jueves, 18 de febrero de 2021

LA IGLESIA CATÓLICA, MODELO DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ. (4) Preparando nuestra Consagración a San José con san Enrique de Ossó.

LA IGLESIA CATÓLICA, MODELO DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ. (4) Preparando nuestra Consagración a San José con san Enrique de Ossó.

 

 

Poniéndonos en presencia de Dios, pidiendo el auxilio de la Virgen María y del Ángel Custodio, recita esta oración al Glorioso San José:

 

Oración a san José

Santísimo patriarca san José, padre adoptivo de Jesús, virginal esposo de María, patrón de la Iglesia universal, jefe de la Sagrada Familia, provisor de la gran familia cristiana, tesorero y dispensador de las gracias del Rey de la gloria, el más amado y amante de Dios y de los hombres; a vos elijo desde hoy por mi verdadero padre y señor, en todo peligro y necesidad, a imitación de vuestra querida hija y apasionada devota santa Teresa de Jesús. Descubrid a mi alma todos los encantos y perfecciones de vuestro paternal corazón: mostradme todas sus amarguras para compadeceros, su santidad para imitaros, su amor para corresponderos agradecido. Enseñadme oración, vos que sois maestro de tan soberana virtud, y alcanzadme de Jesús y María, que no saben negaros cosa alguna, la gracia de vivir y morir santamente como vos, y la que os pido en este mes, a mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

 

MEDITACIÓN. San Enrique de Ossó

La Iglesia Católica, modelo de la devoción a san José

 

Composición de lugar. Contempla a los vicarios de Cristo que dicen al pueblo fiel: Id a José.

 

Petición. Dios mío, vaya yo a José y halle remedio en mis necesidades siempre.

 

Punto primero. La Iglesia católica, modelo de la devoción a san José por lo que enseña respecto al Santo. “Por la sublime dignidad de san José, padre adoptivo de Jesús, que Dios confirió a este Siervo fidelísimo, siempre, o en todos tiempos, la Iglesia honró con sumos honores y alabanzas al bienaventurado san José, después de la Virgen Madre de Dios, su esposa, e imploró su mediación en casos angustiosos”, enseña el inmortal Pio IX al decretar a san José los honores de patrón de la Iglesia católica en las angustiosas circunstancias de su prisión (8 de diciembre 1870).

“Como Dios había constituido, añade, al antiguo José, hijo del patriarca Jacob, intendente de toda la tierra de Egipto, a fin de guardar el trigo para el pueblo; así, llegando la plenitud de los tiempos, cuando iba a mandar a su Hijo Unigénito Salvador del mundo, escogió a otro José, del cual era el primero tipo y figura, lo constituyó príncipe de su casa y de su posesión y lo eligió guardián de sus principales tesoros, por cuanto tuvo por esposa a la Inmaculada Virgen María, de la cual por obra del Espíritu Santo nació Jesús que entre los hombres fue tenido por hijo de José y estúvole sujeto”.

Lo mismo repite León XIII, cuando el poder de las tinieblas parece atreverse a todo para acabar con el nombre cristiano. (Carta encíclica 15 de agosto de 1889). “Las causas y razones especiales, dice, por las que se tiene a san José en particular por patrono de la Iglesia, y esta a su vez se promete muchísimo de su tutela y patrocinio, son haber sido el esposo de María y padre adoptivo de Jesucristo. De aquí dimana toda la dignidad, gracia, santidad y gloria de san José”. ¿Puede enseñarse en menos palabras cosa mejor en honra del Santo? No es posible. 

 

Punto segundo. La Iglesia es modelo de devoción a san José por lo que ha hecho en su honor. “El ayo o custodio de su Señor será glorificado, dice el Espíritu Santo. (Prov. XXVII, 18). Celebra la Iglesia católica tres fiestas principalmente en obsequio de san José: 1ª la de su gloriosa muerte, 19 de marzo; 2ª la de su patrocinio, dominica tercera después de Pascua, y 3ª la de sus desposorios con la Virgen Santísima. En algunas iglesias celébrase la Misa propia en honor de san José para impetrar una buena muerte, inscrita en algunos misales romanos con autorización de la Sagrada Congregación de Ritos. Puso su nombre en las Letanías de los santos después del Bautista. En la oración A cunctis de la santa Misa, después de María nómbrase inmediatamente a san José, su esposo. Y en la oración prescrita por el papa León XIII a todos los sacerdotes del orbe católico, manda que se invoque a san José antes que a san Miguel arcángel. Manda hacer del Santo conmemoración antes que de los apóstoles en los sufragios de los santos, en el rezo divino. España, a petición de Carlos II, obtuvo del papa Inocencio X, por breve de 19 de abril de 1679, que san José fuese venerado patrón de todo el reino y sus dominios. Derogolo, es verdad, Urbano VIII (30 de agosto de 1680), porque el Arzobispo y clero de Compostela temían amenguase el patrocinio de Santiago. El papa Sixto IV (1481) declaró fiesta de riguroso precepto el día de san José, lo que no surtió todo su efecto hasta que Gregorio XV (1621) decretolo otra vez y confirmolo Urbano VIII. El rezo del Santo, simple y común en un principio, fue elevado a doble, con himnos propios por la Congregación de Ritos, a ruegos e instancias de una preclara hija de santa Teresa de Jesús, sor Clara María de la Pasión. Los himnos los compuso el papa Clemente X, y Clemente XI con notables mejoras los prescribió a toda la iglesia (3 de febrero de 1714). Es verdad que en los primeros siglos, ya por las herejías, ya porque solo o principalmente a los mártires se levantaban altares, apparent tamquam rari nantes ingurgite vasto, son raros los monumentos de devoción al Santo. No obstante, en Oriente, cuna del Cristianismo, cerca de Belén, descúbrese un lugar donde se había levantado un oratorio consagrado a san José. En la suntuosa basílica levantada por santa Elena, había una capilla consagrada a san José.

Antes del siglo IV ya se le honraba de un modo solemne, en especial el día 26 de diciembre. En Occidente hállase la imagen del Santo entre las de Jesús y María, ya en el Nacimiento, ya en la adoración de los Magos, ya en el hallazgo del Templo, ya por fin con la Virgen que tiene en su regazo al Niño Jesús.

 

Su manto en Roma, su anillo en Perusa, su cíngulo en Joinville, ciudad de Francia, demuestran que es antigua la devoción al Santo.

Por fin, el vicario de Cristo nómbrale en nuestros días patrón de la Iglesia universal, compone oraciones y las indulgencias, y prescribe se reciten en público perpetuamente en todas las iglesias del orbe católico durante el mes de octubre, después del rezo del santo Rosario.

¿Puede hacerse más en obsequio del Santo bendito?

 

Punto tercero. La Iglesia, modelo de devoción al Santo con sus exhortaciones. La Iglesia, agradecida, viendo los modelos de devoción a san José en Jesús y en María, ha querido resarcir en estos últimos tiempos los solemnes cultos que no le dio en los primeros siglos. Tenía presente que José con sus obras heroicas había cooperado a la encarnación del Verbo, mejor que los patriarcas antiguos con sus oraciones y lágrimas y suspiros. Conocía que fue necesario san José, no solo para que Jesús naciera sin deshonra, sino también para que tuviese quien con solicitud y amor de padre y con el trabajo de sus manos le socorriese hasta los treinta años. Comprendía que guardando san José a Cristo en Egipto, sufriendo las amarguras del destierro, conservó la vida de Jesús hasta que dio principio a su predicación. Si san José no hubiese huido a Egipto, Herodes corta la vida a tan hermosa flor antes de tiempo y no se hubiese obrado la redención del linaje humano. Considerando la Iglesia estos beneficios con que el padre de Jesús se constituyó ilustre bienhechor de todo el linaje humano, ha querido que, en señal de agradecimiento, le honre todo el orbe católico con sus cultos, y como al antiguo José, figura y tipo del nuestro, le ha dado la suprema intendencia de la Iglesia y ha puesto debajo de su imperio toda la Iglesia. Por eso nos dice a todos: “Id a José, id a José” y pone en boca del Santo en su patrocinio: “En cualquier tribulación que clamaran a mí, les atenderé, y siempre seré su protector. ¡Oh Dios!, añade, admirable en tus obras, pero más admirable en san José, a quien nombraste dispensador de los bienes celestiales”. ¿Pueden darse más tiernas y eficaces exhortaciones para que acudamos a la protección del limosnero real del Monarca supremo de cielos y tierra? Segura esperanza de la vida, sostén del mundo, y ministro de su salud, le llama en los himnos de su fiesta, y como si esto fuese poco, nos dice por su vicario el sapientísimo León XIII: “En verdad, pues, hay motivo para que todos, de cualquier condición y lugar, se encomienden y confíen al patrocinio del bienaventurado san José. En José tienen los padres de familia el modelo más excelente de la vigilancia y providencia paternales; tienen los esposos el dechado perfecto del amor, concordia y fe conyugal; tienen los vírgenes el ejemplar y, al mismo tiempo, protector de la virginal integridad”.

 

“Poniéndose delante la imagen de José, aprendan los que nacieron de linaje noble, a conservar, aun en medio de las ruinas de su fortuna, la dignidad; entiendan los ricos cuáles son los bienes que deben principalmente apetecer y con todas las fuerzas allegar. Mas lo proletarios, los obreros, cuantos se hallan en inferior condición, a José deben con derecho suyo propio acudir y de Él tomar ejemplos que imitar”. ¿Puede con más eficacia y en menos palabras exhortarse a todo el mundo y a todas las clases de la sociedad, a acudir a san José con la seguridad de alcanzar remedio? ¡Oh! ¡Vayamos todos a san José, y él nos remediará en toda necesidad! Nuestra salud está en sus manos.

 

Obsequio. Propagar los escritos y libros que tratan de san José.

 

Jaculatoria. Glorioso san José, Santo de mi corazón, haced que nadie me gane en extender vuestra devoción.

 

Oración final para todos los días

Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María, dulce protector mío san José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio, haya quedado sin consuelo. Animado con esta confianza, vengo a vuestra presencia y me recomiendo fervorosamente a vuestra bondad. ¡Ah!, no desatendáis mis súplicas, oh padre adoptivo del Redentor, antes bien acogedlas propicio y dignaos socorrerme con piedad.