Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace hoy memoria en la F.E. de Santa Margarita María Alacoque, virgen,
monja de la Orden de la Visitación de la Virgen María, que progresó de modo
admirable en la vía de la perfección y, enriquecida con gracias místicas,
trabajó mucho para propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús. Murió en
Paray-le-Monial (Francia), el día diecisiete de octubre de1690. De su relación espiritual con la Virgen nos dice: “Recibí la salud, y una nueva
protección de esta Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome
como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me
enseñaba a hacer la voluntad de Dios."
Señor
mío Jesucristo…
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“¿No
podéis hacer nada en la oración? Contentaos con ofrecer la que este divino
Salvador hace por nosotros en el Sacramento del altar, ofreciendo sus afectos
en reparación de vuestra tibieza, y decid en cada acción: Dios mío, yo quiero
hacer o padecer esto en el Sagrado Corazón de vuestro Hijo, y según sus santas
intenciones, las cuales os ofrezco para resarcir las miserias e imperfecciones
de las mías.”
2. La
flagelación de Jesús atado a la columna.
“Abrazaos
humildemente con las cosas que más os humillen y anonaden, como medios muy al
caso para hacer que triunfe el dulce y amable Corazón de Jesús, y reine el
vuestro en el suyo.”
3. La
coronación de espinas
“Vuestro
Corazón ha de ser el trono de vuestro Amado, retornándole amor por amor,
guardándole aquella lealtad que más le guste, según Él os dé a conocer. Entrega
total por el amor, en el amor, al amor, sin tasa ni restricción.”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“El
Sagrado Corazón de Jesús sabe bien lo que pasa en el vuestro, y por esto
permite vuestras penas. Guardad paz y someteos a las disposiciones que tome
sobre vuestras almas. Al fin hallaréis la victoria y la paz en el Sagrado
Corazón.”
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“Vayamos,
pues, con filial confianza, y arrojémonos en sus brazos, extendidos por el amor
en la cruz para recibirnos. Digámosle a menudo: Dios mío, Vos sois mi Padre;
tened compasión de mí, según vuestra misericordia.”