29 de julio. Santa Marta, virgen
29 de julio. Santa Marta, virgen
Marta, de ricos y nobles padres, pero más ilustre aún por la hospitalidad que dio al Señor, tras su ascensión a los cielos, fue detenida por los judíos junto con su hermano, su hermana, Marcela, su sirvienta, y muchos cristianos, entre los que estaba Maximino, uno de los 72 discípulos del Señor, que había bautizado toda la familia. Juntos fueron embarcados en una nave sin velas ni remos, naufragando en alta mar. Pero Dios hizo que la nave arribase a Marsella, llegando todos salvos.
Por este milagro y por la predicación, los habitantes de Marsella y los de Aix, con los de los pueblos vecinos, abrazaron la fe de Cristo. Lázaro fue creado obispo de Marsella y Maximino de Aix. Magdalena, acostumbrada a la vida de oración y a platicar con el Señor sentada a sus pies, para gozar de aquella mejor parte que había elegido, contemplando la celestial dicha, se retiró a una cueva de una montaña, donde vivió 30 años apartada de toda relación humana, y allí los ángeles la elevaban cada día para oír los cánticos celestiales.
Marta, después de haberse atraído el amor y la admiración de los marselleses por la santidad de su vida y su caridad, se retiró a un lugar solitario en compañía de algunas mujeres muy edificantes. Allí vivió mucho tiempo con gran reputación de piedad; después de haber anunciado su muerte con mucha anticipación, y de haberse hecho famosa por sus milagros, voló al Señor en el cuarto día de las calendas de agosto. Su cuerpo es muy venerado en Tarascón.
Oremos.
Escúchanos, oh Dios, Salvador nuestro, para que, así como nos alegramos en la festividad de tu bienaventurada Virgen Marta, seamos también instruidos con el afecto de su piadosa devoción. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.