COMENTARIO AL EVANGELIO
XVII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
SIN PESO NI MEDIDA. ¿Quieres que te explique la
regla del amor? Pues está comprendida en estas palabras: Con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu, esto
es, con todas tus fuerzas. La medida de amor a Dios, es amarle sin medida
¿quieres saber cómo has de amarle? Pues amale cuanto se merece; con eso basta.
Pero
me dirás: ¿Cómo puedo yo alcanzar ese amor? Me agradan tus palabras. Si no eres
suficiente para alabar a Dios, por lo menos no dejes de alabarle; si no puedes
amarle tanto como debes, amale al menos tanto como puedas; no temas los excesos
de un amor en el que todas tus fuerzas y poder quedaran siempre por bajo de la
gloria y excelencia del Dios amado, como todas tus alabanzas serán siempre muy
inferiores al mérito y perfección del Dios que alabas.
EL EXCESO EN EL AMOR. “Amemos al Señor sin regla y
sin medida, porque así nos amó Él. El que hizo todas las cosas con peso y
medida, no tuvo ni peso ni medida para amar. Únicamente al amar cae Dios en el
exceso, y en este exceso sobrepasa los límites de toda inteligencia y razón. Él
que desde el principio ha guardado tal mesura en todas sus obras, no quiso
tener ninguna para amar, y cayó en los excesos más increíbles. Perdóname, Señor
mío, te lo suplico; perdona a tu siervo, porque es la audacia y la alegría lo
que inspiran sus palabras. Si, nuestro Dios nos amó con una demasía
extraordinaria ¿No es acaso excesivo el que un Dios este pendiente de un
patíbulo por un miserable y vil gusano? ¿No es un exceso que Dios muera para
que el culpable viva, que el Creador se entregue por su criatura, que el que
nos ha hecho sufra tan cruelmente por la obra de sus manos? Si hay en esto
medida, ¡oh Dios mío!, será vuestra sabiduría quien pueda verla, porque para la
inteligencia creada es un exceso, un exceso verdadero, un exceso inmenso. No
temo decirlo, porque lo hechos lo demuestran y el apóstol inspirado tampoco
tuvo temor de confesarlo: La caridad con que Dios nos amo es excesiva, puesto
que le llevo a entregar por nosotros al Hijo eterno. ¡Oh caridad desbordante,
verdaderamente increíble, extremadamente excesiva, que sobrepasa la extensión y
los límites de toda caridad! Cuando el profeta habla de la obra de la
redención, la llama abundante; pero cuando el Apóstol lo hace, la llama
formalmente excesiva (Eph. 2,4).
TRES MANERAS DE AMAR A DIOS. “Hay tres maneras de amar a
Dios con todo el corazón.
La
primera consiste en ofrecérselo todo entero, sin dividirlo de una manera
culpable, como Caín…En efecto, algunos dividen sus corazones y entregan una
parte a Dios y otra al mundo y a los placeres. Quieren honrar a Dios sin
desagradar al mundo, aspiran a los bienes del cielo sin rechazar los de la
tierra. A estos dirige Santiago las palabras siguientes: Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemiga de Dios?
Quien pretende ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios (Iac. 4,4). No
ofrecen nada, porque no ofrecen su corazón entero, y Dios no acepta corazones
partidos, ni su espíritu habita corazones de vanidad. No aman a Dios de todo su
corazón; por lo tanto, quebrantan este mandamiento.
La
segunda manera de amar a Dios con todo el corazón es amarle a Él solo y amar el
resto de las cosas por Él o para Él. En este caso, el corazón no se disipa con
sus afectos a las demás criaturas, y este es el amor del hombre perfecto.
La
tercera manera de amarle con todo el corazón consiste en absorberse en Dios de
tal forma que no haya un solo pensamiento, afecto y deseo que no verse sobre
Él.
El
primer modo de amar es perfecto; el segundo, de consejo; el tercero esta sobre
los preceptos y consejos, porque solo se consigue en el cielo.
Santo Tomas de
Villanueva
Por gentileza de Dña.
Ana María Galvez