ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS
DÍAS:
A
ti, Jesús, que vives y reinas con Dios Padre y el Espíritu Santo, elevamos este
acto de fe, de esperanza, adoración y caridad porque en tu Sagrado Corazón
reconocemos la manifestación plena de tu amor por nosotros. Acepta también
nuestro deseo de reparar tu Corazón por tantas ofensas e indiferencias.
Con
el Ángel de la Paz y todos los coros de los ángeles, con los santos Francisco y
Jacinta Marto y todos los santos, unidos a tantas almas que te han amado
dignamente, decimos:
Dios mío, yo creo, adoro, espero
y os amo.
Os pido perdón por los que no
creen, no adoran, no esperan y no os aman. (tres veces)
Jesús,
manso y humilde de corazón,
R/. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
23. LA FE ES EL MÁS GRANDE DE LOS DONES DE DIOS
De los escritos del beato Juan Bautista Scalabrini, obispo italiano
La
fe es un don de Dios, el primero, o mejor dicho, el más grande de los dones de
Dios, que en su infinita misericordia nos haya otorgado. Sin ella es imposible
ser de su agrado.
¿Qué
es esta fe? Es ella que nos acerca a
Dios y nos descubre sus misterios; es ella que ilumina y sublima nuestra razón,
es ella que ennoblece nuestros afectos, es ella que infunde en nuestra alma el
bálsamo de los consuelos celestiales, el coraje, la fuerza para sostener las
luchas de la vida. ¿Qué sería el hombre sin la fe? Sin la fe el hombre no
conoce nada realmente sobrenatural, no saborea nada a santidad, no puede obrar
nada bueno y virtuoso que sea merecedor de premio eterno (...). Sin fe, el hombre
está perdido.
Es la fe que nos revela con seguridad nuestro origen,
nuestra caída, nuestra regeneración en Cristo, nuestro destino inmortal. Es la
fe que nos señala todos los medios para lograr poseerlo, como son los
sacramentos, la oración, las buenas obras. Es la fe que nos hace mirar a todos
los hombres como hermanos. Es la fe que en todos los acontecimientos
terrenales, alegres o tristes, nos muestra la mano piadosa de Dios, que dispone
todo para nuestro bien.
PARA FINALIZAR:
Todos
juntos recitamos el acto de reparación enseñando por el ángel a los pastorcitos
de Fátima:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma
y Divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias
con que El mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo
Corazón
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Sagrado
Corazón de Jesús, R/. En vos confío.
Inmaculado
Corazón de María, R/. Sed la salvación mía.
Ave María Purísima, R/. Sin
pecado concebida.