jueves, 30 de junio de 2022

DÍA 1. SANGRE DE CRISTO, SANGRE DEL UNIGÉNITO DEL PADRE ETERNO

DÍA 1.  SANGRE DE CRISTO, SANGRE DEL UNIGÉNITO DEL PADRE ETERNO

Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:

 

ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS

de San Alberto Magno

Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.

Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.

Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...

Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.

Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.

 

1.     Sangre de Cristo, Sangre del Unigénito del Padre Eterno

Todo en la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo es digno de adoración. Él es Dios, Dios hecho hombre, verdadero hombre y verdadero Dios. Nos llena de asombro, admiración, confusión y agradecimiento que Dios se haya hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación. Quiso tomar un cuerpo para ofrecerlo por nosotros como sacrificio y quedarse presente en el Santísimo Sacramento. Quiso ser hombre verdadero y que por sus venas corriera la sangre que derramaría copiosamente por nosotros en su pasión.

Adoramos su santa humanidad, adoramos su alma nobilísima, su cuerpo perfecto y sin pecado, adoramos cada uno de sus sagrados miembros: su cabeza que había de ser coronada de espinas, sus manos y sus pies que habían de ser traspasados por los clavos, adoramos su santo cuerpo presente en el Santísimo Sacramento, adoramos su Corazón Sacrosanto traspasado por la lanza, adoramos su preciosa Sangre derramada sobre la tierra para nuestra redención. Adoramos y agradecemos su voluntad libérrima en hacerlo todo por nuestro amor; pues Él mismo afirma: “Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego porque así lo quiero.” (Juan 10, 18).

 

PROPÓSITO: Visitar a Jesús Sacramentado y adorar particularmente su Preciosa Sangre.

 

JACULATORIA: Sangre de Cristo, Sangre del Unigénito del Padre Eterno, sálvanos.

 

Para finalizar:

LETANÍAS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO

EL APÓSTOL PABLO RECIBIÓ, SIN MÉRITO SUYO, Y A PESAR DE SUS DEMÉRITOS, LA GRACIA DE DIOS. San Agustín

 


EL APÓSTOL PABLO RECIBIÓ, SIN MÉRITO SUYO, Y A PESAR DE SUS DEMÉRITOS, LA GRACIA DE DIOS. San Agustín

 

De las lecturas del II Noctuno de maitines

 

Del Libro de S. Agustín, Obispo: De la gracia y el libre arbitrio

Cap. 6-7

Tenemos certeza de que el apóstol Pablo recibió, sin mérito suyo, y a pesar de sus deméritos, la gracia de Dios, que devuelve bien por mal. Mirad lo que dice antes de su martirio, a Timoteo: En cuanto a mí, ya estoy a punto de ser inmolado, y se acerca el tiempo de mi muerte. He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe. Estas cosas, que son méritos suyos, las menciona primero, para llegar pronto a la corona esperada en recompensa de sus méritos, él que, no obstante sus deméritos, había recibido la gracia. Escuchad lo que añade: Réstame, dice, la corona de justicia que me está reservada, y que me dará el Señor en aquel día como justo Juez. ¿A quién este justo Juez daría la corona, si el Padre misericordioso no le hubiera dado su gracia? ¿Y cómo sería una corona de justicia, si fuese precedida de la gracia que justifica al pecador? Cómo podría haber méritos dignos de recompensa, si antes no hubieran sido dadas gracias gratuitas?

Considerando en el apóstol Pablo sus méritos, a los que el justo Juez dará la corona, veamos si le pertenecen en propiedad, como adquiridos por él, o si es preciso ver en ellos los dones de Dios. He combatido con valor, dice, he concluido la carrera, he guardado la fe. Notemos que estas buenas obras serían nulas, si no las hubieran precedido buenos pensamientos. Examinemos lo que dice de los pensamientos, según lo que escribe a los Corintios: No somos suficientes por nosotros mismos para concebir algún buen pensamiento, sino que nuestra suficiencia viene de Dios. Entremos en detalles sobre lo dicho.

"He tenido el buen combate". Y yo pregunto en virtud de qué fuerza combatió. ¿Fue una fuerza propia de él, o fue recibida de lo alto? Lejos de nosotros pensar que tal doctor ignorase la ley de Dios, que habla así en el Deuteronomio: No digas en tu corazón: Mi fuerza y la robustez de mi brazo me granjearon todas estas cosas, sino para que te acuerdes del Señor Dios tuyo, por haberte él mismo dado fuerzas para obrar bien. Mas ¿de qué sirve combatir bien, si no le sigue la victoria? ¿Y quién hace victorioso sino Aquel del cual dijo el mismo Apóstol: Gracias a Dios que nos da la victoria por Nuestro Señor Jesucristo?

miércoles, 29 de junio de 2022

DÍA 30. CORAZÓN DE JESÚS, PRINCIPIO Y FIN

DÍA 30

CORAZÓN DE JESÚS, PRINCIPIO Y FIN, ALFA Y OMEGA, REY Y CENTRO DE TODOS LOS CORAZONES

Ejercicio del Mes de Junio en honor al Sagrado Corazón de Jesús con el Venerable P. Tomás Morales, S.J.

                   

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, escuchemos como dichas a nosotros las palabras de Jesús dirigidas a santa Margarita María de Alacoque:“He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio, no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este Sacramento de Amor”.  Ante la queja amorosa de Jesús, consagremos nuestra jornada como un acto de amor y reparación, haciendo el ofrecimiento diario de obras:

Ven Espíritu Santo,

Inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo,

para que ofrezcamos nuestras personas y obras,

en unión con El, por la salvación del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo,

por el corazón Inmaculado de María,

yo me consagro a tu Corazón,

y me ofrezco contigo al Padre,

en tu Santo Sacrificio del altar,

con mi oración y mi trabajo,

sufrimientos y alegrías de hoy,

por la redención del mundo,

y para que venga a nosotros tu Reino. Amén.

***

Día 30

Corazón de Jesús, Principio y Fin, Alfa y Omega, Rey y centro de todos los corazones

Aseguraste Tu triunfo a pesar de todos los enemigos. Prometiste reinar de un modo especial en nuestra Patria.

Urgidos por estas promesas, Te rogamos, Señor, por el Corazón Inmaculado de Tu Madre, Reina asunta, que venga a nosotros Tu Reino, que se encienda Tu día, que aceleres Tu triunfo espiritual y social sobre las naciones todas.

Queremos señalarnos en todo servicio Tuyo, Rey eterno y Señor universal. Por eso, sellamos el homenaje de amor y fidelidad que Te hemos venido testimoniando durante este mes. Hacemos nuestra oblación con Tu favor y ayuda, delante de Tu infinita Bondad y de Tu Madre gloriosa, que queremos, y deseamos, y es nuestra determinación deliberada consagrar nuestras vidas, no sólo en promesa, sino en dura realidad cotidiana, a implantar en nosotros y extender por la tierra el Reinado de Tu Corazón.

Nada podemos, pero confiamos en Ti. Somos Tu miseria, pero Tú serás nuestro Todo. Tu Corazón en la cruz está abierto, no traspasado. Así, el que entra, ya no puede salir y aprende a confiar. Para amarte, Señor, «para ser víctima de Tu Amor misericordioso, cuanto más débil y miserable sea uno, más idóneo es para recibir este amor que consume y transforma».

Corazón de Jesús. Acaba Tu mes. Haz que «nos quede impresa Tu grandísima hermosura». Enciérranos en Tu Corazón. Enséñanos a controlar imaginación o sensibilidad, a dominar los cambiantes estados de ánimo, para poder, con amor creciente, repetir siempre: «Después que vi la gran hermosura del Señor, no veía a nadie que en Su comparación me pareciese bien, ni me ocupase» (santa Teresa).

Desde lo íntimo de nuestros corazones, desde este mundo en ruinas, sin norte y sin amor, clamamos por Tu Reino de Verdad y de Vida, de Santidad y de Gracia, de Justicia, de Amor y de Paz. Ven, Señor Jesús.

Corazón de Jesús, Rey y Centro de todos los corazones. En Ti confiamos.

 

***

LETANIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

SAN JUAN EUDES

Corazón divino de Jesús. R/. Ten misericordia de nosotros.

Corazón amante y manso. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón humilde y misericordioso. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón del eterno Padre. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Principio del Espíritu Santo. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón fiel a la divina Voluntad. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón de Jesús, Corazón de la Virgen Madre. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón herido por la lanza. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón sacerdotal. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Fortaleza de los débiles. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Refugio de los pecadores. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Cordero encendido en el amor por el hombre. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Alegría y esperanza de nuestro corazón. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Corazón amado de nuestro corazón. R/. Ten misericordia de nosotros.

-Vida y norma de nuestro corazón. R/. Ten misericordia de nosotros.    

 

-De todo pecado. R/. Líbranos, Señor.

-De la soberbia de la vida. R/. Líbranos, Señor.

-De la ceguera del corazón. R/. Líbranos, Señor.

-De la resistencia a la Gracia. R/. Líbranos, Señor.

-Por tu amor infinito al Padre celestial. R/. Líbranos, Señor.

-Por tu amor a María Virgen y Madre. R/. Líbranos, Señor.

-Por tu amor a todos los hombres. R/. Líbranos, Señor.

-Por tus eternos goces. R/. Líbranos, Señor.

 

Oración

¡Oh Dios, que por obra de tu amor nos hiciste miembros de tu único Hijo y nos diste tener con El un mismo Corazón!; concédenos cumplir con amor tu voluntad, para que, deseando lo que te agrada, podamos ver cumplidos nuestros justos deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

El CORAZÓN DE JESÚS ESTÁ EXHALANDO VIRTUD (4) Hora santa con san Manuel González


El CORAZÓN DE JESÚS ESTÁ EX... by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOL...

 

El CORAZÓN DE JESÚS ESTÁ EXHALANDO VIRTUD

 

De Él salía virtud y sanaba a todos (Lc 6,19)

 

Como el agua del arroyo exhala frescura y humedad, aunque nadie se acerque a sus riberas, como la rosa exhala perfumes, aunque nadie se incline a olerla, así el Corazón de Jesús que vive en el Sagrario está siempre exhalando virtud, abandonado y solo.

 

Me lo dice el Evangelio

¿Quieres que nos detengamos a saborear esas palabras? ¡Descubren a tu fe, a tu confianza y a tu dicha un mundo tan dilatado!

 

De Él, es decir, del Jesús que entonces andaba por las calles y plazas y que ahora vive en los Sagrarios, de Él salía virtud.

¿Cuándo?

El Evangelio no señala tiempo ni pone limitaciones.

De Él salía virtud siempre; lo mismo cuando se inclinaba ante el joven muerto de Naín para resucitarlo, que cuando era cercado y oprimido por la muchedumbre que quería oírlo; lo mismo cuando recién nacido atrae sobre su cuna los cánticos de los ángeles del cielo y los cariñosos obsequios de pastores y reyes, que cuando muerto hace oscurecer el sol, estremecer a los cadáveres en sus sepulcros y quebrantar las piedras.

De Jesucristo salía siempre virtud.

 

¿Cómo era esa virtud?

El Evangelio también me ha hecho la merced de explicarme la naturaleza de esa virtud.

¡Cuánto debemos al Evangelio!

¡Sanaba!

Jesucristo, como Dios que es, tiene poder para dejar salir de Él muchas clases de virtud.

Virtud de creador, de dominador, de aniquilador, de juez, no eres tú la virtud que salía de mi Señor Jesucristo.

¡Virtud de sanar!

Ésa es la virtud que, como aroma exquisito, esparcía en torno suyo el fruto bendito de la Madre Inmaculada.

¡Sanar!

¡Cuadra eso tan bien al que se hizo médico para buscar, no sanos, sino enfermos, pecadores y no justos!

¡Necesitaba tanto de esa virtud nuestra pobre naturaleza!

¡Sabía Él tan bien que venía a tierra de enfermos del cuerpo muchos, del alma todos!

Virtud de sanar: ¡cuánta falta hacías a tanto paralítico, ciego, sordo, mudo, herido, muerto, no sólo del cuerpo, sino del alma!

 

Y ¿alcanzará a muchos?

¡No tengáis miedo, enfermos que esperáis que os toque la virtud de Jesucristo!

Que no es virtud para uno solo por cada año como en la piscina de Bethesda, que no es virtud para los hombres de una edad o de un pueblo, como la que han tenido los santos taumaturgos; no tengáis miedo, que esta virtud es para todos.

¿Lo oís bien? Para todos los hombres, de todos los tiempos y de todos los pueblos.

¿No os habéis fijado en la palabra tan amplia del Evangelio: todos?

¡Cómo ensancha mi alma esa palabra, todos!

 

De modo que yo, pobrecilla criatura, que he venido al mundo veinte siglos después de haber pasado por él Jesucristo exhalando virtud, ¿puedo esperar que a mí me toque también esa virtud?

¿Sí?

Pero, ¿en dónde me encontraré con Él?

¡Soberana realidad de los Sagrarios cristianos, ven a dar a mi alma la respuesta y la seguridad de su dicha! Dile que sí que el Jesús de la virtud aquella vive todavía y vive muy cerca de mí, junto a mi casa, ¡en el Sagrario!

Di a mi alma y di a todas las almas que quieran oír, que en el Sagrario vive el mismo Jesús de Jerusalén y Nazaret, con su mismo Corazón tan lleno, tan rebosante de virtud de sanar y tan abierto para que salga perennemente en favor de todos...

Desde que he meditado así el Sagrario, ¡cómo se ha agrandado ante mis ojos y ante mi corazón!

 

El Sagrario no está ya limitado por las cuatro tablas que lo forman, ni aun por los muros que lo cobijan. El Sagrario se extiende mucho más. El Sagrario será el límite de las especies sacramentales, pero no de la virtud que debajo de ellas constantemente brota.

Yo ya miro al Sagrado Corazón de Jesús en el Sagrario como un sol que irradia luz, calor y vida del cielo en torno suyo en una gran extensión, como un manantial de agua medicinal siempre corriente en muchas direcciones, como un delicioso jardín esparciendo siempre los aromas más exquisitos...

 

¡Ay!, si nuestros sentidos no fueran tan groseros, ¡qué impresiones tan deleitosas recibirían alrededor de los Sagrarios! ¡Cómo me explico ahora aquella atracción que se dice sentían algunos santos hacia el Sagrario, aun ignorado, por cuyas cercanías pasaban!

¿No sería quizás que sus sentidos espiritualizados percibirían ya el ambiente del lugar de los Sagrarios?

¿Te vas enterando ahora de lo que significa esa frase sobre la que quizás habrás pasado muchas veces distraído: tener Sagrario?

¿Ves ahora lo mal que se unen estas dos ideas: tener Sagrario y seguir siendo desgraciado?

¡Pues qué!, la virtud aquella de sanar que exhala siempre para todos el Corazón de Jesús de aquel Sagrario, ¿no es bastante para acabar con todas tus desgracias?

                                                               

¡JESÚS SACRAMENTADO! En esa oscuridad, en que el abandono de los hombres te tiene sumergido, te confieso Luz de la luz de Dios y única Luz del mundo.

En ese silencio, a que voluntariamente te has reducido ahí, yo te proclamo Palabra substancial de Dios y única Palabra creadora, restauradora, glorificadora y deificadora.

En esa inmovilidad, a que te has obligado ahí, yo te reconozco Vida de Dios y única Vida de todo lo que vive.