SERVIR A JESÚS EN SUS «HUMILDES HERMANOS»
Reflexión diaria acerca de la Palabra de
Dios.
La Palabra divina ilumina la existencia humana y mueve a la conciencia a
revisar en profundidad la propia vida, pues toda la historia de la humanidad
está bajo el juicio de Dios: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y
todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas
ante él todas las naciones» (Mt 25,31-32). El Evangelio nos recuerda que
cada momento de nuestra existencia es importante y debe ser vivido
intensamente, sabiendo que todos han de rendir cuentas de su propia vida. El
Hijo del hombre considera que todo lo que hacemos o dejamos de hacer a uno sólo
de sus «humildes hermanos», se lo hacemos o dejamos de hacérselo a Él: «Tuve
hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y
me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en
la cárcel y vinisteis a verme» (25,35-36). Así pues, la misma Palabra de Dios
reclama la necesidad de nuestro compromiso en el mundo y de nuestra
responsabilidad ante Cristo, Señor de la Historia. Al anunciar el Evangelio,
démonos ánimo mutuamente para hacer el bien y comprometernos por la justicia,
la reconciliación y la paz.
Cfr. Verbum Domini, 99