jueves, 8 de febrero de 2024

9 DE FEBRERO. LA RESPUESTA DEL HIJO A LA MADRE

9 DE FEBRERO

LA RESPUESTA DEL HIJO A LA MADRE

 

MEDITACIONES PARA LA NAVIDAD Y EL TIEMPO DE EPIFANÍA

del P. Nicolás Avancini

 

ORACIONES PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

 

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Pater noster, Ave María y Gloria.

 

9 DE FEBRERO

LA RESPUESTA DEL HIJO A LA MADRE

 

1. ¿Para qué me buscabais?[1] No son palabras estas de reprensión, que es como si dijera: No había necesidad de buscarme; porque no casualmente, sino con altísimo consejo me desvié de vosotros. Ni por eso fue vana la diligencia en buscarle; pues muchas cosas, aunque precisas no sean, son loables por el piadoso afecto con que se hacen. ¡Qué suavemente y con qué amor pronunciaría esto! ¡Qué suavidad causaría en sus padres! Bien merecía esto su anhelo. Si has perdido a JESÚS y el gusto de la oración, juzga que es altísimo consejo: remítete con humildad a su gobierno: búscale con el mayor deseo que puedes: el tiempo del consuelo ya llegará.

2. ¿No sabíais que es conveniente que Yo me ocupe en las cosas que son propias de mi Padre?[2] Esta interrogación tiene fuerza de afirmar. Es decir: Ya sabíais. Bien lo sabían, por cierto, y por eso allí le buscaron. Muestra con ella también el afecto grande que tenía a lo que pertenecía a su Padre. Enseña que por esto se ha de dejar al padre y a la madre. Quiere decir que esta deuda es la que sobrepuja a todas. Imprime esta verdad en tu alma y resuelve, cuando se hace la causa de Dios, romper con todo lo que bien quieres.

 

3. Y ellos no entendieron la palabra que les habló[3]. No se le revelaron de una vez a la santísima Virgen todos los misterios de Cristo; más, así como siempre creció en gracia, así crecía también en la inteligencia de los misterios. No entendió, pues, entonces por qué Cristo en aquella edad mostró su sabiduría entre los Doctores. Pero con todo no se propasó a preguntar más, porque oyendo que era obra de la voluntad del Padre, al punto queda serena y quieta. Aprende a rendir tu juicio. Ni es a la verdad necesario alcanzar la razón de todo lo que Dios y los superiores hacen y disponen de ti. No lo quieras investigar; pues de otra suerte turbarás la quietud del alma. Séate esto bastante: Dios lo quiere.

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo se preparan para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 



[1] Luc., 2.

[2] Ibid.

[3] Ibid.