VI DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Dom Próspero Gueranger
El Señor nos llama, decía el pueblo antiguo al salir de Egipto tras de Moisés; iremos a tres jornadas de camino al desierto para sacrificar allí al Señor, nuestro Dios'”. Los discípulos de Jesucristo, en nuestro Evangelio, le han seguido igualmente al desierto; después de tres días han sido alimentados con un pan milagroso que presagiaba la víctima del gran Sacrificio figurado por el de Israel. Pronto el presagio y la figura van a ceder lugar, sobre el altar que está ante nosotros, a la más sublime de las realidades. Abandonemos la tierra de servidumbre en que nos retienen nuestros vicios; todos los días nos llama misericordiosamente el Señor; pongamos para siempre nuestras almas lejos de las frivolidades mundanas, en el retiro de un recogimiento profundo.