28 DE MAYO
Sobre
la Asunción (5)
MARIA,
Virgo
Potens,
VIRGEN PODEROSA
Este gran universo que vemos
día y noche y que se llama mundo natural, está gobernado por leyes fijas que el
Creador le ha impuesto, y en virtud de estas leyes maravillosas está asegurado
contra toda perdida de sus elementos. Una parte de este universo puede luchar
contra otra parte, y puede también producir en ella cambios internos, pero,
considerado como un todo, está constituido para subsistir para siempre; por lo
cual pudo decir el Salmista: “Ha establecido el mundo, que jamás será
quebrantado”.
Tal es el mundo de la
naturaleza; pero hay otro mundo todavía más admirable. Hay un poder que puede
cambiar y subyugar este mundo visible, suspender sus leyes y obrar contra el:
es el mundo de los ángeles y de los santos, de la santa Iglesia y de sus hijos,
y el arma con el cual domina las leyes naturales es el poder de la oración.
Por la oración todo lo que es
naturalmente imposible puede ser hecho. Noé oro, y Dios dijo que no habría otro
diluvio que anegase a la raza humana; Moisés oro, y diez terribles azotes
cayeron sobre la tierra de Egipto; Josué oro, y el sol permaneció inmóvil;
Samuel oro, e hizo descender fuego del cielo; Eliseo oro, y el muerto volvió a
la vida; Ezequías oro, y el gran ejercito de los asirios fue derrotado y
pereció enteramente.
La bienaventurada Virgen María,
es llamada poderosa, y a veces
también, todopoderosa… porque, más
que cualquiera otra criatura, más que todos los ángeles y todos los santos,
posee este don tan victorioso y tan grande de la oración. Nadie como su Madre
tiene acceso al Omnipotente; nadie posee tantos méritos como Ella. Su Hijo nada
le niega de cuanto le pide, y en esto consiste su poder. Siendo la defensora de
la Iglesia, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni los hombres, ni los espíritus
malignos, ni los grandes monarcas, ni la violencia del populacho, pueden llegar
a dañarnos, porque la vida humana es breve, pero María reina allá arriba y es
Reina para siempre.
Beato John Henry Newman
Transcripto
por gentileza de Dña. Ana María Catalina Galvez Aguiló