25 de octubre. San Crisanto y Santa Daria, mártires.
Cristanto y su esposa Daría, nobles por su linaje, lo fueron más por su fe, que Daría recibió junto con el bautismo por obra de su marido. Gran número de personas, gracias al celo entre las mujeres de Daría y entre los hombres de Crisanto, se convirtieron en Roma a la fe de Cristo. Por este motivo, el prefecto Ceferino mandó detenerles y entregarles al tribuno Claudio. Hizo éste encadenar y atormentar a Crisanto por unos soldados, mas le cayeron al mártir las cadenas y se rompieron las argollas que le habían puesto a los pies. Fue expuesto entonces dentro de un pellejo de buey, a los rayos de un sol ardiente, y luego, encadenado de pies y manos, le encerraron otra vez en un obscuro calabozo. Volvió a quedar libre de sus cadenas y la cárcel se llenó de claridad. A Daría la condujeron a un lupanar, mas poniéndose en oración, fue protegida por un león, que la defendió contra el ultraje. Por último, conducidos ambos a un arenal de la vía Salaria, y arrojados a una fosa abierta fueron aplastados bajo el peso de las piedras que les lanzaron, recibiendo juntos el martirio.
Oremos.
Te rogamos, Señor, que nos ayuden con sus oraciones tus santos mártires Crisanto y Daría; a fin de que los que les damos culto experimentemos constantemente su misericordioso auxilio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.