MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN
SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
DÍA 22
Por la señal …
ORACIÓN DEDICATORIA
¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,
cada día pondré guirnalda hermosa
en tus sienes divinas,
y me serán regalos las espinas,
Pues la que nace de ellas, pura rosa,
tantos alcanza en coronarte honores.
Tú en galardón; lo espero, Madre mía;
mi frente humilde ceñirás un día.
Canto
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra! ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor. Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad. Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.
MEDITACIÓN
DÍA VEINTIDÓS
Del Sacramento de la Comunión.
¡Oh, cuánto me honra y me regala Jesucristo en el adorable Sacramento de la Eucaristía! En él se hace mi amigo y huésped, y esposo de mi alma; me da su carne en comida, su sangre en bebida, y me transforma en sí mismo maravillosamente. Mi pecho es entonces más sagrado que las iglesias, los altares, cálices y patenas, y mi alma se puede llamar un cielo, porque viene a ella el rey de la gloria.
Pero yo, ¡cuánto le deshonro siempre que le recibo! Siendo esposo de mi alma le admito con frialdad, o le dejo al instante sin darle las debidas gracias, o acaso huyo y le dejo. Parece que no puede haber desprecio mayor. Pues quizá ha llegado a más mi perfidia, recibiéndole con boca sacrílega, en pecado mortal, y encerrándole dentro de un pecho inmundo. digna morada de las serpientes del infierno.
Si alguna vez, por mi fortuna, me dispongo bien, ¡qué gracias y favores tan especiales me dispensa! Gracia para refrenar las pasiones, gracia para vencer al enemigo, gracia para conocer los engaños del mundo, y gracia para evadirme de ellos. ¡Oh, pan de vida, que ha fortificado a los mártires, santificado
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Muy necio soy si no me aprovecho de tan singulares gracias; y verdaderamente, ahora que lo reflexiono, conozco mi insensatez. ¿De qué proviene el ser tan frágil en las tentaciones, y no dar nunca un paso en el camino de la virtud? De no comulgar con más frecuencia y devoción, y de no tener en los templos la reverencia ¡y respeto que pide la fe. Es cierto que no soy digno de recibir al Señor, ¿más por qué no procuro hacerme digno con una conducta irreprensible?
EJEMPLO
La Virgen Santísima tiene especial cuidado de que sus devotos no mueran sin Sacramentos. Vivía en Lovaina, en el año de 1621[1], un sacerdote muy amante de la Virgen, y que cayó enfermo. Los médicos no creían que el mal fuese de gravead; pero él llamó a una hermana que tenía, y le dijo que le trajesen el Viático. Se opusieron los de casa diciendo que no había peligro. «No os detengáis, dijo el enfermo, pues la muerte, que vosotros pensáis que, está lejos, está muy cerca; apenas me quedan dos horas de vida» Los domésticos, aunque admirados de lo que oían, no juzgaban que se hallase tan a lo último, y rehusaban el avisar tan pronto a la parroquia. Al ver esto el buen sacerdote se manifestó más claramente, diciendo: «No os detengáis, que dentro de un rato voy a morir; se me ha aparecido la Santísima Virgen, avisándome que me disponga para ir al cielo, y que antes comulgue» Al instante fue la hermana a llamar al párroco; recibió el enfermo los Sacramentos con gran devoción, y murió en su cabal juicio de allí a dos horas, Según el aviso de la Santísima Virgen.
OBSEQUIO
Si hoy o mañana no puedes comulgar, hazlo a lo menos espiritualmente en honra de María Santísima, y con intención de reparar las faltas que hayas cometido en las comuniones anteriores.
JACULATORIA
Te adoro, señor, y te bendigo en el Santísimo sacramento.
PARA FINALIZAR
3 avemarías
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.