Sobre las disposiciones para recibir el Espíritu Santo
MEDITACIÓN PARA LA VIGILIA DE PENTECOSTÉS
San Juan Bautista de la Salle MEDITACIÓN PARA LA VIGILIA DE PENTECOSTÉS
En el evangelio de este día Jesucristo nos señala tres disposiciones para recibir el Espíritu Santo, con las palabras siguientes: Si me amáis, guardad mis mandamientos, y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador para que esté siempre con vosotros (1).
La primera de tales disposiciones es amar a Dios y entregarse del todo a EL Para conseguirlo es necesario desasirse de todo lo criado, y aficionarse sólo a Dios; pues quien vive apegado al mundo y a sus bienes, se inhabilita para recibir el Espíritu de Dios, que sólo se da a quienes halla vacíos de todo lo que no es Dios.
De ahí que el mundo, como dice Jesucristo, no pueda recibir el Espíritu de Dios (2); porque el mundo sólo se aficiona a " la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida " (3).
Desasíos, pues, vosotros de todas las cosas, y no os aficionéis más que a solo Dios, si es que deseáis disponeros a recibir el Espíritu de Dios.
La segunda disposición para recibir el Espíritu Santo es guardar fielmente los mandamientos de Dios, y esmerarse en cumplir en todo su santa voluntad.
Pues, como Jesucristo asegura que " el Espíritu Santo permanecerá siempre en aquellos y con aquellos que le recibieren " (4); y que no puede complacerse sino en quienes procuran hacer siempre lo que Dios desea de ellos y conformarse en todo con su santa voluntad; síguese que nadie puede pretender recibirlo si no se dispone a cumplir en todo la voluntad de Dios.
No hay duda que vosotros habéis dejado el mundo con el fin exclusivo de consagraros totalmente a Dios y de poseer en abundancia su divino Espíritu; mas, si no ejecutáis con exactitud cuanto descubrís ser voluntad de Dios, no soñéis con alcanzarlo: poned aplicación muy esmerada en la observancia puntual de vuestras Reglas.
Nada dispone mejor a recibir el Espíritu Santo que la oración. Por eso asegura Jesucristo que nuestro Padre celestial dará su Espíritu, transido de amor y de bondad por nosotros, a todos cuantos se lo pidan (5).
Y como sabe que la plenitud del divino Espíritu se alcanza difícilmente; deseando comunicársela a sus santos Apóstoles, les asegura que El mismo rogará a su Padre por ellos (6), para que puedan recibirle con profusión.
Si queréis, pues, disponeros en la medida que Dios lo exige de vosotros, para ser henchidos del Espíritu de Dios el día de Pentecostés, día en que gustoso derrama El sus gracias, por haberse en él comunicado a los santos Apóstoles y a todos los que entonces componían la Iglesia; aplicaos atenta y fervorosamente a la oración, a fin de que podáis ser colmados de las gracias de Dios.
Y no ceséis de invocarle todos estos santos días: repetidle a menudo con la Iglesia estas sagradas palabras: " Envía tu espíritu Santo para darnos nueva vida y renovarás la faz de la tierra " (7).