Jueves de la II semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Lucas
16, 19-21 "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino
finísimo y cada día tenía convites espléndidos. Y había allí un mendigo llamado
Lázaro, que yacía a la puerta del rico, lleno de llagas. Deseando hartarse de
las migajas que caían de la mesa del rico, y ninguno se las daba: mas venían
los perros y le lamían las llagas". (vv. 19-21)
Beda
Había
advertido el Señor que nos granjeásemos amigos con las riquezas de la iniquidad
y los fariseos que lo habían oído se reían de El. Pero después les confirma lo
que había predicado por medio de un ejemplo, diciendo: "Había un hombre
rico", etc.
Crisóstomo, hom. de divite, ex Luca
Era, no es, porque pasó como una sombra que huye. No toda pobreza es santa, ni todas las riquezas son pecaminosas, pero así como la lujuria deshonra las riquezas, así la santidad recomienda la pobreza.
Prosigue:
"Que se vestía de púrpura y de lino finísimo".
San Ambrosio
La púrpura
tiene el color de manto real y sale de las conchas marinas abiertas con hierro.
La gasa es una especie de lino blanco muy delicado.
San Gregorio, in Evang hom. 40
Si no fuese
una falta el abuso de los vestidos finos y preciosos, nunca la palabra de Dios
se hubiese ocupado de ellos. Ninguno se pone vestidos preciosos sino por
vanidad y por aparecer más digno de consideración que los demás y ninguno gusta
de ponerse vestidos preciosos cuando ha de ir a donde no pueda ser visto de
nadie.
Crisóstomo, hom. de divite, ex Luca
Encubría la
ceniza, el polvo y la tierra con la púrpura y la seda. O lo que es lo mismo: la
ceniza, el polvo y la tierra llevaban la púrpura y la seda. Según son sus
vestidos así son las comidas. Lo mismo sucede con nosotros. Las comidas
corresponden a los vestidos. Por ello sigue: "Y cada día tenía banquetes
espléndidos".
San Gregorio, Moralium 1, super Iob 1,5
En lo que se debe ver claramente que apenas pueden celebrarse banquetes sin incurrir en culpa, porque siempre se mezcla en ellos la voluptuosidad, porque cuando el cuerpo se entrega a los placeres de la mesa, el corazón experimenta una alegría desordenada.
Prosigue:
"Y había allí un mendigo llamado Lázaro".
San Ambrosio
Esto parece
más bien una historia que una parábola, porque se expresa el nombre.
Crisóstomo, ut sup
Hay parábola
cuando se pone un ejemplo y se callan los nombres. Lázaro quiere decir el que
es ayudado, porque era un pobre y Dios le favorecía.
San Cirilo
Este relato
del rico y de Lázaro se ha escrito a modo de parábola para que se vea que los
que abundan en riquezas terrenas, se hacen reos de una gran condena si no
quieren socorrer las necesidades de los pobres. Refiere la tradición de los
judíos que había entonces en Jerusalén un tal Lázaro, sumamente afligido por la
pobreza y por la enfermedad, de quien hace mención el Señor poniéndolo por
ejemplo para mejor comprensión de su discurso.
San Gregorio, in Evang hom. 40
También debe
advertirse que entre el pueblo son más conocidos los nombres de los ricos que
los de los pobres, pero el Señor no cita el nombre del rico, sino el del pobre,
porque el Señor conoce y ama a los humildes y desconoce a los soberbios. Para
probar mejor al pobre, le embargaron a la vez la pobreza y la enfermedad.
Prosigue: "Que yacía a la puerta del rico, cubierto de llagas".
Crisóstomo, ut sup
Estaba
recostado a la puerta para que el rico no dijese: yo no lo he visto, nadie me
lo ha anunciado. Lo veía ir y venir y estaba cubierto de llagas para dar a
conocer en su cuerpo la crueldad del rico. ¡Oh el más infeliz de todos los
hombres, que ves el cuerpo moribundo de tu semejante tendido delante de tu
puerta y no te compadeces! Si no respetas los mandatos del Señor, compadécete
al menos de tu naturaleza y teme no vengas tú a parar a lo mismo. La enfermedad
encuentra algún consuelo cuando hay riquezas. Pero ¿cuánta pena hay en aquel
que, hecho su cuerpo una llaga, no siente tanto sus dolores como su hambre?
Prosigue: "Deseando hartarse de las migajas", etc. Como diciendo: al
menos da de limosna lo que tiras de tu mesa y haz en vez de un daño, una
ganancia.
San Ambrosio
Lo que sigue
da a conocer la insolencia y la vanidad de los ricos por señales evidentes.
Dice pues: "Y ninguno se las daba". Y de tal modo se olvidan de la
condición humana, que, como si fueran de una naturaleza superior, encuentran en
las miserias de los pobres un incentivo a su voluptuosidad y se burlan del
indigente, insultan al necesitado y despojan a aquellos de quienes se debe
tener compasión.
San Agustín, De verb. Dom. serm. 25
Porque la
insaciable avaricia de los ricos no teme a Dios, ni respeta al hombre, ni
perdona al padre, ni guarda fidelidad al amigo; oprime a la viuda y se apodera
de los bienes del huérfano.
San Gregorio, ut sup
Además, el
pobre veía que el rico salía rodeado de aduladores mientras él por nadie era
visitado en su enfermedad y en su pobreza. Que ninguno iba a visitarlo lo
demuestran los perros que lamían sin obstáculo sus heridas. Sigue "Mas
venían los perros y le lamían las llagas".
Crisóstomo, ut sup
Las llagas,
que ningún hombre se dignaba lavar ni tocar, eran lamidas por un animal
compasivo.
San Gregorio, ut sup
De este modo ejerce Dios omnipotente dos juicios en uno, cuando permitió que el pobre Lázaro estuviese tendido a la puerta del rico. Porque el rico impío aumenta el castigo de su condenación, mientras que el pobre, en la prueba, aumenta su derecho al premio; Pues aquél veía todos los días a quien debía compadecer y éste veía a quién ponía a prueba su virtud.
22-26 "Y
aconteció que cuando murió aquel pobre, lo llevaron los ángeles al seno de
Abraham. Y murió también el rico, y fue sepultado en el infierno. Y alzando los
ojos cuando estaba en los tormentos, vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su
seno. Y él, levantando el grito, dijo: Padre Abraham, compadécete de mí y envía
a Lázaro, que moje la extremidad de su dedo en agua para refrescar mi lengua,
porque soy atormentado en esta llama. Y Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que
recibiste tú bienes en tu vida, y Lázaro también males; pues ahora él es aquí
consolado y tú atormentado. Fuera de que hay una sima impenetrable entre
nosotros y vosotros: de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros
no pueden, ni de ahí pasar acá". (vv. 22-26)
Crisóstomo, in hom. de divite, ex Luca
Hemos
escuchado lo que pasó a uno y otro en esta vida. Veamos ahora su suerte en la
otra. Lo que fue temporal ya pasó, pero lo que sigue es eterno. Uno y otro
murieron: el pobre es recibido por los ángeles, el rico lanzado a la pena
eterna. Dice pues: "Y aconteció que cuando murió aquel pobre, le llevaron
los ángeles", etc. Tantas penas se mudaron de repente en inefables
delicias. Es llevado después de tantos trabajos, porque ya se encontraba
desfallecido y no pudiendo andar era llevado por los ángeles. No era bastante
un sólo ángel para llevar al pobre, sino que vienen muchos formando un coro de
alegrías, y cada uno de aquellos ángeles se alegraba de llevar aquella carga,
como siempre que llevan la de los hombres destinados al cielo. Fue llevado al
seno de Abraham para que descansara y se reanimara en él. El seno de Abraham es
el paraíso. Los ángeles, pues, sirvieron y llevaron al pobre y le colocaron en
el seno de Abraham. Porque aunque había vivido despreciado no se había
desesperado, ni blasfemó diciendo: Este rico goza viviendo en la opulencia y no
padece tribulación, pero yo no puedo alcanzar el alimento necesario.
San Agustín, De orig. an. 4,16
Si se cree
que el seno de Abraham es corpóreo, temo que no se tome en serio cosa de tanta
importancia, porque no es posible creer que el seno de un hombre pueda contener
tantas almas y aún tantos cuerpos (hablando en términos materiales) como los
ángeles llevan allí según llevaron a Lázaro, a no ser que se crea que
únicamente su alma fue la que mereció ser conducida allí. Si no se quiere caer
en un error pueril, se ha de entender por seno de Abraham el lugar remoto y
misterioso del descanso, en donde está Abraham. Por esto se llama de Abraham,
no porque sea únicamente de él, sino porque es el padre de mucha gente y ha
sido propuesto como el modelo de fe que debemos imitar.
San Gregorio In Matthaeu, in Evang hom. 40
En tanto,
pues, que existían en el mundo los dos corazones, esto es, el del pobre y el
del rico, los contemplaba de lo alto el juez que ejercitaba al pobre para ganar
la gloria y soportando al rico, aguardaba su desgracia. Prosigue: "Y murió
también el rico".
Crisóstomo, serm. 2 de Lazaro
Entonces
murió según el cuerpo, pero su alma estaba ya muerta, porque no hacía nada que
fuese propio del alma. Porque todo el fervor que nace del amor al prójimo había
expirado en ella y estaba aun más muerta que el cuerpo. Y no se dice que hubo
nadie que sepultase al rico como a Lázaro. Porque después de haber marchado
durante su vida por un camino florido rodeado de muchos y obsequiosos
aduladores, cuando llegó a su fin quedó privado de todos. Sencillamente, pues,
prosigue: "Y fue sepultado en el infierno". Pero también su alma
cuando vivía estaba sepultada y hundida en su cuerpo como en un sepulcro.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
La sepultura
del infierno es lo profundo de las penas, que devoran a los soberbios y a los
faltos de caridad después de esta vida.
San Basilio
Es el
infierno cierto lugar común en el fondo de la tierra, oscurecido y opaco por todas
partes, el cual tiene un orificio que lleva hasta lo profundo, por el que
tienen su descenso las almas condenadas a los tormentos 1.
Crisóstomo
Y así como las cárceles de los reyes se encuentran
fuera de las poblaciones, también el infierno se encuentra fuera del mundo, por
lo que se llama tinieblas exteriores.
Teofilacto
Dicen algunos que el infierno es el tránsito de lo
visible a lo invisible y a la deformidad del alma, porque todo el tiempo que el
alma del pecador subsiste en el cuerpo es visible por sus acciones, pero cuando
sale del cuerpo se hace deforme.
Crisóstomo, ut sup
Así como era mayor la pena del pobre cuando estaba
tendido ante la puerta del rico y veía los bienes ajenos, así después de muerto
el rico aumentaba su tormento el ver desde el infierno, donde estaba tendido,
la alegría de Lázaro. No sólo sentía la naturaleza de aquellos tormentos, sino
el suplicio más intolerable, que le causaba la vista de la gloria de Lázaro.
Prosigue: "Y alzando los ojos", etc.
Crisóstomo
Alzó, sí, los ojos para verlo, en vez de bajarlos,
porque Lázaro estaba arriba y él abajo, y si muchos ángeles llevaban a Lázaro,
infinidad de tormentos afligían al rico. Por esto no dice: "Estando en el
tormento", sino en los tormentos, porque todo él se encontraba en ellos.
Unicamente le quedaban libres los ojos para que pudiera ver la alegría del
pobre. De modo que le quedan libres los ojos para que se atormente más, porque
no tiene lo que el otro tiene, pues las riquezas de los demás son un tormento
para los que viven en la pobreza.
San Gregorio
Si Abraham no estuviese todavía en aquellos abismos,
el rico, entre los tormentos, no podría verlo. Los que han seguido los caminos
de la patria celestial han sido depositados después de su salida de la carne en
el seno del infierno, no para sufrir un castigo como pecadores, sino para que
descansen en aquellos remotos lugares (puesto que aún no había llegado la
intercesión del Mediador), en tanto que les impedía la entrada en el cielo la
mancha de la culpa original.
Crisóstomo hom. 4 in Epist. ad Phil
Había muchos pobres entre los justos, pero aquel que
había estado tendido a la puerta del rico se ofreció a su vista para aumentar
su aflicción. Sigue pues: "Y a Lázaro en su seno".
Crisóstomo, ut sup
De aquí se deduce que todos aquellos que han sido
ofendidos por nosotros, se presentarán en su día a nuestra vista. Pero el rico
no ve a Lázaro con otro justo, sino en el seno de Abraham, porque éste era caritativo
y aquél estaba acusado de crueldad. El uno sentado a su puerta esperaba a los
viajeros y los hacía entrar en su casa; el otro rechazaba a los que le pedían
asilo.
San Gregorio, in Evang hom. 40
El que siendo demasiado rico no quiso compadecerse del
pobre, sumido en su tormento le busca por protector.
Teofilacto
No dirige su súplica a Lázaro, sino a Abraham, porque
quizás se avergonzaba y creía que Lázaro se acordaría de sus males, juzgándolo
con arreglo a sí mismo. Por esto sigue: "Y él, levantando el grito,
dijo".
Crisóstomo
Las grandes penas hacen que esfuerce la voz.
"Padre Abraham", como si dijese: "Te llamo padre, según la
naturaleza, como el hijo que perdió su fortuna, aun cuando te he perdido como
padre por culpa mía, compadécete de mí". En vano haces penitencia cuando
no ha lugar a ella. Los tormentos son los que te obligan a hacerla y no los
sentimientos de tu alma. No sé si el que se encuentra en el reino de los cielos
puede compadecerse del que está en el infierno. El Creador se compadece de sus
criaturas. Un solo médico vino para curar las enfermedades, porque otros no
habían podido. "Envía a Lázaro". Te equivocas, miserable: Abraham no
puede enviar a nadie, sino recibir. "Para que moje la extremidad de su
dedo en agua". No te dignabas mirar a Lázaro y ahora deseas la punta de su
dedo. Esto que pides debías haberlo hecho con él cuando aún vivía. Deseas agua
cuando antes te cansabas de los manjares más exquisitos. Ve aquí lo que es la
conciencia del pecador, que no se atreve a pedir todo el dedo. En esto debemos
aprender lo conveniente que es no confiar en las riquezas. He aquí un rico que
necesita de un pobre que en otro tiempo tenía tanta hambre. Se mudan las cosas
y se da a conocer a todos quién era el rico y quién era el pobre, porque así
como en los teatros, cuando todo se acaba y los que representan se retiran y se
desnudan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen ahora tal y
como son con todas sus miserias. Del mismo modo, cuando viene la muerte y se concluye
el espectáculo de esta vida, depuestos los disfraces de la pobreza y de las
riquezas, sólo por las obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y
quiénes pobres, quiénes dignos y quiénes indignos de gloria.
San Gregorio, ut sup
Este rico, pues, que no quiso dar al pobre llagado ni
aun las migajas de su mesa, dentro ya del infierno, llega a buscar hasta lo más
pequeño. Porque pidió una gota de agua, cuando no quiso dar las migajas de su
mesa.
San Basilio
Digno castigo, pues, el que se dio a aquel rico: el
fuego y la pena del infierno, la lengua seca, los gemidos en vez de la lira
armoniosa. En vez de bebida, una sed abrasadora. Profundas tinieblas en vez de
grandes y lascivos espectáculos, y un gusano siempre despierto en vez de una
adulación constante. Por esto sigue: "Para refrescar mi lengua, porque soy
atormentado en este fuego".
Crisóstomo, hom. 2 in Epist. ad Phil
No era atormentado porque había sido rico, sino porque
no había sido compasivo.
San Gregorio, ut sup
De aquí debe deducirse la pena que merece el que
malgasta lo ajeno, siendo así que sufre las penas del infierno el que no da lo
suyo.
San Ambrosio
Es atormentado también, porque es un gran sufrimiento
para el lujurioso el carecer de sus delicias y el agua es el refrigerio del
alma atormentada por los dolores.
San Gregorio, ut sup
Pero ¿por qué en medio de los tormentos en que está
sumido desea refrescar su lengua, sino porque el que había pecado por su
locuacidad en sus festines, sufría en su lengua un fuego más intenso para pagar
lo que debía? Y es así que es mayor la intemperancia de la lengua en los
festines.
Crisóstomo
También su lengua había hablado muchas palabras
soberbias y donde hay pecado allí hay pena, y porque pecó mucho con la lengua,
fue más atormentado en ella.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Quiere refrigerar su lengua, cuando todo él está
ardiendo en la llama, significando así lo que está escrito ( Prov 18,21):
"La muerte y la vida están en manos de la (propia) lengua, porque por
medio de la boca se hace la confesión para obtener la salvación" ( Rom
10,10), lo que no hizo él por soberbia. La extremidad del dedo significa la más
pequeña operación, con que ayuda el Espíritu Santo.
San Agustín, De orig. an. 2,16
Se dirá que aquí se dan miembros al alma, pues
habiendo dicho que levantó los ojos, el ojo supone toda la cabeza, la lengua
supone las fauces y el dedo la mano. Pero ¿por qué razón estos nombres de
miembros, respecto de Dios no nos hacen creer que tenga cuerpo, y han de
hacernos creer que los tenga el alma? ¿Acaso se deberán tomar al pie de la
letra cuando se habla de la criatura y en sentido metafórico cuando se habla
del Creador? Habrá de darnos también alas corporales, porque no el Creador,
sino la criatura (esto es, el hombre), dice con el Salmista ( Sal 138,9):
"Si tomase mis alas al amanecer". Además, si aquel rico tuvo lengua
corporal, puesto que dijo: "Refrigera mi lengua", la misma lengua
debe tener manos corpóreas para nosotros en esta vida, puesto que está escrito
( Prov 18,21): la muerte y la vida está en manos de la lengua.
San Gregorio Niceno
Así como los mejores espejos reproducen las imágenes
que se colocan delante, imprimiendo en sus facciones la alegría o la tristeza
que las anima, así también el justo juicio de Dios se hace semejante a nuestras
disposiciones. Por ello el rico que no se compadeció del pobre tendido a su
puerta, no es oído cuando necesita de misericordia. Sigue pues: "Y Abraham
le dijo: hijo".
Crisóstomo, serm. 2 et 3 De Lazaro
He aquí la bondad del patriarca. Lo llama hijo -lo que
puede expresar su mansedumbre- y sin embargo no presta ningún auxilio al que se
había privado de consuelo a sí mismo. Por esto dice: "Acuérdate", es
decir piensa en lo pasado y no te olvides que fuiste colmado de riquezas y
"que recibiste bienes en tu vida", esto es, aquellos que tú creías
verdaderos bienes. No puedes haber reinado en la tierra y reinar aquí; las
riquezas no pueden ser verdaderas en la tierra y en el infierno. Prosigue:
"Y Lázaro también males", no porque Lázaro los consideraba como
males, sino que le decía esto para censurar al rico que consideraba como males
la miseria, el hambre y las molestias de la enfermedad. Cuando nos aflige la
gravedad de una enfermedad, pensemos pues en Lázaro y recibamos con gusto los
males de esta vida.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Todo esto se le dice porque amó los goces del siglo,
no estimando otra vida fuera de aquella en que se satisfacía su orgullo. Dice
que Lázaro ya había sufrido los males, porque comprendió que la mortalidad de
esta vida, los trabajos, los dolores y las tristezas, son consecuencia del
pecado, ya que todos morimos en Adán, el cual se hizo mortal por su
desobediencia.
Crisóstomo, serm. 3 De Lazaro
Dice también: "Has recibido bienes en tu
vida", como paga. Como si dijese: Si has hecho algo bueno que merezca
premio, todo se te ha pagado en el mundo con los festines, las riquezas y la
prosperidad de tus negocios. Este, en cambio, si hizo algo malo, todo lo ha pagado
con la pobreza, el hambre y las extremas miserias con que fue afligido. Uno y
otro habéis venido aquí desnudos: éste de sus pecados, por lo que recibe el
consuelo; tú de la justicia, por lo que sufres una pena que no puede mitigarse.
Prosigue: "Pues ahora es él aquí consolado y tú atormentado".
San Gregorio, in Evang hom. 40
Por tanto, si os sucede algo próspero cuando os
acordéis de haber obrado bien, temed que la prosperidad que se os concede no
sea remuneración del bien que habéis hecho. Y cuando veáis que algunos pobres
hacen obras dignas de reprensión, aun cuando se manchan con este ligero resto
de corrupción, se purifican por medio de la pobreza.
Crisóstomo, ut sup
Pero dirás: ¿Y no habrá alguno que alcance gracia aquí
y allí? Esto es difícil y pertenece al número de los imposibles, porque cuando
la pobreza no aflige, aflige la ambición; si la enfermedad no estimula, inflama
la ira; y si las tentaciones no asedian, asaltan muchas veces los malos
pensamientos. No es pequeño trabajo refrenar la ira, contener los deseos
ilícitos, templar las manifestaciones de la vanagloria, cohibir el fausto o la
soberbia y llevar una vida austera. Imposible es, pues, que se salve el que no
haga todo esto.
San Gregorio, ut sup
Puede responderse a esto que los malos son los que
reciben bienes en esta vida, porque encuentran toda su dicha en una felicidad
transitoria. Los justos, por el contrario, pueden recibir bienes aquí y sin
embargo no los reciben como una recompensa, porque como desean otros mejores
-es decir, los eternos-, todos los bienes que alcanzan no los consideran como
tales.
Crisóstomo, serm. 4 De Lazaro
Después de la misericordia de Dios, hay que esperar la
salvación eterna de nuestros propios esfuerzos y no de los de nuestros padres,
de nuestros prójimos o de nuestros amigos. Un hermano no nos libra. Y por esto
añade: "Fuera de que entre nosotros y vosotros hay un gran abismo
eterno".
Teofilacto
Casma mega, este 'gran abismo' representa la distancia
que hay entre los justos y los pecadores, porque así como los afectos de uno y
otro han sido distintos, así sus mansiones son diferentes.
Crisóstomo
Se dice que este abismo está afirmado, porque no puede
deshacerse, agitarse ni conmoverse.
San Ambrosio
Hay, pues, un gran abismo entre el rico y el pobre,
porque después de la muerte no pueden cambiarse los méritos. Por esto sigue:
"De manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni
de allí pasar acá".
Crisóstomo
Como diciendo: Podemos veros, pero no pasar a donde
estáis. Nosotros vemos de lo que nos hemos librado y vosotros lo que habéis
perdido. Nuestras alegrías aumentan vuestros tormentos; vuestros tormentos
aumentan nuestras alegrías.
San Gregorio, ut sup
Como los réprobos desean pasar a donde están los
escogidos -es decir, salir de la aflicción de sus suplicios-, así los justos
quisieran ir por misericordia a donde están los afligidos y los que padecen
tormentos para librarlos de ellos. Pero aun cuando las almas de los justos sean
misericordiosas, como ya están unidas a la justicia de su Autor, las domina de
tal modo su rectitud por la bondad de su naturaleza, que no sienten ninguna
compasión por los réprobos. Así como los injustos no pueden pasar a gozar con
los buenos porque han sido condenados a sufrir eternamente, así los justos no
pueden pasar a donde están los réprobos, porque ensalzados ya por la justicia
del juicio divino, no pueden sentir por ellos ninguna compasión.
Teofilacto
En esto hay un argumento contra los sectarios de
Orígenes, que dicen, que las penas habrán de tener término y que llegará día en
que los pecadores podrán unirse con los justos y con Dios.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Se da a conocer por la inmutabilidad de la sentencia
divina, que la misericordia de los justos no puede prestar ningún auxilio a los
pecadores, aun cuando quieran. Por esto aconseja a los hombres que hagan bien
en este mundo a todos los que puedan, no sea que si después son bien recibidos
en la eternidad, no puedan dispensar socorro a aquellos a quienes aman. Porque
lo que está escrito ( Lc 16,9): "Para que ellos os reciban en los eternos
tabernáculos", no se refiere a los soberbios y faltos de caridad, sino a
los que se hicieron amigos por sus obras de misericordia, a quienes no los
reciben los justos por autoridad propia, como recompensándolos, sino por
permisión divina.
Notas
1. Estas figuras tienen como finalidad expresar de forma cercana para los más sencillos la realidad de la pérdida eterna de Dios: El habita en una Luz inaccesible ( 1Tim 6, 16) y es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo ( Jn 1,9); estar con El es vivir en la felicidad eterna, celebrando el banquete eterno ( Mt 22,1ss). De allí que el infierno, que es el rechazo total de Dios para siempre por parte del pecador, sea descrito como oscuridad, llanto, rechinar de dientes, e infelicidad sempiterna.
27-31 "Y dijo:
Pues te ruego, Padre, que lo envíes a casa de mi padre. Porque tengo cinco
hermanos, para que les de testimonio; no sea que vengan ellos también a este
lugar de tormentos. Y Abraham le dijo: Tienen a Moisés y a los profetas,
óiganlos. Mas él dijo: No, padre Abraham; mas si alguno de los muertos fuere a
ellos, harán penitencia. Y Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los
profetas, tampoco creerán, aun cuando alguno de los muertos resucitare".
(vv. 27-31)
San Gregorio, in Evang hom. 40
Después que se le quitó al rico condenado
toda esperanza, se acuerda de todos los prójimos que había dejado en este
mundo. Por esto sigue: "Y dijo: Te ruego, Padre, que le envíes a casa de
mi padre".
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Pide que envíe a Lázaro porque se
considera indigno de ser testimonio de la verdad y como no había conseguido ser
refrigerado un poco, mucho menos creyó que podría librarse de los infiernos
para anunciar la verdad.
Crisóstomo, hom. de divite
He aquí su perversidad. Ni aun en
las mismas penas puede expresar la verdad. Si el padre es Abraham, ¿cómo dice
mándale a casa de mi padre? Pero no has olvidado a tu padre, porque él te llevó
a la perdición. 1
San Gregorio, ut sup
Algunas veces sucede que la pena de los malvados les enseña cierta caridad, -aunque inútilmente- de tal modo que entonces aman a los suyos de una manera especial, siendo así que en el mundo, no amando más que el pecado, no se amaban a sí mismos. Por esto sigue: "Tengo cinco hermanos; para que les de testimonio, no sea que vengan ellos también a este lugar de tormentos".
San Ambrosio
Este rico empieza demasiado tarde a
ser maestro cuando ya no le queda tiempo de aprender ni de enseñar.
San Gregorio, ut sup
En ello se da a conocer cuántas
aflicciones se acumulan sobre el rico condenado, porque conserva el
conocimiento y la memoria para su suplicio. Conoció pues a Lázaro, a quien
despreció y se acordó de sus hermanos, a quienes dejó. Para que los pecadores
sean más castigados en las penas eternas, ven la gloria de aquellos a quienes
despreciaron y son atormentados por la desgracia de aquellos a quienes amaron
en vano. Abraham contestó en seguida al rico que le pedía mandase a Lázaro. Por
ello sigue: "Abraham le dijo: Tienen a Moisés y a los profetas,
óiganlos".
Crisóstomo, serm. 4 De Lazaro
Como diciendo: No cuidas tú tanto de
tus hermanos como lo hace Dios que les ha creado, que les ha enviado doctores
para que los amonesten y los exhorten. Aquí llama Moisés y profetas a los
escritos mosaicos y proféticos.
San Ambrosio
En lo que declara el Señor
terminantemente que el Antiguo Testamento es el fundamento de la fe,
confundiendo así la perfidia de los judíos y rechazando las necedades de los
herejes.
San Gregorio, ut sup
El que había despreciado la palabra
de Dios, creía que tampoco podrían oírla sus secuaces. Por ello sigue:
"Mas él dijo: No, padre Abraham, mas si alguno de los muertos fuere a
ellos, harán penitencia".
Crisóstomo, in hom. de divite
Como cuando él oía las Sagradas
Escrituras las despreciaba y las consideraba como fábulas, creía que a sus
hermanos les sucedería lo mismo.
San Gregorio Niceno
En esto se nos da a conocer otra
cosa: que en el seno de Abraham, Lázaro no siente solicitud por lo presente ni
se aflige por lo pasado. Mas el rico, después de su muerte se ve detenido por
su vida carnal como por un lazo. Porque todo el que se haga carnal en el
espíritu, ni aún después de la muerte se verá libre de sus pasiones.
San Gregorio, in Evang hom. 40
Por esto, ahora se responde al rico
con una sentencia llena de verdad. Sigue pues: "El le dijo: si no oyen a
Moisés y a los profetas, tampoco creerán, aun cuando alguno de los muertos
resucitase". Porque los que desprecian las palabras de la ley, cumplirán
con tanta más dificultad los preceptos del Redentor que resucitó de entre los
muertos.
Crisóstomo, serm. 4 De Lazaro
Que los que no escuchan las
Escrituras tampoco escuchan a los muertos resucitados, lo prueban los mismos
judíos, puesto que así como ahora querían matar a Lázaro, así también
perseguían a los apóstoles incluso después de que muchos resucitasen al momento
de morir Jesús en la cruz. Téngase en cuenta también que todo el que muere es
siervo. Pero todo lo que dicen las Escrituras lo dice el Señor, por lo que son
más dignas de fe que un muerto que resucite o que un ángel que baje del cielo,
porque el Señor de los ángeles, el Señor de los vivos y de los muertos es quien
las ha instituido. Por tanto, si Dios juzgase que resucitando a los muertos
había de venir alguna utilidad a los vivos, no lo omitiría, porque todo lo hace
en beneficio nuestro. Pero si los muertos resucitasen con frecuencia, esto se
despreciaría con el tiempo, porque el diablo introduciría fácilmente doctrinas
perversas, imitando esto mismo por sus oráculos, no resucitando verdaderamente
a los muertos sino engañando a los hombres con alucinaciones o enseñando
ingeniosamente a algunos a fingir la muerte.
San Agustín, De curis pro mortuis habendis cap. 14 et 15
Pero dirá alguno: Si los muertos no
se cuidan de los vivos, ¿cómo el rico pedía a Abraham que enviase a Lázaro a
sus cinco hermanos? Pero ¿por qué aquel rico dijo esto? (Había de saber acaso
qué es lo que harían sus hermanos o qué es lo que padecerían en aquel tiempo?
Así se cuidó de los vivos aun cuando ignoraba en absoluto lo que hacían, como
nosotros nos cuidamos de los muertos aunque ignoremos enteramente lo que hacen.
Pero volvamos otra vez a la cuestión. ¿Cómo sabía Abraham que existían Moisés y
los profetas?, esto es, sus libros. (Ni de dónde sabía que aquel rico había
vivido entre delicias y Lázaro entre aflicciones? No pudo tener conocimiento de
ello mientras vivían, sino que después de su muerte Lázaro se lo dio a conocer,
puesto que dice el profeta ( Is 63,16): "Abraham no nos conoció".
Pueden saber también algo los muertos por los ángeles, que presencian lo que
pasa en el mundo, y también pueden tener conocimiento por revelación del
Espíritu de Dios de las cosas no sólo pasadas sino también futuras que sea necesario
que conozcan.
San Agustín, De quaest Evang. 2,38
En sentido alegórico esto puede
interpretarse del siguiente modo: El rico representa la soberbia de los judíos
que desconocen la justicia de Dios y quieren hacer valer la suya ( Rom 10). La
púrpura y el lino finísimo indican la dignidad del reino ( Mt 21,43), y el
reino de Dios -dice- os será quitado. El convite espléndido es la jactancia de
la ley, en la que se gloriaban, más abusando de ella para satisfacer su
orgullo, que usando de ella en lo que era necesario para su salvación. Y el
mendigo con el nombre de Lázaro -que quiere decir ayudado- significa el
indigente, como algún gentil o publicano, que es tanto más favorecido cuanto
menos presume de sus propias facultades.
San Gregorio, ut sup
Lázaro, lleno de úlceras, es figura
del pueblo gentil que en tanto que convertido no se avergüenza de confesar sus
pecados, y por ello tuvo su piel cubierta de llagas. Porque ¿qué es la
confesión de los pecados sino cierta abertura de llagas? Lázaro, llagado, deseaba
alimentarse de las migajas que caían de la mesa del rico y ninguno se las daba,
ya que aquel pueblo orgulloso no se dignaba admitir a ningún gentil al
conocimiento de la ley y porque dejaba caer las palabras de esta ciencia como
caían las migas de sobre la mesa.
San Agustín, ut sup
Los perros que lamían las úlceras
del pobre son los hombres malvados que aman el pecado, cuya lengua está siempre
dispuesta a alabar las malas acciones que otros detestan y que se lamentan de
cometerlas y las confiesan.
San Gregorio, ut sup
También en las Sagradas Escrituras
se llama con frecuencia perros a los predicadores, según aquellas palabras del
Salmo ( Sal 67,24): "La lengua de tus perros beberá sangre de tus
enemigos", porque la lengua de los perros cura las llagas que lame, y los
santos doctores cuando nos instruyen en la confesión de nuestros pecados, tocan
en cierto modo la llaga de nuestra alma con la lengua. El rico fue sepultado en
el infierno y Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, esto es,
al descanso misterioso del que la Verdad ha dicho ( Mt 8,11): muchos vendrán de
Oriente y de Occidente y descansarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de
los cielos; mas los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores.
El rico levanta sus ojos para ver desde lejos a Lázaro, porque mientras los
infieles sufren en el abismo los castigos de su condenación, los fieles están
sobre ellos, esperando en reposo el día del juicio final, después del cual
aquéllos no podrán ya contemplar su gozo. Lo que miran está lejos porque no
pueden llegar allí por sus méritos. Se manifiesta más abrasada su lengua,
porque el pueblo infiel tuvo las palabras de la ley en su boca, pero no quiso
observarlas con sus obras. Por tanto, sufrirá más en la parte en que más
manifestó saber lo que no quiso hacer. Abraham le llama su hijo y sin embargo
no le libra de los tormentos porque los padres de este pueblo infiel,
considerando que muchos se apartaron de su fe, no los libran de los tormentos
ni tienen compasión de ellos, aunque les reconocen como hijos suyos según la
carne.
San Agustín, ut sup
Los cinco hermanos que dice que
tiene en la casa de su padre representan a los judíos, quienes fueron llamados
con el nombre de cinco porque vivían bajo el influjo de la ley que fue dada por
Moisés, quien la escribió en cinco libros.
Crisóstomo, hom De divite
También puede decirse que tuvo cinco
hermanos, esto es, cinco sentidos, de los que era esclavo. No podía amar a
Lázaro, porque estos hermanos no aman la pobreza. Ellos son los que te han
traído a estos tormentos y no pueden salvarse si no mueren, de otro modo es
necesario que habiten con su hermano. Pero ¿por qué pides que envíe a Lázaro?
"Tienen a Moisés y a los profetas". Moisés fue el Lázaro pobre, que
creyó que tenía mayores riquezas en la pobreza de Jesucristo que en las
riquezas del Faraón ( Heb 12). Jeremías, arrojado al lago, se alimentaba del
pan de la tribulación ( Jer 38). Y todos los profetas enseñan a estos hermanos;
pero no pueden salvarse ni aunque alguien resucite de los infiernos. Estos
hermanos, antes que Jesucristo resucitase, me conducían a la muerte. El murió,
y estos hermanos resucitaron: ahora mis ojos ven a Jesucristo, mis oídos le
oyen y mis manos le abrazan. Todo esto es la condenación de Marción y Maniqueo,
que no admiten el Antiguo Testamento. Véase lo que dice Abraham: "Si no
oyen a Moisés y a los profetas". Como diciendo: Haces bien esperando a
aquél que ha de resucitar; pero Jesucristo habla por medio de ellos, así que si
los oyes has de oír también a Jesucristo.
San Gregorio, ut sup
El pueblo judío, como no quiso
entender el sentido espiritual de las palabras de Moisés, no pudo llegar a
Aquel de quien Moisés había hablado.
San Ambrosio
Lázaro es pobre en esta vida, pero
es rico para Dios y no se crea que toda pobreza es santa ni toda riqueza
criminal, sino que así como la lujuria infama las riquezas, así la santidad
recomienda la pobreza. Que el hombre apostólico, pobre en la palabra y rico en
la fe -puesto que posee la verdadera- no busque la elegancia de las palabras. A
éste considero semejante a aquél que, herido muchas veces por los judíos,
presentaba a ciertos fieles sus llagas, como Lázaro a los perros.
Bienaventurados los perros a quienes venga a parar el humor de tales úlceras,
para que llene el corazón y las fauces de los que acostumbran guardar la casa,
velar sobre el rebaño y librarle de los lobos. Y como el pan es la palabra, la
fe nace de la palabra. Las migajas son como ciertos dogmas de fe, esto es, los
misterios de las Escrituras. Pero los arrianos que afectan el apoyo del poder
de los reyes para combatir las verdades de la Iglesia, ¿no es verdad que parece
que viven como envueltos en cierta púrpura y lino finísimo? Estos abundan en
palabras vanas, cuando defienden lo aparente en contra de lo verdadero. La rica
herejía ha compuesto muchos evangelios y el fiel pobre conserva únicamente el
que ha recibido. La filosofía rica se ha formado muchos dioses, la Iglesia
pobre sólo conoce un único Dios. ¿No es cierto que aquellas riquezas son
indigencias y que esta pobreza es abundancia?
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
También puede entenderse esta
parábola de otro modo, esto es, considerando al Señor representado en Lázaro
tendido a la puerta de aquel rico. Porque se abatió ante los muy soberbios
judíos en la humildad de su encarnación, deseando saciarse de las migas que
caían de la mesa del rico. Es decir, buscaba en ellos, aun cuando fuesen
pequeñas sus obras de justicia, que no fuesen quitadas de su mesa, esto es, de
su poder por su soberbia. Sus obras, aunque pequeñas y extrañas a la
perseverancia de una buena vida, podían repetirse de vez en cuando, al menos
como suelen caer las migas de la mesa. Las úlceras son los tormentos del Señor,
los perros que las lamían son los gentiles, a quienes los judíos llamaban
inmundos y sin embargo lamen ahora las llagas del Señor en los sacramentos de
su cuerpo y de su sangre en todo el mundo, con una profundísima ternura. El
seno de Abraham es el seno del Padre, en donde fue recibido el Señor cuando
resucitó después de su pasión y a donde creo se dice que fue llevado por los
ángeles, porque ellos anunciaron a los discípulos esta recepción que había
tenido en el seno del Padre. Todo lo demás puede admitirse según la exposición
que ya queda hecha, porque el seno del Padre se entiende como el lugar en donde
las almas de los justos se ven con Dios, aun antes de la resurrección.
Notas
1. Literalmente, dice: "porque él te ha perdido". Hace referencia a Satanás, quien es el "padre de la mentira" (ver Jn 8, 44) y es llamado por Jesús como "Padre" de los malos judíos que no creen en él (allí mismo). Otra versión latina: "Non es oblitus patris tui? Non es oblitus quia ille te perdidit?", podría traducirse como: "¿No has olvidado a tu padre? ¿no has olvidado que él te ha perdido?".