el de
la resurrección? Porque esto era principalmente lo que daba a conocer que Jesús
no era un puro hombre; que podía triunfar de la muerte y destruir en poco
tiempo su larga tiranía.
Orígenes, ut sup
Una y otra cosa, esto es, el cuerpo
de Jesús y el templo, me parece que representan la Iglesia, porque ésta se
levanta con piedras vivas, se convierte en casa espiritual y en sacerdocio
santo por aquellas palabras de San Pablo: "Vosotros sois cuerpo de Cristo
y miembros de miembro" ( 1Cor 12,27). Y así como vemos que se destruye el
edificio levantado con piedras, también todos los huesos de Jesucristo habían
de disgregarse con las contrariedades de las tribulaciones; mas sería
reconstruido y resucitado al tercer día, porque estaría presente en el nuevo
cielo y en la nueva tierra. Así como el cuerpo visible de Jesucristo fue
crucificado y sepultado, y resucitó después, así el cuerpo total de Cristo,
formado por los santos, está crucificado con El. Cada uno de ellos en ninguna
otra cosa se gloría más que en la cruz de Jesucristo, por medio de la que vive
crucificado al mundo. También fue sepultado con Jesucristo, y resucitó con El
porque andaba en cierta novedad de vida, aunque todavía no ha resucitado en
cuanto a la bienaventurada resurrección. Por esto no se escribió lo resucitaré
al tercer día, sino en tres días; se concluye su levantamiento dentro de los
tres días.
Teofilacto
Como los judíos creían que hablaba
del templo inanimado, se reían de El. Por esto sigue: "¿En cuarenta y seis
años fue hecho este templo y tú lo levantarás en tres días?".
Alcuino
Y debe advertirse que no hablaban
ellos de la primera edificación, que se hizo en tiempo de Salomón, que duró
siete años, sino de la reedificación que se hizo en tiempo de Zorobabel, que
duró cuarenta y seis, a causa de los impedimentos que les oponían los enemigos
Orígenes, ut sup
Dice alguno que deben computarse
estos cuarenta y seis años desde el momento en que David habló al profeta Natán,
consultándole acerca de la construcción del templo y de los medios de allegar
materiales para dicha construcción. Examínese si en el número de cuarenta y
seis años que se establece para la construcción del templo podrán entenderse
las cuatro decenas por los cuatro elementos de que se compone el mundo, y los
seis restantes porque el hombre fue creado en el sexto día.
San Agustín, De Trin., 4, 5
O bien este número responde a la
perfección total del cuerpo del Señor. Cuarenta y seis veces seis hacen doscientos
setenta y seis, que computándolo en días, forma nueve meses y seis días. Y la
perfección del cuerpo de Cristo, con arreglo a las tradiciones que la Iglesia
ha recibido de los antepasados, comprende precisamente esos mismos días, pues
se cree que fue concebido y padeció el día octavo antes de las calendas 2 de abril,
esto es, el 25 de marzo, y que nació en el octavo antes de las calendas de
enero, que corresponde al 25 de diciembre; de una a otra fecha se computan
doscientos setenta y seis días, que abrazan cuarenta y seis veces el número
seis.
San Agustín, lib. 83 Quaet, qu. 36
Se dice también que la concepción
humana procede y se perfecciona en esta manera. En los seis primeros días tiene
un aspecto de materia láctea; conviértese en los nueve días siguientes en
sangre; de aquí a doce días adquiere solidez; siguen otros dieciocho días, en
los cuales se forma, hasta que los miembros adquieren la perfección de sus
lineamientos, y en el tiempo restante hasta el parto va aumentando de volumen.
Ahora bien, seis y nueve y doce y dieciocho, hacen una suma de cuarenta y
cinco, a los cuales si se añade una unidad, tendremos los cuarenta y seis.
Multiplicando esta cantidad por el número seis, que es la norma de esta
ordenación, tendremos doscientos setenta y seis, esto es, nueve meses y seis
días. No se dice, pues, sin razón, que se había construido en cuarenta y seis
años el templo, que aquí significa el cuerpo de Cristo, porque el mismo número
de años que se emplearon en el templo, tantos días se necesitaron para la
organización del cuerpo de Jesús.
San Agustín, in Ioannem, tract. 10
Aunque el Señor tomó su cuerpo de la
descendencia de Adán, no tomó su pecado; de él tomó el templo de su cuerpo,
pero no la maldad, que había de arrojar de ese templo. Si se combinan cuatro
nombres griegos: anatole, que quiere decir Oriente, dysis, que quiere decir
Occidente, arctos, que quiere decir Norte, mesembria, que quiere decir Sur,
tenemos las letras que forman el nombre de Adán 3. Se dice
que el Señor habrá de reunir a sus escogidos de los cuatro vientos de la tierra
cuando venga el día del juicio. Las letras del nombre de Adán tienen este número,
según los griegos, y allí se ve que el templo ha sido edificado en cuarenta y
seis años. Tiene Adán, a que es uno y d que es cuatro, a que es uno y m que es
cuarenta. Y así tenemos los cuarenta y seis. Los judíos, como eran carnales,
todo lo interpretaban en sentido material, y Jesús habla en sentido espiritual;
mas nos dio a conocer de qué templo hablaba por medio del Evangelista. Sigue,
pues: "Mas él hablaba del templo de su cuerpo".
Teofilacto
De aquí nació la contradicción de
Apolinar 4, que
deseaba demostrar que la carne de Jesucristo era inanimada, por la razón de que
inanimado era el templo. Luego hace la carne de Jesucristo semejante a la
piedra y a la madera con las que se construye el templo. Pero si dice el
Salvador, según San Juan: "Mi alma está turbada" ( Jn 17,27), etc., y
en otro lugar: "Tengo potestad para poner mi alma" ( Jn 10,18); si
nunca se dice esto respecto del alma racional, ¿cómo se interpretarán aquellas
palabras de San Lucas: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu"
( Lc 23,46)? No podría entenderse esto en cuanto al alma racional, ni lo que se
dice en el Salmo: "No abandones mi alma en el infierno" ( Sal 15,10).
Orígenes
Por esto se considera el cuerpo del
Señor como un templo, porque así como el templo contenía la gloria de Dios, que
habitaba en él, así el cuerpo de Jesucristo, representando a la Iglesia,
contiene al Unigénito, que es la imagen y la gloria de Dios.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 22
Dos razones había que se oponían a
que los discípulos del Señor comprendiesen esto: una, la misma resurrección, y
otra, que era la mayor, a saber, que era Dios el que habitaba en aquel cuerpo,
y que el Señor estaba oculto cuando decía: "Destruid este templo y en tres
días lo levantaré", etc. Y por lo tanto añade: "Y cuando resucitó de
entre los muertos, se acordaron sus discípulos que por esto lo había dicho, y
creyeron a la Escritura, y a la palabra que dijo Jesús", etc.
Alcuino
Antes de la resurrección no
entendían las Escrituras, porque aún no habían recibido al Espíritu Santo que
aún no les había sido enviado porque Jesús no había sido glorificado todavía.
Mas en el mismo día de la resurrección, cuando el Señor se apareció a sus
discípulos, les aclaró sus inteligencias para que comprendiesen lo que acerca
de El estaba escrito en la Ley y en los profetas. Y entonces creyeron en las
Escrituras, esto es, en los profetas que habían predicho la resurrección de
Jesucristo en el tercer día, y en las palabras del Salvador, cuando dijo:
"Destruid este templo".
Orígenes, in Ioannem, tract. 10
Por sentido anagógico comprendemos
que, como complemento de la fe, resucitará en el día de la resurrección
universal el Cuerpo total de Jesús, esto es, de su Iglesia, porque la fe, que
entonces verá la realidad 5, se
diferencia mucho de aquélla que ahora ve por medio de un espejo y en enigma.
Notas
1. Los arrianos sostenían que el Hijo es la primera y suprema criatura de Dios, creado directamente por Padre para crear por El todo el universo. El Padre le participa sus prerrogativas divinas como don por su fidelidad.
2. Las calendas eran el primer día de cada mes según el antiguo calendario romano.
3. En latín: Adam.
4. Apolinar y sus partidarios decían que el Verbo Encarnado no había asumido plenamente la naturaleza humana, sino sólo su dimensión físico-síquica. La dimensión espiritual, la misma que comprendía el entendimiento, era asumida, según afirmaban, directamente por el mismo Verbo, Segunda Persona de la Trinidad. Algunos extremaron sus posiciones y llegaron a afirmar que ni la psiqué ni el cuerpo había sido asumido, sino que la divinidad se había transformado en ellos.
5. Cuando veamos cara a cara ya no harán falta ni la fe ni la esperanza, sino que sólo persistirá la caridad plena ( 1Cor 13,8-13).
23-25 Y
estando en Jerusalén en el día solemne de la Pascua, muchos creyeron en su
nombre, viendo los milagros que hacía. Mas el mismo Jesús no se fiaba de ellos,
porque los conocía a todos. Y porque El no había menester que alguno le diese
testimonio del hombre; porque sabía por sí mismo lo que había en el hombre.
(vv. 23-25)
Beda
El
Evangelista había referido lo que el Señor había hecho al venir a Jerusalén;
pero ahora, cuando estaba en Jerusalén, refiere lo que hicieron otros respecto
de El. Por esto dice: "Y estando en Jerusalén", etc.
Orígenes
Debe
observarse cómo había muchos que creían en El viendo sus milagros, y no se dice
que Jesús hizo milagros en Jerusalén, a no ser que tal vez se hiciesen sin que
se hable de ellos en las Sagradas Escrituras. Obsérvese además si no cabe
también en lo posible contarse como milagro el haber hecho un azote de cordeles
y haber arrojado a todos del templo.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 23
Pero habían
sido más prudentes los discípulos que se acercaron al Salvador, no por sus
milagros, sino por sus enseñanzas; porque eran muchos más los que eran atraídos
por los milagros, pero eran más razonables los que creían en El por los
profetas o por sus enseñanzas. Por lo cual añade: "Mas el mismo Jesús no
se fiaba de ellos".
San Agustín, in Ioannem, tract. 11
¿Qué quiere
decir esto? Ellos creían en el nombre de Jesús, pero El no se fiaba de ellos:
¿no creían en El y aparentaban haber creído? Pero no diría el Evangelista:
"Muchos creyeron en su nombre". Esto es grande y admirable. Los
hombres creen en Jesucristo, y Jesucristo no se confía a los hombres,
especialmente cuando dice que es Hijo de Dios, y cuando quiere padecer; porque
si no hubiese querido, no hubiera experimentado la Pasión. Pero así son todos
los catecúmenos. Si decimos al catecúmeno: ¿crees en Cristo?, responderá creo,
y se persignará; mas si le preguntamos: ¿comes la carne del Hijo del hombre?,
ignorará lo que decimos, porque Jesús no se ha confiado a él.
Orígenes, in Ioannem, tom. 10
Debe
advertirse también, que Jesús no se fía de los que creen en su nombre, y sí de
los que creen en El. Creen en El los que caminan por la angosta senda que
conduce a la vida; los que creen en sus milagros, no creen en El, sino en su
nombre.
Crisóstomo, ut sup
O bien dice
esto porque no confiaba en ellos como en discípulos perfectos, ni les confiaba
todos sus misterios, como lo hacía con los que ya eran sus fieles hermanos. Y
no se fijaba en las palabras exteriores, sino que conocía sus deseos, sabiendo
perfectamente la época más a propósito. Por esto sigue: "Porque los
conocía a todos, y porque El no había menester que alguno le diese testimonio
del hombre; porque sabía por sí mismo lo que había en el hombre". Saber lo
que hay en el corazón de los hombres es propio de Dios, quien únicamente ha
formado los corazones. No necesitaba de testigos para saber lo que sucedía en
lo que él había formado.
San Agustín, ut sup
Mejor sabía
el artífice lo que había en su obra, que su criatura sabía lo que había en su
interior. Porque así como Pedro sabía lo que había en Cristo, cuando dijo:
"Estaré contigo hasta la muerte" ( Jn 13,37; Lc 22,33), así el Señor
sabía lo que había en el hombre, diciendo: "Antes que el gallo cante, me
negarás tres veces" ( Lc 22,34).
Beda
Por lo que se nos aconseja que nunca estemos seguros en nuestra conciencia, sino que andemos siempre solícitos y temamos, porque lo que se nos oculta a nosotros no es desconocido para el árbitro eterno.